El lado oscuro de la familia elegida

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Evidentes características familiares

Génesis 37:2–4 NVI
2 Ésta es la historia de Jacob y su familia. Cuando José tenía diecisiete años, apacentaba el rebaño junto a sus hermanos, los hijos de Bilhá y de Zilpá, que eran concubinas de su padre. El joven José solía informar a su padre de la mala fama que tenían estos hermanos suyos. 3 Israel amaba a José más que a sus otros hijos, porque lo había tenido en su vejez. Por eso mandó que le confeccionaran una túnica muy elegante. 4 Viendo sus hermanos que su padre amaba más a José que a ellos, comenzaron a odiarlo y ni siquiera lo saludaban.
No vamos a hablar de cualquier familia, es la de Jacob, el hombre cuyo nombre fue cambiado a Israel y que hoy, sus descendientes son una nación.
No se trata de cualquier nación, sino de la nación escogida para acoger al salvador y mostrarle al mundo cómo es Dios.
Es la historia de Jacob, pero empieza a describir la historia de José, porque la historia de José, como descendiente de los patriarcas, iba a ser influido por una herencia familiar.
Si Ud. no pertenece a una gran familia, no es de israelita ni tampoco su familia es tan sobresaliente, imagínese cuánta herencia ha arrastrado...
¿Qué reconocemos en estos dos primeros versículos?

El concubinato

Al no ser hijos de la misma mamá, los hermanos tenían problemas entre sí.
Jacob tenía dos esposas y se había acostado con las sirvientas de ellas para tener hijos.
Abraham también lo había hecho, se había acostado con la sirvienta de Sara y eso había provocado conflictos entre hermanos que perduran miles de años después.

Hermandad sin hermandad

José era un “sapo” que acusaba a sus hermanos por todo lo que hacían.
Jacob, su papá, tuvo serios problemas con su hermano gemelo, al robarle la primogenitura y mantener un odio que los mantuvo separados por años.
Isaac, su abuelo, también tuvo problemas con su hermano, Ismael, porque sus madres peleaban posiciones y privilegios así como la herencia.
Abraham, su bisabuelo, tuvo problemas con el hijo de su hermano fallecido a tal punto que tuvieron que separarse.

Paternidad irresponsable

Jacob tenía una evidente preferencia por José. Este no era culpable, pero se beneficiaba de ello. Sus hermanos, con justos celos, lo llegaron a odiar y a vender como esclavo.
En la familia de Jacob, el papá de José, había una preferencia de su madre hacia él, por eso le ayudó a obtener la primogenitura y lo envió a casa de su familia para protegerlo de su hermano.
Isaac, su abuelo, enfrentó algo semejante cuando fue el favorito de Abraham, desplazando a Ismael y creando conflicto entre sus madres.

Maternidad conflictiva

La mamá de José se ganó a su esposo por su belleza, pero era estéril. Su hermana y rival buscaba el favor de su esposo dándole hijos. Entre ellas había una pugna que creó conflictos en la familia y una competencia que después ser traspasó a sus hijos.
La mamá de Jacob, su padre, empujó a Jacob hacia un despeñadero, logrando sus planes a través de su hijo, engañó a su esposo para que el menor obtuviera la bendición del mayor.
La mamá de Isaac, su abuelo, peleó con su esposo después de dudar de la promesa de Dios de que recibiría un hijo y por adelantarse se creó una rival para sí misma llegando a despreciarla junto con su hijo.

Matrimonio disfuncional

Jacob, su padre, tuvo dos esposas y concubinas, amaba a una, pero le dieron a otra en la noche de bodas. Trabajó por la que amaba, pero se quedó con la que no quería. Vivía entre dos mujeres que se lo peleaban y buscaban cualquier manera para conquistarlo.
Isaac, su abuelo, negó a su esposa por temor a que lo mataran, para cuidar su vida expuso a su esposa ante otros hombres influyentes.
Abraham, su bisabuelo, tuvo conflictos con su esposa, por la descendencia, esta le dio a su sirvienta, pero la despreció porque le dio a un hijo. También negó a su esposa en Egipto para evitar que lo mataran, salvando su vida, pero exponiendo la de su esposa.

La herencia del padre

Jacob pone sobre sus hijos una túnica de colores. Aunque es fina, llamativa y hermosa, es el peso de una herencia familiar dañada, estropeada y conflictiva.
Alabamos la túnica de colores, pero lo que está recibiendo José se parece más a una maldición que a una bendición.
José tuvo una historia increíble, llena de incertidumbre y dolor, rechazo y desprecio y me atrevo a decir que no era responsable de la mayoría de esas cosas, fue una víctima de una herencia familiar.
Quiero traerlo a reflexionar: ¿Cuál túnica le ha puesto su padre? ¿Qué herencia familiar recibiste?

La herencia de Padre celestial

Dios no trató a José como víctima, lo trató como el hombre que le sería fiel, quien preservaría la vida de la familia y nación escogida.
El proceso de la vida de José no fue el diablo dándole golpes sino Dios limpiando la herencia familiar, porque en esa familia nacería el Salvador, era la familia elegida, había un plan con ella. Dios tenía que limpiarla, tenía que sanarla.
Dios necesita sanar tu herencia, por dos razones:
De ti saldrá una familia que, si Él no interviene, seguirá arrastrando maldición.
Al salvarte te va a unir a su familia, al pueblo elegido, te dará una misión y un propósito, te llamará a ser ejemplo junto a tu familia en la fe. Entonces tiene que limpiarte, porque si no vendrás a su familia a compartir la herencia que tú traes en vez de tener espacio y actitud para recibir la herencia que viene de Él.

La nueva familia

1 Pedro 2:9 NVI
9 Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.
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