estudio a la carta de romanos
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Comentario Teológico y Expositivo: Romanos (Capítulo 1: Introducción a Romanos)
Capítulo 1
Introducción a Romanos
Romanos
1:1–17
Son las epístolas de Pablo fuente de riqueza teológica cuyas aguas han bañado el pensamiento cristiano a lo largo de la historia de la Iglesia. En ellas se encuentra la mayor parte de la estructura doctrinal profesada por el cristianismo bíblico. Romanos aparece en primer lugar de los escritos paulinos en nuestras biblias. No significa lo anterior una precedencia cronológica en relación a las demás, sino una primacía en importancia por constituir la más detallada exposición y el mayor testimonio del evangelio que Saulo de Tarso recibió de Jesucristo.
1. Generalidades
1.1. Autor*
De convicciones firmes y fe calada es el autor de la epístola a los Romanos. Es Pablo, siervo de Jesucristo. En contraste con su anterior credencial que lo acreditaba como emisario del Sanedrín judío para eliminar la secta de los nazarenos, perseguidor tenaz de los creyentes y con el orgullo de su educación farisaica, ahora es un humilde doûlos, esclavo del Señor y con la conciencia de un llamamiento divino al ministerio apostólico, consagrado especialmente para la proclamación del evangelio de Dios. Romanos 1:1.
Con la gracia del llamamiento divino recorrió el mundo llevando el mensaje evangélico para la obediencia a la fe en todas las naciones; fundó iglesias en las principales ciudades del imperio romano; implantó un sistema de discipulado que aseguró la calidad de la transmisión de la fe cristiana y proveyó mediante sus escritos de un fundamento sólido para la recta edificación de la vida moral y espiritual de los seguidores de Cristo de todos los tiempos. Romanos 1:5–8.
1.2. Receptores
Se dirige la carta a los creyentes radicados en la ciudad imperial. Se llama Romanos no porque se pretenda llegar a todo habitante de Roma, más bien se especifica la dirección hacia los amados de Dios, llamados a ser santos. Romanos 1:7. Resulta claro en la lectura de la epístola una distancia personal entre autor y receptores. Hasta ese momento Pablo conocía de la iglesia en Roma sólo por mediadores. Había tratado de acudir al lugar y encontrarse con la gente, pero le fue impedido en múltiples ocasiones. Romanos 1:13. De allí que el apóstol se extienda tanto en la presentación y exponga en forma tan detallada y completa sus premisas doctrinales.
Se han presentado diversas conjeturas sobre la fundación de la iglesia en Roma; de las cuales parece más lógica la que adjudica el origen de la plantación de la obra a la labor evangelística de algunos conversos en el día de Pentecostés. Lo cierto es que cuando Pablo escucha de ella recibe testimonio de una congregación, cuyo testimonio se divulgaba por todo el mundo. Romanos 1:8.
1.3. Lugar y fecha
Todos los eruditos concuerdan en citar Corinto como el lugar desde donde Pablo envía la epístola a los Romanos. Entre las principales razones se aducen las siguientes: aparece una recomendación del apóstol sobre Febe, portadora de la carta, la cual era diaconisa en la iglesia de Cencrea, puerto oriental de la ciudad de Corinto. Romanos 16:1. Se envía un saludo de parte de Gayo, hospedador del autor, residente de la misma entidad. Romanos 16:23; 1 Corintios 1:14. También se menciona a Erasto como enviando saludos, quien en otro pasaje se presenta permaneciendo en Corinto. Romanos 16:23; 2 Timoteo 4:20.
La fecha de la redacción se ubica aproximadamente entre los años 56–58 d.C. durante el tercer viaje misionero del apóstol Pablo.
1.4. Ocasión
Se regocija Pablo con el testimonio de la fe de una comunidad fervorosa a la cual no conocía personalmente, sino a través de otros. La adoptó para incluirla en su agenda de intercesión, y llegó a amarla en gran manera. Intentó acudir para confirmar la fe de los miembros mediante su doctrina y ministración. Romanos 1:8–13.
Ardía en el corazón de Pablo el deseo de alcanzar a todas las naciones posibles con su mensaje de salvación. Su proyecto misionero apuntaba a España. Romanos 15:28. Esperaba el apoyo de los creyentes romanos para lograr el objetivo. Y aunque no era el fundador de la Iglesia en Roma, como apóstol de los gentiles sentía carga por ministrarles personalmente según las necesidades que detectara, en las cuales servir a través de los dones espirituales que Dios usaría para confortar el ánimo de los fieles. Romanos 1:11, 12.
Se nota en las expresiones un conocimiento por parte del siervo de Cristo de ciertas tensiones existentes entre los judíos y gentiles de la congregación romana. De ahí que se dedica a exponer sus principios teológicos y éticos a fin de aliviar la situación y promover la comunión cristiana para el desarrollo saludable de las relaciones en la Iglesia.
La amplia lista de saludos indica que, a pesar de no tener contacto con la asamblea cristiana en Roma, había razones de peso para sentir amor especial por ella; pues tenía parientes y amigos entrañables del ministerio en aquella ciudad. Así, aprovecha el viaje de Febe para enviar con ella la misiva. Romanos 16:1–15.
1.5. Propósitos
Jorge G. Parker,* autor de Estudios sobre Romanos presenta cuatro objetivos de la carta:
a. Dar instrucción sistemática y plena a los cristianos en Roma.
b. Combatir la tendencia legalista en la iglesia.
c. Edificar a los creyentes en la iglesia de Roma.
d. Conseguir una recepción favorable para sí cuando llegara a Roma.
1.6. Tema
La justificación por la fe en Cristo
Se divide Romanos en dos secciones, de acuerdo al estilo paulino, la primera parte eminentemente teológica (capítulos del 1 al 11), y la última de línea ética (capítulos del 12 al 16). La doctrina bíblica es la base de la fe, mientras la conducta cristiana es la manifestación o el resultado de aquélla.
2. El evangelio de Dios
Remonta el apóstol el origen del evangelio hasta Dios mismo. Él es causa y fin del proyecto de salvación para la humanidad. Romanos 1:1. Los profetas fueron voceros que anunciaron y consignaron en las Escrituras sagradas la promesa de bendición y gracia. Romanos 1:2.
Las buenas nuevas de salvación provienen del Padre. Es él quien acude a rescatar de su condición al ser humano. No es evangelio de hombres; ni de ángeles. A nadie se le ocurre inventar un mensaje tan sublime; menos a una naturaleza caída. No toma la iniciativa la creatura en el camino de regreso a su origen de bien, sino el buen Dios quien prepara un plan para retomar el curso de la relación con aquellos que lo desprecian. En Romanos se ve al Creador haciendo el esfuerzo total; enviando a su hijo y llamando siervos como Pablo a fin de proyectar su mensaje de amor y gracia a todas las naciones. Romanos 1:1–7.
3. El evangelio de Cristo
Si existe un énfasis en los escritos paulinos y en Romanos específicamente es el cristocentrismo. Perì toû huìoû. Acerca de su Hijo; relaciona directamente al evangelio de Dios con la persona de Jesucristo. Es el Hijo de Dios la esencia misma del mensaje salvador. Es su encarnación y su nacimiento en la línea genealógica de David, su santidad y resurrección de entre los muertos lo que constituye el argumento mismo de la obra divina para el rescate de los perdidos. Romanos 1:3, 4. Lo que es y lo que hizo Jesús es la base para la edificación de una nueva relación especial entre el justo y los rescatados de un pasado deplorable, justificados al creer en el Señor.
4. El orgullo del evangelio
Nada hay de vergonzante en el hecho de profesar adhesión al evangelio. Es increíble como el espíritu mundano trastorna los valores en la sociedad, de tal forma que se presume por todos los medios la nacionalidad, la corriente política y hasta la inmoralidad, pero se critica severamente a quienes profesan fe en Cristo. Peor aún si los creyentes siguen la jugarreta de los impíos y se avergüencen de su relación con Dios.
Pablo portaba con orgullo y satisfacción su mensaje; consciente de su origen divino, inalcanzable para los soberbios de este siglo; poderoso como su originador y fuente, superior a toda fuerza del índole que sea; y efectivo para salvación plena, portador de la justicia divina accesible a todo el que quiera creer en él. Romanos 1:16, 17.
4.1. El evangelio es poder de Dios
Es Dios quien desafía y vence las fuerzas malignas destructoras del género humano. A través de la encarnación, una vida de santidad plena y la muerte del Justo como pago del costo por todas las vilezas de los descendientes de Adán, el Señor rompe de tajo el poder del pecado que los confinaba a la destitución total de la gloria. Mediante la resurrección, milagro de mayor trascendencia, se declara el poder divino sin límite, arrebatando la potestad a la muerte, la cual era el mayor enemigo a vencer.
Así que con poder ilimitado e inigualable, el Señor ofrece la salvación y la justicia a los pecadores que quieran la libertad, y la vida a cuantos deseen escapar de la potestad de la muerte.
4.2. El evangelio es poder de Dios para salvación
El hecho de que Dios quiera salvar implica una condición crítica en el ser humano. Testifica la Biblia la debilidad carnal frente al mal y la incapacidad del hombre para salvarse a sí mismo. Alguien comparó la crisis del pecado con una persona en un pantano. Todo esfuerzo por salir será inútil y contraproducente; se hundirá sin remedio cada vez más. Forzosamente requiere ayuda de alguien en diferente condición, ya que otro igual en nada ayudaría.
Exactamente sucede así con quienes viven en condición de pecado. Son incapaces de autorrescatarse, y otro perdido nada puede hacer por ellos; si entre los hijos de Adán no hay ni siquiera un justo, luego es inevitable la conclusión fatídica: No hay solución. Aquí radica la grandeza del evangelio: Es poder de Dios para salvación. Jesucristo es la respuesta de Dios para los necesitados. Libera al ser humano del dominio del mal, de la condenación y le reconcilia con el Señor; sometiéndole a un régimen de vida. No porque en alguna manera el bien sea merecido, sino por la gracia de aquél que entregó su vida para rescate de los muchos.
4.3. El evangelio es poder de Dios para todo aquel que cree
No podía ser mayor el alcance del pecado que el de la gracia. La bendición soteriológica es universal. Nadie queda exento de la bendición por parte de Dios, se autoexcluyen quienes rechazan el evangelio de Cristo.
Testifica Pablo su llamado apostólico para la obediencia a la fe sin límites territoriales, y por amor al nombre de Dios ha de llegar a todas las naciones, incluyendo a los lectores de la carta. Romanos 1:5–7. Además se proclama deudor responsable de que el evangelio se anunciara prontamente a toda clase de gente. A griegos y no griegos, a sabios y a no sabios, denota la inexistencia de barreras culturales en el proyecto divino de evangelización. Los helénicos eran los eruditos del mundo, quienes contaban con los más elevados conocimientos filosóficos; los no griegos, o bárbaros como señala el texto de Nestle-Aland, alude a los ignorantes de la tierra.
Los de estatus ante la sociedad y los olvidados son objeto del amor del Padre. La procedencia, raza o cultura ni privilegian ni impiden que a toda persona le sea predicado el evangelio. El deudor procura librarse de su deuda. Ésta lo ata y consume. Así es como el creyente debe sentir el peso de la necesidad de compartir con prontitud a otros las buenas nuevas de salvación, sin perder oportunidad. Romanos 1:14, 15.
Al judío primeramente en ninguna manera implica superioridad espiritual de los israelitas o favoritismo de Dios hacia este pueblo, otorgándole privilegios o dones aparte de los que se brindan a los gentiles. Más bien alude al factor cronológico. El soberano decidió revelarse primero a Israel y a partir de él al mundo. Así la revelación divina de la Escritura vino a través de los judíos, así mismo Cristo vino bajo esa nacionalidad, por lo cual ellos antes que nadie escucharon de los labios del maestro y los apóstoles la predicación de la gracia y la verdad divinas. Romanos 1:16.