Si no lo creo no lo veo (Juan 11:1-45)

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Introducción

En ocasiones habremos escuchado la típica frase de «Si no lo veo, no lo creo» para hacer referencia a la creencia agnóstica. Sin embargo, la Biblia nos enseña que justamente la forma de funcionar es al contrario, primero hay que creer para poder ver.
Hoy estaremos estudiando un pasaje que a priori nos encontraríamos con una escena imposible de resolver. Sin embargo, Jesús trasmite el mensaje de perseverar y confiar en Él ya que aunque todo parezca perdido, si Jesús está con nosotros no debemos de preocuparnos sea cual sea la situación dado que el tiene poder suficiente para resolver el problema.
Aunque justamente ese aspecto nos da mucha más rabia en ciertas ocasiones, dado que si Dios tiene el poder de solucionar nuestro problema nos planteamos el por qué no lo hace. Pues ese tema lo abordaremos más adelante, por lo que os invito a que os acomodéis y podáis escuchar este mensaje mientras reflexionáis en vuestros corazones acerca de lo que Dios os quiere hablar. Así que sin más demora pasemos a leer el pasaje que trataremos hoy que se encuentra en Juan 11:1

La enfermedad de Lázaro (1-16)

A simple vista y mirando el pasaje muy por encima, hay dos temas que se destacan en nuestro texto. El primero de ellos es la cuestión de creer, hasta en 8 ocasiones aparece la raíz de la palabra creer. El segundo tema es la gloria de Dios. La relación que existe entre ambos elementos está bien clara y es que la razón por la que no vemos tanto la gloria de Dios en nuestros días es porque en algunas ocasiones hemos perdido la fe en Dios. Hemos descansado tanto en la psicología y en la medicina que cuando estos dan un veredicto, perdemos todo tipo de esperanza y por lo tanto imposibilitamos a Dios de que obre el milagro.
No obstante, este milagro nos debería de animar a confiar más en el poder de Dios, concretamente sobre el mayor enemigo al que nos debemos enfrentar cada uno de nosotros que es la muerte.
El texto que tenemos ante nosotros es la última señal que Jesús realizará en el evangelio de Juan y lo hace con el propósito de hacer entender a las personas que Jesús tiene el poder de resucitar incluso a los muertos y que llegará el día en el que también nos resucite a cada uno de nosotros de una forma más gloriosa de la que resucito a Lázaro dado que cuando resucitemos en esa ocasión lo haremos con un cuerpo incorruptible para no conocer más la muerte.
Pero dejemos a un lado la vista general, y pasemos a profundizar en el texto porque hay muchos detallas interesantes que nos retan y nos desafían en nuestra vida.
Lo primero que nos enseña el autor en esta historia es que una persona se encuentra enferma. Sin embargo, dicha persona no es cualquiera, sino que es Lázaro el amigo de Jesús. Y aquí ya tenemos nuestra primera aplicación a nuestras vidas.
No debemos de olvidar que los cristianos también se enferman exactamente de la misma forma que los demás, existe una falsa creencia que enseña que los cristianos verdaderos y fieles son ajenos a los problemas de este mundo, que son ajenos a la gripe, al covid, al cancer o cualquier otro tipo de enfermedad, pero nada más lejos de la realidad, por muy cristiano que sea uno, por muy amigo que sea uno de Dios, eso no nos libra de que este cuerpo corrupto se desgaste y enferme. Personas como David Brainner que fueron a predicar el evangelio a los indios de Estados Unidos cayó muerto a los 29 años por una tuberculosis. Podríamos pensar que injusto es Dios ya que por predicar su mensaje contrae una enfermedad y muere, pero es que ningún cristiano está exento de las enfermedades a causa del pecado.
Sin embargo, a pesar de este hecho, si tenemos esperanza en Dios dado que esa enfermedad nos haga caer postrados en una cama del hospital y luego sobre un féretro, sabemos que luego Dios con voz de trompeta pronunciará nuestro nombre y seremos levantados de la tumba para estar una eternidad con Cristo 1 Corintios 15:52 “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta, porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles y nosotros seremos transformados,”
Un autor cristiano llamado Bretano dijo «Dios no nos abandona cuando nos abandona la salud física. Cristo no nos deja cuando la vida nos deja»
Continuemos con nuestro texto, cuando cae enfermo, lo que hace sus hermanas que también eran amigas de Jesús es enviar un mensajero a Jesús que se encontraba en otra región para decir que el amigo al cual el amaba, Lázaro, se encontraba enfermo.
Y aquí tenemos nuestra segunda enseñanza, y es que menudo ejemplo positivo nos está dando aquí tanto Marta como María ya que en el momento de la enfermedad en vez de ir a buscar remedios humanos, lo que hicieron fue buscar la ayuda divina, probablemente ellas no se desalentaron del todo al conocer el informe clínico de su hermano por un médico. Ellas informaron a Cristo. Quiero hacer rápidamente una matiz para que no se me malinterprete mis palabras, y es que no es malo usar los medios que Dios nos ha dejado a través de mentes maravillosas para sobrellevar y recuperarnos de las diferentes enfermedades que existe, lo que la Biblia quiere enseñarnos es que nuestra confianza no ha de estar puesta en un hombre, en un fármaco, en un tratamiento experimental, sino que nuestra confianza ha de estar puesta en Dios, en Cristo. La actitud de Marta y María contrasta muy bien con la actitud que tomó el monarca de Judá llamado Asa (Bisnieto de Salomón) que en el año en el que enfermó en vez de buscar a Dios lo que hizo fue ir en busca de médicos 2º Crónicas 16:12 “En el año treinta y nueve de su reinado, Asa enfermó gravemente de los pies, pero en su enfermedad tampoco buscó a Jehová, sino a los médicos.” Os pregunto ¿Dónde acudís vosotros cuando tenéis un grave problema? ¿Dónde os refugias cuando las tormentas llegan a vuestras vidas?
Ante semejante situación Jesús no ignora el mensaje recibido como algunos podrían pensar por la actitud que tendrá más adelante, sino que le da unas palabras de ánimo para que esas mujeres puedan aferrarse a ellas como a un clavo ardiendo. Lo que Jesús le dice al mensajero para que se lo haga llegar a Marta y María es que no se preocuparan dado que esa enfermedad que tenía Lázaro no iba a ser el punto y final de su vida, sino que al final de todo esa enfermedad lo que produciría sería que la gloria de Dios brillara más al deslumbrar el poder de Jesús. Esa enfermedad tenía un propósito más allá de debilitar su cuerpo y era que la majestuosidad de Cristo fuera vista por los hombres.
Y después de dar ese mensaje, lo que sucede ahora nos vuelve locos a todos los lectores de este pasaje. Mientras que esperaríamos que Jesús dejara todo lo que estaba haciendo para ir a socorrer a su amigo, lo que hace es quedarse 2 días más en el lugar en el que se encontraba. Dios nunca nos deja de sorprender, al igual que no comprendemos su comportamiento en esa escena, tampoco entendemos su comportamientos en nuestros días cuando Dios no acude al pronto rescate de aquellos que son sus hijos amados, sino que hace esperar un tiempo más antes de obrar el milagro.
No nos debería de caber la menor duda que Dios obra cuando quiere, pero sobre todo obra en el mejor momento. Jesús ya había advertido a las hermanas de Lázaro que esa enfermedad no sería el punto y final de la vida de su hermano. De la misma manera, nosotros como hijos de Dios tenemos la primera que aquellos que hemos puesto nuestra fe y confianza en Cristo no seremos avergonzados.
Vivimos en una sociedad donde las personas se preguntan que si Dios es amor cómo es posible que exista el sufrimiento, ¿cómo es posible que un Dios de amor permita las guerras, las injusticias, el hambre o los desastres naturales? La respuesta la encontramos en el versículo 4, todos esos acontecimientos tienen su fin último en la glorificación de Dios, porque tal y como nos mencionará más adelante Pablo en Romanos 8:28 “Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Dios tiene todo controlado en sus manos y todo tiene un propósito por mucho que nosotros no podamos verlo ahora, a diferencia de otras religiones orientales que lo que nos propone a afrontar el sufrimiento como parte de la vida misma y lo que tenemos que hacer es sobreponernos a través de la meditación, el cristianos nos ofrece la respuesta de que todo lo que sucede no es producto del azar y que no hay nadie que controle el mundo. No obstante, como dije antes, la forma de obrar de Dios nunca nos dejará de sorprender y será para nosotros paradójica a causa de nuestra mente limitada y finita.
Al principio algunos judíos y probablemente algunos de sus discípulos por lo que hay escrito en el versículo 8 creían que Jesús no había ido a Betania porque en esa región la última vez que estuvo querían apedrearlo, entonces pensaron que Jesús no fue a salvar a Lázaro por temor a que Jesús también muriera. Pero, la razón por la que Jesús no fue antes, no fue por miedo ya había expresado su motivo previamente para que no hubiera malos entendidos.
Jesús responde de una forma magistral a sus discípulos enseñándoles que de la misma forma que un trabajador en aquella época trabajaba 12 horas que eran las horas en las que hacía sol y por lo tanto podían realizar sus oficios sin problemas, de la misma manera esas 12 horas representan los 3 años de ministerios que Jesús tenía por delante en la tierra por lo que su hora todavía no había llegado. No había porque temer que se le arrebatara la vida antes de tiempo. No sería inmolado hasta que hubiera terminado su obra aquí en la tierra. El día de su ministerio terrenal tenía 12 horas y la hora duodécima no había llegado aún. Así de la misma forma cada uno de nosotros que estamos con vida tampoco nos ha llegado la hora duodécima, por lo que es tiempo no de vaguear, no de caer en la ociosidad y pereza, sino que es tiempo de trabajar y llevar a cabo la voluntad de Dios, que triste es pasar las 12 horas laborales sin haces ningún tipo de trabajo ¿Qué diremos cuando nuestro tiempo se haya cumplido y nuestras horas de trabajo hayan concluido? Todos nosotros tenemos 12 horas de trabajo, nuestro tiempo está ya limitado, no pospongamos los planes de Dios, porque cuando no nos queramos dar cuenta, habremos consumido la mitad de nuestras horas y no habremos hecho nada de lo cual fuimos llamados.

La llegada de Jesús (17-37)

Dicho eso Jesús entonces le dijo a sus discípulos que era hora de ir a Betania por levantar a Lázaro. Los discípulos con su inocencia respondieron que si estaba enfermo y ahora estaba dormido lo mejor sería no despertarlo, sino que siguiera durmiendo hasta que se despertara solo, pero Cristo ya tuvo que decirlos claramente que Lázaro había muerto y por lo tanto Él iba a ir allí para resucitarlo.
Cuando Jesús llegó a esa aldea, podría parecernos a nosotros demasiado tarde su llegado ya que el muerto llevaba así 4 días. Una creencia judía sostenía que cuando alguien moría, el alma del muerto permanecía cerca del cuerpo durante 3 días, pero que al cuarto se iba definitivamente y ya no había posibilidad de que volviera al cuerpo. La muerte, entonces, era irreversibles. Era con ese trasfondo en mente que los judíos serían testigos del milagro que Jesús llevaría a cabo. Para ellos ya no había esperanza de vida para Lázaro.
Es más curiosamente, de las 3 resurrecciones de las cuales tenemos constancia en en la Biblia que Jesús realizó, esta es la que más tiempo llevaba muerto la persona. En el caso de la hija de Jairo acababa de morir recientemente, en el caso del hijo de la viuda de Naín ya estaba en pleno funeral, pero en Lázaro, él ya estaba enterrado y llevaba 4 días sepultado.
Cuando Marta se entera que Jesús había llegado, va a su encuentro para tener una conversación con Jesús. Marta por lo que vemos en los evangelios tenía un carácter que le gustaba tener todo bajo control, quería tener su casa bajo control y hasta incluso quería controlar a Jesús. Sin embargo, Marta tenía que aprender como muchos de los que estamos aquí presentes y somos como ella, que para que las cosas vayan buen el control no lo tenemos que tener nosotros mismos, sino que lo tiene que tener Dios. Para aquellas personas que nos identificamos con Marta, la invitación que nos hace Cristo es que podamos dejar nuestros planes en sus manos. Aquellos que somos como Marta debemos dejar el afán de nuestra vida en las manos de Jesús.
Después de tener una conversación con Jesús y enseñarle la tremenda lección acerca de que aquellos que creemos en Cristo no moriremos eternamente, Marta a petición de Jesús fue a buscar a María para que fuera a tener un encuentro con Jesús.
Cuando María salió de su casa desconsolada por la muerte de su hermano y llegó donde estaba Jesús, lo que hizo a diferencia de Marta fue postrarse a los pies de Jesús, a pesar de creer que si Jesús hubiera estado allí la situación hubiera sido muy diferente, ella cae de rodillas ante Jesús. De la misma forma que hay personas como Marta, también hay personas que son como María en cuanto al servicio y sufrimiento, a aquellas personas Jesús les enseña ha dejar el sufrimiento a los pies de Cristo y no llevar uno mismo el sufrimiento. Siempre que vemos a María la encontramos en los pies de Jesús es un gran ejemplo para cada uno de nosotros. En el momento de alegría se encontraba adorándole a sus pies, pero en el momento de tristeza se encontraba en los pies de Jesús dejando sus preocupaciones a Él.
No se si os habéis dado cuenta, pero probablemente por las respuestas que presentaron ambas hermanas, durante esos 4 días en vez de trasmitirse la esperanza de que la enfermedad no acabaría definitivamente con la vida de Lázaro, lo que sucede es que se trasmite el pesimismo de Marta. De igual manera, muchos de los que estamos aquí somos como Marta, en vez de ser portadores de buenas noticias, en vez de alentar a nuestros germanos espirituales, lo que hacemos es desalentarnos y desanimarlos. Nuestro llamado no es a criticar, murmurar o desalentar, sino a exhortarnos y animarnos los unos a los otros 1 Tesalonicenses 5:11 “Por lo cual, animaos unos a otros y edificaos unos a otros, así como lo estáis haciendo.”

El milagro (38-45)

Y ahora pediría que me prestarais mucho atención si os habéis despistado por cualquier motivo, la razón es que nos estamos encontrado en el climax de la predicación, escuchad atentamente por amor a vuestras almas. Intentad hacer conmigo el esfuerzo de imaginarnos la escena que nos estamos encontrando.
Jesús está con el corazón completamente roto y lo manifiesta a través de su llanto. Jesús es una persona como tu y yo, una persona con sentimientos. Sin embargo, lo más probable es que el corazón de Jesús no estuviera roto por que su amigo estuviera muerto (que puede ser, ya que el hecho de ver las consecuencias tan trágicas del pecado pudo conmover a Jesús), pero seguramente y lo que yo creo, el motivo de la tristeza de Jesús es porque ninguno guardó con esperanza la promesa que hizo, ninguno tuvo un mínimo de esperanza como para impedir que Lázaro fuera enterrado, desde el más joven hasta el mayor de todos estaban convencidos de que eso sería el final de la vida de Lázaro y por lo tanto nadie se opuso a que su cuerpo fuera sepultado. No había ni siquiera 1 que acabara creyendo lo dicho por Jesús en Juan 11:4. Que horrenda cosa es no creer a Dios, pero así somos la mayoría de nosotros, que en vez de aferrarnos en las miles de promesas que hay en la Biblia lo que hacemos es desfallecer y perder todo tipo de esperanza. No hay nada que le quite más la gloria a Dios que pensar que eres un caso perdido, no hay nada que le quite más la gloria de Dios que pensar que todo está terminado y lo único que hay que hacer es coger la pala, cavar el hueco, sepultar el cuerpo y poner la piedra. Bendito Dios tenemos que incluso a pesar de nuestra incredulidad en ocasiones Dios decide mostrarnos poderosamente su poder para que nos quedemos asombrados.
Hoy estoy aquí para decir que si Cristo todavía esta presente, no lo des todo por perdido. Si Cristo está presente no entierre a tu Lázaro. Dios todavía puede hacer grandes cosas contigo clama y di como Miqueas 7:8 “»Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz.” Se que actualmente existen muchos problemas matrimoniales, pero déjame decirte que no entierres tu matrimonio, aunque tu matrimonio esté como Lázaro que ya hiede que ya huele mal no lo entierres porque Dios tiene poder para restaurar esa relación que hace tiempo está muerta, por último también me quiero dirigir a aquellos que tienen un hijo o un familiar que no se encuentra en los caminos de Dios, no lo deis por perdido, no lo enterréis en vida por muy imposible que parezca Dios solo necesita decir la palabra de tu hijo, de tu padre, de tu madre, de tu abuelo, de tu abuela, de tu tío, de tu primo, de tu amigo, de tu compañero de trabajo para que cobre vida.
Jesús vertió lágrimas por sus ojos porque ninguno de los que están allí vieron a Jesús como la resurrección y la vida. Algunos como un buen amigo, otros como un buen maestro, pero ninguno como la resurrección y la vida, de la misma forma su tu cuando pienasas en Jesús no lo vez como el único capaz de darle vida a aquello que está muerto déjame decirte que él también siente tristeza al ver tu incredulidad.
Os pregunto: ¿Encontrará Dios fe en la tierra cuando el venga? Lucas 18:8 “Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra?».” Cuando Jesús llegó a Betania no hubo ni un alma que tuviera fe, ¿Hay fe en tu casa? ¿Hay fe en tu vida? Si hasta antes de escuchar este mensaje tu fe en Dios se había desvanecido hoy vengo a decirte lo que Jesús le dijo a los habitantes de Betania. Quitad la piedra.
Al mandar Jesús retirar la piedra podemos ver como se combina la responsabilidad del hombre con el obrar divino. Los hombres no podían hacer nada para que Lázaro resucitara, ya que solo Cristo podía darle vida a ese cuerpo inerte y moribundo. Sin embargo, lo que sí que podían hacer era mover la piedra y dado que eso si que pueden hacerlo, Jesús le pide que lo hagan. Hermanos y hermanas, ninguno de nosotros tenemos la capacidad y el poder de dar vida espiritualmente a nadie, pero si podemos quitar la piedra y quitar las vendas de Lázaro. Aunque ninguno de nosotros puede salvar a nadie del infierno, cada uno de nosotros tenemos el privilegio y la obligación de rodar la piedra, cada uno de nosotros podemos llevar en oración a las personas que todavía no han dado el paso de fe para que Cristo los llame por su nombre y los resucite.
Como dice el título de la predicación en ocasiones no vemos la gloria de Dios porque no dejamos que Dios actúe, no queremos quitar la piedra, pero para ver la gloria de Dios hay que creer que Dios tiene poder para resucitar aquello que huele mal. Si Marta dejaba de pensar en el cadáver y concentraba su atención en Jesús, confiando completamente en él, vería el milagro. Y entonces cuando ocurre ese glorioso momento en el que los hombres levantaron la piedra, Jesús levantó sus ojos al cielo, levantó una oración a Dios y dijo a Lázaro que saliera y Lázaro salió de la tumbe, oh que Dios tenga misericordia de nosotros y pronuncio esta mañana esa área que tenemos enterrada y muerta y ya huele mal para que le de vida.
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