Educación Clasica
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Introducción
Introducción
Mientras buscaba un modelo educativo para Eli, pensé en algunos principios bíblicos que debería poseer este modelo.
1. Debe ser un modelo que no me quite la responsabilidad que Dios nos ha dado como Padres de criar y educar a nuestros hijos.
Según las Escrituras, la educación es responsabilidad de los padres y la familia, no del estado ni de la iglesia. Dios estableció el estado para administrar la justicia y el Cuerpo de Cristo para difundir el evangelio.
A la luz de esto descartamos el modelo de educación moderno / sea Cristiano o secular, donde el estado, la escuela o la iglesia asumen este rol. De plano descartamos la educación virtual, que es básicamente traer la escuela a la casa.
El programa de Conversaciones Clásicas fue creado para equipar a los padres para esta tarea. Este modelo entiende que si los padres son capaces de enseñar a los niños acerca de la Palabra de Dios, entonces son capaces de enseñar a los niños acerca del mundo de Dios.
Como la mayoría de nosotros no fuimos educados con este modelo, podemos sentirnos inadecuados para ser maestros de nuestros hijos; pero como padres, debemos estar dispuestos a buscar el conocimiento y Dios promete que lo encontraremos, para que así podamos acompañar a nuestros hijos en su viaje. Todos en casa podemos aprender:
Espero que con esto sean alentados sus corazones, y unidos en amor, alcancen todas las riquezas que proceden de una plena seguridad de comprensión, resultando en un verdadero conocimiento del misterio de Dios, es decir, de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Esto lo digo para que nadie los engañe con razonamientos persuasivos. Porque aunque estoy ausente en el cuerpo, sin embargo estoy con ustedes en espíritu, regocijándome al ver su buena disciplina y la estabilidad de la fe de ustedes en Cristo. Por tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús el Señor, así anden en Él; firmemente arraigados y edificados en Él y confirmados en su fe, tal como fueron instruidos, rebosando de gratitud. Miren que nadie los haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo.
»Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. »Las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. »Las atarás como una señal a tu mano, y serán por insignias entre tus ojos. »Las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas.
Hemos sido condicionados a pensar que los estudiantes solo pueden aprender temas importantes de un “maestro” especializado. Pero no tiene que ser así, una de las bendiciones de seguir la educación cristiana clásica en el hogar es que los padres reciben una segunda educación junto con sus hijos. De esa manera, renovamos las mentes de dos generaciones a la vez.
2. Debe ser un modelo que cumpla con el propósito de la educación
Nosotros crecimos con un sistema educativo cuyo propósito esta centrado en el niño y su aprendizaje, donde los exámenes eran rasero para medir el éxito del aprendizaje y donde se nos preparó para presentar finalmente un examen de estado. Nunca nos preguntamos ¿Cuáles son los objetivos del estado? ¿Cómo se relacionan con el estudiante? ¿Cómo deben relacionarse con el estudiante?
Solo asumimos que la meta era cumplir con los estándares impuestos por estado, y cumplir exitosamente con este estándar es el fin ultimo de la educación ¿Como puedo saber que colegio es bueno en Colombia? el que saca el mejor puntaje en las pruebas SABER.
Aun los colegios Cristianos, solo adicionan el estudio de la biblia a la carga académica para cumplir con los estándares y el niño siegue estando en el centro de los propósitos de la educación.
Pero como Cristianos debemos saber que como todo lo que hacemos, la educación debe cumplir con el propósito de que los niños aprendan a conocer a Dios y a vivir para su gloria. La educación debe estar centrada en Dios, no en el niño. CONOCER A DIOS Y GLORIFICARLE DEBE SER EL FIN ULTIMO DE LA EDUCACIÓN.
En el modelo de Educación clásica, Dios está en el centro de todo conocimiento y el alumno aprenderá quién es Dios al ver cómo Él se revela en cada materia académica. En la educación cristiana clásica se busca conocer los planes de Dios para las bellas artes, se aprende a reconocer como Él creó las matemáticas como parte de su diseño para un universo ordenado. Se podrá apreciar como todos los temas de estudio, reflejan la gloria de Dios y se relacionan con él como creador y sustentador de todas las cosas. Un alumno podrá aprender más de los atributos de Dios estudiando filosofía, historia o química, podrá usar su conocimiento para alabar a Dios y disfrutar de él.
La tarea nosotros como educadores de nuestros hijos, no es hacerlos trabajadores útiles, sino personas virtuosas que glorifiquen a Dios en todo lo que piensan, dicen y hacen. Debemos enseñar a nuestros hijos a buscar y valorar lo que es verdadero, bueno y bello sobre lo que es nuevo, rentable y útil para la vida.
En lugar de concentrar todos sus esfuerzos en asegurar una buena carrera para los niños, los padres debemos buscar materiales y métodos educativos para que se centren principalmente en cuidar el alma de un niño.
3. Debe ser un modelo que no subestime a nuestros hijos, que asuma que son imagen de Dios y que tienen un gran potencial para aprender, para usar lo que aprenden integrándolo a su vida y un potencial grande para defender los valores que aprenden en casa. Y que no subestime el valor de buscar las sendas antiguas.
La educación clásica, asume que fuimos creados a imagen de Dios y que Dios es inmutable en su carácter… por lo tanto debemos seguir las sendas antiguas.
La educación clásica ofrece una misión clara y triple:
ayudar a los estudiantes a dominar un núcleo de conocimiento cuidadosamente seleccionado.
enseñar y utilizar las herramientas de aprendizaje; además de enseñar un cuerpo central de conocimiento, una educación clásica prepara a los estudiantes para una aventura de aprendizaje permanente enseñándoles cómo pensar. Los estudiantes cristianos clásicos deben ser entrenados para preguntar cómo encajan todas las asignaturas y para contemplar cómo las conexiones entre ciencia y lenguaje o historia y filosofía profundizan nuestra comprensión. La educación cristiana clásica reconoce que no vivimos en un “multi-verso” sino en un “uni- verso.”
exhortar a los alumnos a buscar lo que es verdadero, bueno y bello.
Con un firme sentido de propósito, los educadores clásicos guiaron a los estudiantes a través del dominio de este conocimiento básico que incluía literatura, escritura, matemáticas, geografía, historia, ciencia, bellas artes y latín. El resultado final de las labores conjuntas del maestro y el alumno fue una persona que fue bien leída, con un amplio conocimiento y capaz de ejercer discernimiento. Facilitando así, el conocimiento y las habilidades atemporales del estudiante.
Cuado entramos a la universidad un día nos preguntamos ¿En qué me voy a especializar? para esto nos prepararon. Nos educaron para buscar la meta utilitaria de una carrera exitosa, la educación cristiana clásica busca nutrir a toda la persona, preparándola para participar plenamente en todos los ámbitos de este mundo y el venidero.
Pero en la educación clásica se capacita a los estudiantes en un amplio cuerpo de conocimientos de muchas materias para que los estudiantes sean ciudadanos bien formados y bien informados. Piensen en hombres como Thomas Jefferson: él tenía una amplia gama de conocimientos en filosofía, derecho, política, literatura, ciencia y arquitectura. Porque el fin fundamental de la educación cristiana clásica es que los alumnos conozcan a Dios, sus caminos y su mundo más al fondo, y que administren y transmitan ese conocimiento a los demás de manera responsable y victoriosa.
Cuando veo Tus cielos, obra de Tus dedos, La luna y las estrellas que Tú has establecido, Digo: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, Y el hijo del hombre para que lo cuides?
El método de la educación clásica
El método de la educación clásica
La meta de la educación clásica es que nuestros hijos aprendan sabiduría.
Con sabiduría se edifica una casa, Y con prudencia se afianza; Con conocimiento se llenan las cámaras De todo bien preciado y deseable.
Aquí, el escritor describe metafóricamente el alma como una casa.
Los educadores clásicos ponen los cimientos de la casa en la primera infancia con historias y hechos que satisfacen la creciente curiosidad del niño. En otras palabras, sentamos las bases al impartir conocimiento de hechos y principios.
A medida que el niño madura, lo instruimos para que concilie las ideas y comprenda el “POR QUÉ,” así como el “QUÉ.” Así, las paredes y el techo de la casa se establecen mediante la comprensión.
Finalmente, adornamos la casa con sabiduría, que Proverbios describe como tesoros ricos y hermosos.
¿Cómo se puede lograr esto? Siguiendo las tradiciones de la educación, cristiana clásica basada en el TRIVIUM, en latín, significa “tres caminos,” se refiere a las tres etapas del aprendizaje: gramática, dialéctica y retórica.
Este camino de madurez también corresponde al conocimiento, la comprensión y la sabiduría en las Escrituras. La mente de un niño avanza de acumular hechos, a dar sentido a los hechos, a tomar decisiones sabias y virtuosas que honran a Dios.
La gramática /Fundamento de la casa, la primera etapa, corresponde aproximadamente a nuestras edades elementales, y dura hasta que el alumno tiene once o doce años. El estudiante de gramática se absorbe principalmente en memorizar los hechos y principios rudimentarios de cualquier tema. Deut 6:6-7; Sal 119:11. La memorización es fácil para estos jóvenes estudiantes y es una preparación crítica para los más altos niveles de pensamiento. Dios ha diseñado cerebros jóvenes con una facilidad para memorizar con el fin de prepararlos para las siguientes etapas de aprendizaje. Los niños pequeños aprenden a hablar inglés escuchando a otros y memorizando sonidos y palabras. Los preescolares aprenden a leer al memorizar el alfabeto y sus sonidos asociados.
Incluso antes de leer, los niños pequeños a menudo memorizan un libro ilustrado completo que se les ha leído para que puedan “leerlo” a sí mismos. Comprender esta inclinación natural nos da el método apropiado de educación para la edad apropiada. Debido a que los niños de cuatro a doce años tienen la habilidad de memorizar y recitar, una educación clásica les brinda un rico material para practicar en estas edades.
La segunda etapa de Trivium, dialéctica - Muros, techo y puerta (Mat 22:37; Lucas 24:45), florece en niños de entre doce y catorce años. Los estudiantes se interesan naturalmente en debatir y cuestionar todo, desde los límites políticos hasta las elecciones y las reglas de los padres. Lo que parece ser una tendencia en los estudiantes a discutir, o incluso a responder, es realmente un deseo de sistematizar sus pensamientos y comprender los hechos que han acumulado en los años de gramática. En lugar de sofocar el deseo de argumentar, los padres y tutores deben guiar sabiamente enseñando la lógica y el debate para que los niños aprendan a razonar y argumentar de manera clara, respetuosa y persuasiva. Los padres pueden guiar a los estudiantes a través de la reconciliación de las grandes ideas haciendo preguntas que clarifican y refinan los pensamientos y sobre una amplia gama de ideas en literatura, eventos actuales, política y filosofía. Un estudiante dialéctico ya no se contenta con responder la pregunta “¿QUÉ?” Mediante la acumulación de un conjunto de hechos. En cambio, él o ella está ansioso por entender los hechos, así que comienza a preguntar “¿POR QUÉ?” Un estudiante dialéctico ya no se contenta con escuchar las historias bíblicas sobre el Éxodo y repetir los hechos. En cambio, está interesado en comprender la justicia del castigo de Dios a Moisés, que le negó la entrada a la Tierra Prometida después de cuarenta años de aguantar a los niños quejándose. Los alumnos dialécticos ya conocen los hechos. Ahora, anhelan una comprensión más profunda. La etapa dialéctica desafía al estudiante a relacionar las partes (su comprensión, ideas y experiencia) con una verdad, bondad y belleza total y trascendente. Esta actividad humillante resulta crítica en la formación del hogar: un espíritu de comprensión. La etapa dialéctica desarrolla la integridad de las paredes, el techo y la puerta de la casa, lo que le permite aislar y evaluar adecuadamente las innumerables ideas que surgirán al golpear o incluso atravesar las puertas.
Los padres a menudo pueden sentirse frustrados y desconcertados cuando los estudiantes entran en esta etapa porque la tendencia natural al debate puede parecer rebelde. En su lugar, debemos aprender a trabajar con los deseos de los estudiantes de comprender ayudándolos a descubrir cómo hacer buenas preguntas y responder a esas preguntas, a aplicar los conceptos de la lógica formal a su propio razonamiento y al razonamiento de los demás, y a debatir adecuadamente y respetuosamente. Este tiempo también es frustrante para los estudiantes, ya que buscan reconciliar ideas, entender la visión del mundo de sus padres y enfrentar sus propias creencias.
Armados con las herramientas adecuadas, los padres y los estudiantes pueden aprender a pensar a través de grandes ideas y formar juicios de valor sobre las ideas.
El currículo clásico y cristiano complementa los deseos crecientes de los estudiantes de pensar dialécticamente al enseñar temas analíticos como el álgebra, la lógica formal y el debate.
La gramática y la dialéctica - Llenar La Casa Con Tesoros Preciosos (1 Pedro 3:15), las dos primeras etapas de una educación clásica, han preparado al estudiante para la etapa de retórica. Ahora el estudiante tiene un profundo deseo de expresarse creativamente. Cuando avanzan a la retórica, los estudiantes han acumulado un núcleo de conocimiento y han aprendido a pensar críticamente sobre esos hechos e ideas. Por lo tanto, están listos para practicar el arte de comunicar sus ideas a otros. La educación cristiana clásica fomenta esta práctica a través del estudio de las técnicas de comunicación oral y escrita. Esto incluye tanto la organización de los pensamientos como la presentación estilística de los pensamientos. Al final de esta etapa, los estudiantes deben poder hablar y escribir de manera persuasiva y elocuente sobre cualquier tema que hayan estudiado. En el viaje de Pablo a Atenas, se acercó a los filósofos griegos en el mercado que comenzaron a disputar con él. Conocía su cultura, hasta entender su religión. Por lo tanto, fue capaz de razonar con ellos Hechos 17:22-23 Esta es la verdadera retórica: proclamar la verdad de la mejor manera para que su audiencia cambie. Los estudiantes retóricos necesitan pasar un tiempo solos, encontrando grandes ideas y luego juntos discutiendo y reconciliando estas grandes ideas.
En Normas y Nobleza, David Hicks describe algunas de las preguntas monumentales que han dado forma a estas conversaciones:
¿Cuál es el propósito y significado de la existencia humana? • ¿Cuáles son los derechos y deberes absolutos del hombre? • ¿Qué es lo bueno? ¿Qué es el mal?
¿Cuál es el significado de la vida? ¿De la muerte
¿Qué es la moralidad si cada calidad de vida se reduce a lo que es conveniente o a lo que produce el mayor placer?
¿Qué es verdad si todo el conocimiento se deriva del análisis científico de los datos físicos?
Hacer estas preguntas guía al estudiante retórico cada vez más hacia el logro de la sabiduría. A medida que maduran, los estudiantes retóricos pueden abarcar material cada vez más difícil en matemáticas, latín, literatura, historia, ciencia y artes. Deben enfocarse en expresar sus ideas a través de debates, discursos, conferencias, poemas y ensayos. A medida que dominan las asignaturas, deben poder instruir a otros.
El Trivium ofrece a los educadores y padres un camino claro para guiar a un niño hacia la madurez y la sabiduría. Los objetivos y habilidades claramente definidos asociados con cada etapa brindan a los padres un plan claro. Durante la etapa de gramática (edades 4–12), los padres pueden centrarse en el catecismo, el trabajo de memoria que los prepara para sus estudios futuros y en las historias que alimentan su imaginación.
Los padres de estudiantes dialécticos (edades 12–14) pueden estructurar la educación de los estudiantes en torno a la discusión, el debate, la lógica y el razonamiento para alimentar su interés cada vez más profundo en comprender el mundo que los rodea. Para los estudiantes retóricos (edades 14–18), los padres pueden guiarlos a través de la autoexpresión a medida que comunican sus ideas a los demás. Con estos objetivos claramente definidos y una cosmovisión bíblica que gobierna, los estudiantes cristianos clásicos se prepararán para la doxología a medida que “hacen eco en la celebración” de la creación de Dios.
Una de las premisas fundamentales de una educación clásica es la importancia de las palabras. Para el cristiano, esto es especialmente cierto. La Biblia nos dice que Jesús es la Palabra hecho carne. Durante la etapa dialéctica, les enseñamos a los estudiantes a no caer en las palabras de otros; durante la etapa de retórica enseñamos a los estudiantes a cautivar a otros con sus propias palabras. Ninguna otra habilidad es tan fundamental para la difusión del Evangelio como la capacidad de hablar y persuadir. Nuestros estudiantes siempre deben estar preparados para dar una respuesta por su fe. Los graduados de una escuela en casa cristiana clásica pueden usar sus mentes entrenadas para reclamar nuestra cultura y difundir el Evangelio. Fundados en las Escrituras, los estudiantes finalmente han sido preparados por su educación cristiana clásica para captar tanto las bellezas como los defectos de la humanidad.
4. Mi sistema educativo debe definir claramente para nosotros “¿Qué debe estudiar mi hija?” Y “¿Cómo debe estudiarlo?”
Estas dos preguntas consideran el contenido de la educación y la metodología para impartirla.
La metodología de la educación cristiana clásica, es el Trivium, es un método que aprovecha las capacidades propias de nuestros hijos en cada edad y los prepara para ser virtuosos.
“¿Qué debemos estudiar?” esto cambia de tiempo en tiempo en la educación moderna. La educación cristiana clásica ofrece una alternativa que considera el contenido que ha pasado la prueba del tiempo a lo largo de los siglos y que ha demostrado ser exitoso durante miles de años.
Un estudiantes bien educados necesita dominar las materias principales de literatura, escritura, matemáticas, geografía, historia, ciencia y bellas artes.
Hay ciertos libros, autores, pensadores, científicos y artistas con los que toda persona educada debe estar familiarizada. El material apropiado prepara a los estudiantes para discernir la diferencia entre la verdad y la mentira, la bondad y el mal, la belleza y la fealdad. Este material, estudiado por medio de la gramática, la dialéctica y la retórica del Trivium, es lo que construye una educación cristiana clásica.
La Biblia: Una educación cristiana clásica debe promover el estudio de las Escrituras. Los estudiantes deben estar familiarizados con las historias de la Biblia, así como con los estudios más profundos de la teología. Los padres de los estudiantes de gramática pueden satisfacer la curiosidad de sus estudiantes con una Biblia ilustrada para niños para que se familiaricen con las personas y los eventos. Estos años también deben incluir mucha memoria de las Escrituras.
Los estudiantes dialécticos disfrutarán discutiendo temas teológicos más profundos y aplicando las verdades de las Escrituras a los eventos actuales. Los estudiantes retóricos completarán estos años enseñando a niños más pequeños o tal vez escribiendo sus propias canciones de alabanza.
Proverbios está lleno de exhortaciones para buscar sabiduría, y el Nuevo Testamento nos exhorta a cambiar por nuestro conocimiento cada vez mayor. Además del conocimiento y la sabiduría, la Biblia sirve como un excelente modelo para todas las formas de literatura. Los Salmos proporcionan hermosos ejemplos de poesía, el Antiguo Testamento presenta historias y narrativas, mientras que el Nuevo Testamento demuestra la sabiduría de Jesús a través de parábolas. Para el estudiante clásico, la Biblia es la fuente de lo verdadero, lo bueno y lo bello.
Literatura La lectura es la habilidad fundamental para abrir todas las otras puertas al conocimiento. Una triste verdad de la vida contemporánea es que las personas no leen lo suficiente. En la década de 1980, Neil Postman comentó sobre el cambio de una cultura alfabetizada a una cultura visual. En la introducción a Divertiéndonos a La Muerte, analiza dos profecías que compiten sobre el mundo moderno extraídas de la literatura. Uno es el mundo de Orwell en 1984, en el que un gobierno totalitario reduce proactivamente la alfabetización al prohibir ciertos libros. El otro es el Valiente Mundo Nuevo de Aldous Huxley, en el que hay tantos entretenimientos disponibles que no es necesario prohibir un libro porque nadie quiere leer uno.16 Una educación cristiana clásica busca restaurar el amor por la lectura de los clásicos.
Los estudiantes estadounidenses educados deben estar familiarizados con, entre otros, las obras de Shakespeare, Jonathan Swift, Jane Austen, Charles Dickens, Ralph Waldo Emerson, Herman Melville y C. S. Lewis. Esta no es una forma de esnobismo intelectual. En cambio, estamos presentando a nuestros hijos a los grandes maestros que han dado forma al pensamiento de nuestra civilización. Estos son los escritores que han formulado las mejores preguntas sobre cuestiones humanas y divinas, por lo que son dignos de nuestra atención.
La escritura: TODOS los grandes pensadores y líderes difunden sus ideas por escrito. La era digital pone en peligro argumentos bien razonados y elocuentes al reducir nuestras comunicaciones a las expresiones más cortas y rápidas. Nuestros estudiantes deben estar equipados para contemplar ideas difíciles y escribirlas para compartirlas con los demás. Como cristianos, debemos enseñar a nuestros hijos a expresarse con la palabra escrita. Una vez más, se nos recuerda que la Biblia llama a Jesús “la Palabra hecha carne.” Dios se reveló a nosotros y nos transmitió su plan por escrito. Debemos influir en quienes nos rodean con la palabra escrita y con la palabra hablada. Los estudiantes cristianos clásicos deben luchar con la difícil tarea de poner sus pensamientos en papel.
Matemáticas: Los estudiantes clásicos deben tener práctica diaria con números hasta que los cálculos y las ecuaciones se completen sin esfuerzo. Un estudiante que aprende a usar una calculadora no es un maestro de los números como el estudiante que aprende a dominarlos con la mente. En la década de 1800, se dio por sentado que una estudiante de catorce años podría completar una división larga en su cabeza. La educación moderna, con la adición de calculadoras y accesos directos de aprendizaje, nos ha robado más que esta habilidad, nos ha enseñado a creer la mentira de que algo difícil es realmente imposible. La clave simple para dominar las matemáticas es cultivar la disciplina de trabajar con números todos los días. Los niños pequeños deben completar una lección de matemáticas, incluidos los ejercicios de matemáticas, todos los días. Los alumnos mayores deben continuar con estos hábitos y deben aprender a trabajar de manera ordenada y metódica, mostrando cada paso de cada problema. Los estudiantes de todas las edades deben poder explicar verbalmente cómo resolver un problema de matemáticas y escribir sus propios problemas.
Finalmente, los estudiantes deben aprender el vocabulario técnico de las matemáticas. Los estudiantes clásicos se acercan a las matemáticas como un idioma extranjero y deben aprender a definir palabras como acorde, diámetro, ángulo inscrito y polinomio. Dios gobierna el universo a través del lenguaje ordenado de las matemáticas. Podemos encontrar sus preceptos en todo, desde la estructura del lenguaje hasta la teoría de la música, desde la carpintería hasta la lógica formal, desde diseños artísticos intrincados hasta la increíble belleza de las estructuras moleculares. Aprender este lenguaje, entonces, permite que nuestros hijos lo conozcan bien y lo adoren con sus mentes.
Geografía: es imposible ignorar la curiosa paradoja de que los líderes educativos afirman estar preparando a los estudiantes para una economía global, mientras que descuidan enseñar a los estudiantes sobre los lugares del mundo. Al igual que los estudiantes de historia deben estar familiarizados con los eventos y las personas importantes, los estudiantes de educación clásica deben estar familiarizados con los lugares en los que ocurrieron estos eventos y en los que estas personas vivieron. Un niño que no sabe mucho sobre el mundo que lo rodea tendrá horizontes estrechos. Como todas las otras materias básicas, la geografía abre puertas y expande horizontes. Cuando los estudiantes cristianos clásicos, memorizan las definiciones de los términos de la geografía, entienden la variedad de la creación de Dios. Cuando aprenden un poco sobre un país pequeño como Eslovenia, desarrollan un corazón hacia Su pueblo.
Historia El cristianismo ofrece una perspectiva única sobre la historia del hombre al verla como un tapiz tejido por la providencia de Dios y las acciones de las personas. los estudiantes deberían pasar un tiempo regular contemplando a las grandes personas y los eventos del pasado como una forma de entender nuestros propios tiempos.El estudio de la historia prepara a los futuros líderes para luchar y reparar los errores de sus propios tiempos. Además, la historia de la civilización occidental después del nacimiento de Cristo es sinónimo de la historia de la iglesia de Cristo. El estudio de la historia presenta a los estudiantes de manera clásica con modelos del mejor y más noble comportamiento humano, así como lecciones sobrias del comportamiento humano más básico. Estudiar historia clásicamente es analizar y juzgar las acciones de los hombres. La formación de juicios sabios sobre el pasado y el presente cultiva la virtud.
Ciencia Los estudiantes clásicos deberían aprender a razonar sobre el impacto de la ciencia en la humanidad y sobre las intersecciones entre la ciencia y la religión, entre la razón y la revelación. Una vez más, deben aprender a ver la ciencia como uno de los muchos temas que están guiados y limitados por la teología. Debemos evitar que nuestros estudiantes consideren las ciencias naturales como la única fuente de verdad objetiva.
Latín Ningún currículo clásico y cristiano estaría completo sin el estudio del latín. Desafortunadamente, la mayoría de nosotros fuimos educados en un sistema que había descuidado o incluso ridiculizado el estudio del latín como algo inútil para los estudiantes modernos. Cuando enseñamos latín a nuestros hijos, les abrimos puertas: puertas para leer historia, literatura, ciencia, medicina y las Escrituras.
Desarrollo del pensamiento lógico y analítico: El estudio del latín implica el análisis de la estructura gramatical y la lógica del lenguaje. Esto puede ayudar a desarrollar habilidades de pensamiento crítico y analítico en los niños.
Mejora del vocabulario: Muchas palabras en español y en otros idiomas tienen raíces latinas. Estudiar latín puede ayudar a los niños a comprender el significado de muchas palabras y mejorar su vocabulario en su lengua materna y en otros idiomas.
Facilita el aprendizaje de otros idiomas: Dado que muchas lenguas modernas, especialmente las lenguas romances (como el español, francés, italiano y portugués), tienen sus raíces en el latín, el estudio del latín puede facilitar el aprendizaje de estos idiomas.
Conocimiento de la cultura clásica: Estudiar latín proporciona acceso a la literatura, la filosofía y la historia de la antigua Roma. Esto puede enriquecer la comprensión de la cultura clásica y su influencia en el mundo moderno.
Fortalecimiento de habilidades en otras disciplinas: El estudio del latín puede mejorar las habilidades de escritura, lectura y comprensión en general. Además, puede ayudar en el estudio de otras disciplinas como la lingüística, la literatura, la historia y la ciencia.
Preparación para carreras específicas: En algunas profesiones, como la medicina, el derecho y la lingüística, el conocimiento del latín puede ser beneficioso. Muchos términos técnicos y científicos tienen raíces latinas, y el conocimiento del latín puede facilitar la comprensión y el uso de estos términos.
Desarrollo de la disciplina y la paciencia: El estudio del latín, al igual que el aprendizaje de cualquier idioma, requiere disciplina y paciencia. Estos atributos son valiosos en el desarrollo personal y académico de un niño.
Bellas Artes: Si creemos que somos artistas porque estamos creados a imagen de Dios y que Dios mismo es un artista, entonces debemos trabajar para reclamar este campo de estudio para Su gloria. Los grandes artistas a menudo han inspirado una sincera devoción al Señor al representar su historia. También han expresado, a través de sus diversos medios de comunicación, profundas verdades sobre la naturaleza de la humanidad y lo divino, y sobre la relación entre ambos. Una vez más, nuestros alumnos pueden pintar, esculpir y diseñar obras sagradas que son representaciones de la gloria de Dios ofrecidas como actos de adoración puros.
Dos filosofías artísticas han resultado en el alejamiento de las artes: el modernismo y la posmodernidad. Los pintores modernos crearon lienzos abstractos de formas y colores que eran confusos para muchos espectadores. Los compositores modernos compusieron melodías discordantes que sonaban al oído. Más tarde, grabaron los sonidos fuera de las ventanas de sus apartamentos y los pronunciaron sinfonías. El posmodernismo nos enseñó entonces que, en el arte, como en el resto de la vida, todo vale. No teníamos estándares para juzgar lo verdadero, lo bueno y lo bello.
En ausencia de estándares estéticos claros, muchos simplemente abandonaron toda participación en las bellas artes. Abandonamos las bellas artes porque no las entendemos. David Hicks argumenta elocuentemente por la inclusión del arte en el currículo clásico y cristiano:
Tampoco las bellas artes se ofrecen en la escuela de artes e idiomas a base de tómalo o déjalo. “No me gusta el arte” o “Mi hijo no es creativo” o “El arte no es práctico”: ¡con qué frecuencia hemos escuchado estos ataques contra la educación artística! Sin embargo, la incapacidad de encontrar placer en el gran arte es una razón más para estudiarlo, no para ser excusado de la clase de arte.22
—David Hicks
Normas y Nobleza
CONCLUSIÓN:
CONCLUSIÓN:
Una educación cristiana clásica, entonces, enseña a los estudiantes a amar a Dios aprendiendo sobre el mundo como el universo de Dios, diseñado por Su mente creativa, gobernado por Sus leyes y sostenido por Su guía providencial. Los padres comienzan el proceso entrenando a niños muy pequeños para que busquen evidencia del diseño de Dios en todas las materias, incluso en matemáticas y lenguaje. Los niños pueden descubrir la lógica de sus leyes naturales universales a medida que estudian la ciencia y su plan en desarrollo a medida que encuentran la historia. Encuentran su creatividad en la música, el arte y la literatura.
El enfoque sabio para la crianza de los hijos sería recordar que no estamos criando hijos, sino adultos. En otras palabras, debemos centrar nuestra atención en preparar a nuestros hijos para que adopten decisiones y comportamientos adultos responsables y maduros. Es por este objetivo que transmitimos sabiduría de generación en generación. Este es el propósito de una educación clásica: criar adultos sabios. Para regresar a la metáfora del alma como una casa, el modelo clásico sigue el patrón bíblico que se encuentra en
Con sabiduría se edifica una casa, Y con prudencia se afianza; Con conocimiento se llenan las cámaras De todo bien preciado y deseable.
Este patrón de madurez espiritual coincide naturalmente con la madurez emocional y mental de los estudiantes en tres etapas diferentes de aprendizaje. En otras palabras, una educación clásica busca trabajar con los deseos y habilidades naturales de los estudiantes a medida que crecen. Los educadores clásicos presentan el conocimiento correcto en el momento adecuado, mientras que los estudiantes tienen la oportunidad de practicar habilidades importantes en el momento en que se desarrolla su deseo por estas habilidades.
Dice Hicks, la tarea suprema de una educación es “... el cultivo del espíritu humano: enseñar a los jóvenes a saber lo que es bueno, a servirle por encima de sí mismo, a reproducirlo y a reconocer que en el conocimiento reside esta responsabilidad.”
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