Una vida consecuente con el evangelio

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Vivir consecuentemente al evangelio

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Introducción

Entramos ahora en el terreno de las exhortaciones prácticas.
Luego de un ataque teológico (doctrinal) en los 11 capítulos precedentes, Pablo aterriza los conceptos al campo de la ética cristiana.
Sabemos ya sobre:
la depravación humana universal y su destitución de la gloria de Dios;
la intervención de la gracia divina con la propiciación, justificación y reconciliación obtenidas por el sacrificio vicario del Hijo.
La vida eterna como dádiva para los posicionados en Cristo
y la exigencia que demanda la justicia a los beneficiarios de la redención.
Gracias a nuestra unión con Jesucristo gozamos ahora de libertad de la ley del pecado y de la muerte, el privilegio de la filiación divina y la esperanza de redención plena en la parusía.
El Espíritu mora en nosotros y nos ayuda con su eficaz intercesión.
Conocemos la providencia y la predestinación gloriosa para ser conformados a la imagen del Hijo de Dios, del cual nada nos puede separar.
Sabemos por la escritura sobre la elección, caída y restauración futura de Israel y la puerta abierta para el mundo gentil por la dureza de Jacob.
Entendemos que la misericordia del Señor envolvió a todos los desobedientes judíos y gentiles para salvar a los creyentes de ambas procedencias y formar con ellos un solo pueblo.
Ya se nos dijo lo realizado a nuestro favor en Cristo.
Ahora se nos llama a corresponder a la gracia y conducirnos como corresponde a quienes viven en la justicia de Dios.
Romans 12:1 RVR60
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.

1. Motivación para la entrega total

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios.
La frase Así que…, también conecta con la terminación del capítulo once, donde se señala que todo es de Dios y ha sido diseñado para su gloria.
Conecta de este modo el apóstol la parte teológica o doctrinal con la ética o la vida practica.
En vista de la obra divina para la salvación, resta hacer un llamado a la consagración total.
La exhortación se lanza en forma de ruego, con el cariño pastoral para los conversos, los creyentes.
No es opcional la entrega, sino una demanda indiscutible.
Pero no se presenta como una exigencia legalista o dogmática sino con una apelación a la disposición voluntaria, de buen ánimo.
Las misericordias de Dios
seguramente hacen alusión a la bondad incomparable mostrada por el Señor en la elección y la salvación por gracia de todos los creyentes en Cristo Jesús, sin importar raza o nacionalidad.
El Dios de toda gracia quiso salvar a los impíos, justificar a los pecadores, adoptar a los indignos y dignificar a los destituidos.
Cuando el creyente aprecia en todo lo que vale la obra a su favor, es impactado en lo más profundo de su ser y responde con gratitud.
Se muestra deseoso de hacer cuanto redunde en la gloria de quien lo bendijo tanto de pura clemencia.
Una entrega sin reservas se espera de quien ha recibido tantos y tan especiales beneficios.
Nada debe escatimar el creyente en su consagración al Señor.
Ha de servirlo continua y fielmente con la vida misma.
Si Dios entregó a su propio Hijo, lo más valioso; no es justo que reciba parcialidades de los reconciliados o creyentes.
Considerar la historia de la redención y ver la misericordia y el amor divinos en cada acontecimiento de la existencia será la mayor motivación para dedicarse con denuedo a él.

2. Rendición sacrificial del creyente

Los escritos del apostol Pablo esta íntimamente relacionado con el sistema levítico de culto, cuyo factor nuclear constituía el sacrifico.
Israel era un pueblo separado para servir y adorar exclusivamente al Dios celoso y santo: Jehová quien demandaba esencialmente la entrega total al cumplimiento de sus preceptos.
Cuando un israelita fallaba, debía presentar una inmolación reglamentaria para expiar su pecado.
Pero daba también ofrendas de celebración a Dios por sus bondades y reconocimiento de su soberanía absoluta sobre la vida de la persona.
Lógicamente el sacrificio demandado a los creyentes no es de carácter expiatorio coo en el A.T., sino de otro género, pues Cristo ya pagó el precio total por la deuda de la humanidad.
No se ordena presentar el cuerpo como sacrificio para recibir misericordia; sino por que se ha recibido ya misericordia.
No se refiere a condenados pidiendo clemencia, sino a redimidos empeñados en agradar en todo a quien tuvo de ellos compasión.
Se llama a una consagración sin reservas.
No se acepta una incompleta y defectuosa, sino una rendición del ser íntegro.
Se requiere una consagración total de la vida al servicio de Dios, una dedicación a vivir exclusivamente para su gloria.
Que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio…
Han quedado derogados los sacrificios de animales a causa del supremo ejecutado por Cristo.
Los actos ceremoniales han pasado a segundo término. Ahora Dios acepta sólo la entrega voluntaria del elemento corporal humano.
Incluye la realidad plena del ser, en ninguna manera se limita al aspecto físico.
Es la vida misma lo que se debe presentar al Señor, aunque se menciona el cuerpo como residencia e instrumento de expresión del espíritu.
Los sentimientos, pensamientos, emociones y voluntad de la persona se consagra al Señor.
El cuerpo alberga al alma con todo lo bueno que Cristo depositó en ella por su gracia.
NO PODEMOS NEGAR QUE: En el estado actual, el ser se ve tentado a cuanto pueda proporcionarle algún placer a través de los sentidos.
Si no se le sujeta surge un estorbo para la consagración.
Según Pablo, los miembros mal usados se convierten en instrumentos de iniquidad y armas de la injusticia.
Por tanto, el creyente no ha de permitir el dominio del pecado en su cuerpo mortal, ni le ha de obedecer en sus concupiscencias (NATURALEZA CAIDA).
Al contrario, ha de someterse al control absoluto de Dios, a fin de que él ejerza soberanía en su vida.
Romanos 6:12, Romans 6:13 “ni presenten los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino preséntense ustedes mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y sus miembros a Dios como instrumentos de justicia.”
El verdadero culto (servicio - adoración espiritual), según la tesis paulina, implica mayormente ofrecerle a Dios la vida cotidiana sin limitarse a los asuntos eclesiastico o liturgico.
No se relaciona con quehaceres eclesiásticos, sino con la dedicación diaria y permanente del ser en honor al Señor, en el medio en que se vive.
Tres cualidades caracterizan el sacrificio espiritual de los creyentes. Sacrificio vivo, santo, agradable a Dios…
En la ley se ofrecían a Dios sacrificios cruentos de animales.
Se escogía la víctima y se degollaba.
El derramamiento de sangre era clave.
En el evangelio, el ser de los fieles vivos es la ofrenda voluntaria, dedicado por completo a agradar al Señor.
Señala Martín Lutero que el cuerpo es un sacrificio y vivo porque vive para las virtudes y está muerto para los vicios.
No puede excluir la santidad el sacrificio que Dios demanda de sus adoradores.
La justicia de la cual se ha hecho partícipes a los creyentes, y en la cual han de permanecer hasta la muerte, es clave para agradar a Dios.
La víctima era separada para un rito sagrado, y debía ser perfecta, sin mancha ni defecto.
Los cristianos no debemos rebajar las normas de la ley sino superarlas.
Contamos con la ayuda y dirección del Espíritu Santo y podemos apartarnos de lo que ofende al Señor y vivir para él.
Hemos de sacrificar las pasiones y concupiscencias y ofrecer una adoración pura, digna de Jehová.
El fin de todo acto de adoración es agradar al Señor.
La meta es una vida convertida en olor grato, perfume que llegue al trono de la majestad divina y le provoque complacencia.
Será un placer para Dios ver el andar de los justificados caracterizado por la obediencia sin reservas a su Palabra.
Nada le satisfará tanto como la sumisión permanente de los suyos a los principios revelados en la Escritura inspirada.
Como culto racional.
Hace contraste con los sacrificios animales, cuyas víctimas eran inconscientes de su destino y función.
En los creyentes lleva todo el peso de ser un acto voluntario, consciente y deliberado.
Es el culto personal en el cual se es sacerdote y ofrenda a la vez.
Se piensa y se decide entregarse por completo a Dios.
Es una respuesta inteligente y de corazón a las misericordias que él nos ha otorgado primero.
Constituye una adoración eminentemente espiritual.
Se reconoce al Redentor como el único y absoluto dueño y se le adora por amor y con fe genuina.
La consagración es el supremo servicio al Señor de toda gracia.
Romans 12:2 RVR60
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

3. Sumisión a la voluntad divina

No conformeis a este siglo;
¿De que se trata esto?
Establece Pablo una contraposición entre el esquema de vida mundano y la voluntad divina para los creyentes.
El siglo actual representa un sistema de iniquidad que domina en la humanidad sin Cristo.
El gobierno del mal se opone a los principios morales y espirituales enseñados por la Escritura.
Tiene connotación por demás negativa y constituye una atmósfera peligrosa para los justificados.
Quienes se conforman a él no pueden agradar a Dios.
El texto indica la necesidad de sustraerse de un esquema o expresión externa; con matiz de transitoriedad, inestabilidad y caducidad.
Algunos comentaristas, entre ellos Carballosa, aplican esto a la influencia de la moda o las actividades del mundo sobre los creyentes.
Los atractivos del siglo son tremendos, tienen apariencia de ser lo mejor; pero son en realidad falaces y dañinos hasta la muerte.
El sistema mundano aplica una presión implacable sobre quienes no se conforman a él.
No tolera la justicia de Dios revelada en la moral de los salvos.
Repudia a los creyentes por ser objeto del amor divino.
Reprueba el hecho de que vivan para agradar al Señor.
Ataca y persigue sin piedad a cuantos no siguen sus formas.
Hace continuamente la guerra a toda orientación cristiana.
En nada se comparan el espíritu del siglo (mundo) y la voluntad de Dios.
El espiritu del siglo o del mundo: promueve el egoísmo y
La voluntada de Dios: el amor. Obtener vs. entregar, egocentrismo vs. cristocentrismo.
Es tan radical el contraste como el gobierno satánico y el divino.
Por lo tanto, quienes han experimentado la gracia salvadora y han sido trasladados de la condenación a la justicia de Cristo, no deben permitir que sus valores superiores se diluyan en los inferiores del mundo.
Adaptarse al mundo es lo peor que le puede suceder a un cristiano.
El Cristiano: ha sido llamado a vivir para la gloria de Dios.
El sistema actual corre en sentido contrario.
Tiene abundancia de medios para excitar la concupiscencia.
Se da rienda suelta a deseos caprichos y vicios.
Se comete el mal con descaro y deliberadamente.
Pregona lo terrenal como si en ello consistiera la felicidad o estuviera el destino de la humanidad.
Transformaos
Indica un cambio de forma interna y no sólo un esquema externo.
Es el cambio o el proceso a sufrir por el creyente que desea reflejar cada vez más la justicia de Cristo en su vida.
De la superficialidad mundana debe pasar a la renovación de fondo.
Su mentalidad necesita ser modificada a través de la disciplina constante, ejercitada en la práctica de la voluntad divina.
El creyente consagrado se hace capaz de discernir y comprobar el proyecto de Dios para sí.
La imagen de Cristo es el molde al cual nos debemos conformar, y la Sagrada Escritura es el instrumento por el cual Dios nos revela su voluntad.
Ella dice lo que agrada o desagrada a la santidad divina.
Deshacerse de los criterios paganos o mundanos y someter la mente a la influencia de la Palabra establecerá el sometimiento de toda la vida con todos los proyectos y anhelos personales al deseo de Dios para los creyentes.
La voluntad humana imperfecta ha de supeditarse a la divina perfecta.
Cuando esto sucede en la vida de un creyente, se adquiere un entendimiento espiritual mayor, así como una docilidad a la dirección del Espíritu.
Dios influye en lo cotidiano (el dia a dia) y se desarrolla la capacidad de evaluar los acontecimientos y las cosas con criterio y madurez a fin de escoger y realizar únicamente lo que se conforma a la voluntad del Señor.
Cuando de verdad ha rendido la vida al señorío de Cristo vive sólo para su gloria y practica lo bueno, agradable y perfecto, el justificado cumple con su finalidad principal.

Síntesis

Somos llamados a ser diferentes del mundo, establecer una línea divisoria bien marcada entre la justicia de Dios y la injusticia del mundo.
Si el ser terrenal y pagano o mundano glorifica el mal y es egocéntrico;
el creyente debe rendir culto sólo al Creador, con el cuerpo y la mente.
Su pensar y actuar debe mostrar su indiferencia al pecado y su interés por la gloria del Señor.
Se han de sacrificar los intereses y proyectos personales en aras del cumplimiento del fin con el cual fuimos creados.
Que Dios use nuestra vida como sea su voluntad y cumpla su deseo en nosotros.
Rindamos el ser entero a él, sin reservas.
Glorifiquemos su nombre practicando su palabra en lo cotidiano y no sólo en lo cúltico o en la iglesia.
Transformemos nuestra mentalidad para asumir con agrado lo que él tenga deparado para nosotros.
Confiemos en su bondad y perfección. Quien en su misericordia nos ha escogido quiere cumplir su designio en nosotros.
Sacrifiquemos a él sentimientos, emociones y fuerzas.
Vivamos para su honor y gloria. Pongamos en la adoración la cuota de espiritualidad racional.
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