1 Pedro 1:13-20

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1 Pedro 1:12-20

13 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; 14 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; 15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
17 Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; 18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, 20 ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, 21 y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.
Un Panorama glorioso de la salvación
Lo primero que Pedro hace desde el propio saludo de su carta, es exaltar la gracia de Dios en la salvación de su pueblo. Por favor note conmigo este detalle, a sus destinatarios los identifica de dos maneras: Como “expatriados de la dispersión” (1:1) Con este lenguaje figurado el apóstol reconoce un aspecto de su realidad presente, ellos eran verdaderos peregrinos o extranjeros a lo largo y ancho del basto imperio romano (el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia, y Bitinia). Que no solo era grande en su extensión sino en su variedad étnica.
Como se puede esperar ante tal diversidad cultural las costumbres eran variadamente grotescas. Pedro menciona a lo largo de su carta algunas de ellas: la lascivia, concuspiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías (4:3), e incluso dice que se entregaban a ellas con “desenfreno de disolución” o “desbordamiento de inmoralidad” (4:4 NVI).
Además Pedro dirá que estos paganos al ver que los cristianos no corrían en su misma carrera de desenfreno y disolución fueron verdaderamente sorprendidos. De hecho, usa la palabra ξενίζονται (gr. Xenizontai) que significa “estar asombrados”, o ser impactado cognitiva o emocionalmente ante algo que les era extraño o novedoso. Estos paganos estaban muy extrañados porque nunca antes habían visto el estilo de vida que mantenían los cristianos. La respuesta de estos paganos fue abiertamente hostil.
No sin razón los cristianos eran vistos como verdaderos extranjeros en este mundo, los abrigaba una continua sensación de ser meros extraños, viajeros rechazados. Sus familias lo rechazaban, sus vecinos lo rechazaban, las autoridades civiles, los judíos, los paganos, todo mundo los rechazaba. Los historiadores nos dice que los cristianos de los primero siglos fueron acusado de “odio hacia la raza humana”. Ellos entendieron vívidamente el costo del discipulado enseñado por Jesús: No penséis que vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada. Porque vine a PONER AL HOMBRE CONTRA SU PADRE, A LA HIJA CONTRA SU MADRE, Y A LA NUERA CONTRA SU SUEGRA;  y LOS ENEMIGOS DEL HOMBRE serán LOS DE SU MISMA CASA...” Mt 10:34–37.
Pero aunque esta era una dolorosa realidad continua en sus vidas, había otro aspecto de su realidad mucho más importante. Ante los ojos de Dios ellos eran una cosa muy preciosa. Ellos eran “Elegidos según la presciencia de Dios”. Ellos eran “extranjeros pero elegidos” “Peregrinos de la diaspora, pero elegido por gracia”. Esto es lo que Pedro hace, no quiere negar la dolorosa realidad que los embarga, pero él quiere elevar su mirada a una realidad mucho más importante, mucho más bella, más trascendental y eterna.
Ellos son la especial posesión de Dios, los escogidos en Cristo desde ante de la fundación del mundo según el puro afecto de su voluntad (Ef. 1:4-5), quienes había sido predestinado para ser hechos conforme a la imagen de su hijo (Rom 8:29), no son otros que los propios vasos de misericordia que Dios preparó de antemano para Gloria (Rom 9:23), son los escogidos de Dios, santos y amados (Col 3:12) y a quienes el propio Pedro identificará con la gloriosa denominación de: “...linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios…[los] que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia” 1 P 2:9–10.
Entonces, este aspecto de su realidad de elegidos no solo es elevado y digno sino que además cubre el otro aspecto de su realidad como el mar cubre a la arena. Importa poco si el mundo ve al cristiano como un extranjero, sí es un escogido de Dios; importa poco llorar por 100 años, si la eternidad pintará un sonrisa que no se borrará; qué importa si asalta la oscuridad repentina y satanás ataca con furia, sí el lucero de la mañana nos aguarda y el sol de Justicia bañará nuestro rostro; que importa si no hay donde rescotar la cabeza, cuando se aguarda con esperanza una patria cuyo arquitecto y fundamento es Dios. que importa si nos despojan de todo cuanto tenemos si nuestros tesoros celestiales están en las manos de Dios.
Pero además de su posición, Pedro les recuerda que el Bendito Dios según su gran misericordia les ha salvado para una esperanza que está viva, que es incorruptible, es decir, que es inmortal; que es incontaminada, a saber, inmaculada; inmarcecible, osea, siempre bella y sin perder valor.
Tan grande es esta salvación que aquellas grandes figuras del AT los profetas, hombres que cerraron boca de leones, hicieron llover fuego, levantaron muertos, detuvieron la lluvia, abrieron las aguas, etc. solo las administraban, y que de hecho, hicieron una busqueda seria, diligente y por largo tiempo. Pedro para identificar la labor que ellos llevaron acabo usa estos tres verbos “inquirieron”, “indagaron”, “escudriñaron” 1 Pe 1:10. Los profetas llevaron acabo un sería y diligente búsqueda por mucho tiempo acerca de esta gloriosa salvación para la cual ellos han sido elegidos y muy a pesar de aquellos esfuerzos muchas cosas no comprendieron, el Señor dijo: “Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.” Mt 13:16–17.
Pero la fuerza del pensamiento de Pedro no se queda ahí, el dice que las cosas concernientes a esta salvación ahora son anunciada con claridad por aquellos que están bajo la influencia y control del Espíritu Santo, enviado del Cielo y, por si fuera poco, que además despierta una santa codicia en los seres angelicales quienes se agachan con humildad para mirar detenidamente el espectáculo redentor. De esta salvación ellos son los elegidos.
Ahora bien, debería el creyente simplemente permanecer en pie contemplando la belleza de las cosas futuras? debería estar absorto, inerte, e inactivo ante la gloria que le espera cuando esta salvación se consuma en el fía final? De ningún modo, Pedro introduce en está sección de su carta un llamado a la acción. A una vida consistente con la gloriosa salvación que ellos han recibido.
1. Esperar por completo en la Gracia
13 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado.
Aquí tenemos básicamente 3 verbos, que simple vista parecieran indicar que tenemos 3 instrucciones. Pero, el verbo ceñid, y sed son participios, funcionan como verbos adjetivados. El imperatívo es esperad. Así que la instrucción de Pedro es que el creyente debe esperar por completo en la gracia que se le traerá cuando el Señor sea manifestado. Los dos primero verbos nos indican como deben ser esa espera:
ceñid los lomos de vuestro entendimiento”. Esto es, pensar. Pedro pide una predisposición vigorosa de la metal para entender. La expresión: “ceñid los lomos de vuestro entendimiento” es como si dijera “arremanguense las mangas para el trabajo de pensar”. Contiene la idea de preparar la mente para la acción de entender, o incluso de preparar la mente para la acción.
Entender en el sentido bíblico es diferente a la mera captación de información o acumulación de datos. Es un ejercicio de la mente que comprende significado, que razona y distingue; se le equipara con la sabiduría (Pr 4:5); Salomón pidió precisamente “un corazón entendido…para discernir entre lo bueno y lo malo” y Dios se lo concedió (1 Rey 3:9); la fuente de este entendimiento es la Palabra de Dios aplicada por Dios mismo: “De tus preceptos recibo entendimiento” (Sal 119:104 cf. Is. 6:9-10). De hecho, las parábolas de Jesús fueron un juicio sobre una audiencia incrédula para que “viendo vean pero no perciban, y oyendo oigan pero no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados” Mc 4:11. Entendimiento es más que oír o aprehender, es comprender.
De hecho, escuche esta parabola:
He aquí, el sembrador salió a sembrar. 4Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. 5Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; 6pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Mt. 13:4-5.
y esta es su explicación:
Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. Mt 13:18–21.
Pedro sabe que ellos han recibido con claridad el evangelio predicado por hombres guiados por el Espíritu Santo, sabe también, como indicará más adelante, que sus almas han sido purificada por la verdad mediante el Espíritu Santo (1 Pe 1:22). Por lo tanto, ellos debían de manera especial esforzarse por entender a fondo las verdades espirituales contenidas en tan glorioso evangelio. Sí aquellos grandes profetas trabajaron tan diligentemente, indagando y escudriñando tan gloriosa salvación cuánto más los beneficiarios de ella deben ceñid los lomos de su mente.
Pedro, no puede concebir ni un gramo de superficialidad en estas cosas tan sublime, una gloriosa salvación no puede descansar sobre el fundamento de una mente superficial y fría. Al contrario, la naturaleza de las cosas celestiales demanda una mente disciplinada y atenta, educada en las grandes verdades del evangelio, una mente que descansa larga y profundamente en el sillón de la meditación espiritual y solitaria. Es una mente abierta como una gran ventana que deja entrar los rayos de la verdad hasta que ilumina y enciende los más puros afectos por Dios y Gloria, hasta que diga como el salmistas: “Se enardeció mi corazón dentro de mí; En mi meditación se encendió fuego” Sal 39:3.
Hoy, tenemos hombres demasiado ocupados, “multitareas”, haciendo grandes negocios, deportes, gastando todo su intelecto, fuerza y tiempo apilando madera, eno y paja. Sus mentes no son profundas como el pozo de Jacob, sino como una cisterna rota incapaz de retener el agua viva del evangelio (Jer 2:13); sus corazones no son como el de María quien atesoraba las cosas del Señor y las meditaba en su corazón (Lc 2:19), sino como el necio del proverbio que no toma placer en la inteligencia, sino en que su corazón se descubra. Pr 18:2. ¿Cuál es la profundidad de su pensamiento con respecto al evangelio? Se podría decir que su pensamiento es profundo como el pozo de Jacob y su corazón como el de María? la idea de Pedro aquí en tomar acción para la vigorosa tarea de pensar. Pero lo que Pedro tiene en mente aquí no es intelectualismo puro y frío. no se puede vivir a la luz de la verdad a menos que se atesoré en la mente y en el corazón.
Lo Segundo que Pedro dice es sed sobrios.
Sobrio es lo opuesto a ebrio. Una persona ebria es aquella que ha causa del exceso del alcohol tiene alterada y fuera de su control su mente y su cuerpo. Pedro usa aquí Sobrio en un sentido figurado para indicar el buen juicio y el dominio propio. Es decir, la capacidad de controlarse ante impulsos emocionales o deseos excesivos. La mente no solo debe estar comprometida con un profunda compresión de la verdad sino que debe estar ejercitada en el dominio propio. Pedro más adelante mostrará que se requiere de un espíritu sobrio para entregarse a la tareas más elevadas del reino como la oración (1 Pe 4:7) y para estar alerta ante las asechanzas de aquel que anda como León ruguiente buscando a quien devorar (1 Pe 5:8).
Piense por un momento, en una persona que no tiene buen juicio, que su mente está embriagada con toda clase de ideas mundanas acerca de la vida, el dinero, la felicidad, Dios, etc. Ella va a ir perdiendo el control y eventualmente será arrastrada por todos clase de impulsos y deseos pecaminosos. Difícilmente una persona así puede ser de utilidad en el reino de Dios, ella no tiene un espiritu sobrio, sino ebrio, ha bebido hasta el fondo la copa de filosofía mundana y está completamente embriagado. Cuando desee ir rectamente por el camino recto se dará cuenta que se tambalea de un lado al otro y que toda su pericia ha desaparecido.
esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado;
Aquí está el imperativo de Pedro, hacia aquí es hacia donde el apunta. Esperad, significa “esperar algo que se desea”. LBLA la traduce esta parte: “poned vuestra esperanza completamente en la gracia que se os traerá en la revelación de Jesucristo”. En cuanto a la esperanza ya Pedro ha dicho: Que es una esperanza viva (1 Pe 1:3); Segun el escritor de Hebreos es un ancla del alma segura y firme, por cuanto Dios interpuso juramento para demostrar la inmutabilidad de su promesa (Heb 6:17); Pablo dijo: Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria. Col 1:27; en su carta a Timoteo escribió: “Pablo, apóstol de Cristo Jesús por mandato de Dios nuestro Salvador, y de Cristo Jesús nuestra esperanza” 1 Tim 1:1; a Los Tesalonicenses les dice que nuestra esperanza no es la muerte sino la gloriosa resurrección en Cristo (1 Ts 4:13-18); y Juan en su primera carta dijo que nuestra esperanza era esta: “Cuando Él se manifieste seremos semejantes a Él porque le veremos como Él es.” 1 Jn 3:2.
Para Pedro esperar en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado, no es otra cosa, que tener la esperanza y los deseos puestos en el regalo inmerecido que se nos traerá cuando Jesucristo sea revelado. Pedro acaba de decir, que ellos no han visto a Cristo, y aún así lo aman y “...aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso” (1:8). Ahora imagine, lo que sucederá cuando el sea manifestado (gr. apokalypsei), tal como Él es.
LA SEGUNDA INSTRUCCIÓN SER SANTOS
14 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia
Notese el título tan elevado con que el apóstol los llama aquí: “hijos obedientes” no “hijos que obedecen” lo cual pondría el énfasis en la acción, sino “hijos obedientes”, obedientes es un sustantivo (palabra que nombra o designa a una persona). Una buena manera de designar a los cristianos es “hijos obedientes”. Es es lo que somos. Y como tales no debemos conformarnos a los deseos que antes teníamos cuando eramos ignorantes. Ampliemos esto.
La expresión No os conforméis es interesante: La palabra conforméis ( gr Syschematizomenoi) significa llegar a ser o convertirse en similar a algo en su comportamiento o socialmente, se concibe como llegar a ser moldeado a un cierto patrón. La particula no, indica que la idea de Pedro es que el creyente debe ser todo lo contrario a ser moldeado por un patrón. Es decir, “los hijos obedientes” No debe conformarse o adaptarse a los moldes perversos de los deseo malignos que ellos tenían cuando estaban en su ignorancia. Y aquí ignorancia apunta a un desconocimiento que conduce al pecado. Pedro mismo dijo en su segundo sermón que había sido por ignorancia pecaminosa que el pueblo había matado al Autor de la vida (Hech 3:17). Pablo enseñó que esta ignorancia consiste en no conocer cuales es la verdadera naturaleza de Dios, desconocer el juicio inminente que vendrá sobre la tierra (Hch 17:18-31); y estar alejando y excluidos de la vida de Dios (Ef. 4:18). Su orden también coincide con las de Pedro cuando escribió a los Romanos: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Ro 12:2.
Observemos el tremendo contraste que tenemos aquí: El conocimiento a fondo, el pensamiento reflexivo y profundo es necesario para esperar completamente en la gracia de Dios que se nos revelerá cuando venga Jesucristo. Esta idea contrasta con la ignorancia pecaminosa que hace que el hombre se mantenga preso como una masa inerte en el molde pecaminoso de sus deseos corrompidos. De esta dos clases de personas tenemos en nuestras iglesias, la pregunta decisiva aquí es ¿Cuál de ella pertenecemos? Hermanos escuchemos las palabras del Apóstol: “Sed sobrios, como conviene, y dejad de pecar; porque algunos no tienen conocimiento de Dios. Para vergüenza vuestra lo digo.” 1 Co 15:34.
Pedro continua diciendo:
15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir.
Pedro coloca a Dios como el Autor del llamado que ellos han recibido. Este Dios es invariablemente Santo, de hecho es tres veces santos (Is. 6:3, Ap 4:8), EL Santo (Ap. 3:7) y ellos que han sido llamado por un Dios santo, deben ser también santos y esto, “...en toda vuestra manera de vivir”.
Para Pedro ser santo es participa de la naturaleza divina, escapar de la corrupción del mundo y su concupiscencia. Un santo es aquel que a su fe le añade virtud, conocimiento, dominio propio, perseverancia, piedad, fraternidad, amor (2 Ped 1:10). Estas virtudes lo caracterizan y las manifiesta en en toda su conducta o como dice nuestro texto en “toda vuestra manera de vivir”, que no es otra cosa que a través de su conducta santa dar a conocer de manera amplia las virtudes o excelencias morales de Aquel que los llamó, como lo deja ver en las siguientes palabras: “Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” 1 P 2:9.
Ser santo en toda vuestra manera de vivir es mantener entre los gentiles una conducta irreprochable para que por razón de vuestras buenas obras, al considerarlas, glorifiquen a Dios en el día de la visitación” 1 Pe 2:12. Esta buena conducta siempre es en Cristo Jesús (1 Pe 3:16).
Para darle fuerza a su argumento Pedro trae una cita AT la cual contiene una frase dicha por Dios mismo: 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. La frase Dios la pronuncia al menos 4 veces a lo largo del libro de Levíticos. La primera cuando Dios le da la dieta de lo animales que ellos podía comer y lo que les eran inmundos (Lv 11:44). La segunda es cuando le dio leyes para regular el día de reposo, su vida familiar, la adoración, la forma en que deberían entrega sus ofrendas, sus negocios y medios de sustento (sus cosechas y a sus viñas), la relación con su vecinos, con sus empleados, con el menesteroso, su comportamiento en los tribunales, su vestimenta, sus relaciones sexuales, su higiene personal. Las otras cuarta para regular su relación con los dioses paganos y con la idolatría, el adulterio y la desnudez.
La fuerza del argumento de Pedro es impresionante, todas absolutamente todas las áreas de la vida del Cristiano deben estar gobernadas por la santidad de Dios. Cada cosa que el creyente piensa, siente y hace debe procurar comunicar las virtudes morales de su Dios. En otras palabras, debe vivir esta vida como si Dios mismo la estuviera viviendo por Él. De hecho, es así.
APLICACIONES PARA LA VIDA.
Creyente, la superficialidad del conocimiento es un pecado, miserable y triste. Conformarse con un poco de conocimiento “aquí y halla” acerca de las grandes verdades que conciernen a nuestra salvación es semejante al cocinero del palacio real que prepara grandes banquetes y debe conformarse con solo chupar sus dedos o algún instrumento de cocina empapado del rico manjar. Es semejante al sastre que debe conformarse con hacer trajes de alta costura mientras el solo puede ponerse unos cuantos trapos viejos. Las creyentes que se confoman con tan poco solo están demostrando cuan poco interés tienen por Cristo, y por la vida eterna.
No Creyente: El Señor ha creado a todos los hombre con el proposito de que le den gloria a su Santo nombre, es decir, para que vivan de tal manera que comuniquen sus virtudes por toda su creación, para que todo lo que le rodee se formen una buena opinión de Dios al verle vivir. Pero el hombre, se ha revelado hostinadamente de ese propósito y ahora solo quiere vivir para cumplir sus propios deseos, para su propia satisfacción y gloria. Esto es un insubordinación cosmica que ha encendido la ira de Dios, en su misericordia y gracia, le pide que abandone es vana manera de vivir y acuda a Él arrepentido y lleno de dolor por abierta rebeldía. Dios mismo ha provisto el camino para que usted puede hallar su perdón. Jesucristo.
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