La plenitud del creyente

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Si toda la plenitud de Dios reside en Cristo y si el creyente está en Cristo por la fe y la regeneración del Espíritu Santo, lo lógico es pensar que los creyentes de alguna manera participamos de la plenitud de Cristo. Cristo es la fuente que nunca falla y el más puro y precioso manantial de aguas cristalinas, sólo Él es capaz de saciar la sed de nuestra alma sedienta.

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Colosenses 2:8–10 RVR60
8 Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. 9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, 10 y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.

INTRODUCCIÓN

En el mensaje anterior decíamos que, con estos versículos que acabamos de leer, llegamos a lo que posiblemente sea la frase Bíblica que defina con mayor cuidado y exactitud la naturaleza de la persona de nuestro Señor Jesucristo.
El apóstol Pablo escribe, influenciado por el Espíritu Santo de una manera muy clara, que Jesucristo es divino, es Dios.
El sentido del sustantivo plenitud, es el estado de tener todo lo necesario, de manera que el Señor Jesucristo tiene todas las cualidades necesarias para ser divino, pero no que es solamente un ser divino aparte de Dios, sino que es Dios mismo.
Y en ese contexto luego de hablar de Cristo, el apóstol procede en el siguiente versículo para decir a los creyentes que nosotros estamos completos en Él, en Cristo. Y de esto quiero hablar en este día, de la plenitud del creyente en Cristo.

EL CREYENTE ESTÁ COMPLETO EN CRISTO

Colosenses 2:10 RVR60
10 y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.
Si toda la plenitud de Dios reside en Cristo y si el creyente está en Cristo por la fe y la regeneración del Espíritu Santo, lo lógico es pensar que los creyentes de alguna manera participamos de la plenitud de Cristo.
El verbo completar o completo utilizado aquí, tiene el sentido de ser o llegar a ser generosamente suministrado con, y por supuesto tiene un sentido metafórico.
lo obvio es entender que no todos los poderes y atributos divinos que residen en Cristo moren ahora en el creyente, sino que Cristo los pone todos a su disposición para la protección, el sostenimiento y el crecimiento de la Iglesia.
El cristiano no es omnisciente, ni omnipotente, muchísimo menos omnipresente; pero el que lo cuida sí lo es.
Tampoco debemos entender el texto, como que de manera automática el creyente ya ha alcanzado la plena madurez espiritual o la perfección moral, sino que en Cristo ya tenemos todo lo que nos hace falta para la vida y la piedad.
El apóstol Pedro nos lo enseña de esta manera en su segunda carta.
2 Pedro 1:2–4 RVR60
2 Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. 3 Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, 4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;
Y el apóstol Juan nos dice esto un poco más claro.
Juan 1:16 RVR60
16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.
De manera que, el mensaje del apóstol Pablo a la Iglesia, es que nadie nos engañe o nos haga cautivos por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad y nosotros estamos completos en Él.
El creyente no necesita ser esclavo y debe tener cuidado de caer en las garras de las filosofías y huecas sutilezas, debe tener cuidado de no caer como un esclavo de las tradiciones humanas y debe velar que su propia vida no sea conformada los principios fundamentales del mundo sin Cristo. Y en eso se basa la falsa enseñanza, en la filosofía, en los hombres, en el mundo y no en Cristo.
Sino que debemos ser cautivos de Cristo, porque Él es Dios y porque nosotros mismos estamos completos en Él. Y dado a que toda la plenitud de la esencia misma de Dios está concentrada en Cristo, no existe nada que justifique ninguna necesidad de buscar en otro lugar ayuda, salvación o perfección espiritual a parte de Cristo. Por eso el apóstol añade inmediatamente. Y vosotros estáis completos en Él.
En otras palabras, en Cristo nosotros poseemos la fuente de la cual fluye la corriente de bendiciones que puede satisfacer cualquier necesidad que tengamos, sea en esta vida o en la venidera. Es por esa razón que se nos exhorta a permanecer en Cristo, porque Él es suficiente para nosotros y porque nada allá afuera puede darnos lo que sólo Cristo puede darnos.
Estimado hermano y amigo, no hagamos el mal que hizo el pueblo de Israel olvidándonos del Señor y sustituyéndolo por otras cosas o nuestro orgullo.
Jeremías 2:13 RVR60
13 Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.
Cristo es la fuente que nunca falla y el más puro y precioso manantial de aguas cristalinas, sólo Él es capaz de saciar la sed de nuestra alma sedienta.
¿Por qué pues cometemos la torpeza de cavar para nosotros mismos cisternas rotas que no pueden retener el agua?
¿Por qué es que en lugar de arraigarnos más en Él y crecer en nuestro conocimiento y obediencia a Él huimos de Él, para ir bebiendo de otras fuentes que no pueden por naturaleza llenar, sanar o satisfacer nuestra alma, como solamente Cristo lo puede hacer?
¿Por qué no te has asegurado de venir a Cristo y abandonas de una vez tu orgullo, tu dinero, tu pecado y dejas de cavar para ti cisternas rotas, como la religión para calmar tu conciencia? Cristo es suficiente. Qué necio es acudir a los principados, autoridades y modelos del mundo cuando en Cristo hemos alcanzado la plenitud.
Ahora bien, esto no significa que teniendo a Cristo podemos prescindir de la ayuda de los demás. No fuimos creados para vivir como seres autónomos, en total independencia de otros. De hecho al principio cuando Dios hizo al hombre Dios vio que no era bueno que el hombre estuviese sólo e inmediatamente le hizo una compañera, para que juntos llenaran la tierra y el trabajo lo pudiesen hacer entre todos.
De manera que lo que estoy tratando de decir, es que, nos necesitamos mutuamente.
Si se me rompe una tubería, necesito la ayuda de un fontanero o un plomero. Si se me rompe una pierna, necesito un cirujano. ¡En esos momentos, no basta con decir: Estoy completo en Cristo!
De igual manera, en la iglesia vivimos en interdependencia, no como «personas completas» que no necesitamos la asistencia de los demás miembros. Por muy completos que estemos en Cristo, no debemos despreciar aun el menor de los dones de nuestros hermanos; nunca podemos decirle: No tengo necesidad de ti.
Así que lo que Pablo enfatiza por medio de esta frase es que, siendo hechos completos en Cristo, no tenemos ninguna necesidad de buscar poder o atributo, ayuda o gracia, providencia o protección, fruto espiritual o excelencia moral en ningún lugar aparte de Cristo, ni en ningún otro mediador suplementario, fuera de Cristo.
Cristo constituye una continua y perfecta fuente de todas las bendiciones que necesitamos para vivir para la gloria de Dios en este mundo.
Él es nuestra esperanza eterna, sus recursos son infinitos y Él los emplea para prestar el oportuno socorro a los que estamos en Él.
Él y sólo Él, puede darnos salvación, santificación, capacitación para el servicio y el ministerio, Él es el único capaz de perfeccionarnos espiritualmente y transformarnos moralmente.
De manera que buscar cualquiera de estas cosas en otra filosofía, doctrina o señor es abandonar a Dios, fuente de agua viva, y cavar para nosotros cisternas agrietadas que no retienen el agua.
La contrapartida de decir que somos hechos completos en Cristo, es decir:
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:13.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Romanos 8:37.
Fortalecidos en Cristo y en el poder de su fuerza. Efesios 6:10.
Podemos afrontar todos los retos y todas las pruebas de la vida y nada ni nadie nos podrá separa del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 8:39.
En Cristo podemos ser llenos de toda la plenitud de Dios. Efesios 3:19.
La cuestión es si realmente los creyentes creemos esto.
Muchas veces nos vemos a nosotros mismos como seres débiles, inconstantes y propensos a la derrota. Y la razón del por qué nos vemos de esta manera se debe a que no estamos persuadidos verdaderamente de que todo, absolutamente todo lo que necesitamos para la vida y la piedad se encuentra en Cristo y no fuera de Él.
Pablo escribe esto a esta Iglesia porque ellos estaban en peligro de hacer un maridaje entre el evangelio de Cristo y las doctrinas de los falsos maestros.
Parece que algunos deseaban abrazar las nuevas enseñanzas sin abandonar la iglesia y así establecer un sincretismo entre Cristo y los señores celestiales.
Hoy nuestros sincretismos son otros, pero igualmente peligrosos.
Estamos en peligro de fundir el evangelio con la Nueva Era, de darles espacio a Buda o Mahoma y la religión juntamente con Cristo, de practicar la ética predicada en los medios de comunicación en lugar de la de Dios, o de mezclar la fe con determinadas filosofías, ideologías o escuelas psicológicas. Y, en la medida en que lo hacemos, estamos diciendo que no somos completos en Cristo, sino que nos hacen falta otros medios de salvación aparte de él.
Y la respuesta de la Palabra de Dios es absolutamente No. No necesitamos otra cosa, necesitamos a Cristo en nuestras vidas, Él es suficiente. Él es suficiente para transformar nuestra vida, nuestro hogar, nuestros matrimonios y nuestro carácter. Él es suficiente para perdonar nuestros pecados y justificarnos delante de Dios. Él es suficiente para proveernos lo que necesitamos en esta vida y en la venidera. Tu no necesitas a nadie, tu no necesitas nada tanto como lo necesitas a Él.

CONCLUSIÓN

Y quiero terminar el mensaje con algunos aspectos prácticos de esta verdad que hemos visto en este mensaje.
El saber que en Cristo hemos sido hechos completos, nos debe llevar a vivir nuestra vida descubriendo día a día que Cristo es nuestra plena suficiencia. Por ejemplo:
Muchas veces cuando una gran soledad nos abruma y todo parece gris, la suficiencia de Cristo en nosotros nos alienta y el consuelo de la presencia y amistad de Cristo viene a se nuestra compañía y nuestro aliento.
Y cuando pasamos por momentos de estrechez y preocupación material, descubrimos que la verdad de que en Cristo, Dios suple todas nuestras necesidades y disipa nuestra ansiedad.
Lo que estoy diciendo es que en Cristo la vida es mejor. Porque Cristo nos proporciona fuerza en momentos de debilidad, valentía en momentos de cobardía, esperanza en momentos de desaliento y poder en momentos de reto y responsabilidad.
Y puesto que somos completos en Cristo y todos los recursos que necesitamos para la vida están en sus manos, no debemos buscar nuestra fuerza espiritual fuera Él. No debemos apoyarnos en otras supuestas fuentes de espiritualidad, ni mucho menos en nuestra propia debilidad humana, sino confiar completa y plenamente en Cristo en quien los creyentes estamos completos.
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