LAS NORMAS DEL REINO

Sermon  •  Submitted   •  Presented
0 ratings
· 2 views
Notes
Transcript
Handout
Como parte del Sermón del Monte, Jesús nos demanda que seamos la sal y la luz de este mundo. Luego nos dice como es que podremos cumplir esa demanda, como verdaderos seguidores o discípulos de Cristo.
Los judíos que escuchaban a Jesús tenían un ojo puesto en las Escrituras como norma, y en esto Cristo les muestra que estaban en lo cierto; pero tenían el otro ojo puesto en los fariseos como ejemplo a seguir.
Pero Cristo les muestra que están en el error, porque las normas del reino que Cristo vino a establecer coinciden exactamente con las Escrituras del Antiguo Testamento, que aquí se llaman la Ley y los Profetas, y van mas allá.

La Ley de Dios

Dios había dado, en gran parte, esta ley desde que creó al hombre, escribiéndola en su corazón, pero el pecado había deteriorado esta escritura, de manera que era necesario reavivar de este modo el conocimiento de ella.
Dios puso el árbol de la ciencia del bien y del mal en el Jardín del Edén, para dar a Adán y a Eva una oportunidad de elegir – obedecerlo o desobedecerlo. Adán y Eva eran libres de hacer lo que ellos quisieran, excepto el comer del árbol de la ciencia del bien y del mal.
Si Dios no les hubiera dado a Adán y a Eva la oportunidad de elegir, ellos hubieran sido esencialmente robots, simplemente haciendo lo que se les programó hacer. Dios creó a Adán y a Eva como seres “libres”, capaces de tomar decisiones, capaces de elegir entre el bien y el mal. Para que Adán y Eva tuvieran realmente esta “libertad”, ellos debían hacer una elección.
No había nada esencialmente malo acerca del árbol o el fruto del árbol. Es poco probable que el comer el fruto les diera en realidad a Adán y a Eva un mayor conocimiento. Es decir, la fruta física puede haber contenido algo de vitamina C y alguna fibra benéfica, pero no era espiritualmente nutritiva.
Sin embargo, el acto de desobediencia fue espiritualmente perjudicial. Fue el acto de desobediencia, lo que abrió los ojos de Adán y Eva al mal. Entonces el pecado empezó a borrar la escritura de esa Ley. Entonces era necesario reavivar el conocimiento de ella.
Por esa razón cuando Dios le da al ser humano esa Ley en el Monte Sinaí, le recuerda quien es El.
Éxodo 20:1–2 RVR60
Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
Los cuatro primeros mandamientos que se refieren a nuestros deberes para con Dios.
Éxodo 20:3–7 RVR60
No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.
Éxodo 20:8–11 RVR60
Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.
El ser humano ha de amar a su Hacedor por encima de los otros seres creados como él, porque si amamos a Dios sobre todas las cosas, entonces podremos amar a nuestro prójimo.
Los seis últimos de los Diez Mandamientos, y que comprenden los deberes para con nosotros mismos y para con nuestros prójimo.
Éxodo 20:12–17 RVR60
Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. No matarás. No cometerás adulterio. No hurtarás. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.
Por tal razón, Jesús reafirma el significado esencial de la Ley.
Mateo 22:37–40 RVR60
Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
En todo esto Jesús enseña a sus discípulos y critica a los líderes religiosos, porque aquellos habían torcido las enseñanzas de la Ley, imponiendo sus propias tradiciones.
Hoy veremos dos puntos principales: Jesús y la Ley, y sobre los Juramentos. El próximo domingo veremos sobre que dice Jesús sobre el séptimo mandamiento (adulterio y el divorcio), así como el gran mandamiento de amar a nuestro prójimo (el enojo, la venganza y el amor a los enemigos).

Jesús y la Ley

Mateo 5:17–18 NTV
»No malinterpreten la razón por la cual he venido. No vine para abolir la ley de Moisés o los escritos de los profetas. Al contrario, vine para cumplir sus propósitos. Les digo la verdad, hasta que desaparezcan el cielo y la tierra, no desaparecerá ni el más mínimo detalle de la ley de Dios hasta que su propósito se cumpla.
Jesús no vino para abolir la Ley, sino a cumplirla, es decir, que El vino para:
A) Cumplir todo lo que de Él estaba escrito en la Ley y en los Profetas; este es el primer sentido del verbo cumplir.
B) Observar con toda fidelidad la Ley, pues jamás quebrantó la Ley en nada, sino que la cumplió con toda perfección.
C) Completar y perfeccionar la Ley, y rellenar aquellos espacios vacíos que tenía, y que el hombre torcía.
D) Llevar sobre sí, de forma sustituitoria, la maldición de la Ley, a fin de que todos los creyentes podamos participar de las bendiciones de Abraham.
E) Promulgar la Nueva Ley del amor, con cuya puesta en práctica, no sólo se cumple toda la Ley, sino que se la supera, al cumplir el gran propósito de Dios.
Romanos 13:8 RVR60
No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.

Una Ley inquebrantable

Mateo 5:18 RVR60
Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.
Jesús cumplió en todo detalle lo que estaba en la Ley, nadie mas podría hacerlo.
Mateo 5:20 RVR60
Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
¿Como seria posible cumplir la demanda de Jesús? La única forma de hacerlo es naciendo de nuevo, es decir, naciendo del Espíritu.
Quienes hablan por propia experiencia y viven al nivel de lo que predican son honorables y dignos de gran estima en la Iglesia de Cristo. En cambio, los que no hacen lo que enseñan, derriban con una mano lo que edifican con la otra.
En el tiempo de Jesús, los fariseos se preocupaban sólo de la piedad exterior, pero nosotros debemos tomar conciencia de la interior. Ellos se afanaban por conseguir la alabanza y el aplauso de los hombres.
!Cuánto de esto se repite el día de hoy, con lideres religiosos de diferentes creencias, sean cristianas o no! Con líderes que abusan de sus seguidores.

Jurando falsamente

Ahora tenemos una exposición del tercer mandamiento. Dios no tendrá por inocente al que quebrante este mandamiento tomando el nombre de Dios en vano.
Levítico 19:12 RVR60
Y no juraréis falsamente por mi nombre, profanando así el nombre de tu Dios. Yo Jehová.
Los religiosos habían torcido los juramentos y lo profanaban.
Esos religiosos judíos habían introducido muchas tradiciones en el propio beneficio de la clase sacerdotal, para sacar provecho para ellos mismos y sus familias, a costa del pueblo a quienes exprimían.
Aquí tenemos dos ejemplos claros:
Mateo 23:16–18 RVR60
¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Si alguno jura por el templo, no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo, es deudor. ¡Insensatos y ciegos! porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro? También decís: Si alguno jura por el altar, no es nada; pero si alguno jura por la ofrenda que está sobre él, es deudor.
Marcos 7:9–13 RVR60
Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas.
La enseñanza de Jesús para nosotros, los que le hemos aceptado como Salvador y Señor, es que no hagamos hacer juramentos y antes bien que seamos íntegros con lo que decimos y hacemos, y también con nuestros compromisos.
Mateo 5:34–37 NTV
Pero yo digo: ¡no hagas juramentos! No digas: “¡Por el cielo!”, porque el cielo es el trono de Dios. Y no digas: “¡Por la tierra!”, porque la tierra es donde descansa sus pies. Tampoco digas: “¡Por Jerusalén!”, porque Jerusalén es la ciudad del gran Rey. Ni siquiera digas: “¡Por mi cabeza!”, porque no puedes hacer que ninguno de tus cabellos se vuelva blanco o negro. Simplemente di: “Sí, lo haré” o “No, no lo haré”. Cualquier otra cosa proviene del maligno.
¿Cuál debe ser nuestra actitud?
A diferencia de aquellos fariseos, antiguos y modernos, nosotros debemos afanarnos por ser aceptables a Dios y, cuando hayamos hecho todo, hemos de negarnos a nosotros mismos y reconocer que apenas hicimos nuestro deber, y confiar solo en la misericordia y justicia de Dios.
Lucas 17:10 RVR60
Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.
Amado hermano, hermana, ¿cual es tu actitud al día de hoy? ¿Amas a Dios en verdad? Eso se va a demostrar con el amor a tu prójimo.
1 Juan 4:20–21 RVR60
Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.
Oremos hermanos. Es tiempo de reconciliación con Dios.
Related Media
See more
Related Sermons
See more