El valor de la humildad
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· 3 viewsLa nueva naturaleza del cristiano es contraria a la naturaleza de mundo. Sin embargo, es una lucha que tendremos en enfrentar hasta que seamos transformados en la venida de Cristo.
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El valor de la humildad
El valor de la humildad
Mateo 23:11–12
11El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. 12Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
Introducción
Introducción
Dios nos ha dotado de inteligencia y capacidades, con el propósito de ser buenos administradores (mayordomos) de los recursos que nos provee.
También fuimos creados para la gloria de Dios. Isaías 43:7 “todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice.”
Pero cuando el ser humano se aleja de Dios, la propia naturaleza del pecado exige que su ego se convierte en su dios. Esto es el orgullo y la altivez.
Este era el problema de los lideres religiosos de Israel, aunque decían que honraban a Dios y enseñaban la Palabra de Dios, su objetivo no era darle la gloria a Dios sino mantener su posición y su dominio sobre las personas.
Por tanto, el Señor nos exhorta a no caer en esa misma trampa.
Ceguera espiritual
Ceguera espiritual
Para la época de Jesús ya existía el Antiguo Testamento, para ellos era la Palabra de Dios, y ahí se revelaba la venida del Mesías salvador.
Isaías 7:14 “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” También Isaías 53.
Los maestros de Israel sabían y enseñaban que vendría un Mesías Salvador.
Siendo Israelita, Juan el Bautista reconoció inmediatamente al Mesías cuando lo vio: Juan 1:29 “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.”
Pero algo andaba mal con los maestros de Israel, no reconocieron al Mesías cuando llegó a ellos, en lugar de eso lo rechazaron.
La diferencia entre Juan el Bautista y los fariseos era la humildad.
Juan cede el lugar al Señor: Juan 3:30 “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.” Juan reconoce su posición como siervo y cede el lugar de honor al Señor.
Los maestros de Israel no estaban dispuesto a ceder su lugar: Mateo 23:6 “y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas,”
El pecado del orgullo
El pecado del orgullo
El orgullo es un pecado porque busca el primer lugar cuando el primer lugar en todo lo merece Dios.
El orgullo produce envidia cuando no se tiene lo que se quiere, estará dispuesto arrebatarlo a cualquier costo.
Este fue el pecado de Satanás por el que fue destituido de la gloria de Dios: Isaías 14:14–15 “sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. 15Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo.”
El orgullo de Satanás le impedía rendirle y darle toda la gloria a Dios, deseaba tener esa gloria, por tal razón fue desechado.
Dios pide de ti el primer lugar en tu vida: Gálatas 2:20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”
Si cedemos el primer lugar a Cristo en nosotros, no habrá lugar para el orgullo, no estaremos interesados en buscar la gloria personal sino que Dios sea glorificado en todo.
Los maestros de Israel no podían ver al Mesías salvador porque no querían renunciar a su posición para darle el primer lugar a Cristo.
La regla del reino de Dios
La regla del reino de Dios
Mateo 23:11–12 “El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”
Mientras más busquemos la gloria personal, más nos estaremos alejando de la gloria de Dios, pues Dios no comparte su gloria con nadie.
De manera que, mientras más busquemos el primer lugar, más seremos despreciados por Dios. Al grado que, la altivez y orgullo se convertirá en humillación y oprobio delante de Dios.
La humildad se obtiene cuando rendimos sinceramente nuestro corazón a Cristo, dejando que Él tome el primer lugar en nuestra vida.
El Señor llenará de amor nuestro corazón, de tal manera que seremos considerados con los demás: Filipenses 2:2–4 “completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.”
El orgullo busca lo suyo, la humildad busca el bienestar común.
Estar dispuestos a servir, incluso a los que nos han ofendido. Romanos 12:20 “Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.”
Conclusión
Conclusión
El orgullo y la altivez impidieron que los maestros de Israel pudieran ver a Jesús como Mesías Salvador, porque no estaban dispuestos a ceder su lugar al Señor.
Ellos no reconocían su orgullo, por tanto, no permitían que Espíritu Santo iluminara su mente y corazón a la verdad.
Este es el peligro que corremos hoy día, si no reconocemos que debemos morir a nosotros mismos, al orgullo y la altivez, no tendrá lugar Cristo en nuestro corazón, ni el Espíritu Santo podrá iluminarnos.
Estaremos oyendo las verdades del evangelio pero no las podremos comprender. Habrá una coraza en el corazón y una venda en los ojos.
El Señor emitió juicio contra los maestros de Israel por su arrogancia: Mateo 23:33 “¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?”
Obviamente ellos se ofendieron y rechazaron a Cristo, pero lo terrible es que ellos sufren la condenación por su arrogancia y altivez.
Prestemos oídos a la Palabra de Dios, hagamos morir nuestra carne cada día y humillémonos delante de Él para alcanzar su misericordia.