La mano en el Arado
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Introduccion
Introduccion
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62 Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.
9:61–62 Otro dijo, “Te seguiré, Señor, pero primero déjame despedirme de los de mi casa.” Jesús dijo, “Nadie que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás es útil para el reinado de Dios” (εἶπεν δὲ καὶ ἕτερος· ἀκολουθήσω σοι, κύριε· πρῶτον δὲ ἐπίτρεψόν μοι ἀποτάξασθαι τοῖς εἰς τὸν οἶκόν μου. εἶπεν δὲ ὁ Ἰησοῦς· οὐδεὶς ἐπιβαλὼν τὴν χεῖρα ἐπʼ ἄροτρον καὶ βλέπων εἰς τὰ ὀπίσω εὔθετός ἐστιν τῇ βασιλείᾳ τοῦ θεοῦ). La petición de este segundo aspirante a discípulo recuerda a Eliseo cuando Elías lo encontró arando un campo y le echó un manto por encima para que lo siguiera y le reemplazara como profeta de Dios (1 R 19:19–21). Elías accedió a la petición de Eliseo de despedirse; Jesús no accede a la petición de este hombre.
Jesús utiliza la imagen del arado, cuyos elementos retorcidos no permitían dejar de prestarle atención, para reforzar esta idea. La utilización de un participio aoristo (ἐπιβαλών) para poner la mano sobre el arado y un participio presente (βλέπων) para mirar hacia atrás sugiere que “mirando atrás” es más continuo que una mirada momentánea. La traducción más idiomática “mirando atrás” ofrece la versión más literal del griego “las cosas detrás” (τὰ ὀπίσω). Esas “cosas” que yacen detrás pueden incluir una multiplicidad de distracciones y ansias (ver Flp 3:12–14).
El mensaje es que la nueva realidad del reinado de Dios debería servir de molde para todas las decisiones de la vida y que el mundo tal como ha sido debe ser dejado atrás sin nostalgia alguna. En la historia de Eliseo, Eliseo sacrifica los bueyes con los que ha estado arando y los asa con el fuego hecho por la madera de la yunta para dar un banquete de despedida, lo cual significa su total ruptura con el pasado.
Teología aplicada
1. Obediencia a Dios
Abraham empezó a obedecer a Dios sin saber a dónde se dirigía (Heb 11:8). Jesús obedece a Dios sabiendo plenamente dónde va y lo que va a sucederle cuando llegue a su destino. Las controversias con los oponentes a lo largo del camino (11:15–24, 37–53; 13:14–17; 14:1–6; 15:2; 16:14–15) presagian la más potente y mortífera oposición que encontrará en Jerusalén y que le llevará a la muerte. Aunque Jesús “afirmó su rostro,” las referencias a que los días “se están cumpliendo” y su “ascensión” revela que esto no es simplemente una decisión humana sino una respuesta a la necesidad divina impuesta sobre él. Ir a Jerusalén cumple los propósitos de Dios. “Afirmar su rostro” es aplicable a la intención decidida de obedecer a Dios que tiene Jesús. Sabe lo que le espera en Jerusalén y va a su encuentro con una fuerte determinación.
2. El espíritu de Elías y el Espíritu del Señor
Algunos creían que Jesús era Elías (9:8, 19), y la variante textual en 9:54 recuerda la situación en la que Elías invocaba fuego del cielo para incinerar a sus oponentes. Los discípulos no entienden que aunque Jesús pueda ser semejante a Elías (p. ej., resucitando al hijo de una viuda como hizo el profeta), no es Elías. No es tan duro como Elías y no pedirá que caiga fuego sobre las cabezas de sus presuntos enemigos. Caird comenta: “Por eso Elías tenía que desaparecer de la montaña para dar paso a Jesús, con su nueva forma de amar a los enemigos y de morir por ellos, y con el nuevo concepto de Dios que eso implicaba.”32
No obstante, las demandas que Jesús hace a sus discípulos son más duras. Elías permitió a Eliseo regresar para despedirse de su familia (1 R 19:19–21), pero Jesús no permitirá que un aspirante a discípulo haga eso (9:61–62). Los discípulos aciertan llamándole “Señor” (9:54), pero él es “el Señor,” no otro profeta como Elías, y muestra misericordia como lo hace el Señor. Es importante la observación de Rowe: El uso de “Señor” “subvierte las asociaciones normales que se hacen del dominio y el poder en las que un κύριος [‘señor’] trata a los que se oponen a él mediante la fuerza desmedida y la violencia y pinta una imagen radicalmente distinta, una en la que ser Señor es experimentar la negación y el rechazo y aún así no responder con un castigo violento.”33 Establece el tono de toda la narrativa del viaje que lleva a Jesús a su crucifixión en Jerusalén.
Los discípulos esperan el juicio instantáneo, pero la narración del viaje revela que Dios permite que la gente se tome su tiempo para responder antes de hacer un juicio final (ver 13:6–9). Es el año del favor del Señor, no de su ira.34 Jerusalén no será destruida inmediatamente por rechazar a Jesús, se le dará tiempo para que responda. Si Jesús se dejara llevar por su deseo de venganza, no habría razón alguna para enviar discípulos a Samaria (Hch 1:8), y las conversiones de los samaritanos habrían sido improbables (17:16; Hch 8:1–14; 9:31; 15:3). Habría sido otra atrocidad cometida contra ellos por judíos vengativos.
Craddock extrae una aplicación para hoy en día: Jacobo y Juan “nos traen a la mente a evangelistas enfervorecidos de otra generación que ofrecían la gracia de Dios a la audiencia y después lanzaban bolas de fuego del infierno a aquellos que no aceptaban la oferta.”35 Estaban intoxicados con su propia importancia y asumían que Jesús utilizaría su poder para resolver el rencor de sentirse rechazados. Como Jesús no fue enviado al mundo para juzgar sino para que se pudiera ser salvo a través de él (Jn 3:17), los discípulos deben convertirse en instrumentos para dar a conocer esta salvación.
Los discípulos no entienden la enseñanza de Jesús sobre la pasión (9:45), y no entienden su enseñanza sobre amar a los enemigos (6:27–31) tampoco.36 Tienen que seguir caminando con Jesús y escuchar la parábola del samaritano y observar cómo un leproso samaritano regresa alabando a Dios y dando gracias si quieren llegar a tener un espíritu como el suyo. Jesús es rechazado en Nazaret al comienzo de su ministerio en Galilea; es rechazado en Samaria al comienzo de su viaje a Jerusalén; es rechazado en Jerusalén al final de su ministerio. El rechazo es parte del camino. Los discípulos también tendrán que observar a Jesús en el viaje y, en Jerusalén, tendrán que entender cómo realizar su misión en un ambiente hostil. Sólo entonces sabrán que el fuego que Jesús trae a la tierra (12:49) no es de destrucción, sino las ardientes lenguas del Espíritu (Hch 2:3) que capacitan a los discípulos para ser testigos del amor “en Jerusalén, como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra” (Hch 1:8).
3. Las exigencias del discipulado
En oposición a la propia devoción de Jesús que le llevó a afirmar su rostro para ir a Jerusalén, los aspirantes a discípulos tienen su cara puesta en dos direcciones. Los discípulos aprenden de estos intercambios y de la parábola de los invitados a la cena que “no hay ausencias justificadas del reino de Dios ya sea por compromisos comerciales, obligaciones sociales o deberes familiares sagrados.” Subraya la realidad de que el discipulado “no es un compromiso más que añadimos a la larga lista de compromisos, en realidad es el compromiso — que exige un reordenamiento de nuestras vidas de abajo a arriba.”37 Estos “pronunciamientos sorprendentes enfrentan a cada discípulo con una opción, una que se centra exclusivamente en el mismo Jesús: seguirle a cualquier precio o no seguirle en absoluto. No se explican las demandas que se exigen, y no se intenta persuadir teniendo en cuenta el precio a pagar.”38 A Jesús no le interesa un discipulado de “vacaciones de primavera” o “vacaciones de verano.” Es todo o nada.
Si alguien quiere llamar a Jesús “Señor,” entonces debería estar preparado para ejercitar su señorío y someterse a su mandato. Estos ejemplos tratan el problema de la gente que jura lealtad a Cristo, pero no se convierten en discípulos verdaderos. Profesan su creencia en Cristo, pero no actúan de acuerdo a ello.
Ryle lo ha escrito perfectamente:
Nada … ha hecho más daño al cristianismo que la práctica de llenar las filas del ejército de Cristo con cualquier voluntario que esté dispuesto a hacer una pequeña profesión y hablar con fluidez de su “experiencia.” Se puede olvidar penosamente que los números por sí solos no hacen la fuerza y que puede haber una gran cantidad de religión meramente externa, mientras que hay muy poca gracia verdadera.… Digamosles llanamente [a los jóvenes y a los interesados] que hay una corona de gloria al final, pero digamosles también de forma llana que hay una cruz diaria a llevar por el camino.39
La cruz debe ser soportada antes de que la corona pueda ser portada.
Estudios recientes han demostrado que los ministros están experimentando el agotamiento y como resultado acaban dejando el ministerio. Algunos lo atribuyen a la expectativa de que los ministros tienen que ofrecer entretenimiento para que los feligreses se sientan bien consigo mismos en lugar de ofrecer guía moral, exhortación y enseñanza bíblica profunda. La presión para tener éxito, que a menudo se mide con números, puede llevar a muchos a diluir el evangelio y satisfacer los caprichos de la audiencia. Es improbable que Jesús hubiera tenido éxito en ese tipo de ambiente con su enfoque de sensatez.
¿O lo habría tenido? Muchos anhelan algún tipo de dirección en sus vidas y algún propósito exigente que no se puede satisfacer con papilla teológica y con experiencias de culto extravagantes que no alcanzan nunca la profundidad del alma humana y su condición miserable. Según mi experiencia, los maestros que más exigen a sus estudiantes pueden no ser los más populares, pero sí que son los que producen un impacto mayor. La responsabilidad del ministro es dejar claro cuales son las exigencias radicales de seguir a Jesús, como hizo el mismo Jesús, y no endulzarlas con un evangelio hecho para contentar a la multitud. También se espera que el ministro viva de acuerdo con esas exigencias, como hizo Pablo en sus congregaciones (p. ej., 1 Ts 2:1–12), como ejemplo para los demás.
4. Rechazo de la venganza
Las historias predecibles de héroes o heroínas que se vengan de algún daño que se les ha hecho a ellos o a sus familias que leemos en los libros o vemos en películas o series de televisión son muy populares porque permiten a la audiencia participar y aplaudir el asesinato y el caos. Supuestamente, la audiencia nunca haría algo así, pero disfrutan de forma vicaria de la venganza que otros consiguen sobre los que hacen el mal destruyéndolos. Este precio de peaje despierta peligrosamente el apetito de venganza y hace que la violencia sea más fácil de aceptar cuando alguien ha sido desairado de manera evidente o incluso de maneras no tan evidentes.
Las noticias diarias evidencian este problema. Un ejemplo reciente que se produjo mientras escribía esto es particularmente inquietante. Un profesor de universidad recibió cartas con la imagen de un calavera y dos tibias cruzadas con la amenaza: “Todo cristiano verdadero debería estar dispuesto a tomar voluntariamente las armas para matar a los enemigos de la sociedad cristiana.” Cristo dio su vida por amor a nosotros, y si los cristianos toman venganza por lo que consideran que se está haciendo mal, están enraizando su amor en sí mismos y reemplazándolo con una energía diabólica que les destruirá a ellos y a los demás. Renuncian a un principio cristiano básico: “No devolváis mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendecid, porque para esto fuisteis llamados” (1 P 3:9). También deshonran el nombre cristiano (1 P 4:14–15) y destruyen la oportunidad de dar testimonio y de ganar enemigos para Cristo. Pedersen sostiene: “La violencia aparentemente es una expresión de fuerza, pero los israelitas consideran esta fuerza un espejismo que sólo puede durar un tiempo, porque no procede directamente de la fuente de la fortaleza, la paz y la bendición, que descansa en las fuerzas divinas.”40
la prueba de amor no es una emoción, la prueba de amor por cristo es donde estan tus prioridades.
Si estas haciendo lo que te gusta en vez de alimentar ovejas.
el requisito para el amor es la obediencia y es lo que hacemos no lo que decimos o sabemos que debemos hacer pero no se hace.