Jesús purifica el templo
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· 14 viewsLos acontecimientos de la purificación del templo revelan la reverencia y respeto que merecemos a la presencia de Dios.
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Jesús purifica el templo
Jesús purifica el templo
Juan 2:13–17
13Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, 14y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados. 15Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; 16y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado. 17Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume.
Introducción
Introducción
En los lugares de adoración de las diferentes religiones del mundo, es normal que haya reverencia y respeto, hasta el grado de exigir absoluto silencio y quietud.
Esto es porque creen que es un lugar sagrado porque sus dioses están presentes en ese lugar.
En los lugares de adoración al Dios verdadero esto debería de ser aun más tomado en cuenta, considerando que adoramos al único Dios, en quien está el poder para salvar o condenar.
Veremos ahora la enseñanza de reverencia y respeto que nos da El Señor Jesús a la casa de oración.
Jesús en el templo
Jesús en el templo
En esta ocasión Jesús viaja a Jerusalén junto a sus discípulos para celebrar la pascua.
La pascua era una celebración instituida cuando salieron de Egipto, para recordar su liberación de la esclavitud y la salvación de la muerte de sus primogénitos por la sangre del cordero pascual.
En esta celebración, se reunían en Jerusalén miles de personas que venían de muchas partes, por tanto, algunos lo veían como una buena oportunidad para los negocios.
La pascua fue celebrada por Jesús por última vez la noche en que fue arrestado para ser crucificado, en esa ocasión instituyó la Cena del Señor que celebramos como iglesia.
La Cena del Señor también es un recordatorio para la iglesia, recuerda el sacrificio de Cristo por nuestros pecados. 1 Corintios 11.
Jesús siendo el Señor y Dios cumplía con los mandatos de Dios al participar de la pascua, cuanto más nosotros siendo la iglesia, debemos cumplir la ordenanza de Dios de celebrar la cena del Señor.
Cueva de ladrones
Cueva de ladrones
Mateo 21:13 “y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.”
Cuando Jesús visitó el templo, su propósito fue presentar su ofrenda y adorar a Dios.
Cuando nosotros nos congregamos, debemos venir con el propósito de ofrecerle culto a Dios, con nuestra adoración, ofrenda, reverencia y respeto.
El templo debía ser un lugar de reverencia, al igual que hoy día, nuestro templo debe ser un lugar de reverencia.
Nuestro actitud debe ser de reverencia porque Dios merece respeto y adoración.
Habacuc 2:20 “Mas Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra.”
Habían convertido el templo en un mercado.
Los que llegaban a celebrar la pascua debían ofrecer un animal en sacrificio, el cual era examinado por los “principales sacerdotes” para ser aprobado, regularmente lo rechazaban para obligarlos a comprar en el templo.
También eran necesario los cambistas porque era obligatorio presentar un impuesto al templo en moneda local.
Los principales sacerdotes hacían convenios comerciales con los vendedores y cambistas para obtener ganancias, por eso les permitían vender en el templo.
Esto indignó a Jesús porque en el templo estaba la presencia de Dios, la cual debía ser respetada.
Las personas que comerciaban no estaban ahí con el propósito de rendir adoración, además de importunar, estorbar o distraer a los que llegaban a adorar, estaban contaminando la santidad del lugar.
Cuando Moisés se acerco a la zarza ardiente, se le ordenó quitarse el calzado el señal de reverencia porque el lugar que pisaba era santo. Cuando vengamos a la casa de Dios hagámoslo con la firme intención de ofrecerle adoración reverente a Dios.
¿En qué etapa del ser humano le es más fácil aprender?
Los niños aprenden más fácil que los adultos. Instruya a sus hijos a tener reverencia en la casa de Dios. Proverbios 22:6 “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”
El celo
El celo
Jesús hizo un látigo con cuerdas y echó a todos los comerciantes del templo con violencia.
Juan 2:17 “Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume.”
La acción de Jesús fue motivada por el celo de la casa de Dios. El celo de Jesús es producto de su profundo amor al Padre, y de la indignación que le causaba ver la irreverencia de la gente, principalmente de los líderes religiosos.
Salmo 69:9 “Porque me consumió el celo de tu casa; Y los denuestos de los que te vituperaban cayeron sobre mí.”
Tristemente hay personas que asiste a la congregación pero su mente y corazón está en otra cosa, no vienen con la intención firme de rendir adoración y culto a Dios.
Tales personas actuarán irreverentes, porque no tienen conciencia que la presencia de Dios está presente.
Son como Balaam (Números 22), su asna sabía que estaba en presencia del Ángel de Jehová, por tanto, mostró reverencia, pero Balaam que no se daba cuenta por tanto la azotaba, hasta que el asna le hace ver la situación.
El ángel de Jehová le dice a Balaam que está vivo por la actitud reverente de su asna.
Cuando alguien está siendo irreverente en la casa de Dios y algún hermano lo corrige, se molesta porque no puede percibir la presencia del Señor.
No te enojes, si alguien lo hace es porque tiene celo por la casa de Dios y es por tu bien.
Que tus ojos sean abiertos y puedas darte cuenta que la presencia de Dios se manifiesta en la adoración y que merece reverencia y respeto.
Este lugar no es para que vengas a comer, platicar o ver tu teléfono o acariciar a tu pareja, es para que adores con reverencia al Dios de los cielos.
No sea que el celo de Dios te alcance y seas avergonzado.
Conclusión
Conclusión
Dios no se manifestará en un lugar donde no lo respeten. Ezequiel 10 revela que la gloria de Dios abandonó el templo porque el pueblo de Israel no tenía reverencia. Ahora nosotros somos el templo.
Cuando el Señor arrebate a su iglesia, este santuario quedará en manos del anticristo. Vendrán las personas a querer buscar a Dios pero ya no será más un lugar dedicado para darle culto a Dios.
Por eso ahora que tenemos la oportunidad de honrar a Dios y darle gloria en este lugar, hagámoslo con perseverancia y entusiasmo. Agradeciéndole por permitirnos tener un lugar donde adorarle.
Por otro lado:
Ahora el templo de Dios somos nosotros.
Cuidemos que nuestro corazón sea contaminado de orgullo, ambición, injusticia, indiferencia, frialdad.
No solamente se trata de cuidar nuestro cuerpo, sino también nuestra alma. Es la exposición a su Palabra la que nos edifica y santifica.
Tengamos temor de Dios y no caigamos en la arrogancia que cayeron los líderes religiosos de Jerusalén, al menospreciar la casa de Dios.