Retiro espiritual de Liturgia Juvenil
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Jesús Naciente: Zacarías, María e Isabel
Jesús Naciente: Zacarías, María e Isabel
Contemplemos la figura del Dios que se hace niño.
Jesús que nace en medio del tiempo y del espacio, rompiendo con la cotidianidad del hombre en la pretensión de perfeccionarse y alzarse de en medio de su fanges
Zacarías:
Dios se manifiesta a Zacearías anunciando una gran alegría, sin embargo, el sacerdote no es capaz de asimilar tal realidad y en lugar de aceptar la voluntad divina, duda y desconfía de la providencia del Padre, en consecuencia, Zacarías queda mudo hasta que viene el lumbramiento de su esposa.
Revisemos en cuantos momentos de nuestra historia ante la incredulidad de la presencia divina quedamos perplejos y silenciados por el obrar de Dios. Si bien, no es la manifestación de un Dios arrogante que quiere opacar o reprimir nuestra esperanza sino que, por nuestra naturaleza tendenciosa al pecado, la arrogancia nos ciega, nos hace sordos e inmóviles.
Al final del texto vemos como Zacarías, cumplido el tiempo que Dios propuso para su mudes, habla y reconoce al enviado del Señor “su nombre es Juan”, que nosotros seamos capaces de reconocer aquellos enviados por Dios para dar paso al proyecto que Jesus propone para nuestra vida.
Lucas 1: 1-25
Lucas 1: 67- 80
María:
María con cierto espanto da un sí contundente al proyecto de Dios, si bien no tenia nada asegurado, fue capas de juntar su voluntad a la voluntad de Dios. Prestemos atención a la ternura ocasionada en María al saber que el Hijo de Dios se encarnaría en su ceno.
A diferencia de Zacarías, María después de haber sido llamada por Dios, apresurada sale al encuentro de su prima Isabel para atenderla y servirla en todas sus necesidades. Sería bueno ahora revisar en cuantas ocasiones María ha salido a Nuestro encuentro para atenderlos como madre. Entonces, aprendamos de María valiente y ayudadora, que con el arrebato de amor divino abraza con total libertad el plan de Dios y, además, sale para con los otros para compartirlo.
Lucas 1:26- 38
Isabel:
¿Quién soy yo para que la madre de mí Señor venga a verme?
Isabel reconoce el saludo de la santísima Virgen y se regocija el niño de sus entrañas, en nosotros definitivamente tenemos una fracción de nuestra memoria que comprende nuestra etapa infantil y sobre la cual se escribieron grandes historias, algunas muy bellas y dignas de películas pero a la vez también encontramos a un pequeño yo dañado o herido por alguien más, revisemos ahora como el Señor de la mano de María nos saluda con afecto, dispuestos a ayudarnos en nuestra necesidad. Los invito a buscar este encuentro tan profundo y tan magnífico entre nosotros y Dios; ese encuentro que conmueve nuestras entrañas y nos hace poder clamar como Isabel ¿QUIÉN SOY YO…? para con grande esperanza dar bienvenida a nuestros invitados
Lucas 1:38- 58
Simeón:
Simeón es reconocido como un hombre honrado y piadoso, que esperaba la liberación de Israel. Es un hombre que busca con ansias al prometido por Dios que ha de salvar a todo el genero humano, este hombre también estaba abierto a la voz del Espíritu quien le había prometido no morir antes de mirar a su Salvador. Prestemos atención la esperanza que hemos de procurar tener, primero a la promesa que Dios nos ha hecho y segunda la búsqueda incesante de descubrir el encuentro con Dios.
Lucas 2: 29- 32