Pidiendo lo inesperado

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Una oración divinamente inspirada

Efesios 3:14–21 RVR60
Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.
Efesios 3:14–21 NVI
Por esta razón me arrodillo delante del Padre, de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra. Le pido que, por medio del Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser, para que por fe Cristo habite en sus corazones. Y pido que, arraigados y cimentados en amor, puedan comprender, junto con todos los santos, cuán ancho y largo, alto y profundo es el amor de Cristo; en fin, que conozcan ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento, para que sean llenos de la plenitud de Dios. Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén.
Efesios 3:14–21 NTV
Cuando pienso en todo esto, caigo de rodillas y elevo una oración al Padre, el Creador de todo lo que existe en el cielo y en la tierra. Pido en oración que, de sus gloriosos e inagotables recursos, los fortalezca con poder en el ser interior por medio de su Espíritu. Entonces Cristo habitará en el corazón de ustedes a medida que confíen en él. Echarán raíces profundas en el amor de Dios, y ellas los mantendrán fuertes. Espero que puedan comprender, como corresponde a todo el pueblo de Dios, cuán ancho, cuán largo, cuán alto y cuán profundo es su amor. Es mi deseo que experimenten el amor de Cristo, aun cuando es demasiado grande para comprenderlo todo. Entonces serán completos con toda la plenitud de la vida y el poder que proviene de Dios. Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien puede lograr mucho más de lo que pudiéramos pedir o incluso imaginar mediante su gran poder, que actúa en nosotros. ¡Gloria a él en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones desde hoy y para siempre! Amén.

1) A quién le oramos (y con qué actitud).

Efesios 3:14–15 RVR60
Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,

Elocuente inclinación

Algunas veces he oído a algunas personas decir: "Yo no me arrodillaré jamás delante de nadie". Imagina el gesto con el que se pronuncia esa frase, labios apretados, frente arrugada, mirada firme y desafiante.
Creo que ese sentimiento prevalece, particularmente en nuestros días. Porque, ¿quién se merece que alguien se incline de esa manera ante él o ella? No, para la mayoría vale más decir "Prefiero morir de pie que vivir de rodillas" (Emiliano Zapata).
Orgullo. Así se llama esta actitud. Escucharás a pocas personas decir que se pondrían – o se ponen – de rodillas frente a alguien.
Pero hubo uno que no tuvo problemas en hacer público lo que hacía:
Efesios 3:14 (RVR60)
Por esta causa doblo mis rodillas...
Así que el apóstol Pablo se arrodillaba...
¿Y tú? ¿Te arrodillas?
Pensemos por un momento lo que nos queda claro al ver una persona arrodillada. ¿Te has puesto a pensar lo que significa?
Una persona arrodillada es alguien capaz de reconocer sus limitaciones. Sabes lo que son limitaciones, ¿verdad? Una persona corta de vista tiene ciertas limitaciones, su capacidad para ver es limitada, inferior a la de los demás. Por esa razón, tal vez, necesite utilizar anteojos para conducir, o para leer. Todos tenemos limitaciones, aunque no siempre estemos dispuestos a reconocerlas. Tú tienes tus limitaciones. Sí, tienes tus puntos fuertes y tus virtudes, pero también tus defectos y tus limitaciones. Quien se arrodilla es alguien que sabe que hay cosas que no puede lograr solo, por sí mismo, sin ayuda de otro.
Una persona arrodillada es capaz de aceptar que existe alguien mejor capacitado o superior a sí mismo. Este punto es difícil, porque por lo general no queremos reconocer que alguien haga las cosas mejor. Otra vez, allí es donde se pone de manifiesto nuestro orgullo. Es algo que empezamos a ejercer desde pequeños, cuando decimos nuestro primer "¡Déjame! ¡Yo puedo solo!". Pero quien dobla sus rodillas reconoce que otro puede más, o que puede ayudar, que hace algo mejor que él o ella.
Una persona arrodillada sabe que no necesita demostrarles a los demás que no necesita de nadie. Este es un síntoma de carácter, de madurez. En demasiadas ocasiones miramos alrededor para ver quién nos está observando a la hora de hacer algo. Y una de nuestras obsesiones parece ser no expresar debilidad, nunca. Nos ocultamos para llorar, y a veces para reír. Si pedimos perdón lo hacemos en voz muy baja o tratando de que nadie más se entere. Pero quien se arrodilla sabe que no necesita demostrarle nada a nadie. No importa quién mire y quién no. Puede actuar y vivir con la conciencia tranquila, sin mirar por sobre el hombro ni cambiar de acuerdo a lo que opinen los demás.
El apóstol pablo se arrodillaba delante del Padre.
Y ese es otro detalle importante. Si uno dobla sus rodillas, es importante saber ante quién o qué uno lo hace.
Hay quienes se arrodillan ante la necesidad, los poderosos, el placer, la opinión o el comentario de otros... Hay quienes se han arrodillado frente al diablo con tal de recibir algún beneficio – como el propio diablo se lo propuso a Jesús a cambio de todos los reinos de la tierra (Mateo 4:8, 9).
Pero Pablo se arrodillaba ante el Padre. Y yo lo hago también, con todo mi corazón.
La actitud de Pablo representa el reconocimiento de que sabía que no tenía todo lo que quería para sus amigos, hermanos, queridos, y el respeto por el Padre – sí, Dios, nuestro Creador, el que envió a su Hijo Jesús a morir por nosotros – sabiendo que él sí tiene todo el poder y toda la autoridad.
Dios es digno de nuestra humillación delante de él.
Pase lo que pase en tu vida, asume esta sana actitud. Sea que pidas para ti, para tu familia, para tus amigos, para tu país, para los necesitados o para quien sea, necesitas la ayuda de aquel que puede más, y ese es el Padre.
Ante Dios no puedes llegar con la actitud desafiante de quien reclama lo que se le debe, sino la del que sabe que lo que necesita es un acto de amor del que manda por sobre todos y todo.
Así que anda, dobla tus rodillas delante de Dios.

2) Lo que le pedimos.

Efesios 3:16–17 RVR60
para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,

Potencia interior

¿Qué estás necesitando, justo en este momento? ¿Te hace falta algo especial en este tiempo?
Creo que sería muy interesante considerar la respuesta de cada uno. Me imagino la manera en que yo respondería si repentinamente me hacen esa pregunta. Me empezaría a cuestionar: "¿Qué necesito?". Casi de inmediato mi mente empieza a evaluar quién me lo pregunta, y qué podría hacer por mí. Si necesito un trabajo, ¿me lo podrá dar? Si necesito dinero para pagar un examen médico que necesito, ¿me podrá ayudar a pagarlo? Entonces me volvería a preguntar, "Pero, ¿qué es lo que en realidad necesito?". Bueno, sí, puedo ser un poco lento para responder.
Si la persona que te hace la pregunta – que, por cierto, en ese caso no sería yo – tuviera recursos ilimitados, ¿qué pedirías?
Me recuerda la propuesta que Dios le hizo a Salomón, "Pídeme lo que quieras" (1 Reyes 3:5). La respuesta de Salomón fue la mejor. Pero, ¿qué pedirías tú?
¿Y qué pedirías si pudieras incluir las necesidades de tus amigos, esas personas que son importantes para ti?
Lo que te puedo decir fue lo que el apóstol Pablo pedía – al que tiene todos los recursos – para los efesios:
Efesios 3:16 RVR60
para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;
Pablo se había puesto a contarle a los efesios algunos detalles de su relación personal con Dios. Se ponía de rodillas ante él, reconociendo su inmenso poder y autoridad, y esto fue lo que pedía. Básicamente, podríamos resumir que pedía que les diera fortaleza interior. Pero observa el detalle de la manera en que lo pedía. Incluye el agente que intervendría y la fuente de la que procedería la dádiva.
...por medio del Espíritu... – Si Dios le preguntara a Pablo cómo hacer para responder a su petición, él respondería "Hazlo por medio de tu Espíritu". Es Espíritu Santo de Dios es quien interviene hoy en nuestras vidas para que la poderosa obra de Dios sea hecha en nosotros y por medio de nosotros. Pablo sabía que el Espíritu es nuestro punto de contacto más directo con el Padre. Él es quien nos llena de paz, aún en los momentos de mayor conflicto, quien nos transmite la orientación del Padre para las decisiones, quién hace que la Palabra brille y haga vibrar nuestras fibras más íntimas. Y por medio de él los efesios recibirían la respuesta de Dios a la oración de Pablo.
...con el poder que procede de sus gloriosas riquezas... – ¿Con qué poder? ¿Puede hacerse? Sí, con ese poder que hay en las riquezas de Dios, las riquezas del Espíritu. Vale decirlo una vez más: las riquezas de Dios son incontables, incalculables, y Dios las ha puesto a nuestra disposición. Entre esas riquezas se manifiesta un inmenso poder. Y Dios quiere utilizar su poder para tocar nuestras vidas, bendecirnos, sostenernos.
Todo esto para pedir algo muy importante:
...los fortalezca a ustedes en lo íntimo de su ser...
No pidió riquezas para ellos, ni grandes edificios, ni la paz con las autoridades, ni menos persecuciones, ni reuniones muy edificantes. Pidió que Dios los fortaleciera en lo íntimo de su ser.
En lo íntimo de tu ser es dónde eres quién realmente eres, sin máscaras, sin apariencias, sin filtros. Allí es dónde necesitas fortaleza.
De nada te sirve parecer fuerte o que te vean fuerte. Necesitas esa fortaleza interior que te capacita – desde dentro, desde lo más profundo de tu ser – para enfrentar todas las situaciones.
La vida está llena de desafíos, problemas, obstáculos y reveses que amenazan nuestra capacidad y nuestros recursos anímicos. No es lo mismo hacerle frente a un desafío importante estando fuerte interiormente que hacerlo en debilidad.
Aquí mismo, el apóstol Pablo me está enseñando a orar, indicándome lo que es importante pedir. ¿Y a ti?
Quiero esa fortaleza en lo más íntimo de mi ser, ¿y tú?
¿Conoces otras personas para las que pedirías esa fortaleza? Haz lo mismo que Pablo: dobla tus rodillas ante Dios y pídele por tu familia, tus amigos, tus hermanos en la fe, tu iglesia.
Que por medio de su Espíritu y con el poder que procede de sus gloriosas riquezas, Dios te fortalezca en lo íntimo de tu ser.

3) Los resultados cuando Dios responda.

a) Que Cristo habite en los corazones

Efesios 3:17 RVR60
para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,

Una habitación con buen cimiento y raíces

¿Qué es lo que llevas por dentro?
Es algo que me he preguntado en ocasiones, con respecto a mí mismo y con respecto a otros. A veces, cuando uno considera el comportamiento propio o el de los demás, puede hacerse esa pregunta. ¿Qué hay dentro de quienes empuñan un arma para hacerle daño a un semejante? ¿Qué hay dentro de las personas que dedican su tiempo para cubrir las necesidades de otros, yendo más allá de lo que hace la mayoría para ayudar a sus semejantes?
Cuando pensamos en lo que llevamos por dentro – aparte de nuestros órganos, músculos, vasos sanguíneos y demás – por lo general pensamos en sentimientos o actitudes. Puedes enfrentar las situaciones que se te presentan lleno de paz y amor, o lleno de amargura y egoísmo. Son emociones que alientan actitudes y dan forma a nuestro estilo de vida, alimentan nuestras acciones y decisiones.
Y es así, llevamos por dentro eso que sentimos, pero tiene que haber todavía más. Y ya no se trata solamente de lo que llevamos por dentro, sino a quién.
Efesios 3:17 RVR60
para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,
Para esto era que el apóstol Pablo oraba a Dios para que fortaleciera interiormente a los efesios. Esta petición suya me ha llamado mucho la atención. Pablo le pedía a Dios que los fortaleciera en lo más íntimo…
...para que por la fe Cristo habite en sus corazones...
¿Eres una habitación?
No quisiera que te confundas aquí. No estamos hablando de ningún tipo de esquizofrenia, nada de confusión de identidades.
¿Puedes seguir siendo tú mismo, tú misma, y al mismo tiempo ser una habitación?
Y en caso de serlo, ¿de quién eres habitación? ¿Quién te habita?
Pablo oraba para que habite Cristo por la fe en los corazones de los efesios. Para eso era que necesitaban que Dios los fortalezca en lo íntimo de su ser (3:16).
Los cristianos entendemos bastante bien este concepto. Cuando decidimos creer en Jesús, cuando aceptamos que sea nuestro Salvador, que nos perdone y nos garantice acceso al Padre, le pedimos que entre a nuestros corazones. Así que si creíste en Jesús, sabes que eres habitación, y sabes de quién lo eres.
¿Creíste en Jesús? El Maestro habita en tu corazón.
Lo interesante es que Pablo le escribía a quienes ya creían en Jesús. Sus destinatarios eran miembros de la iglesia, cristianos. Sin embargo él ora para que Cristo habite por la fe en sus corazones. ¿Tendría alguna duda en cuanto a sus convicciones?
Creo que no era así. Me parece que se refería a que esa presencia de Jesús en sus vidas se manifestara de una manera clara, para ellos y para los que los rodeaban, su iglesia, su comunidad. El hecho es que no alcanza con una experiencia que uno haya tenido 'algún tiempo atrás'. Necesitamos experimentar a Jesús HOY, ahora mismo, en este preciso momento, y cada hora, minuto y segundo de nuestras vidas. Necesitamos más y más de él, y nos hace falta que Jesús se note, que se dé a conocer, que quede clara su presencia, su gracia, su poder.
Estoy orando para que esto te pase, para que te ocurre a ti que lees. Que Dios te fortalezca interiormente, de manera que Cristo llene tu corazón. Que tú lo notes, que lo sientas, y que su influencia se manifieste en tus gestos, tus palabras, tus movimientos, tus decisiones, tus motivaciones, cada acto, cada paso, cada instante.
Pero para Pablo había más todavía. Oraba para que los efesios estuvieran...
...arraigados y cimentados en amor...
¿Cuáles son tus raíces? ¿Cuál es el cimiento sobre el que tu vida está apoyada? Pablo oraba para que tanto las raíces como el cimiento de los efesios fuera el amor.
El amor es mucho más que un sentimiento intenso que a veces se siente y a veces no. Pasa por las decisiones, pasa por la postura que uno asume frente a las circunstancias. Pasa por la manera en que uno se relaciona con los demás.
Que tus raíces y tu cimiento sea el amor. Es también mi oración.
Busca esto. Busca a Jesús viviendo en tu interior y salpicando todo lo que vives. Busca el amor que está en tus raíces, sobre el que tu vida se apoya.
Y ora para que esto mismo ocurra con otros, para que Dios haga su obra.
Nuestro Dios bueno sabe muy bien cómo responder esta oración.

b) Que puedan comprender las dimensiones del amor de Cristo y lo experimenten.

Efesios 3:18–19 RVR60
seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.

Inconmensurable

En la vida hay cosas que podemos comprender, y hay otras que no.
Claro que muchas veces ponemos cara de que todo es normal, de que supuestamente todo tiene una explicación. Ya no somos cavernarios como para no entender las cosas, ¿no es así? Si un niño nos pregunta algo nos ponemos serios y le hablamos como si tuviéramos todo muy claro. Y el niño aprende que esa es la manera de responder, aunque en realidad no tengamos nada claro.
Lo cierto es que hay miles de cosas que no llegamos a comprender del todo, aunque las tomamos como algo normal. Hablamos del calentamiento global como si fuera algo que hasta un escolar entendería, aunque aún no nos queda claro por qué las estaciones climáticas no son lo de antes. Nos referimos a la tecnología digital y la inteligencia artificial como si las hubiéramos utilizado a lo largo de toda nuestra historia, siendo que la mayoría de nosotros no lograría explicar cómo funciona un teléfono hecho con latas y cables.
No podemos comprender si no nos lo explican.
No podemos entender si no se nos enseña cómo son las cosas.
Efesios 3:18 RVR60
seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,
Creo que era por eso que el apóstol Pablo oraba a Dios para que los efesios tuvieran una comprensión cabal de este asunto tan vital para sus vidas: el amor de Cristo.
Y pensar que los filósofos de todas las épocas, sumados a los poetas, cantantes, pintores y muchos más, no se han puesto de acuerdo en cuanto al amor... Pero Pablo pedía que aquellos hombres y mujeres pudieran comprender el amor de Cristo.
Era algo que no iban a comprender solos. El apóstol le pedía a Dios que lo pudieran comprender...
...con todos los santos...
Los cristianos necesitamos unos de otros, y aún para que Dios nos enseñe, necesitamos estar juntos, aprender juntos. No somos entes aislados, separados e independientes, sino miembros interdependientes del mismo cuerpo. Dios obra en nosotros juntos. Necesitamos aprender juntos.
Pablo le estima dimensiones al amor de Cristo.
...cuan ancho y largo, alto y profundo...
¿Cómo de grande será el amor de Cristo por nosotros? Quiero comprenderlo contigo y con el resto de los santos, nuestros hermanos y hermanas. Creo que lo que aquel hombre quería que Dios nos mostrara es que el amor de Cristo es inmenso, que nos abarca, que va más allá de lo que nosotros somos capaces de imaginar, que se extiende más allá del horizonte, no importa la dirección en que miremos.
Pablo estaba pidiendo que aquellos discípulos fueran fortalecidos interiormente para que Jesús los habitara y que llegaran a comprender esto teniendo al amor como raíz y cimiento. ¡Oremos para que Dios haga lo mismo con nosotros en este tiempo!
El amor de Cristo es más que una cuestión poética, mucho más que un sentimiento transitorio. Es lo que nos renueva, lo que le da significado a nuestra vida.
Sabes que Jesús te ama, ¿verdad?
A un sabio teólogo que dedicó años al estudio de la Palabra de Dios y escribió muchos libros le preguntaron una vez cuál era el concepto más importante de todos los que había aprendido. Respondió que era este:
Cristo me ama, bien lo sé. La Biblia dice así.
El amor de Jesús es la razón de mi vida, mi aliento de todos los días. Lo que ocurrió en aquella cruz es mucho más que un evento histórico. Hoy necesité volver a ser bañado por el amor que Dios me expresó y me expresa por medio de mi Salvador.
¿Y tú?
Estoy orando para que esta comprensión de las dimensiones del amor de Cristo alcance tu vida y tu corazón en este día. Más que todos los conceptos, ideas y verdades, esto es lo que tú y yo necesitamos.
Que Dios te vuelva a revelar su inmenso amor.
Ora para que otros también lo lleguen a comprender.

c) Que sean llenos de la plenitud de Dios.

Efesios 3:19 (RVR60)
...para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.

No es lo mismo tener datos que conocer

Pueden hablarte de una persona por mucho tiempo, darte detalles de su aspecto, personalidad, virtudes y defectos, pero tu conocimiento de ella nunca va a ser completo hasta que la conozcas personalmente.
Te habrá ocurrido en alguna ocasión que alguien te hablaba de otra persona. Tal vez tu hermano o hermana no podía parar de hacer comentarios acerca del chico o la chica que le gustaba. Ya sabes cómo es eso. Te hablaba tanto de él o ella que en algún sentido te pareció conocer a la persona. Ya sabías lo que le gustaba, cómo se vestía, a qué lugares iba, qué tipo de música escuchaba. Pero la experiencia fue diferente cuando le conociste.
Lo mismo puede ocurrir en lo referente a los lugares. Le puedes describir con lujo de detalles el mar y la playa a una persona que nunca estuvo allí, hasta mostrarle fotos; pero su expresión al estar personalmente frente al mar por primera vez demostrará que no es lo mismo una descripción que la experiencia.
Por eso Pablo oraba de esta manera:
Efesios 3:19 RVR60
y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
Porque no es lo mismo que te hablen del amor que experimentarlo. ¿No te parece? Me pueden hablar del amor, recitarme mil poesías que lo describan, cantarme todas las canciones que lo mencionen, pero no será lo mismo cuando lo conozca, cuando lo experimente.
Pablo decía que oraba para que aquellos discípulos comprendieran las dimensiones del amor de Cristo, que notaran hasta qué punto aquel inmenso amor los abarcaba, los cubría, los rodeaba, pero aún más que eso, aún más que aquella comprensión que pedía para ellos estaba el hecho de que lo conocieran, que lo experimentaran personalmente.
Le estoy pidiendo a Dios que tú que lees conozcas este amor. Así como Pablo, sé que algunos de quienes leen ya han experimentado en alguna medida el amor de Dios. Pero le estoy pidiendo más, que experimentes más, que lo conozcas más, que hoy y ahora tu experiencia con el amor de Jesús pase al siguiente nivel, renovándote en todo sentido.
Y observa lo interesante que es la manera en que Pablo habla de este amor.
...ese amor que sobrepasa nuestro conocimiento...
¿Te has detenido a considerar que lo que dice es contradictorio? Pablo está pidiendo que conozcan lo que no puede ser conocido, porque sobrepasa nuestro conocimiento. Pero Dios nos inspira a pedirle estas cosas imposibles para nosotros pero accesibles para su inmenso poder.
El amor de Jesús nos supera, de manera que ni siquiera nuestra imaginación puede abarcarlo completo. Dios quiere que conozcas ese amor, que te zambullas en él, que sea el combustible de tu vida.
En la vida puedes experimentar el amor de unas cuántas personas, en tu familia, con tu pareja, entre los amigos. Pero la experiencia del amor de Cristo lo supera todo, resultando un contacto transformador que hace algo poderoso y milagroso en todo tu ser.
Pablo señala el resultado de esta experiencia con el amor de Jesús:
...para que sean llenos de la plenitud de Dios.
¡Es tan grande lo que está pidiendo!
Padre, quiero pedirte que quien lee estas palabras conozca el amor de Cristo, ese que va más allá de lo que somos capaces de comprender o conocer, y que como resultado de esa experiencia le llenes de todo tu ser, de tu plenitud.
¡Que seas lleno de la plenitud del Creador del universo! Es algo muy grande. Realmente la experiencia cristiana es algo absolutamente superior a cualquier tendencia filosófica o religiosa que ande por ahí. ¡Claro que es mucho más que religión!
Tú y yo necesitamos esta experiencia, este conocimiento personal, muchas veces, todos los días. Las experiencias de la vida a veces nos llevan a distraernos espiritualmente, a dejarnos confundir por lo que nos rodea. Por eso hoy una vez más necesitamos el amor de Jesús en nuestra experiencia, y lo vamos a volver a necesitar mañana.
Por eso mi oración es la de Pablo, para que hoy conozcas y vuelvas a conocer este amor de nuestro Salvador, experimentando como consecuencia esa potencia de la plenitud de Dios.
Que Dios te renueve en el amor de Cristo. Ora para que otros vivan también esta experiencia.
Así que, ¡compártelo!

4) La manera en que Dios responde.

a) Conforme a su poder

Efesios 3:20 RVR60
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,

b) Más de lo que somos capaces de imaginar.

...mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, (Efesios 3:20)

c) Con su inmenso poder actuando en nosotros.

...según el poder que actúa en nosotros, (Efesios 3:20)

Más de lo comprensible o imaginable

El niño de tres años se inclina, se esfuerza, toma la piedra con las dos manos y la levanta, no sin alguna dificultad, y entonces exclama triunfante, aunque sin aliento:
– Mira, papá, ¡yo puedo!
Tú y yo fuimos así en algún momento de nuestra existencia. Vimos lo que otros hacían, incluso los más grandes, y quisimos lograr hacer lo que ellos. Y también sentimos la necesidad de demostrarles a otros que nosotros podíamos.
Seguramente cuando miras hacia atrás en tu vida, cuando consideras los años que han pasado, puedes reconocer aquellas cosas que has logrado, las que has podido hacer, esas de las que podrías decir: "Mira, ¡yo pude!".
Pero lo cierto es que no podemos lograr todo lo que quisiéramos. A veces no nos alcanzan las fuerzas. En otros momentos no contamos con los recursos suficientes: falta dinero, tiempo, capacitación, conocimiento, oportunidades. Entonces pedimos ayuda.
Y – ¿por qué no? – le pedimos ayuda a Dios.
¿Qué puede hacer Dios por ti?
Hay quienes se confunden con la persona de Dios y esta dinámica de pedirle cosas.
Dios no es el genio de la lámpara de Aladino que te concederá tres deseos si frotas la lámpara.
Dios no es Santa Claus – Papá Noel o como lo llames – que te traerá un regalo una vez por año, dependiendo de si te comportaste bien o no.
Dios te ama, y trata contigo con criterio. ¿Sabes que a veces lo que te parece ser lo mejor puede en realidad no serlo? Pero gracias a Dios que nos ama, y obra en nuestra vida aún mejor de lo que nosotros somos capaces de comprender.
Efesios 3:20 RVR60
Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,
En Dios no hay debilidad. Necesitamos que esto nos quede muy claro: no existe petición que Dios no pueda responder.
...puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir...
No hay límites para el poder de Dios. Él es nuestro Creador, la autoridad final por sobre todo el universo.
Puede hacer llover o detener la lluvia y el viento.
Puede derribar las montañas o levantarlas.
Puede sanar a los enfermos y resucitar a los muertos.
¿No es eso lo que nos mostró al enviar a Jesús a habitar entre nosotros? ¡Claro! Sea lo que sea que le estés pidiendo, sea lo que sea que necesites, Dios es poderoso para responderte, aún más allá de lo que eres capaz de imaginarte o comprender.
Nosotros podemos, hasta cierto límite, y a veces como los niños le mostramos a nuestro Padre lo fuertes que hemos sido. Pero nuestra capacidad no se compara con su poder. Él nos reveló que le importa lo que nos ocurre, lo que nos importa y aún lo que nos gusta. Y nos enseñó que se deleita en escuchar nuestra voz cuando oramos a él, cuando le entregamos nuestra necesidad, nuestra limitación, nuestro corazón quebrantado.
Además, ¿sabes cómo obra?
...por el poder que obra eficazmente en nosotros...
Su poder obra en nosotros, y lo hace eficazmente.
Dios está obrando en ti. El inmenso poder de Dios, ese poder para el que la potencia de toda una central atómica valdría menos que un fósforo encendido, obra en ti, manifestándose en tu vida de diferentes maneras, todos los días.
Así que ora a Dios. Él quiere escuchar tu voz, y no se negará a obrar en tu vida con su inmenso poder. Y va a responderte, aún mejor de lo que has sabido pedir, más allá de lo que te has imaginado, por encima de lo que has logrado comprender.
Confía en él, que él sabe responder, y lo va a hacer. Presta atención, porque Dios está respondiendo tu oración.

5) Alabanza a Dios por lo que hace

Efesios 3:21 RVR60
a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.

a) En su iglesia

21 ...a él sea gloria en la iglesia... (Efesios 3:21)

b) En nuestro Salvador

...en Cristo Jesús… (Efesios 3:21)

c) Por siempre y para siempre

...por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén. (Efesios 3:21)

Merecida celebración

Hay situaciones o experiencias en la vida que tienen la capacidad de arrancarnos gritos de celebración.
¿Qué es lo que te hace gritar a ti?
Soy un aficionado a los deportes y vivo en medio de un pueblo apasionado por el fútbol. ¿Qué puedo decir? No conozco a casi nadie que no haya gritado un gol con todas sus fuerzas. Sé de muchos – y me cuento entre ellos – que se han quedado sin voz luego de un partido o la celebración prolongada al cabo de la final de un campeonato. He visto a gente cantar – dentro o fuera del tono, más bien lo segundo – y he visto a hombres hechos y derechos llorar (no es que yo crea que los hombres no lloran, pero algunos de ellos, los que lloraban, asegurarían que llorar es un síntoma de debilidad).
¿Qué es lo que te hace llorar a ti?
¿A quién le dedicas tus elogios? ¿A qué o a quién le has dedicado tus elogios últimamente?
Los cristianos celebramos a Dios, con todo nuestro corazón:
Efesios 3:21 RVR60
a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.
El apóstol Pablo estaba escribiendo su carta y contándole a los efesios cómo oraba por ellos y lo que le pedía a Dios para ellos. Entonces declara que Dios es poderoso para responder, aún más allá de lo que somos capaces de entender o imaginar, ¡y ya no se aguanta! De su garganta – y de su pluma – brota esta alabanza espontánea a nuestro Dios.
Si un gol nos pone a llorar, si una buena jugada de nuestro equipo es capaz de ponernos a gritar y abrazarnos con nuestros amigos y vecinos, ¿cuánto más tendría que generarnos esa reacción la grandeza del poder de Dios, quien todos los días vuelve a mostrar fielmente su destreza al administrar no solamente el universo sino también nuestra vida?
Sí, Señor, ¡te mereces todos los elogios, todos los aplausos, toda la celebración que mi ser pueda producir!
¿Cómo celebraba Pablo a Dios?
Exclama que...
... ¡a él sea la gloria...!
Dios es merecedor de toda la alabanza, y las palabras nunca serán capaces de contener las alabanzas de las que es digno. Así que sí, que Dios reciba nuestro reconocimiento, porque se lo merece más que nada ni nadie.
...en la iglesia...
La iglesia es el cuerpo de Cristo, la suma de todos los que hemos creído en Jesús. Pablo no deja de lado el hecho de que tenemos que honrar a Dios como pueblo, como grupo, que necesitamos unir nuestras voces y nuestros corazones para honrar al que nos ama con ese amor que todo lo abarca. Que la iglesia honre a nuestro Dios, y que como pueblo nunca cese nuestra adoración a él.
...y en Cristo Jesús...
Lo que Pablo enseña en esta carta apunta al hecho de que toda la experiencia cristiana se concreta en Cristo. Jesús es el centro, la piedra angular, el cimiento, el Rey. Jesús lo es todo. Y nuestra alabanza también tiene que ser en Cristo, un aspecto más de nuestra experiencia con él. Así como pedimos en su nombre, tenemos que honrar a Dios en él. Así como enfrentamos cada situación de la vida tomados de la mano de Jesús, el momento de nuestra celebración para nuestro Dios todopoderoso tiene que ser en nuestra relación con Jesús.
¡...por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén.
¿Hasta cuándo celebraremos a Dios? NUNCA DEJAREMOS DE HACERLO. Cada día, cada momento, él se merece la honra.
No dejes que tu alabanza a Dios se limite a algunas canciones de vez en cuando. Cuando piensas, también alabas. Cuando caminas, también alabas. Cuando decides, también alabas. Cuando abres tu boca para hablar de él, con samor, también alabas.
Claro que ninguno de nosotros está alabando todo el tiempo, siendo que nos equivocamos y procedemos mal muchas veces. Pero sería bueno que apuntáramos bien alto, a que toda nuestra la vida se convierta en un canto de alabanza a nuestro Dios, que tanto nos amó que entregó a su Hijo, para que hoy nos podamos acercar con confianza a su presencia.
Celebra a Dios. Grita su alabanza. Llénate el pecho y la garganta con su adoración. Llora la grandeza de su persona y sus obras.
Honra a Dios.
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