LLAMADOS A SER SAL Y LUZ - El Sermón del Monte (parte 2)

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Cuando Cristo llamo a sus discípulos les dijo que les haría pescadores de hombres; ahora les dice que van a ser la sal de la tierra y la luz del mundo.
La sal común es un ingrediente esencial para el equilibrio de líquidos en el organismo humano y animal, ya que aporta cloro y sodio.
Nada tan útil como la luz y la sal. La luz es la primogénita de las criaturas de este mundo material, hecha por Dios el primer día de la creación, y bienvenida en el mundo entero como lo es cada mañana la luz del día.
La luz es una característica esencial del verdadero discípulo de Cristo, y aún más gloriosa que la de la sal.

1. La sal de la tierra

Los profetas del Antiguo Testamento habían sido la sal de la tierra de Canaán, pero los apóstoles eran la sal de toda la tierra, porque habían de ir por todo el mundo predicando el Evangelio.
Estamos llamados a ser la sal de la tierra. ¿Pero, qué tan importante es la sal?
Es fundamental para la actividad celular, muscular y nerviosa, además de uno de los primeros conservantes utilizados por la humanidad para mantener alimentos, facilitando su consumo en épocas de escasez.
La sal está repartida por todo el cuerpo de hombres y animales de sangre caliente: huesos, músculos y sangre. Se pierde por transpiración, lágrimas, orina y deposiciones.
En un clima seco y caluroso, si no se repone la cantidad de sal perdida, el organismo acaba deshidratado, por lo que es tan necesario tomar alimentos con sal. De ahí que sea tan apreciada en los países mediterráneos y orientales.
Desde la invención de la agricultura, se ha venido utilizando como condimento indispensable en la comida, así de hombres como de bestias.
Su valor era tan grande que se constituyó en moneda de cambio, el salarium, de donde procede la palabra «salario», que era la sal que recibían los soldados romanos a cambio de su trabajo.
Mateo 5:13 NVI
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee.
La doctrina del Evangelio es como la sal: penetra hasta llegar al corazón. Purifica, sazona y preserva de la corrupción.
Estamos para preservar a este mundo para que no se corrompa mas, mientras que viene nuestro Señor.
En los países calurosos, como Israel, contribuía a preservar carnes y pescados de la corrupción, técnica que se conoce como salazón. Con ello se impedía el desarrollo de gérmenes, además de bloquear la degradación de los comestibles.
Gracias a todas estas propiedades purificadoras, preservadoras y antisépticas, la sal vino a ser símbolo de fidelidad y amistad en las naciones orientales. Entre los árabes, comer la sal de alguien, y por ello compartir su hospitalidad, sigue gozando de esta consideración.
Del mismo modo, en las Escrituras es un emblema del pacto entre Dios y su pueblo. Por todos estos motivos, la sal tuvo desde los tiempos más remotos un carácter sagrado y religioso. La Ley ordenaba poner sal en todas las ofrendas y sacrificios.
Su efecto es semejante al del fuego por el cloro que lleva como ingrediente. Por esa razón se empleaba en todo sacrificio.
El significado de la sal, con su poder de fortalecer los alimentos y preservarlos de la putrefacción y corrupción, impartido al sacrificio, era la prueba mas real de esa entrega personal al Señor, representada en el sacrificio, por la cual toda hipocresía e impurezas eran repelidas
Números 18:19 RVR60
Todas las ofrendas elevadas de las cosas santas, que los hijos de Israel ofrecieren a Jehová, las he dado para ti, y para tus hijos y para tus hijas contigo, por estatuto perpetuo; pacto de sal perpetuo es delante de Jehová para ti y para tu descendencia contigo.
Levítico 2:13 RVR60
Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal.
Todo cristiano debe ser sal, pero en especial deben serlo los ministros del Señor.
Marcos 9:49–50 RVR60
Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros.

a) Características de la buena sal

Es blanca, pequeña, rota y desmenuzada en muchos granos, pero muy útil y provechosa. Veamos algunos puntos:
(A) Cada discípulo debe ser sal en sí mismo: sazonado con el Evangelio, con la sal de la gracia. De lo contrario, no podemos difundirla entre otros.
(B) Con sólo mantenerse como sal, harán bien a otros.
(C) Son una bendición grande son para todo el mundo. La humanidad, que yacía en la ignorancia, en la maldad y en la corrupción, como un enorme montón de materia insípida, en proceso de putrefacción. Pero Cristo envió a sus discípulos para sazonarla con el conocimiento del Evangelio y preservarla de la corrupción, haciéndola aceptable a Dios.
(D) Los discípulos deben ser esparcidos, como la sal en la carne, un grano aquí y otro allí.

b) Cuando la sal se vuelve insípida

Es físicamente imposible que la sal pierda su sabor, entonces lo que el Señor quería decirnos es, que un discípulo que no obre como la sal, no es ni ha sido jamás un verdadero seguidor de Cristo.
Su utilidad se ha desvanecido por completo: No sirve ya para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Según la historia del Medio Oriente, la impura sal de Siria, expuesta a la lluvia, al sol, o depositada en casas húmedas, perdía su sabor. Al no valer para nada, era arrojada.

c) Palabra sazonada con sal

Entre los creyentes toda palabra debe estar siempre sazonada con sal, es decir, no debe ser agresiva ni desagradable, sino llena de gracia y simpatía, con encanto, no insípida. No quiere decir que andemos con un salero en el bolsillo, verdad?
Colosenses 4:6 RVR60
Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.

2. La luz del mundo

Somos hijos de luz, no de las tinieblas. El tema de la luz atraviesa toda la revelación bíblica. La luz es representada en la Escritura como el primer acto del Creador. Sin luz, o sea en las tinieblas, no se puede hacer nada.
Mateo 5:14–16 RVR60
Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Eso es lo que pasa con el Evangelio, y con los que lo proclaman. Dios es luz, y los cristianos son hijos de la luz.
1 Tesalonicenses 5:5 RVR60
Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
Tenemos el gran privilegio de enseñar a muchos la justicia, y la hermosa promesa de resplandecer como las estrellas por la eternidad.
Daniel 12:3 RVR60
Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.
Veamos las características de ser como la luz:

a) Como luz, somos vistos por todos

Los ojos de muchos se dirigen a ellos. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Son puestos por señales y por presagio; en especial todos sus vecinos no cesan de observarles.
Isaías 8:18 RVR60
He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová somos por señales y presagios en Israel, de parte de Jehová de los ejércitos, que mora en el monte de Sion.
Unos les admiran, les alaban, se regocijan en ellos, y otros tratan de acabar con ellos.
Deben pues, comportarse con toda discreción, porque son objeto de observación por parte de todos.

b) Como luz, debemos alumbrar el camino

Por consiguiente:
(A) Deben estar sobre el candelero. Al ser Cristo el que ha encendido estas luces, no deben quedar escondidas bajo el almud (el almud era el cajón para medir el grano para el sustento).
Sirve para dar luz a todos los que están en casa y a todos cuantos se acercan al lugar donde ella alumbra.
(B) Deben brillar como luces, por medio de un buen modo de hablar y su forma correcta de vivir, pues deben comunicar el conocimiento que tienen, para bien de los demás.
Los discípulos de Cristo no deben de ocultarse en la oscuridad de un claustro o en el retiro de una ermita bajo pretexto de contemplación, modestia o preservación propia, como hacen los monjes y monjas.
Como Juan el Bautista, deben ser lámparas que arden y alumbran. Notemos bien el orden de los verbos; no pueden alumbrar si no arden.
Juan 5:33–35 NTV
De hecho, ustedes enviaron a sus hombres para que escucharan a Juan el Bautista, y el testimonio que él dio acerca de mí fue cierto. Por supuesto, no necesito testigos humanos, pero digo estas cosas para que ustedes sean salvos. Juan era como una lámpara que ardía y brillaba, y ustedes se entusiasmaron con su mensaje durante un tiempo;

3. Seamos sal y luz en el mundo

Es de notar que Jesús quiere resaltar primero el carácter del discípulo, y luego como una consecuencia, sus obras. La sal y la luz operan en base a lo que son; por eso, es mas importante que conserven su identidad, más bien que su actividad.
Una conducta santa, constante ejemplar, es el medio más eficaz para redargüir al pecador y para estimular al justo.
Hay en ello una razón psicológica muy sencilla: las palabras necesitan una especie de traducción por parte del que las escucha, pues cada uno tenemos una propia manera de entender.
En cambio, las acciones no necesitan traducción; el gesto se comunica por la vía directa de la intuición, y provoca la imitación.
Y, tu hermano, hermana: ¿Eres sal y luz en medio de los que te rodean? O aún eres tinieblas o tienes áreas grises en tu vida? No, no es posible que hayan sombras, o eres luz o eres tinieblas.
Efesios 5:8 RVR60
Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz
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