DÍA 361: El dios que se mueve a cinco kilometros por hora

Sermon  •  Submitted   •  Presented
0 ratings
· 29 views
Notes
Transcript
“Y te acordarás de todo el camino por donde el Señor tu Dios te ha traído por el desierto durante estos cuarenta años [...] para hacerte entender que el hombre no solo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del Señor”. Deuteronomio 8:2-3
El teólogo y misionero japonés Kosuke Koyama quedó tan impactado por el pasaje que he elegido que escribió un libro titulado “El Dios que se mueve a cinco kilómetros por hora”. Koyama comprendió claramente que Dios está dispuesto a dedicar mucho tiempo, cuarenta años, a enseñarnos verdades importantes y únicas. En un sentido muy real, durante el Éxodo, Dios caminó junto a su pueblo a paso de hombre (a cinco kilómetros por hora). Te propongo que pensemos en esto porque en el Nuevo Testamento, Pablo dice que todo lo que ocurrió y se escribió durante el paso por el desierto fue para exhortarnos y advertirnos a “quienes ha llegado el fin de los siglos” (1 Corintios 10:10).
Dios se toma en serio su propia Palabra, al punto de que invierte cuarenta años con el objetivo de que Moisés la escriba y la enseñe. La longitud del viaje y el resultado de lo que ocurrió durante este tiempo en el desierto, fue algo mucho más importante que proveerles comida y bebida. Imagínate que eres una persona que ha vivido como esclavo, que ha sido tratada como una bestia de carga durante siglos, ¡y de repente eres liberado!
¿Comprenderías quién eres en verdad?
¿Entenderías de dónde vienes, a dónde vas, a qué tipo de Dios sirves?
Sentado al lado de su tienda, Moisés tuvo que responder infinidad de preguntas. ¿Qué es el Pentateuco? La respuesta a las preguntas y necesidades de un pueblo en medio de una migración masiva. Moisés, inspirado por el Espíritu Santo, les dio una hoja de ruta para sus vidas (2 Timoteo 3:16-17).
En el contexto de las palabras de Moisés y de Pablo, la clave está en seguirle el ritmo a Dios, sin caer en los pecados de la cultura que te rodea, a medida que Él te enseña pacientemente su Palabra. No podremos dominar las Escrituras en un día o en un par de semanas. Podemos comenzar por una breve porción como Juan 3:16, o Juan 10:10 como en mi caso, pero hay mucho más.
Los tesoros que guarda la Biblia son tan abundantes que puede que nos lleve toda una vida llegar a apreciarlos plenamente. ¡Está bien! Dios es un Dios paciente, que camina junto a nosotros a medida que avanzamos. A veces necesitamos que nos corrijan. Tanto los judíos durante la travesía por el desierto como las iglesias del Nuevo Testamento se desviaban y despreciaban las bendiciones que recibían de parte de Dios: el maná, las aves y el agua. Moisés tuvo que enfrentarse al hecho de que el pueblo de Dios pudiese alejarse del camino. De igual manera, Pablo amonesta a la iglesia en Roma diciéndole: “¿O tienes en poco las riquezas de su bondad y tolerancia y paciencia, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento?” (Romanos 2:4). ¡Alabado sea Dios por su paciencia y tolerancia para con nosotros!
Así pues, caminemos pacientemente al ritmo de Dios, ya que Él camina pacientemente junto a nosotros. Según Gálatas 5:22, la paciencia es uno de los dones del Espíritu. ¿Eres paciente contigo mismo? A veces podemos exasperarnos por los errores que nosotros mismos cometemos y las decisiones imprudentes que tomamos. También podemos exasperarnos con los demás, ya sean nuestros hijos, nuestro cónyuge, nuestros empleados o compañeros de trabajo, pero tengamos con ellos la paciencia que Dios tiene con nosotros, que es la que el Espíritu Santo quiere producir en nosotros. Esto es lo que hará que sea un gozo estar con nosotros y que lleguemos a ser un refugio para otros en tiempos de necesidad.
Hoy vi un vídeo corto sobre una mamá alce, un enorme animal que habita en Norteamérica. Esta había dado a luz a una cría que, con sus delgadas patas, intentaba seguir a su madre lo mejor que podía. En un momento, ambas salieron del bosque para cruzar una carretera y, mientras la madre avanzaba con calma, la cría se detuvo indecisa. Entonces la madre se volteó y, regresando, acarició con el hocico a la cría, luego giró y avanzó unos pasos más sobre la carretera. La cría empezó a seguir a la madre con tímidos pasitos. Finalmente, ambos lograron cruzar mientras los automóviles se detenían para dejarlos pasar. De ese mismo modo trabaja Dios con nosotros, animándonos con paciencia, a “paso de hombre”.
Para orar y meditar a lo largo del día:
¿Le has dado las gracias a Dios por su paciencia? ¿Hay personas a las que deberías pedir perdón por haber perdido la paciencia con ellas?
Related Media
See more
Related Sermons
See more