Untitled Sermon
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de que avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad (15). Si el cristiano desea ser aprobado por Dios, no debe usar la Palabra para contender, sino que como obrero debe procurar con diligencia el buen uso de la Biblia. Ser diligente es ser cuidadoso, celoso de lo que habla, e implica pensar antes de hablar.
Pablo mencionó lo que hay que evitar; ahora dice lo que hay que hacer: usar bien la palabra de verdad. Esta frase engrandece la Biblia, pues le da un valor divino.
Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra (21). En Dios siempre hay esperanza. Quienes no son para usos honrosos pueden llegar a serlo si se limpian de la gangrena de palabrerías o herejías, de quienes la contagian—como Himeneo y Fileto—, y de la iniquidad.
Todos aquellos que habiendo conocido la verdad se han apartado, deben saber que el Señor sigue esperando que regresemos.
Este cuerpo mortal y sus miembros pueden ser instrumentos de iniquidad o instrumentos de justicia (Ro. 6:13). Si queremos ser instrumentos de justicia para honra, paguemos el precio. Escudriñemos la Escritura a fin de que el Espíritu nos haga sabios para trazar bien la palabra de verdad, y aparte nuestro corazón de la iniquidad.
Todo el proceso de enseñar, redargüir, corregir e instruir tiene como objetivo llevarnos a ser como Dios. No ser Dios sino “como Dios”, quien restaura al pecador perdido para que disfrute de una nueva naturaleza. Todo cuanto ha hecho Dios lo ha hecho perfecto. Su obra de redención fue perfecta y no necesita agregados. La Biblia es un libro perfecto, y por el Espíritu Santo nos lleva a una regeneración perfecta de nuestro ser (2 Co. 5:17). Para permanecer en ese estado y llevar fruto, nos ha dado su Palabra y nos dice que debemos permanecer en ella (Jn. 15:5–7). Cuando el apóstol se refiere a un hombre perfecto, habla de aquel que, por el estudio de la Escritura y el conocimiento íntimo obtenido de la mente y el Espíritu de Dios, está bien equipado para todo trabajo a que sea llamado.