1 Pedro 1:22-2:3
Sermon • Submitted • Presented
0 ratings
· 148 viewsNotes
Transcript
1 Pedro 1:22-2:2
1 Pedro 1:22-2:2
22 Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; 23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. 24 Porque:
Toda carne es como hierba,
Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.
La hierba se seca, y la flor se cae;
25 Mas la palabra del Señor permanece para siempre.
Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.
2:1 Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, 2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, 3si es que habéis gustado la benignidad del Señor.
BOSQUEJO
I. La pureza del alma para el amor fraternal
II. El mandamiento del amor
a. Es un amor divino, continuo y puro.
b. La nueva naturaleza hace posible esta clase de amor
III. Como llevar acabo el mandamiento del amor
a. Desechando lo impuro
b. Deseando la Palabra pura
INTRODUCCIÓN
La salvación que los creyentes han recibido no es menos que gloriosa, la ha prometido el Dios bendito, quien los ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible (1 Pe 1:3-4), que tiene al Señor Jesucristo como el objeto de la fe y amor y quien produce en sus corazones un gozo inefable y glorioso (1 Pe 1:8). Esta salvación libró al hombre de “su vana manera de vivir” que no es otra cosa que una vida desprovista de significado, sentido real, vacía, futil, engañosa, un vida que, más bien era una muerte espiritual y que conducía inevitablemente al infierno eterno.
El precio de este recate fue altisimo, no fue con “oro o plata”, estás cosas bellas, útiles y muy lujosas sirvieron para poner coronas, anillos y vestir a los reyes en pasado; toneladas de oro y plata se usaron para construir el monumental Templo de Salomón (1 Crónicas 29:7 NTV) sin embargo, ellas mismas estando sujetas a corrupción no pueden comprar la salvación del hombre (1 Pe 1:7). Se requirió que el pago fuera con la sangre preciosa del impoluto Cordero de Dios quien desde antes de la fundación del mundo había sido destinado para semejante sacrificio.
Pero esta salvación aunque es gloriosa, sublime fue administrada por los profetas y admirada por los santos angeles (1 Pe 1:10-12) de ningún modo pertenecen a las cosas del misticismo inútil, no es abstracta en su efecto ni está desprovista de utilidad. Aquel que la posee es llamado a ser santo en toda su manera de vivir (1 Pe 1:16), que, como ya hemos mencionado, consiste en poseer un estilo de vida que se opone a la corrupción del mundo y su concupiscencia, y que además, define fielmente y comunica excelentemente las virtudes morales de nuestro Dios (1 Pe 2:9), para que al mantener esta conducta cristiana irreprochable Dios sea glorificado en el día de la visitación (1 Pe 2:12).
Además el efecto de esta salvación es tal que la vida del creyente tiene como “latido cardíaco” el temor de Dios, que para Pedro, es más que una mera cordialidad o un miedo a la divinidad, es la reverencia, solemnidad y profundo respeto que se le debe a Dios lo cual nos lleva andar en sujeción a su ley.
Siendo esto el propósito de la salvación el creyente es instruido por la Palabra de Dios y la obra del Espiritu Santo para llevarlo acabo. No es el cielo la meta, sino conformar al creyente a la imagen de su Hijo Cristo, convertirlo en un varón perfecto, fomar en el un nuevo hombre celestial que pueda manifestar la gloria de Dios en el mundo caído en el que se encuentra. Pedro comienza a desarrollar este tema de la santidad y el temor a Dios en diferentes contexto de la vida del creyente. Esta sección el contexto es las relaciones entre hermano (iglesia).
Argumento:
I. La Pureza del alma para el amor fraternal
I. La Pureza del alma para el amor fraternal
22 Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido.
Preste atención a la forma tan maravillosa con que Pedo encabeza esta parte de carta: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad”. El pueblo de Israel por medio de la Ley Mosaica debía someterse a un rito de purificación por 4 razones: (1) Por haber tocado un muerto ( Nm 5:2; Nm 19:11), (2) Por las emisiones de flujo corporal ( Lv 15). (3) Por haber dado a luz la mujer (Lv. 12:1-8). Y (4) Por lepra (Lv. 14). Quienes no estuvieran dispuestos a cumplir con este mandamiento eran echados del campamento (Nm 5:3) e incluso ejecutado (Nm 19:20). Pero ¿Cuál era el efecto de esta purificación? el Libro de Hebreos nos dice que la sangre de los toros, de los machos cabrios, y las cenizas de las becerras rociadas a lo inmundo solo servían para la purificación de la carne (Heb 9:13). Estos rituales de purificación tenían una eficacia solo externa y apuntaban a la necesidad de una purificación más grande y más importante: la del corazón (Sal 51:7; Ez 36:25).
Para los tiempos bíblicos, los judíos habían añadido a estas ceremonias los rituales de purificar los utensilios y el lavado de las manos, lo que nos deja la sensación de que hay un alejamiento pervertido y deshonroso del verdadero sentido de la purificación. Pero la verdad que proclama nuestro texto es extraordinaria, los cristianos han purificado no “sus vestidos”, ni “sus utensilios”, ni si quieras “sus cuerpos” sino “vuestras almas”. Pedro hace notorio la superioridad del Nuevo pacto. El sacrificio de Cristo limpia la conciencia de obras muertas (Heb 9:14), purifica los corazones (Heb 10:19-22, Cf. Hch 15:19, Stg 4:8) y como dice Pedro el alma (v.22).
Pero ¿Qué significa exactamente que las almas de los cristianos han sido purificadas? El término almas (gr. psyche) tiene un fuerza tremenda, es una de esas palabras muy queridas y usadas, pero difícil de explicar. El término que usa Pedo significa vida. En este sentido el alma es la parte del hombre que posee la vida y hace de él un ser viviente (Gen 2:7). Cuando Pedro dice que las almas de los creyentes han sido purificadas está diciendo que la parte inmaterial y esencial del hombre donde residen todas sus facultades psicológicas que lo constituyen persona única, a saber, su mente, afecto, conciencia y voluntad han sido limpiadas de toda característica pecaminosa indeseable. El Ser interior, la persona en su totalidad, el núcleo esencial de donde se genera toda acción vital ha sido limpiado de los elementos indeseados del pecado !Esto es extraordinario!
Pero ¿Cómo es que ellos lograron tal limpieza? pues, no con alguna ablución sino por “la obediencia a la verdad”. Es decir, el haberse ajustado sumisamente al evangelio produjo en ellos una pureza en el núcleo mismo de su vida. Esto comenzó en el día de su conversión y continua durante toda su vida.
No nos sorprendamos hermanos de la afirmación de apóstol Pedro, pues, tal es el poder dinámico de la Palabra en el creyente. Jesús habló de ello a sus discípulos: “Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado.” Jn 15:3. Y en su oración sacerdotal pide: “Santificalos en tu verdad tu Palabra es Verdad” y aún dice “...Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad” (Jn 17:17,19).
Por su parte el escritor de hebreos dice que “...la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamiento y las intenciones del corazón” Heb 4:12. Y Pablo dice que la Escritura Inspirada por Dios es “...útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra.” 2 Tim 3:16-17.
Ahora bien, note que no es la verdad por si sola la que Pedro tiene en mente, sino la obediencia a la vedad. El creyente puede tener la Biblia abierta en su casa, pero si su casa no está abierta a la Palabra ha edificado sobre la arena. Puede tener su Biblia marcada con sus versos favoritos pero si no deja que la Biblia lo marque a él, es solo un sarmiento seco preparado para el fuego. Puede memorizarla como un erudito, cantarla como un soprano, e incluso defenderla como los profetas de antaño él solo es un metal que resuena, un címbalo que retiñe. La Palabra debe ser obedecida esta es la empresa a la que debe entregarse el creyente. El alma que humildemente y en oración toma su Biblia para encontrar la voluntad de su Señor y luego resuelto y valiente se pone en marcha para cumplirla está cercar del cielo y la Biblia lo llama inmensamente Feliz (Sal 1:2-3)
Añade Pedro (según algunas versiones) que esta obediencia se logra no apunta de resoluciones, sino mediante el Espíritu. Es decir, el Espíritu de Dios es el agente. Él es el que ilumina la mente, cambia el corazón y aplica poderosamente la Palabra dándonos testimonio de que es verdad y cambiando nuestras disposiciones para una humilde obediencia. El hombre puede tomar un oro de calidad inferior y refinarlo hasta obtener un oro de mejor pureza; puede tomar un trozo de cobre y por la electrolisis conseguir un cobre 99,99% puro; puede tomar un trozo de metal llevarlo al horno y obtener así un metal puro; incluso, pude purificar el agua pasándola por un filtro de carbono activado. Pero jamás podrá bajo ningún proceso mecánico purificar su alma, tal cosa está más allá de su alcance, la mente del hombre está puesta en las cosas de la carne, es enemiga de Dios, y " ...no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo” (Rom 8:5-8).
Pero esta purificación no es absurda o indiscriminada, no carece de propósito, tampoco es egoista como si solo se tratase de un esfuerzo para estilizar la vida, al contrario, aunque se lleva acabo en el individuo, tiene un propósito colectivo: “para el amor fraternal no fingido”.
Para Pedro los creyentes deben ser fraternales (1 Pe 3:8) y es una virtud que debe abundar en el creyente y que no los dejará ocioso ni estéril en el verdadero conocimiento de nuestro Señor (2 Pe 1:8). El Nuevo Testamento deja en claro que el amor fraternal es demostrar afecto hacia el hermano, con honra, teniéndolo en preeminencia (Rom 12:10); está relacionado con la amable hospitalidad, y con sentir los padecimientos del hermano como si fueran propios (Heb 13:1-2). Además, La Biblia afirma que Dios nos enseñó amar de esa manera, y por lo tanto, debemos practicarlo y abundar en él (1 Ts 4:9-10). Entonces, el amor fraternal es la clase de hermandad que debe existir entre los cristiano que ha sido ordenado y modelado por Dios mismo. A esta elevada hermanda, el apóstol Pedro le añade el adjetivo “no fingido”, con la cual ata inseparablemente con las cuerdas de la sinceridad la acción con la intención, la demostración con el sentir. Hace de la hermandad un asunto del corazón.
II. El mandamiento del amor
II. El mandamiento del amor
22 (b) “...amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro”
a. Es un amor divino, continuo y puro.
a. Es un amor divino, continuo y puro.
Pedro introduce aquí el amor (agapao) como elemento que mantendrá viva la fraternidad. Así como la sangre viaja por las arterias y venas del cuerpo proporcionando agua, oxigeno, y los nutriente que el cuerpo necesita para vivir, así el amor es la sangre que viaja por todo el cuerpo de Cristo dandole oxigeno y todo nutriente para que la fraternidad se mantega viva y saludable. Este amor es el distintivo de la fe cristiana pues la Biblia nos dice que “…en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión significan nada, sino la fe que obra por amor.” Gal 5:6.
Su epítome lo hallemos en 1 Corintos 13 donde el apóstol nos dice que el amor “...es paciente, es bondadoso; ...no tiene envidia; ...no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”
Semejante amor es un fruto del Espiritu de Cristo en nosotros (Gal 5:22), La corona de ese amor es darse un mismo al seguir el ejemplo de Cristo: “Y andad en amor, como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma” Ef 5:2. De hecho, el Señor dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros.”Jn 13:34.
Para darle fuerza a su mandamiento de amar Pedro añade dos palabras: entrañablemente y de corazón. La primera, entreñablemente, resalta su intensidad y extensión. La segunda, de corazón resalta lo que involucra: la mente, los afectos y el conocimiento. Entonces, el creyente debe tener fraternidad unos con otros con un amor divino que sea ferviente en su avance, voluntarioso en sus acciones, continuo en su ejercicio, sincero en su afecto, puro en sus motivos e inteligente en sus aplicaciones.
b. La nueva naturaleza y su simiente hacen posible esta clase de amor
b. La nueva naturaleza y su simiente hacen posible esta clase de amor
¿Considera ustedes que la pluma del apóstol parece más bien el pincel de un artista idealista? ¿Le parece que Pedro se ha dejado llevar por un impulso de la belleza y ahora vislumbra una realidad refinada libre de toda bajeza pero imposible de vivir? Hay belleza en sus palabras pero.... ¿Tal realidad es posible? Definitivamente si. Para Pedro esta realidad no se basa no es un ideal subjetivo, sino en una vedad objetiva:
23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. 24 Porque:
Toda carne es como hierba,
Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.
La hierba se seca, y la flor se cae;
25 Mas la palabra del Señor permanece para siempre.
Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.
Es decir, "ustedes han nacido de nuevo”, hechos nuevas criaturas, no mejores, no más avanzadas, sino nuevas criaturas. Y esto no de simiente corruptible, sino de incorputible...” El término simiente (gr. sporas) hace referencia a la acción de sembrar una semilla o la semilla ya sembrada. Toda semilla debe perder sus propiedades hasta morir para poder dar vida a un nuevo organismo (Jn 12:24). Pero el nuevo nacimiento del creyente no proviene de una semilla de esta clase, sino de una que no está sujeta a ninguna descomposición porque es imperecedera o incorruptible. A saber, la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
Y para dar fuerza a su argumento, el apóstol trae a memoria las palabras dichas por Dios a través del Profetas Isaías:
Toda carne es como hierba,
Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.
La hierba se seca, y la flor se cae;
25 Mas la palabra del Señor permanece para siempre.
Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.
Observe el contrate entre el hombre y la Palabra. El hombre no regenerado con todas sus comodidades, con todas sus ventajas mundanas, riqueza, conocimiento y fama "...como la hierba son sus días; como la flor del campo, así florece; cuando el viento pasa sobre ella, deja de ser, y su lugar ya no la reconoce” Sal 103:15–16. Pero la Palabra permanece para siempre.
Además, note que tanto Pedro como Isaías apuntan al autor final de la Palabra: Dios, el Señor. En la profecía de Isaías se anuncia con fuerza la Majestad del Señor a quien pertenece la Palabra, esto no se peude desvicular, la Palabra de Dios es porque Dios es. Se le proclama como Aquel que mide las aguas con el hueco de su mano, y los cielos con su palmo. Aquel que con tres dedos juntó el polvo de la tierra, quien pesó los montes y los collados con su balanza. A su Espíritu no hay quien lo enseñe, a nadie jamás le ha pedido consejo, nadie le enseñó juicio, ni ciencia, ni le mostraron la senda de la sabiduría; las naciones son como las gotas de agua que se caen de cubo, o como el polvo menudo en una balanza, cuando a todas ellas las comparas con Él son menos que nada. Está sentado sobre el circulo de la tierra, extiende los cielos como un cortina y convierte en nada a los poderosos, de hecho, sopla sobre los gobernante y se secan y hace que su memoria sea como un tronco seco. Él llama a las estrellas por su nombre y no les falta ninguna. Tal es la grandeza de su poder y su dominio. A este Dios pertenece la semilla incorruptible de la palabra de Dios por la que el creyente nace de nuevo.
Pero permítame decirle más, este majestuoso Ser no solo es su Autor sino que el contenido es Su más profunda e intima revelación. Pablo hablando de la Palabra dijo: “Toda la Escritura es inspirada por Dios”. El termino inspirada por Dios (gr. Theopneustos) significa respirada por Dios, “pneustos” hace referencia al aire cálido que expulsan los pulmones cuando se exhala. Dios exhaló su Palabra. Y está revelado de una manera tan profunda y cercana en ella que cuando usted la estudia puede sentir su respiración cálida en su rostro. Esta bendita Palabra está viva porque Dios vive y permanece para siempre por que su autor es El Eterno. Tal es la clase de simiente por las que ustedes han nacido de nuevo, por lo tanto, podemos esperar que un amor divino gobierne sus relaciones.
III. Cómo llevar acabo el mandamiento del amor
III. Cómo llevar acabo el mandamiento del amor
Ahora nos acercamos a la conclusión del Apóstol y la pregunta aquí es ¿Cómo debemos vivir a la luz del mandamiento de amar y el poder que tiene la Palabra sobre el creyente? Simple: Desechando lo impuro y deseando lo puro.
a. Desechando lo impuro
a. Desechando lo impuro
2:1 Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones.
Lo primero que pide el apóstol es que se deseche un serie de vicios que son completamente ajenos a la naturaleza renovada del cristiano. El término desechando es bastante gráfico, se concibe al creyente como un hombre que se quita una ropa sucia y putrefacta, no para lavarla y conservarla en su armario para la debida ocasión sino deshacerse de ella. Desechando implica repudio, desprecio y desestima. Además observe el uso deliberado del adjetivo toda o todo. Esta es la actitud que se demanda del creyente para laboriosa empresa a la que debe dedicarse.
La primera en la lista es la malicia. No solo deben desechar alguna clase de malicias sino “toda malicia”. El término es maldad, y la expresión significa desechando todo aquello que pervierte la virtud y que conduce a fines malvados, de allí que también signifique perversión. Para Santiago la maldad debe ser desechada para recibir la verdad: “Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. Stg 1:21. Tal vez usted piensa que su alma ha sido suficientemente impactada por la verdad y está libre de esa clase maldad. Pero tenga cuidado, se nos dice que Simón el Mago también creyó y que estaba atónito ante el poder y las señales que traían las buenas nuevas de Reino, al punto que ofreció dinero a los apóstoles a cambio del Don del Espíritu Santo. A este Pedro le dijo: “arrepiéntete de esta tu maldad, y ruega al Señor que si es posible se te perdone el intento de tu corazón. Porque veo que estás en hiel de amargura y en cadena de iniquidad. Hch 8:22–23.
El otro vicio es “todo engaño”. Esto es actuar de manera astuta y deliberada encubriendo la verdad y mintiendo con fines malvados. La palabra dolos nos recuerda el uso de un cebo para atraer a una victima a una trampa mortal. La serpiente astuta engaño a la muer, por eso, Eva le dijo a Dios “la serpiente me engañó y yo comí” Gen 3:14. Abraham engañó a Abimelec al decir que Sara era su hermana (Gen 20:2) y casi le cuesta la vida a Abimelec. Jacob engañó a su Padre al hacerse pasar por Esaú y así tomó la bendición patriarcal (Gén 27:13-14). Jacob mismo fue engañado por su suegro Laban quien le cambió el salario 10 veces (Gén 31:7-10). Los hijos de Jacob también lo engañaron al decirle que José había sido devorado por una bestia (Gen 37:31) trayéndole mucho dolor al corazón de su Padre. Amnón el Hijo de David se enamoró de su hermana Tamar haciendose el enfermo y engañó a todos y terminó violandola (2 Sam 13:1-14). El creyente debe librarse de todo engaño y astusia, debe perseguirla en lo más profundo de su corazón y sacarla de ahí como un trapo sucio.
Hipocresía, el término griego está en plural por lo tanto es hipocresías (LBLA). El termino griego hypokreseis proviene de la jerga teatral, denotaba un actor que actuaba representando a alguien que en realidad no era. El actor escondía sus verdaderos pensamientos, actitudes y sentimientos bajo una mascara mientras pretendía ser alguien que en realidad no era. Y el sentido de la palabra aquí según la usa Pedro es la falta de sinceridad en virtud de pretender tener habilidades, creencias e intereses que en realidad no se tienen. Las denuncias mas terribles contra este pecado salieron de los labios de nuestro Señor, P. eje. El Señor llamó hipocrita a aquellos que tiene una preocupación falsa por la mota del ojo del hermano cuando en su propio ojo tiene enterrada una viga (Mt. 7:3-5). Llamó hipócritas a los escribas y fariseos por impedir que la gente entrara al Reino de los cielo con un legalismo malvado que ni ellos mismo podían cumplir (Mt 23:13); Llamó hipocritas a los que por fuera lucían hermosos pero por dentro estaban llenos de huesos muertos e inmundicia, porque por fueran parecían hombres justos pero por dentro estaban llenos de hiocresía e iniquidad (Mt 23:27-28). Llamó hipocritas a aquellos que con sus labios honran a Dios pero cuyos corazones están muy lejos de Dios. (Mt 15:7–8.) En el Cáp 23 de Mateo vemos al Señor llamando al menos 7 veces hipócritas a los escribas y fariseos. La razón no era otra que denunciar su religión fingida. Ellos habían hecho de la religión un asunto de cosas externas, eran actores de la peor clase, eran farsantes que construyeron una mascara de religión para esconder debajo de ella un corazón lleno de orgullo, robo, envidia y asesinato mientras que se vendían entre el pueblo como hombres celosos de la ley.
Desechar la hipocresía es trabajar para que mi corazón y mis acciones se tomen de la mano. No se apresure usted a decir !ba! yo no sufro de semejante mal puesta esta hierba mala crece en todo corazón. Aún Pablo tuvo que condenar a Pedro por una hipocresía tal que incluso arrastro a Bernabé y al resto de los judíos (Gal 2:11).
“envidias” Es el resentimiento hacia las posesiones, dones o ventajas que tiene otro. Es un pecado que se anida en el corazón y que puede vivir sin que muchos lo noten, pero está ahi, haciendo su trabajo y manifestandose de muchas fomas. Pablo le pide a los Romanos que no anden en envidia (Ro 13:13); denuncia a los corintos que entre ellos “hay celos, contiendas y disensiones” (1 Co 3:2-3): A los Gálatas les advierte contra la envidia como una obra de la carne (Gal 5:21). Una vez más no piense usted, yo no tengo envidia pues aun los discípulos del Señor parecen dominados por la envidia cuando discutían quien de ellos debería ser considerado el mayor (Lc. 22:24).
“y todas las detracciones” estás son las palabras que dañan la reputación de otra persona, es difamar e incluso insultar. Toda clase de calumnia debe ser quitada, porque daña la fraternidad. Sino tratamos estas cosas inevitablemente la fraternidad se verá afectada y el amor manchado.
b. Deseando la palabra pura
b. Deseando la palabra pura
2:2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, 3 si es que habéis gustado la benignidad del Señor.
El término desead, denota un anhelo intenso, vehemente y además persistente por la Palabra de Dios. Queriendo el apóstol enfatizar sus ordenanza pone ante sus lectores un hermosa figuras: “desead como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada”, ¿Hay alguna ilustración más clara que esta? el niño depende absolutamente de la leche para la preservación de su vida por lo tanto todos sus esfuerzos y atenciones está dirigidos hacia su vital alimento. Esa es la idea aquí.
El recién nacido llorará intensamente por la leche como por ninguna otra cosa. Del mismo modo el creyente debe dirigir toda su atención y esfuerzo estudiarla.
El recién nacido depende de la leche para vivir, el creyente depende de la Palabra de Dios para vivir.
El niño desea su leche con regularidad estricta. Igualmente, el creyente debe estudiar con regularidad la escritura, todos los días, varias veces al día.
El niño beberá su leche hasta que esté totalemente satisfecho. De la misma manera el creyente debe estudiar la Palabra de Dios, no hasta que se cumpla los 15 min de su devocional sino hasta que su alma esté completamente satisfecha.
Pedro ha exaltado la Palabra de manera poderosa, no solo es Palabra de Dios que vive y permanece para siempre, además es "..no adulterada.” Es decir está libre de toda clase de impureza o errores. Por lo tanto, debe leerla, debe estudiarla, memorizarla y practicarla porque su vida depende de ello.
Ahí el cristiano tiene todo lo que necesita para su vida, o como lo dice Pedro: “para que por ella crezcáis para salvación” el énfasis aquí recae sobre el verbo crezcáis que denota un crecimiento saludable. El cristiano debe crecer continuamente en su salvación y no lo puede hacer a expensas de la Palabra.
Para Pedro este deseo está perfectamente justificado por si es que habéis gustado la benignidad del Señor. La Palabra de Dios se vuelve un deseo para el creyente que ha saboreado lo bondadoso que es Él Señor. Una vez que lo haga deberá admitir como como el maestre sala de la boda que el vino que da Jesús es “el buen vino” Jn 2:10. Su alma al beber el “vino añejo” no deseará vino nuevo sino que dirá: «El añejo es mejor». Lc 5:39. Su voz inevitablemente se unirá a la del Salmista y dirá: “Como con médula y grosura está saciada mi alma; y con labios jubilosos te alaba mi boca.” Sal 63:5.