LA ORACION QUE AGRADA A DIOS

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Ezequiel 22:30 RVR60
Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé.
¿Desearía haberle dado más?
Don Carson es el profesor de investigación del Nuevo Testamento de Trinity Evangelical Divinity School en Deerfield, Illinois, y cofundador (junto a Tim Keller) de The Gospel Coalition. Este es su testimonio:
“Cuando joven estudiaba química en la Universidad McGill y lo disfrutaba bastante. Estaba en Ottawa por unos meses, en un laboratorio de química operado por el gobierno federal canadiense, enfocado en la contaminación del aire. Disfrutaba mucho mi vida y mi trabajo.
Al mismo tiempo, dedicaba parte de mi energía, en especial en los fines de semana, a ayudar a un amigo a plantar una nueva iglesia un poco más arriba en el Valle. No pasó mucho tiempo antes de que comenzara a preguntarme si debería considerar la vocación ministerial. No podía sacar de mi cabeza un coro que aprendí en la escuela dominical:
«Tarde o temprano, cuando mire su rostro
Hermoso rostro, rostro con sombras de espinas
Tarde o temprano, cuando mire su rostro,
desearía haberle dado más».
En septiembre de ese año, un domingo por la noche en mi iglesia local en Montreal, escuché a Richard Wilkinson, un misionero en Haití, dar un discurso sobre Ezequiel, donde Dios le dice al profeta: «Busqué entre ellos alguien que levantara un muro y se pusiera en pie en la brecha delante de Mí a favor de la tierra, para que Yo no la destruyera, pero no lo hallé» (Ez 22:30).
Ese sermón basado en Ezequiel 22, donde Dios testifica que buscó a alguien que «se pusiera en pie en la brecha» delante de Él pero no lo encontró, fue una de las piezas providenciales que Dios usó ese año para desviarme de la química y dirigirme hacia la vocación ministerial.”

Que NO es la Oración

En la Parábola del fariseo y del publicano que Jesús narra en el Evangelio de Lucas, dice:
Lucas 18:11–13 RVR60
El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
Claramente el fariseo hacía ostentación y quería ser alabado por los demás, debido a su “espiritualidad”. A muchos les encanta oírse a sí mismos hablar.
Mateo 6:5–8 RVR60
Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.
Edward McKendree Bounds, conocido mayormente como E.M. Bounds, fue un escritor norteamericano, abogado y miembro de la Iglesia Episcopal Metodista del Sur. Es conocido por escribir 11 libros, nueve de los cuales se centraron en el tema de la oración. Esta es una cita de sus libros:
“La oración profesional enfría y mata al mismo tiempo la predicación y la plegaria. Gran parte de la falta de devoción y reverencia que muestran las congregaciones cuando se ora, puede atribuirse a la oración profesional en el púlpito. Las oraciones en muchos púlpitos son largas, argumentadoras, secas, vacías. Sin unción y sin espíritu caen como una helada sobre todo el servicio. Son oraciones que matan.”
Entonces, ¿no se puede orar en público?
Existe una amplia evidencia de la oración pública que honra a Dios en la Biblia, por modelos como Esdras, Salomón y Jesús.
Esdras atrajo a una multitud cuando oró públicamente, angustiado por la falta de dedicación de Israel a Dios (Esdras 10: 1), pero no sufrió reproche por parte de la gente o de Dios por su oración pública.
Cuando leemos que Salomón ora en la dedicación del templo, no encontramos una reacción negativa o desaprobación de parte de Dios debido a que su oración es pública (1 Reyes 8: 22–23).
Jesús oró públicamente frente a miles de personas mientras los alimentaba milagrosamente. También oró con sus discípulos y desde la cruz.
Sin embargo, Jesús también habló en contra de los motivos equivocados en las oraciones hipócritas que se hacen con la intención de ser oídas o admiradas por aquellos que se encuentran a nuestro alrededor.
Debemos recordar, a quien nos estamos dirigiendo cuando oramos. Si en verdad es Dios mismo, tengamos presente que es el Rey del Universo.
Cuando oramos en público debemos ser conscientes de evitar el orgullo. No es bíblico querer orar públicamente teniendo el propósito en mente de que a uno se le tenga en alta estima.
Al mismo tiempo, evitar la oración en público, por temor a la vergüenza, tampoco es bíblico. Tanto la oración pública como la oración privada están respaldadas por la Biblia y tienen un lugar en la vida de un creyente.

¿Qué es la oración?

La oración es el alma del caminar del cristiano con Dios. La oración nos conecta con Dios, la oración es una forma eficaz para amar y conectarse con los demás, y la oración deja un lugar en el corazón de aquel que ora para oír la voz clara de Dios.
Cristo es nuestro mejor ejemplo de una vida de devoción. Él mismo era un hombre de oración
Lucas 5:16 RVR60
Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba.
Si el Hijo del Hombre vió una necesidad personal de orar, ¿cuánto más debemos ver la misma necesidad en nosotros?

Jesús nos enseñó a Orar

Lucas 11:1 RVR60
Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
Mateo 6:9–14 RVR60
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
Examinemos las partes de la oración, en el orden que nos enseño nuestro Señor. Esta oración es como una carta enviada de la tierra al cielo, pues contiene todos los datos propios de una carta: la persona a quien la dirigimos Padre nuestro, la dirección en los cielos; el contenido en las distintas peticiones; la despedida, porque tuyo es el reino; el sello, Amén.
Desde luego, tiene una introducción, un contenido y una conclusión.

Alabar a Dios

Nos dirigimos al Creador del Universo, nuestro Dios Todopoderoso, Altísimo, Soberano, el Juez de todos los hombres, de quien depende nuestra vida. Entonces lo primero que hacemos es Alabarle.
Recuerdo al primer pastor de la Alianza que conocí en Perú, un hombre sencillo que había sido rescatado de la mala vida, y que pudo conocer a Cristo de todo su corazón. El oraba así al empezar su sermón, con toda sencillez, humildad en su expresión: “Padre Nuestro que estás en los cielos, en el nombre de Jesucristo, aquí nos rendimos delante de ti..”.
Santificado sea tu nombre; es decir, que se le de a Dios el honor y la gloria que le pertenece. Hemos de dar gloria a Dios, antes de esperar recibir de Él misericordia y gracia.
Venga tu reino, Hágase tu voluntad, como en el cielo, así en la tierra. es decir que su gobierno sea sobre cada uno de nosotros, cuando sometemos nuestra vida a Su voluntad, que es nuestra santificación. Entonces, no se refiere a la Segunda Venida del Señor, cuando el Reino se extenderá a todo el mundo y Él los regirá con cetro de hierro. Hoy Cristo gobierna Su Iglesia.

Pedir e interceder

Pedir el sustento material pero sobre todo el espiritual
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. El Señor sabe lo que necesitamos, pero desea escuchar nuestra humilde petición, en la convicción que Él todo provee.
Mateo 6:26–30 RVR60
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
Estamos llamados a orar por nuestros hermanos y hermanas en Cristo (Santiago 5:16).
La falta de oración ignora el don de intercesión que Dios nos ha dado. La falta de oración ignora el don de intercesión que Dios nos ha dado.
El profeta Samuel vio las oraciones en nombre del pueblo de Israel como una parte necesaria de su ministerio:
1º Samuel 12:23 RVR60
Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto.
El profeta Samuel nos enseña que la falta de oración es un pecado. Cuatrocientos años mas tarde el profeta Ezequiel recibe palabra de Jehová, en juicio contra la casa de Israel.
Ezequiel 22:30 RVR60
Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé.
Es nuestra labor como luz y sal de la tierra interceder, no solo por nuestros hermanos, si no por la Iglesia de Cristo, todos los creyentes, para que se conserve en santidad.

Perdonar y ser perdonado

Mateo 6:12 RVR60
Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Debemos reconocer que todos somos pecadores. Nuestros pecados son nuestras deudas que merecen castigo. Entonces pedimos que el Señor nos quite esa carga, y que tengamos un nuevo consuelo y esperanza. El rey David llega a decir, arrepentido de su grave pecado:
Salmo 51:1 RVR60
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
Luego en el mismo Salmo el reconoce que solo la rendición completa ante Dios le hará posible lograr el perdón.
Salmo 51:17 RVR60
Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
Es nuestro deber perdonar a nuestros deudores, porque un corazón que no perdona no está en condiciones de que la sangre de Jesús lo limpie de todo pecado, puesto que alberga un pecado no confesado sinceramente.
Mateo 6:13 RVR60
Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
Al tener en cuenta que Dios no tienta a nadie, sino que cada uno es tentado cuando es atraído y seducido por su propia concupiscencia (Stg. 1:14–15), y que el original griego se traduce mejor en sentido personal, el significado de toda la petición es el siguiente: Y no nos sometas a una prueba dura, sino líbranos del Maligno.
En este versículo también vemos la conclusión y el sello de nuestra carta a Dios.

¿Que pasa si no oramos?

La falta de oración es un desacato al mandato de Dios de amar a los demás. Y no debemos orar solo por aquellas personas por las cuales no nos es difícil. "Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres" (1 Timoteo 2:1).
Jesús nos dice que también debemos orar por los que nos persiguen (Mateo 5:44). Este es el mensaje de Cristo, amar y apoyar a todos en oración, incluso de aquellos que son difíciles de amar. La oración deja un lugar para la voz clara de Dios. La falta de oración debilita nuestra capacidad para escuchar a Cristo cuando él susurra palabras de corrección o convicción en nuestro espíritu. Ya no podemos orar la voz del dulce Pastor, llamándonos.
Mateo 26:41 RVR60
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
La falta de oración nubla nuestros corazones a las tentaciones que nos rodean y nos conduce a un mayor pecado. La oración es nuestra tabla de salvación y conexión con Dios. Cristo mostró lo opuesto de la falta de oración en su caminar acá en la tierra y nos mostró como llevar una vida llena de oración.

La oración que agrada a Dios

Mateo 7:7–12 RVR60
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
La oración eficaz y sincera va acompañada de actos que muestran nuestra conexión con Dios. Se va a reflejar en nuestro rostro, en cada acto de nuestra vida.
Tenemos el llamado a "Orad sin cesar" (1 Tesalonicenses 5:17), entonces cualquier otra cosa diferente a una actitud permanente de oración y comunión con Dios, es pecado.
Cualquier cosa que interrumpa nuestra conexión con Dios o conduzca a la autosuficiencia, es un error.
¿Puede imaginarse alguien que diga que es su mejor amigo y nunca le habla? Cualquiera que sea la amistad, sin duda será tensa. Igualmente, una relación con Dios es pobre y difícil si no hay comunicación.
La falta de oración es el contraste de una buena relación con Dios. El pueblo de Dios tendrá un deseo natural de comunicarse con su señor.
Salmo 5:1–3 RVR60
Escucha, oh Jehová, mis palabras; Considera mi gemir. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, Porque a ti oraré. Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.
Los mandamientos bíblicos para orar están acompañadas de promesas maravillosas.
Salmo 145:18–19 RVR60
Cercano está Jehová a todos los que le invocan, A todos los que le invocan de veras. Cumplirá el deseo de los que le temen; Oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará.
También hace de hombres sencillos, aquellos grandes hombres de la historia. Uno de ellos fue Abraham Lincoln.
“Hace más de cien años en una cabaña sencilla y rústica en la parte sur de Indiana una madre estaba muriéndose. Sabía que su fin se acercaba y suplicó que su hijo de nueve años se le acercara. Le abrazó y en voz queda le dijo: Hazte alguien, Abraham. Aquella madre era Nancy Hanks de Lincoln. El muchacho se hizo alguien porque era Abraham Lincoln. No solamente llegó a ser presidente de los Estados Unidos de América. Fue uno de los más respetados y amados hombres de la historia. No cabe duda de que aquella madre había orado con él y por él muchas veces, porque sabemos de la historia de su vida que Abraham Lincoln era hombre de oración.”
LA ORACIÓN TRANSFORMA EL DESIERTO EN QUE ANDAMOS EN UN OASIS DE PAZ, EN MEDIO DE LA ADVERSIDAD.
OREMOS.
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