La postura correcta ante la familia de la fe
Tesalonicenses • Sermon • Submitted • Presented
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17 Pero nosotros, hermanos, separados de ustedes por breve tiempo, en persona pero no en espíritu, estábamos muy ansiosos, con profundo deseo de ir a verlos.
18 Ya que queríamos ir a ustedes, al menos yo, Pablo, más de una vez; pero Satanás nos lo ha impedido.
19 Porque ¿quién es nuestra esperanza o gozo o corona de gloria? ¿No lo son ustedes en la presencia de nuestro Señor Jesús en Su venida?
20 Pues ustedes son nuestra gloria y nuestro gozo.
Introducción
Introducción
Hoy continuamos nuestro estudio y reflexión de la primera carta de Pablo a la iglesia de Tesalónica.
En los primeros dos capítulos de esta carta Pablo ha hecho una extensa y profunda defensa del Evangelio y del trabajo suyo y de sus compañeros en esta ciudad.
Defensa cuyo propósito era que nada ni nadie obstaculizara el avance del Evangelio en aquella ciudad a pesar de su ausencia y que la naciente iglesia continuara encarnando el Evangelio con firmeza y perseverancia a pesar de la oposición y la persecución.
En nuestra última reflexión acerca del capítulo dos hablamos de la importancia de evaluar seriamente nuestra postura ante la Palabra de Dios.
Nuestra postura cada vez que nos sentamos a escuchar la predicación los domingos. Nuestra postura cada vez que escuchamos la Palabra leída en la congregación. Nuestra postura cada vez que nos sentamos a leer la Palabra en nuestro tiempo devocional personal o familiar.
Vimos cuando Pablo le escribe a los tesalonicenses con mucha alegría y satisfacción:
13 Por esto también nosotros sin cesar damos gracias a Dios de que cuando recibieron la palabra de Dios que oyeron de nosotros, la aceptaron no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en ustedes los que creen.
(Mi experiencia leyendo Ezequiel)
Y el propósito de nuestra reflexión en el día de hoy es que evaluemos seriamente nuestra postura ante la iglesia. Nuestra postura ante nuestros hermanos en la fe. Nuestra postura ante nuestra familia espiritual.
Pablo culmina este capítulo 2 de una forma hermosa, que debió haber llenado de mucho ánimo y esperanza a aquella golpeada y sufriente iglesia.
Desde que comenzó la carta Pablo ha utilizado ampliamente la imagen de una familia al referirse a los tesalonicenses.
Él ha utilizado expresiones como:
1 Tesalonicenses 1:4 (NBLA)
4 …hermanos amados de Dios…
1 Tesalonicenses 1:5 (NBLA)
5 ...como saben qué clase de personas demostramos ser entre ustedes por el amor que les tenemos.
1 Tesalonicenses 2:7 (NBLA)
7 …demostramos ser benignos entre ustedes, como una madre que cría con ternura a sus propios hijos.
8 Teniendo así un gran afecto por ustedes, nos hemos complacido en impartirles no solo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas, pues llegaron a ser muy amados para nosotros.
11 Saben además de qué manera los exhortábamos, alentábamos e implorábamos a cada uno de ustedes, como un padre lo haría con sus propios hijos,
Entonces en el versículo 17 del capítulo 2 Pablo utiliza otra analogía muy profunda acerca de la familia.
Separados de ustedes…
Separados de ustedes…
Pero nosotros, hermanos, separados de ustedes…
La palabra original que Pablo utiliza y que se traduce como separados también se puede traducir como dejar a alguien huérfano de sus padres o arrancar a alguien de su entorno familiar.
separados - aporphanizo (orphan)
Lo que Pablo le está expresando a la iglesia en Tesalónica es que él está realmente sufriendo al no poder estar presente con ellos; con sus hermanos y hermanas en la fe. Es como si estuviese sintiendo el mismo sentimiento que tendría un niño que pierde a sus padres o que es separado de sus hermanos naturales.
Y esta la palabra que utiliza también revela que su separación de los tesalonicenses es involuntaria. Él no está con ellos, no porque no quiera, sino porque no puede. Porque algo se lo está impidiendo.
Esto nos revela cuánto amaba Pablo a los creyentes de Tesalónica. Cuán profunda era su añoranza y su deseo de estar con ellos.
Es posible que Pablo estuviese contrarrestando la crítica de aquellos que afirmaban que a él no le importaban realmente los tesalonicenses. Que por eso huyó de la ciudad y los abandonó.
Y para Pablo era todo lo contrario. Los tesalonicenses estaban muy cerca de su corazón. Él los consideraba su familia espiritual.
Nosotros, los evangélicos, utilizamos la palabra hermano en la iglesia de forma tan ligera que pienso que ha llegado a perder su importancia y significado.
Nos referimos los unos a los otros como los hermanos de la iglesia. Sin embargo, creo que todos debemos detenernos, reflexionar y preguntarnos, ¿cuán sinceros estamos siendo al utilizar esta designación?
¿Cuán profundo es realmente nuestro sentimiento hacia nuestros hermanos en la fe? ¿Cuán profundo realmente es nuestro anhelo de estar juntos? ¿Cuán profunda es realmente nuestra preocupación por el bienestar de nuestro hermanos?
Si hacemos un simple ejercicio y comparamos nuestro deseo de estar con nuestros hermanos en la fe; con nuestra familia espiritual versus nuestro deseo de estar con nuestros hermanos terrenales; con nuestra familia terrenal, ¿hacía dónde se inclinaría la balanza? ¿A quiénes escogeríamos primero?
Especialmente nosotros los boricuas que sobre estimamos el valor de la familia, a tal grado que sin darnos cuenta se vuelve un ídolo para nosotros.
Otras culturas nos ven, especialmente los norteamericanos, y dicen: ¡Wow! A la verdad es que ustedes idolatran a la familia.
En una ocasión Jesús dijo unas palabras muy impactantes.
46 Mientras Jesús aún estaba hablando a la multitud, Su madre y Sus hermanos estaban afuera, deseando hablar con Él.
47 Y alguien le dijo: «Tu madre y Tus hermanos están afuera y te quieren hablar»
48 Pero Jesús respondió al que le informó: «¿Quién es Mi madre, y quiénes son Mis hermanos?».
49 Y extendiendo la mano hacia Sus discípulos, dijo: «¡Miren, aquí están Mi madre y Mis hermanos!
50 »Porque cualquiera que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos, ese es Mi hermano y Mi hermana y Mi madre».
Según esta historia, parece que Jesús le está dando más importancia a su familia espiritual que a su familia terrenal. No es que está despreciando a su familiar terrenal. No es que esté violentando el mandamiento de honrar a sus padres. Es que simplemente está elevando en importancia a su familia espiritual.
¿Y por qué? Porque Jesús tenía claro que su familia terrenal dejaría de ser, pero su familia espiritual permanecería para siempre.
Claro está, y si nuestra familia terrenal es parte de nuestra familia espiritual, entonces tenemos doble gozo.
En otra ocasión Jesús dice otras palabras igualmente impactantes:
27 Entonces Pedro le respondió: «Mira, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué, pues, recibiremos?»
28 Jesús les dijo: «En verdad les digo que ustedes que me han seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de Su gloria, ustedes se sentarán también sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
29 »Y todo el que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos o tierras por Mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.
¿Recibirá cien veces más qué? Cien veces más casas, hermanos, hermanas, padres, madres, hijos y tierras. Y la vida eterna.
En otra ocasión también Jesús dijo:
26 «Si alguien viene a Mí, y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun hasta su propia vida, no puede ser Mi discípulo.
La mayoría de nosotros preferiría que Jesús no hubiese dicho estas palabras. Pero las dijo. Y si las dijo, es nuestra obligación prestar atención a las mismas.
De nuevo, no es que Jesús nos esté exhortando a despreciar a nuestra familia terrenal. Lo que Él está haciendo es advirtiéndonos de que nuestra familia terrenal no se convierta en un ídolo para nosotros. Que no se interponga con nuestra relación con Él ni con la misión que Él nos ha encomendado. He incluso podríamos decir que no se interponga con nuestra relación con nuestra familia espiritual.
(Testimonio de Kristian.)
A veces decimos que nuestro primer ministerio es nuestra familia terrenal. Pero yo no recuerdo que Jesús haya dicho eso.
Y no estoy diciendo que eso no sea cierto. Pero siempre y cuando esto no se interponga en hacer la voluntad de Dios. Siempre y cuando esto se interponga en amar y servir a nuestra familia espiritual.
Por lo tanto, en un sentido, no solo a Miguel y a Zulma, a Decio y a Elba, Dios le ha pedido que dejen su tierra y su parentela para llevar a cabo su misión, sino que realmente esto mismo nos lo ha pedido a todos nosotros.
Nuestra familia terrenal un día pasará, pero nuestra familia espiritual permanecerá para siempre. ¿Hacía quiénes, entonces, se va a inclinar la balanza?
Separados…pero no en espíritu
Separados…pero no en espíritu
Y para revelar aún más su corazón, Pablo le dice que aunque no está presente, con ellos, en persona, sí lo está en espíritu. En otras palabras, aunque no estoy con ustedes en este momento, mi corazón sí lo está.
Aunque no estoy con ustedes, no dejo de pensar en ustedes. Aunque no estoy con ustedes, no dejo de preocuparme por ustedes. Aunque no estoy con ustedes, no dejo de orar por ustedes.
¿Podemos identificarnos con el corazón de Pablo cuando pensamos en nuestros hermanos de La Cumbre?
¿Están nuestros hermanos constantemente en nuestros pensamientos? ¿Estamos constantemente preocupados por ellos? ¿Oramos y damos gracias a Dios constantemente por ellos?
¿O nos reunimos dos horitas en la mañana los domingos y después nos olvidamos de nuestros hermanos hasta el próximo domingo? Y a causa de esto desarrollamos relaciones superficiales. Somos simplemente conocidos, más que hermanos.
Muy ansioso…con profundo deseo
Muy ansioso…con profundo deseo
¿Qué le quitaba el sueño a Pablo? El no poder estar con sus hermanos en la fe.
¿Qué le producía ansiedad? ¿Su familia natural? ¿Su trabajo? ¿Sus estudios? ¿Sus necesidades económicas?
¡No!
Pablo sufría de ansiedad por el bienestar de sus hermanos en la fe. Porque estos permanecieran fieles al Señor. Porque estos perseveraran en la fe.
Llegaba el domingo y decía en su corazón: ¡Cuánto quisiera poder ir a la reunión de la iglesia hoy!
Llegaba el martes en la noche y decía en su corazón: ¡Cuánto quisiera ir a la reunión de oración!
Llegaba el día de la reunión de su grupo pequeño y decía en su corazón: ¡Cuánto quisiera reunirme con mis hermanos en la fe!
Porque Pablo sabía que cuando se reunía con la familia espiritual, él entraba en otra dimensión. Una dimensión espiritual. Una dimensión de amor profundo, de servicio, de generosidad, de sacrificio, de unidad, de comunión, de gozo, de esperanza y de paz.
Él sabía que su familia espiritual era otra cosa y que no se comparaba con ninguna relación terrenal.
Él sabía que estar junto a su familia espiritual:
3 Es como el rocío de Hermón, Que desciende sobre los montes de Sión; Porque allí mandó el Señor la bendición, la vida para siempre.
Satanás nos lo ha impedido
Satanás nos lo ha impedido
Pero de pronto nos damos cuenta que hay todo un sistema, que hay todo un movimiento, que hay todo un esquema, que hay toda una estrategia, que conspira constantemente para evitar que estemos junto a nuestros hermanos en la fe; para que tengamos comunión los unos con los otros.
Un sistema que conspira constantemente para evitar que se cumplan las palabras de Jesús cuando dijo:
18 »En verdad les digo, que todo lo que ustedes aten en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desaten en la tierra, será desatado en el cielo.
Un sistema que conspira constantemente para evitar que se cumplan las palabras de Jesús cuando dijo:
19 »Además les digo, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por Mi Padre que está en los cielos.
Un sistema que conspira constantemente para evitar que se cumplan las palabras de Jesús: cuando dijo:
20 »Porque donde están dos o tres reunidos en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos».
Un sistema que conspira constantemente para evitar que se cumplan las palabras de Jesús cuando dijo:
1 Miren cuán bueno y cuán agradable es Que los hermanos habiten juntos en armonía.
Por eso es que el autor de la carta a los hebreos exhorta a la iglesia de esta manera:
24 Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras,
25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca.
Ahora nos damos cuenta porqué cuando se acerca la hora de reunirnos con nuestros hermanos en al fe, nos inunda el desánimo y el cansancio. Se nos complica el día. Consideramos otras gestiones y compromisos como más importantes.
Ahora nos damos cuenta que la razón es porque el mundo de las tinieblas tratará de impedir a toda costa que estemos juntos. Y si logramos vencer el desánimo y llegamos a la reunión, el enemigo tratará de crear conflictos y divisiones entre nosotros.
Cuando conflictos entre nosotros al enemigo le encanta que nos reunamos. Pero cuando nos amamos profundamente él va a evitar que estemos juntos.
Porque él sabe que cuando la iglesia se une de todo corazón se vuelve una fuerza imparable.
Pablo le dice a los tesalonicenses que la razón por la cual no ha podido estar con ellos es porque Satanás se lo ha impedido.
No es que Pablo la está achacando a Satanás más poder del que Dios le ha dado. No es que Pablo esté diciendo que Satanás ha logrado deshacer los planes de Dios.
Pablo está simplemente reconociendo que vivimos en un mundo gobernado por el principe de las tinieblas. Claro está, sabemos que su gobierno no está por encima del gobierno de Dios y de Cristo sobre su creación. Pero también sabemos que el mundo de las tinieblas siempre se opondrá al avance del Reino de Dios. Y que la estrategia más poderosa que tiene es impedir que haya comunión entre los hijos de Dios.
Pero cada vez que nos reunimos en Su nombre y partimos el pan y bebemos la copa le estamos haciendo la guerra al mundo de las tinieblas y a Satanás. Estamos levantando un frente en contra de él y le estamos diciendo: Tú no tienes parte ni suerte entre nosotros. Tú no tienes inherencia en este lugar. Tú no tienes acceso a esta familia.
Las puertas del infierno no aguantarán el embate de una iglesia que está unida y que vive constantemente en comunión los unos con los otros.
(¿Qué fue lo que aprendiste esta semana, Delianys, en la clase de Introducción al Cristianismo?)
Nuestra esperanza, gozo y gloria
Nuestra esperanza, gozo y gloria
Entonces Pablo culmina este capítulo con una expresión de profundo amor.
Sus expresiones de amor hacia los tesalonicenses han ido en aumento hasta que llega a la cúspide al final de este capítulo.
19 Porque ¿quién es nuestra esperanza o gozo o corona de gloria? ¿No lo son ustedes en la presencia de nuestro Señor Jesús en Su venida? 20 Pues ustedes son nuestra gloria y nuestro gozo.
No creo que haya una expresión más gloriosa de los labios de un pastor hacia sus ovejas. No creo que haya una expresión más gloriosa de los labios de un hermano hacia otro hermano.
Quién es nuestra esperanza. Quién es nuestro gozo. Quién es nuestra corono de gloria. No lo son ustedes en la presencia de nuestro Señor Jesús cuando regrese.
No lo son ustedes en el día final recibiendo la corono de justicia. No lo son ustedes en el día final escuchando esas palabras: Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor.
Pablo les recuerda a la iglesia cuál es el motivo de todo su trabajo, de todo su esfuerzo, de todos sus sufrimientos. Cuál es el motivo de perseverar hasta el final aun en medio de la persecución.
¿Cuál debe ser nuestra mayor motivación al amar a nuestra familia espiritual? ¿Cuál será la paga de nuestro esfuerzo? ¿Cuál será nuestra mayor satisfacción al perseverar en la fe junto a nuestros hermanos?
¿Por qué invertimos nuestros tiempo en discipular y mentorear a otros? ¿Por qué elevamos el valor de nuestra familia espiritual?
Porque nuestra mayor satisfacción, nuestra mayor esperanza, nuestra victoria será estar juntos a nuestros hermanos en la fe el día del regreso de nuestro Señor Jesucristo.
Conclusión
Conclusión
Que el Señor nos ayude y aumente nuestro amor por nuestra familia espiritual cada día más.
Que:
9 El amor sea sin hipocresía; aborreciendo lo malo, aplicándose a lo bueno.
10 Sean afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, dándose preferencia unos a otros.
11 No sean perezosos en lo que requiere diligencia. Sean fervientes en espíritu, sirviendo al Señor,
12 gozándose en la esperanza, perseverando en el sufrimiento, dedicados a la oración,
13 contribuyendo para las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad.
Que reconozcamos cuán fundamental es nuestra familia espiritual en nuestra vida, en nuestro crecimiento y madurez.
Que seamos astutos al darnos cuenta de las estrategias del enemigo para mantenernos separados.
Que recordemos que al venir a Cristo pasamos de formar parte de una familia terrenal a formar parte de una familia espiritual que permanecerá para siempre. Ahora tenemos un Padre eterno y muchos hermanos y hermanas.