paz como fruto
Sermon • Submitted • Presented
0 ratings
· 4 viewsNotes
Transcript
La paz es uno de los dones más gloriosos que Dios tiene para sus hijos. Es un tema central de la Palabra de Dios. Cuando la Biblia habla de paz lo hace en un sentido mucho más profundo y significativo de lo que el mundo lo hace. Para éste, paz significa sencillamente tranquilidad y ausencia de guerras o disturbios; o se refiere a aquel genio sosegado y apacible, o a la afabilidad de unos con otros, especialmente en las relaciones familiares.
Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.
La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
I. LA PAZ CON DIOS.
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;
A) Cristo es el manantial de la PAZ.
Pero por la gracia de Dios, por la sangre preciosa derramada por Cristo en la cruz; somos limpiados, salvos y santificados. Lejos de Cristo estábamos sin esperanza y sin Dios en el mundo, no pudiendo agradar ni al Señor ni a nuestros semejantes. Pero ahora, Cristo ha obrado la reconciliación.
Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca;porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.
La paz del corazón, del Interior del alma; viene a nosotros por el perdón efectuado por la sangre del Cordero de Dios.
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.
B) El Espíritu Santo es el agente de la PAZ.
Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.
A sí mismo él se presentó como el origen, el productor la fuente de la paz. El es la paz, el descanso y el reposo del pueblo de Dios. Por medio de su sacrificio el hombre puede vivir en armonía con Dios.
Mas, quién promueve y pregona la paz de Cristo hoy es la tercera persona de la Trinidad; el bendito Espíritu Santo. El es el vicario, el representante, el sustituto de Cristo. El es el "otro Consolador" quien tendría el ministerio de ayudarnos, fortalecernos y saturarnos de paz.
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
II. LA PAZ DE DIOS.
Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.
Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea con todos vosotros.
A) La paz que concede Jesús.
La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
Antes de ser crucificado, el Señor varias veces habló a sus discípulos tratándoles de preparar para el momento de su muerte. Les anuncio que seria menospreciado por los ancianos y sacerdotes y luego crucificado y muerto. Los discípulos se quedaron muy tristes y preocupados, entonces el Maestro les da la promesa del descenso del Consolador y de que él les daría de su paz.
La paz del mundo es fugaz y traicionera. ¡Cuántos tratados de paz han sido violados, cuántas promesas, cuántas normas de convivencia!
La paz que Cristo nos concede es plena y abundante. No comprende tan solamente la tranquilidad espiritual; sino también todos los beneficios que él obtuvo al morir en la cruz, la salud, la prosperidad, la bendición, el bienestar.
B) Asegurados por la paz de Dios.
Se dice comúnmente que "la vida es una batalla" y es muy cierto. Existen muchos adversarios que tenemos que enfrentar; el pecado, el mundo, la carne, los peligros, las dolencias, las pruebas, el diablo, etc. Muchos cristianos pierden la compostura y la calma debido a las adversidades y a la presión de las circunstancias.
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
III. LA PAZ CONSIGO MISMO.
Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.
Pero los mansos heredarán la tierra,
Y se recrearán con abundancia de paz.
A) La paz debe crecer.
¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar.
Dios desea concedernos una desbordante paz; pero para ello debemos guardar su Palabra, eliminar de nuestro corazón todo pecado. Si dejamos que el orgullo, la envidia, el rencor, los celos, florezcan en nuestro corazón imposible será que tengamos una genuina paz. El pecado trae intranquilidad, desvelos y zozobras.
Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis,
Para que haya una complete paz interna es la clave una buena relación con Dios. Cuando estamos saturados de su Palabra, y dependemos de su ayuda diariamente buscándola por medio de la oración, no existe lugar para la ansiedad, la preocupación o la depresión.
B) Plenitud de paz.
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos.
He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad.
IV. LA PAZ CON NUESTROS SEMEJANTES.
Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
A) Instrumentos de paz.
Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová,
Aun a sus enemigos hace estar en paz con él.
Nuestra paz debe mostrarse también en las relaciones que tenemos con nuestros semejantes, especialmente en nuestra familia e iglesia. Debemos ser promotores de la paz, canales de paz. Esto significa que en el lugar en dónde nos movemos, actuamos o trabajamos debemos cuidarnos y no fomentar situaciones tirantes o embarazosas, discusiones que puedan alterar los ánimos y crear una atmósfera de discordia.
No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes.
B) Seguir la paz.
Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.
Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación.
En medio de un mundo turbulento, como el ave que en medio de las rugientes olas, posa tranquilamente en la cima de una roca, nosotros los hijos de Dios tenemos paz como un río,
paz de Dios; paz con Dios; paz con nosotros mismos y paz con nuestros semejantes. ¡Sigamos, prosigamos, persigamos la paz! En la tierra hay mucha aflicción, pero Cristo es nuestra maravillosa paz. ¡Gloria a Dios