Actitud correcta en la Santa Cena
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· 67 viewsLa cena del Señor es una ordenanza que debemos cumplir con la actitud correcta.
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Actitud correcta en la Santa Cena
Actitud correcta en la Santa Cena
1 Corintios 11:27–30
27De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.
28Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.
29Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.
30Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.
Introducción
Introducción
Pablo exhorta a la iglesia de Corinto a corregir las desviaciones doctrinales y pecados en los que habían incurrido.
Una de los problemas más fuertes que sufría la iglesia de Corinto eran las divisiones.
1 Corintios 11:18 “Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo.”
Por tal razón, Pablo le hace ver a la iglesia el peligro al que son expuestos al participar de la mesa del Señor con la motivación y actitud incorrecta.
Indignamente
Indignamente
1 Corintios 11:27 “De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente…”
Pablo afirma que es necesario presentarse a la mesa del Señor dignamente.
Sin embargo, ninguno es digno.
Las obras, dones, posiciones, privilegios, éxitos o logros, no pueden colocarnos en una posición de dignidad.
Ninguno es digno de presentarse a la mesa de Señor.
La manera de ser revestidos de dignidad es acudir a Cristo, quien nos santifica, purifica y justifica.
Es necesario reconocer nuestra incapacidad, nuestra condición de pecado y nuestra necesidad y dependencia de Dios.
Juan 15:5 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”
Renunciar al pecado, a nosotros mismos, humillarnos y someternos a Cristo, para que de esta manera nos cubra con su dignidad.
La iglesia de Corinto incurría en indignidad porque no solucionaba sus diferencias, no renunciaba a su orgullo, por tanto, participaban indignamente, sin darle importancia a la celebración. Disfrutar de una buena comida y la diversión, pero sin recordar los padecimientos de Cristo.
La Santa Cena se constituye en un evento donde renovamos nuestros votos, nos santificamos y hacemos memoria del grande amor de Dios.
Es una oportunidad para cultivar nuestra relación con Dios.
Cuando participamos superficialmente, solo para cumplir con el requisito o por costumbre, estaremos incurriendo en una participación indigna. Los elementos en sí no tienen ningún poder de santificar, pero la obediencia al mandato si lo tiene.
Culpado del Cuerpo y la Sangre
Culpado del Cuerpo y la Sangre
1 Corintios 11:27 “…será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.”
Pablo enseña que presentarse a mesa del Señor con la motivación y actitud incorrectas ofenden al Señor y esto incurre en una falta que tiene consecuencias.
Seremos como los judíos que pidieron que Cristo fuera crucificado, cargando sobre ellos la culpa.
Mateo 27:24–25 “24Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros. 25Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.”
En este caso, los judíos se convertían en culpables de los padecimientos de Cristo. La sangre de Jesús sobre ellos no era para salvación sino para juicio.
Cuando nos presentamos indignamente a la mesa del Señor, habrá consecuencias lamentables.
1 Corintios 11:30 “Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.”
La enfermedad, la debilidad y la muerte son consecuencias del pecado.
Debido a que nuestra carne está contaminada de pecado, debe ser transformada en cuerpo glorificado para que sea partícipe de la gloria de Dios.
1 Corintios 15:50 “Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.”
De manera que, estamos expuestos a las enfermedades, el debilitamiento y la muerte (Pablo lo llama dormir).
Pero aquellos que se presentan a la mesa del Señor indignamente sufren estas consecuencias con más severidad.
No tienen paz, están intranquilos, no duermen, les molesta todo, viven angustiados, atormentados.
Necesitan reconocer su pecado y arrepentirse.
Pruébese
Pruébese
1 Corintios 11:28 “Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.”
Debes evaluar tu vida antes de presentarte a la mesa del Señor, es mejor hacerlo aun antes de venir a la casa de Dios.
Antes de juzgar al hermano, júzgate a ti mismo.
Arregla tus asuntos, reconcíliate, pide perdón, perdona, esto es lo que espera Dios del verdadero cristiano.
No puedes justificar tus malas acciones delante de Dios, Él no telera el pecado. Salmo 5:4–5 “Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; El malo no habitará junto a ti. Los insensatos no estarán delante de tus ojos; Aborreces a todos los que hacen iniquidad.”
Con Dios no podemos jugar, ni tampoco condicionarlo a nuestra conveniencia.
Gálatas 6:7 “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.”
Conclusión
Conclusión
La semana pasada hablamos a actitud correcta para presentarle culto a Dios, con reverencia, devoción, temor y alegría.
Esa misma actitud debe prevalecer al presentarnos a la mesa del Señor.
No solamente es necesaria la actitud correcta, también la motivación correcta.
Recordar, quebrantarnos y agradecer por rescatarnos de la condenación eterna.
Si has entendido cuál es tu situación sin Dios, y del regalo de amor incondicional de Dios, no podremos sino agradecerle y recordar con gratitud lo que Él hizo por nosotros.