La tentación
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En nuestra última sesión, estuvimos viendo aquel importante episodio en la vida de Jesús, cuando se sometió a sí mismo al bautismo de Juan el Bautista, de nuevo, por encima de las objeciones de Juan cuando Juan dijo: «Deberías bautizarme a mí. Yo no debería bautizarte a ti». Y Jesús respondió: «Hazlo ahora, Juan, porque es necesario para que se cumpla con toda justicia». Y recordamos que, en Su bautismo, la paloma descendió del cielo y vino sobre Jesús, simbolizando la unción del Espíritu Santo.
Ahora, después de ese episodio, lo primero que el Espíritu ordenó a Jesús que hiciera fue ir al desierto para ser tentado por cuarenta días por Satanás. Y antes de ver el relato de esa tentación, permítanme hacer la pregunta preliminar: ¿Por qué? ¿Por qué el Espíritu Santo llevó a Jesús a ese desierto desolado para ser expuesto al ataque desenfrenado de Satanás? Creo que está claro que parte de la obra esencial que Jesús fue llamado a hacer en Su ministerio terrenal fue la obra que el Nuevo Testamento llama el último o el nuevo Adán, mostrando así la relación que Jesús tuvo con el primer Adán, quien también fue sometido a tentación por Satanás.
Permítanme ver brevemente lo que Pablo dice en el quinto capítulo de su carta a los Romanos, en el versículo 12, donde dice: «Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, así también la muerte se extendió a todos los hombres». Continúa diciendo: «Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura de Aquel que había de venir. Pero no sucede con la dádiva como con la transgresión. Porque si por la transgresión de uno murieron los muchos, mucho más, la gracia de Dios y el don por la gracia de un Hombre, Jesucristo, abundaron para los muchos».
Y en otra parte dice: «Así pues, tal como por una transgresión resultó la condenación de todos los hombres, así también por un acto de justicia resultó la justificación de vida para todos los hombres. Porque, así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de Uno los muchos serán constituidos justos». De manera que vemos esta comparación y este contraste entre el primer Adán y su fracaso con respecto a los términos de su prueba, a los términos de su examen ante el ataque de Satanás, y la obediencia exitosa del último Adán, Jesús, después de soportar el mismo tipo de tentación.
Bueno, fue del mismo tipo en cierto grado, pero en otros sentidos, los términos de la tentación de Jesús fueron radicalmente diferentes de aquellos que fueron impuestos a Adán. Pensemos por un momento en el lugar en que ocurrió la tentación. En el caso del primer Adán, la tentación vino cuando Adán y Eva disfrutaban del lujo en el huerto del Edén, al que a menudo nos referimos como «el paraíso». Ahora, el lugar donde el Espíritu llevó a Jesús a ser tentado con dificultad podría llamarse paraíso. Estaba en el desierto desolado de Judea.
Si alguna vez lo has visto o alguna vez has estado allí, estarás viendo una de las porciones más ominosas y espantosas del desierto abandonado por Dios que se encuentran en este mundo. Dicen que los únicos habitantes del desierto de Judea son las serpientes y los escorpiones. Incluso la vida silvestre se niega a vivir en este temido lugar de desolación. Así que, Adán está en este hermoso huerto. Jesús está en el desierto de Judea. ¿Qué más es diferente? Mientras Adán está expuesto a la tentación de la serpiente, está en compañía de su esposa, quien le fue dada por medio de una creación especial como su ayuda adecuada. Pero, cuando Jesús va al desierto, se encuentra en absoluta soledad.
Sabemos que la soledad fue aquello que recibió la primera maldición de Dios en la creación. Después que Él creó todo, lo bendijo diciendo que era bueno. La primera cosa que dijo que no era bueno, fue esto, Él dijo: «No es bueno que el hombre esté solo». Cuando queremos atormentar a criminales o prisioneros de guerra, vemos que a menudo son enviados a un confinamiento solitario, donde están aislados de cualquier tipo de interacción humana y amistades. Y así pasó con Jesús, fue enviado allí, al desierto, para enfrentar esta tentación del infierno, completamente solo.
Cuando Adán fue tentado, fue tentado en lo que podría describirse como un restaurante gourmet, porque allí, en los exuberantes alrededores del Edén, había árboles que llevaban todo tipo de frutos que eran maravillosos para comer y se les dio a Adán y Eva la libertad de elegir entre cualquiera de esos árboles frutales para satisfacer su hambre. La prueba de Jesús viene en el contexto de un ayuno en el que no había comido nada durante cuarenta días. De manera que, mientras el primer Adán fue probado teniendo su vientre lleno, el nuevo Adán fue probado cuando estaba, literalmente, hambriento.
Así vemos la diferencia radical. Una diferencia más que creo que hay que señalar. Cuando Adán fue tentado, no había práctica habitual del pecado. El pecado era desconocido antes de que Adán y Eva lo cometieran. Mientras que, cuando Jesús es probado, no hay nada más cotidiano en Su mundo que la presencia del pecado. Y dices, bueno, ¿qué pasa con eso? Debido a que uno de los aspectos más grandes que socava nuestra determinación de ser justos es que todos los que nos rodean están pecando, entonces, ¿por qué no deberíamos hacerlo? Pero Jesús tuvo que actuar en contra y opuesto a la práctica común de los seres humanos mientras se somete a estas pruebas.
Ahora, acabo de señalar la diferencia entre el primer Adán y el segundo Adán en cuanto a su tentación. Pero lo que yo más quiero que entendamos hoy es la similitud entre las dos tentaciones, es decir, que el punto de ataque de Satanás contra Adán y contra Jesús en realidad, fue el mismo. Veamos primero la forma en que la serpiente atacó a Adán a través de Eva. La serpiente fue llamada la más astuta de todos los animales del campo. Y cuando se enfrentó a Eva, se le ocurrió una tentación que estaba vestida de sutileza.
Vino preguntando lo que parecía ser una pregunta muy simple: «¿Conque Dios les ha dicho: “No comerán de ningún árbol del huerto”?». Bueno, déjenme preguntarles. ¿Había dicho eso? Por el contrario, cuando Eva corrigió a la serpiente, ella le dijo: «No, Él no dijo eso. Él dijo: “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero luego nos prohibió este árbol y dijo que no tenemos permitido tocarlo porque si comemos de ese árbol, ciertamente moriremos”». ¿Ven la sutileza de la forma en que la serpiente tienta a Eva? ¿Acaso Dios dijo que no podían comer de ninguno de esos frutos?
Esto es como un adolescente con el que hay que lidiar en casa. El lunes por la noche, el adolescente dice: «¿Puedo quedarme hasta tarde esta noche e ir a la casa de uno de mis amigos? Están haciendo una fiesta». Y dices: «Sí, te dejaré salir esta noche, pero recuerda que mañana hay escuela y tienes que estar en casa a cierta hora». Y el adolescente dice: «Oh, gracias». La siguiente noche, «Papá, ¿puedo pedir prestado el auto?», «claro, puedes tener el auto, pero asegúrate de poner gasolina y de regresar a tiempo». La noche siguiente quiere ir al cine, la siguiente a la feria, la siguiente noche esto, y cinco noches seguidas dices: «Claro».
La sexta noche, el adolescente viene y dice: «Me gustaría salir a otra fiesta». Y dices: «No, lo siento, no se te permite salir». Ahora, ¿cuál es la respuesta estándar internacional que cada adolescente aprende tan pronto cumple trece años? «Tú nunca me dejas hacer, ¿qué?, nada». ¡Exacto! «Nunca me dejas hacer nada». Si dices: «sí, sí, sí, sí, sí, sí, sí» y de repente dices «no», nunca dejas que haga nada. Esa es la misma sugerencia que Satanás está poniendo en la mente de Eva. ¿Ha dicho Dios que no puedes comer de ninguno de estos árboles? Por supuesto que Dios no había dicho eso.
Y la serpiente sabía muy bien que Dios no había dicho eso, pero la sugerencia es que, si no eres autónomo, si no eres libre por completo para elegir lo que quieras elegir, si tu Creador te ha impuesto alguna restricción, entonces no eres libre de verdad y Él podría haber dicho: «No puedes comer de ninguno de los árboles». Pero pasa de esta sutil insinuación a una contradicción directa. Después que Eva lucha a favor de los ángeles por un momento y dice: «No, Él dijo: “De todo árbol del huerto podrás comer” pero no podemos tocar ese o moriremos».
Ahora, Satanás dice: «No morirán, sino que serán como Dios, conociendo el bien y el mal». Así que lo que quiero que veamos allí es que el punto de ataque era la confiabilidad, la autoridad y la verdad de la Palabra de Dios. Emil Brunner una vez hizo el comentario de que el sello distintivo de la verdad es la contradicción. Siempre me ha molestado cuando hizo esa declaración en su obra escrita en alemán y traducida: La verdad como encuentro, porque si es cierto que la contradicción es el sello distintivo de la verdad, ¿cómo podríamos discernir la diferencia entre piedad e impiedad, entre justicia e injusticia, entre obediencia y desobediencia?
Pueden imaginar a Satanás diciendo: «Bueno, sí, sé que he contradicho lo que Dios te dijo. Te digo que no morirás, pero después de todo, la contradicción es el sello distintivo de la verdad. Y si Dios es un Dios de verdad, acabo de pronunciar su sello distintivo, es decir, la contradicción». De modo que, si la contradicción es el sello distintivo de la verdad, no solo se le permitía a Eva seguir la sugerencia de Satanás, sino que era un imperativo para ella hacerlo. Así de distorsionado y retorcido se vuelve nuestro pensamiento. No, la contradicción es el sello distintivo de la mentira y lo que era la esencia de la prueba, era la prueba contra la veracidad de Dios con una contradicción.
Ahora, vemos en la tentación de Jesús cómo ésta ocurre. Satanás viene a Él después de estos cuarenta días y cuarenta noches cuando tenía hambre. Y cuando el tentador se acerca a Él, escuchen lo que dijo: «Si eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en pan». ¿Se dan cuenta de eso? «Si eres el Hijo de Dios, entonces convierte estas piedras en pan». ¿Qué hace el Hijo de Dios muriéndose de hambre después de cuarenta días? ¿Tienes hambre? Tú tienes el poder. Convierte las piedras en pan.
Ahora, recuerden las últimas palabras que Jesús había escuchado antes de ir al desierto, después de que el Espíritu descendió sobre Él, después de ser bautizado, uno de esos raros sucesos en los que se informa que Dios habló de forma audible desde los cielos. ¿Qué dijo? «Este es Mi Hijo amado en quien me he complacido». Acaba de escuchar al Padre declararlo públicamente, desde el cielo, declararlo ser el Hijo de Dios. Y ahora la serpiente viene y dice: «Hijo de Dios, si eres el Hijo de Dios o ya que eres el Hijo de Dios», desafiando con sutileza la misma afirmación que el Padre había hecho momentos antes, cuarenta días antes, en realidad.
Entonces, ¿cómo responde Jesús a la tentación? «Sí, tengo hambre, y sí, soy el Hijo de Dios y no tengo que desayunar para saber que soy el Hijo de Dios. No necesito convertir estas piedras en pan porque, Sr. Satanás, la palabra de mi Padre dice: “El hombre no vivirá solo de pan, sino de toda palabra que salga de la boca de mi Padre”». ¿Lo ven? «El tema, la Palabra de Dios y la Palabra de Dios es más importante para mí, –le dice Jesús a Satanás–, que mi hambre. Moriré de hambre antes de negar la veracidad de la palabra de mi Padre».
«Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, y lo puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, lánzate abajo, pues escrito está: ‘A Sus Ángeles te encomendará’, Y: ‘En las manos te llevarán, No sea que Tu pie tropiece en piedra’”». «Bueno, si me vas a citar las Escrituras, Jesús, y quieres ponerlas a prueba, vamos a probarlas. Piensas que las Escrituras no se pueden quebrantar. Piensas que la palabra de tu Padre es verdadera. Bueno, subamos y te arrojaré desde el pináculo del templo y no tienes que preocuparte por ser herido porque la Biblia dice que tu Padre te encomendará a Sus ángeles para que tu pie no tropiece en piedras, así que si en verdad crees que Dios es tu Padre y si en realidad crees que la Palabra de Dios es verdadera, no tienes nada de qué preocuparte, solo salta del templo».
Jesús dijo: «Obviamente no entiendes el primer principio de la hermenéutica, la regla cardinal de la interpretación bíblica, Sr. Satanás, que no pones una porción de la Escritura contra otra porción de la Escritura, porque toda la Escritura es coherente, porque la Biblia indica: “También está escrito: ‘No tentarás al Señor tu Dios’”. Así que, si estuviera de acuerdo con tu propuesta de subir al templo y saltar, estaría poniendo a mi Padre a prueba. Tú puedes tentarme, pero yo no voy a tentar a mi Padre. Sé que he sido encomendado a los ángeles. No tengo que saltar del templo para experimentar la verdad de esa declaración».
A estas alturas, Satanás se está frustrando. Y de nuevo lo llevó a una montaña muy alta y le mostró todos los reinos del mundo y su gloria. Tengan eso en cuenta: todos los reinos del mundo y su gloria. Y Satanás dijo: «Todo esto te daré si tan solo te postras y me adoras. Toda la gloria que el mundo tiene para dar, toda la autoridad y las monarquías, todo en este mundo, te lo daré. Todo lo que tienes que hacer, nadie lo va a ver, es solo arrodillarte un poco. Solo inclínate ante mí una sola vez y todo es tuyo. Y te daré este reino sin sufrimiento, sin humillación, sin dolor, sin crucifixión, solo arrodíllate un poco y es tuyo».
Entonces Jesús le dijo: «¡Vete, Satanás! Porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás, y solo a Él servirás”». Tres veces llegó el ataque. Tres veces el ataque estuvo dirigido contra la confiabilidad de la Palabra de Dios. Y con cada sutileza a su disposición, incluyendo citar las Escrituras, Satanás trata de seducir a Jesús para que vaya en contra de la Palabra de Dios. Jesús dice: «Gracias por la oferta de todos estos reinos, pero hay un problema. La Palabra de mi Padre dice que adorarás al Señor tu Dios y solo a Él servirás». Y Jesús expulsa a la serpiente del desierto. Y Satanás deja a Jesús por el momento. Este no es el final.
Durante toda su vida experimentaría a Satanás continuamente enfrentándose a Él para tratar de que Él vaya por un camino diferente. La tentación a menudo viene de Sus mejores amigos. Tan pronto como les dice que tiene que ir a Jerusalén a sufrir, ellos dicen: «Dios no lo quiera. No puedes hacer eso». Y cuando Pedro le dijo a Jesús en la confesión de Cesarea de Filipo que no puede ir a Jerusalén a sufrir, ¿qué dijo Jesús? Justo después de que Jesús lo llamó la roca, giró hacia Pedro y le dijo: «¡Quítate de delante de Mí, Satanás! Ya he escuchado este mensaje antes». Así que, Jesús obedece en cada momento durante la tentación. ¿Y qué sucede tan pronto como la serpiente se va? Los ángeles aparecen y ministran a Jesús en su hambre, en su soledad y en su dolor.
Como saben, ellos no solo llegaron al último minuto, como en el calvario. Estuvieron allí todo el tiempo. Y Jesús sabía que el Padre lo encomendaría a sus ángeles. Él no tenía que escuchar a Satanás citar la Escritura para saberlo. Y ahora, en lo que Jesús confiaba, en términos de la verdad de la palabra de Su Padre, se cumplió por completo cuando esos ángeles vinieron y le ministraron.