LA UNIDAD DE LA IGLESIA Y LA MISIÓN[1]
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Introducción
Introducción
Entre las creencias fundamentales de la Iglesia Adventista, figura la número 14: La unidad en el cuerpo de Cristo. En ella se puntualiza la importancia de la unidad entre la diversidad de miembros. Siendo que es un concepto teológico, la unidad tiene alcances profundos que no siempre alcanzamos a valorar.
Sin embargo, se ha revelado lo suficiente para que no estemos a ciegas sobre el tema. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento contienen declaraciones que nos ayudan a comprender un poco del misterio de la Divinidad.
Principalmente el Nuevo Testamento relaciona la Unidad con el oficio sumo sacerdotal de Cristo y el cumplimiento de la misión evangélica. Sin unidad, es prácticamente imposible cumplir la misión. En las siguientes secciones se presenta cuán necesaria es la unidad entre los creyentes para que el Espíritu Santo pueda usarlos en el cumplimiento de la misión.
Cuerpo
Cuerpo
Esperen en Jerusalén
Esperen en Jerusalén
La ascensión de Cristo ocurrió después de 40 días de haber resucitado. En ese lapso consolidó la fe de sus seguidores abriéndoles el entendimiento para comprender lo que las Escrituras decían acerca de él (Hech.1:3; Lc.24:44-47).
Al momento de la ascensión, sobresale una indicación que dio Jesús a sus discípulos: “No se vayan de Jerusalén, esperen la promesa del Padre” (Hch.1:4). Ellos serían bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días, para ser precisos, 10 días.
Mientras tanto, debían esperar en Jerusalén, pero no ociosamente. El libro de Hechos y Elena de White cuentan lo que hicieron mientras esperaban:
Perseveraban unánimes en oración y ruego (Hch 1:14).
Eligieron al sustituto de Judas (Hch 1:15-26)
“Humillaron sus corazones con verdadero arrepentimiento, y confesaron su incredulidad.”
“Al memorar sus vivencias con Cristo, resolvieron que lo confesarían valientemente delante del mundo.”
“Pusieron aparte toda diferencia, todo deseo de supremacía y se unieron en estrecho compañerismo cristiano.”
“Esos días fueron de profundo escudriñamiento de corazón.” Los hechos de los apóstoles, 29.
Hasta que estuvieron listos para darse la preferencia el uno al otro.
La entronización de Cristo
La entronización de Cristo
Al mismo tiempo, en el cielo ocurría otro evento, David y Juan quienes nos cuentan lo que ocurrió allá a la llegada de Jesús:
· Sal.24:7-18 Alzaos vosotras puertas eternas, y entrará el Rey de gloria.
· Ap.4, 5 Ceremonia de entronización de Cristo.
“Tan pronto como hubo terminado la ceremonia de entronización de Cristo, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en abundantes raudales. El derramamiento pentecostal era la comunicación del Cielo de que el Redentor había iniciado su ministerio celestial.” Los hechos de los apóstoles, 31,32.
Mientras abajo en la tierra los discípulos clamaban, en el cielo Cristo añadió su intercesión y reclamó el don del Espíritu para derramarlo sobre su pueblo (Los hechos de los apóstoles, 31).
Fue así, unidos el cielo y la tierra que se inauguraron el oficio sumo sacerdotal de Cristo y la predicación del evangelio.
Un solo sermón llevó al bautismo a 3,000 personas (Hch.2:41).
Señales y prodigios respaldaron ese comienzo (Hch.2:43,45; 3:1-10; 5:12).
No se podía negar el poder manifestado por ellos (Hch.4:16).
Cristo con la predicación del evangelio salió venciendo para vencer (Ap.6:1,2).
“El derramamiento del Espíritu en los días de los apóstoles fué el comienzo de la lluvia temprana, y gloriosos fueron los resultados.” Los hechos de los apóstoles, 45.
Estos dos acontecimientos (uno en la tierra y el otro en el cielo) muestran que la unidad no está limitada a la cordialidad entre los creyentes. Estos pasajes revelan un concepto de unidad mayor. Nos hacemos participantes de la naturaleza divina (2Pe.1:4). Hemos de buscar la unidad de acción con la Divinidad también y el cielo responderá dando su sello de aprobación. Y no es solo unidad de acción, sino comunión profunda con Dios, sus enseñanzas y sus propósitos.
Unidad entre los creyentes: elemento indispensable
Unidad entre los creyentes: elemento indispensable
¿Qué hubiera pasado si al regresar del Monte de los olivos, los discípulos hubiesen orado como oramos en la iglesia hoy?
No perseveramos unánimes en oración y ruego.
No se humilla el corazón con verdadero arrepentimiento ni se confiesa incredulidad.
No dejamos a un lado nuestras diferencias o el deseo de supremacía.
No hay un profundo escudriñamiento de corazón.
No estamos listos para darle al otro la preferencia.
La falta de unidad es muy grave. Nos tiene atascados en un sinfín de actividades periféricas que nos han arrebatado el primer amor.
El primer amor
El primer amor
¿Qué pasará si nos ocupamos unánimes en oración y ruego como lo hizo la iglesia primitiva?
El primer reclamo que se le hace a la iglesia en Apocalipsis 2:4 es que ha dejado su primer amor.
Al fin del primer siglo, la iglesia ya estaba perdiendo su primer amor. El primer amor se manifestó en forma elocuente en los primeros días de la vida de la iglesia como lo registra el libro de Hechos:
· Hombres y mujeres perseveraban en oración y ruego (Hch 1:14).
· El día de pentecostés los halló unánimes, juntos (Hch 2:1).
· Perseveraban en la doctrina y en la comunión unos con otros (Hch 2:42).
· Hacían muchas maravillas y señales (Hch 2:43).
· Todos estaban juntos y tenían en común todas las cosas (Hch 2:44).
· Vendían sus propiedades y repartían según la necesidad de cada uno (Hch 2:45).
· Perseveraban unánimes cada día en el templo, partiendo el pan en las casas comían juntos con alegría y sencillez de corazón (Hch 2:46).
· Alababan a Dios y tenían favor con todo el pueblo (Hch 2:47).
· La gente reconocía que habían estado con Jesús (Hch 4:13).
· Alzaban unánimes la voz a Dios pidiendo valor para seguir predicando (Hch 4:24-30).
· En respuesta a su clamor el lugar donde estaban tembló y fueron llenos del Espíritu Santo (Hch 4:31).
· Eran de un corazón y un alma (Hch 4:32).
· Tenían las cosas en común (Hch 4:32).
· No había entre ellos ningún necesitado (Hch 4:34).
“Ese primer amor testificaba que tenían a las almas de los hombres por más preciosas que las riquezas terrenales. Así será siempre que el Espíritu de Dios tome posesión de la vida.” Los hechos de los apóstoles, 58.
Y cuando el primer amor se estaba manifestando poderosamente, apareció el diablo: Satanás llenó el corazón de Ananías y Safira para mentir al Espíritu Santo (5:3,9). Un temor reverente sobrecogió a todos con la muerte de este matrimonio.
Que todos sean uno en nosotros
Que todos sean uno en nosotros
Si la unidad entre los creyentes está relacionada con la obra sumo sacerdotal de Cristo conviene reconsiderar su oración en Juan 17.
Cristo ha recibido de manos del Padre, el rollo que contiene el plan eterno para la restauración de la armonía en el universo. Una vez que Jesús se sienta a la diestra de Dios y recibe toda la autoridad en el cielo y en la tierra, asume la dirección del destino de la humanidad, como rey y sacerdote (Ap.5).
Ya Cristo había anticipado a sus discípulos una vislumbre de este doble rol:
Conviene que yo me vaya (Jn.16:7)
Rogaré al Padre y os dará otro consolador (Jn.14:16, 26).
Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre, pedid y recibiréis (Jn.16:24).
Pedid todo lo que queréis, y os será hecho (Jn.15:7).
Beber vino nuevo en el reino de mi Padre (Mt.26:29; Mr.14:25; Lc.22:18).
Pero el pasaje más claro del rol de Jesús como sacerdote se encuentra en Juan 17. No es una oración común. Él está intercediendo ya por sus discípulos y lo hace mientras lo están escuchando. Esa oración intercesora abarca varios puntos importantes:
1. La realidad de una separación: Ellos en la tierra y Jesús en el cielo (Jn 17:11-13).
2. La tensión de su estadía: En el mundo, pero no del mundo (Jn 17:11,14,16).
3. La posibilidad de caer: que los guardes del mal (Jn 17:11,15)
4. El alcance de su unidad: Para que el mundo crea (Jn 17:21,23)
5. La Trinidad como modelo: Que sean uno en nosotros (Jn 17:21,23)
6. Comisionados para una misión mundial (Jn 17:18)
7. Un destino glorioso (Jn 17:24).
Difícilmente alcanzaremos a comprender plenamente cuánto abarca el concepto de unidad en el Nuevo Testamento porque toca a la Divinidad. Y la naturaleza de ella es un misterio.
“La naturaleza del Espíritu Santo es un misterio… en cuanto a estos misterios, demasiado profundos para el entendimiento humano, el silencio es oro.” Los hechos de los apóstoles, 43.
La unidad en el pueblo de Dios es una extensión de la naturaleza divina.
Dios es Uno (Dt.6:4)
Adán y Eva también fueron Uno cuando Dios formó el matrimonio (Gn.2:24).
Ahora Cristo pide que sus seguidores sean también Uno (Jn.17:21).
Esa unidad ha de seguir el modelo de la Divinidad: “Que sean Uno como nosotros.”
“El derramamiento del Espíritu en los días de los apóstoles fue la lluvia temprana, y gloriosos fueron los resultados. Pero la lluvia tardía será aún más abundante”. The Signs of the Times, 17 de febrero de 1914, Evangelismo 508.
La confusión y el divisionismo no pueden venir más que del enemigo cuyo carácter está marcado por la hostilidad, el encono, la envidia, el orgullo, la mentira y la manipulación.
La obra del líder
La obra del líder
Así que como líderes de la iglesia ayudemos a nuestros hermanos a crecer en Cristo y a mantenerse unidos entre sí y con la Divinidad, como lo hizo Pablo. En sus epístolas siempre los alentó y esperó lo mejor de ellos:
· Abunden más y más en frutos de justicia (1:8-11)
· Ocúpense en su salvación con temor y temblor (2:12)
· Sean irreprensibles, sencillos y sin mancha en esta generación maligna y perversa (2:15).
· Busquen las cosas de arriba donde está Cristo sentado a la diestra de Dios (Col.3:1).
· Atrévanse mucho más a hablar sin temor la palabra de Dios (Flp 1:14).
Conclusión
Conclusión
Todo ser humano que se entrega a Dios llega a ser participante de la naturaleza divina.
Una actitud reconciliadora solo es posible para quien ha reconocido sus privilegios de redimido.
Cuando un grupo de creyentes se une, el Espíritu Santo coloca su sello de autenticación y lo habilita para el cumplimiento de la misión.
Ambas cosas van juntas: Santificación y Misión.
La obra sumo sacerdotal de Cristo en el santuario celestial, aunada a la obra del Espíritu Santo son la garantía de que esta doble obra se realizará.
Toca a cada creyente creer y colaborar con la Divinidad.
Como líderes de la iglesia, enseñemos estas verdades a la feligresía, motivándola siempre a seguir creciendo, llenos de frutos de justicia (Flp 1:8-11).
[1] Artículo preparado por el pastor Rolando Márquez Rodríguez, D.Min. Agosto 2022.