El perdón

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El objetivo de este tema es comprender qué es perdón y qué no lo es.

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El perdón

Colosenses 3:12–1312Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

Introducción

El perdón es un tema que enseñamos, predicamos y aconsejamos.
Es de vital importancia detenernos a meditar en este tema para que podamos entenderlo correctamente, no solamente para enseñarlo, sino principalmente para vivirlo.
Veremos como el perdón está relacionado con otras virtudes que pocas veces consideramos, y no está directamente relacionado con otras que las consideramos como implícitas.

Las faltas menores y la paciencia

El sentimiento de ofensa se presenta cuando consideramos que alguien nos ha agraviado.
Muchas veces estas ofensas son menores que no son consideradas faltas dignas de un castigo legas o divino.
Pueden ser: llegar tarde a una cita, no cumplir una promesa, fallar como amigo, hermano o líder; recibir una respuesta áspera, o quizá no apoyar en tiempo de necesidad.
Estas faltas son comunes, para el que las comete son mínimas, pero para quien las recibe son importantes.
Ante este tipo de faltas la Biblia nos demanda: misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre y paciencia.
Estas virtudes nos harán soportar las pequeñas decepciones que sufrimos, sin embargo, es importante hablarlas: Lucas 17:3Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale.
Consideremos que nosotros también fallamos, y que debemos ser conscientes que muchas de nuestras actitudes ofenden a nuestro hermano, por tanto debemos evitarlas.
Si justificamos nuestras acciones y no nos importa si ofendemos, entonces este es un síntoma de un problema mayor, y es falta de amor.
1 Corintios 13:5no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;
1 Corintios 10:24Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.
Cuando hay amor en nosotros, seremos considerados, por tanto procuraremos no ofender a nuestro hermano.

¿Qué es perdón?

El problema se agudiza cuando la ofensa es más grande, como una violación, asesinato, violencia o agresión.
En estos casos debemos entender qué es perdonar.
Perdonar significa renunciar a los deseos de venganza, renunciar a la ira, la amargura y dejarla en las manos de Dios: Romanos 12:19No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
Entonces el perdón es principalmente un beneficio para la víctima. Pero no significa que la ofensa quedará sin castigo.
Es necesario hacer diferencia del perdón y la reconciliación.
El perdón es una decisión personal, se enfoca en la ofensa. La reconciliación es un acuerdo entre dos personas y se enfoca en la relación.
Se puede perdonar y también es sano reconciliarse, pero cuando hay violencia o el ofensor no acepta su culpa es mejor no insistir en la reconciliación y apartarse de la relación, es mejor dejar la ofensa en las manos de Dios y seguir su camino por separado.
Perdonar no es olvidar, es necesario recordar para poder olvidar, es aprender a recordar sin desear el mal. Cuando aconsejamos a alguien que sufre algo que nosotros ya vivimos, debemos recordar para ayudarlo a superar.
Perdonar no es dejar que el culpable se salga con la suya, es dejar la justicia en las manos de Dios.
El perdón no elimina en un instante el dolor pero si ayuda mucho a sanar la herida, es como el ungüento que evita que una herida se infecte.

El perdón de Dios

1 Juan 1:9Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
El perdón de Dios no significa que la ofensa quedará sin castigo.
Cuando un pecador a cometido una ofensa grave digna de castigo, el ofendido deberá perdonar la ofensa, sabiendo que la venganza queda en las manos de Dios.
Si el pecado desea ser perdonado, deberá pedir perdón a quienes ofendió y restituir la ofensa: Levítico 6:4–5entonces, habiendo pecado y ofendido, restituirá aquello que robó, o el daño de la calumnia, o el depósito que se le encomendó, o lo perdido que halló, o todo aquello sobre que hubiere jurado falsamente; lo restituirá por entero a aquel a quien pertenece, y añadirá a ello la quinta parte, en el día de su expiación.” Esta restitución será con la justicia.
Lucas 19:8Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham.
El perdón de Dios salva al pecador del castigo eterno, aunque esto no significa que queda impune su delito. El pecador recibe perdón porque Cristo pagó en la cruz su deuda: Isaías 53:6Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

Conclusión

El perdón es renunciar a la venganza, pues solo le compete a Dios. Quien no perdona está pecando porque está pretendiendo tomar el lugar de Dios. Hay pecado de orgullo y obstinación.
Marcos 11:26Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.
El fruto del perdón se manifiesta en la bondad: Mateo 5:43–45 "43Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. 44Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; 45para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.
El perdón es más fácil cuando hay paciencia y amor, cuando renunciamos a nuestro derechos para cederlos a Cristo. Gálatas 2:20Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Esto nos libera de la amargura y de la condenación eterna.
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