El rey que reconoció la autorida de Dios.
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Introducción:
Introducción:
¿Qué tanto tomamos en serio a Dios?
Es bueno que estemos aquí hoy ya que recordamos que la vida no es para siempre, y de alguna manera nos es fácil pensar en Dios o escuchar acerca de él. Pero, ¿Qué hay de nuestro diario vivir? ¿reconocemos la autoridad de Dios en nuestro diario vivir? Es fácil decir que creemos en él, otra cosa muy diferente es reconocer su autoridad y someterse a él, solo esta última actitud constituye la verdadera fe. Una creencia en Dios que solo le busca cuando lo necesita y no se preocupa por agradarle o vivir para el es una falsa fe, una ilusión, es meramente utilizar a Dios para nuestro beneficio.
Quiero contarte la historia de un hombre que aprendió a reconocer la autoridad de Dios y eso fue lo que cambió su vida para siempre.
29 Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, 30 habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? 31 Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; 32 y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere. 33 En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves. 34 Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. 35 Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? 36 En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida. 37 Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.
Desarrollo:
Desarrollo:
¿Qué aprendemos en esta fascinante historia?
1. El orgullo del rey le llevó a la locura.
1. El orgullo del rey le llevó a la locura.
Este rey se había enorgullecido mucho por la grandeza que había alcanzado su reino. Llegó a decir: No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? (v. 30) Esto reflejaba el pensamiento de su corazón de que lo que había logrado era por su fuerza y así pasó por alto el hecho de que todo lo bueno que podamos obtener es gracias a Dios, él da la vida, la inteligencia y la fuerza. Por causa de esto Dios envió un juicio sobre él para que reconociera la grandeza de Dios. De un momento a otro Nabucodonosor se volvió loco y comenzó a comportarse como un animal, comía hierba como los bueyes y su cuerpo se mojaba con el rocía del cielo, sus uñas y su pelo creció abundantemente.
Aunque la locura de Nabucodonosor fue un juicio de Dios refleja el corazón de los hombres. Así como él nos envanecemos en nuestros logros y pensamos que son el resultado de nuestra fuerza o inteligencia y no le agradecemos a Dios. Esto nos lleva a la locura. Nuestros logros generalmente vienen acompañados de la maldad, de contiendas, envidias o daño que causamos a otros. Nos comportamos como bestias salvajes que nos saben vivir ni disfrutar de lo que Dios nos ha dado porque solamente pensamos en nosotros mismos y en alcanzar lo que nuestro corazón desea.
Sin embargo la misericordia de Dios estuvo con este rey como lo está para nosotros ahora.
2. La Misericordia de Dios le salvó al rey.
2. La Misericordia de Dios le salvó al rey.
Por la gracia de Dios Nabucodonosor volvió en si, la Palabra de Dios nos dice:
Daniel 4:34“34 Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre …
La Palabra dice que su razón le fue devuelta cuando “alzó sus ojos al cielo”, en ese momento reconoció y alabó la grandeza de Dios. Aquí podemos ver dos cosas:
El rey tuvo que ser humillado para que pudiera darle el lugar a Dios.
Solo cuando, en su humillación, miró a los cielos que recobró la cordura.
Así mismo, no es sino cuando somos humillados por Dios, a travez de alguna prueba, algún fracaso o cuando nuestro pecado es descubierto que estamos listos para mirar a Dios. Esto tiene que ver con el arrepentimiento. Nadie puede conocer verdaderamente a Dios si no está arrepentido. de lo contrario será como lo que hemos ya dicho: una falsa creencia en Dios que busca solo recibir algo de él porque en el fondo, a pesar de que digamos que creemos en él, seguimos amándonos a nosotros mismos y nos consideramos como lo más importante.
La palabra dice que el arrepentimiento es cuando reconocemos que somos malos, que hemos ofendido a Dios y nos humillamos ante él. A esto Dios revela su gracia y su gloria. La palabra de Dios dice:
Salmo 51:17 “17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.”
Santiago 4:6 “6 Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.”
Así mismo debes humillarte ante el Señor y esto parte con examinar tu vida a la luz de la Palabra de Dios y reconocer tu pecado y maldad. Solo así podrás conocer y experimentar verdaderamente a Dios en tu vida.
3. La verdad que entendió el rey.
3. La verdad que entendió el rey.
Cuando el rey puso sus ojos en Dios inmediatamente entendió la verdadera autoridad de Dios como su grandeza y gloria. ¿Qué fue lo que entendió Nabucodonosor?
1. El dominio de Dios es perpetuo.
1. El dominio de Dios es perpetuo.
“…bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades” v.34b
La palabra “sempiterno” quiere decir perpetuo, que permanece o que es eterno. Esto se enfatiza con la siguiente declaración: “y su reino por todas las edades”.
Esto habla la perpetuidad del reino de Dios, a diferencia de los reinos de la tierra. Todos los reinos de la tierra pasarán, terminarán, pero Dios siempre seguirá reinando.
Dice la Palabra: Daniel 2.44 “44 Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre,”
Y no solo eso, la perpetuidad de Dios no solo se refiere a su gobierno, si no a su palabra también.
Dicen las Escrituras: Salmo 33.11 “11 El consejo de Jehová permanecerá para siempre; Los pensamientos de su corazón por todas las generaciones.”
Esto es muy diferente a los hombres. Todo lo que podamos lograr en este mundo se desvanecerá, lo que ahora es un éxito un día caerá en el olvido igual que nosotros. Nuestra confianza y nuestro corazón debemos ponerlo en almo mas perpetuo que lo que podamos lograr, debemos ponerlo en el Dios cuyo reino nunca terminará.
2. El está por sobre todos.
2. El está por sobre todos.
“Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada” v.35a
Quiere decir que Dios está por sobre toda autoridad. Los reyes y los grandes gobernantes de la tierra, por muy poderosos que parezcan son considerados como nada para Dios. Nadie está por sobre Dios.
Dice la Palabra: Isaías 40.15-17 “15 He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo.16 Ni el Líbano bastará para el fuego, ni todos sus animales para el sacrificio.17 Como nada son todas las naciones delante de él; y en su comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es.”
Esta verdad debe alentarnos cuando pensamos que podemos ser perjudicados por los poderosos, o cuando sentimos impotencia por algo que no está en nosotros solucionar. Debemos recordar las palabras del Ap. Pablo en Romanos 8.31 “31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” Pero esta verdad nos debe infundir temor a Dios. No pensar en él con orgullo o altanería. Recordemos que podremos hacer en esta vida solo aquello que él permita y que cada uno partirá de este mundo inevitablemente el día que Dios lo haya sañalado.
3. Su voluntad prevalece.
3. Su voluntad prevalece.
“él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” v.35b
Nadie puede impedir que él haga su voluntad.
La Palabra nos enseña que Dios no actúa en base a las circunstancias si no que todo lo hace por su propia voluntad, Efesios 1.11 “11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad,”
Y nadie puede ir en contra de su voluntad, su planes nunca serán frustrados por nadie, Salmo 135.6 “6 Todo lo que Jehová quiere, lo hace, En los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos.”
Esto debe llamarnos la atención en nuestra actitud hacia lo que Dios hace: Dios no se equivoca, todo lo hace por su santa y buena voluntad, por eso debemos aceptar la voluntad de Dios con tranquilidad. Por otra parte no hay cosa mas necia que empecinarnos en hacer nuestra propia voluntad. Debemos someternos a él con humildad y entregar nuestras vidas para vivir para él.
Conclusión:
Conclusión:
Podemos concluir con dos verdades importantes:
Todo esto Nabucodonosor lo entendió cuando fue humillado. Después de que Dios envió su juicio sobre él y calló en la locura, comportándose como una bestia, es que el pudo finalmente mirar al cielo y aceptar la soberanía de Dios. De la misma manera para poder reconocer la soberanía de Dios se requiere humildad. Debemos sacar de nosotros la altanería y el orgullo y someternos a Dios y aceptar su gobierno. Después de lo que has escuchado hoy ¿de qué manera reconocerás la soberanía de Dios? ¿Hay algo en tu corazón que debes sacar para reconocer la autoridad de Dios en tu vida?
El comienzo de una vida que conoce y vive para Dios es reconocer la soberanía de Cristo. La Palabra dice: Romanos 10.9 “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” La vida del hombre natural es la rebeldía a la autoridad de Dios, esto se manifiesta en vivir sin temor de Dios, vivir a su manera y no tomar en cuenta la voluntad de Dios. Debes reconocer tu pecado y entregar tu vida a Cristo reconociéndolo como el Señor y confiando que él te perdonará.