Imitadores de Cristo
Porque eres ciudadano del cielo, tu debes imitar a los que son como Jesús
llorar — llorar profusa y libremente de tristeza o angustia.
¿Por qué no debes de imitar a los que son enemigos de la cruz?
enemigo (personal) — un enemigo personal
¿Quiénes son estos “enemigos de la cruz”? Nadie parece ser capaz de identificarlos con certeza. Carson, O’Brien y otros señalan que parecen ser personas que hacen algún tipo de profesión de fe cristiana, pero en realidad se oponen al evangelio
Tampoco se debe pensar en ellos como paganos, quienes rechazan por completo el evangelio. Por el contrario, dan un espectáculo como líderes cristianos, pero falta el ejemplo de llevar la cruz. Los enemigos de la cruz no hablan de ella como su mayor gloria, no quieren tomarla ni participar en la comunión de compartir el sufrimiento de Cristo. Su ética no es coherente con su profesión. Pablo nos advierte que no nos dejemos arrastrar por esas personas.
I. No debes de imitar a los enemigos de la cruz porque van rumbo a la destrucción
destrucción (acción) — la terminación de algo causándole tanto daño que no podría ser reparado o que ya dejó de existir.
II. No debes imitar a los enemigos de la cruz porque solo buscan satisfacer sus deseos carnales
“dios es el vientre” (RVC), lo cual significa que sirven a sus apetitos lujuriosos. Buscan complacer al yo. Se convierten en una ley para sí mismos. En lugar de vivir en adoración agradecida a Dios viven como glotones perezosos, complaciéndose a ellos mismos.
III. No debes imitar a los enemigos de la cruz porque están orgullosos de su pecado.
IV. No debes imitar a los enemigos de la cruz porque solo tienen su mirada puesta en lo terrenal.
Esta mentalidad terrenal demuestra que los falsos maestros no eran salvos. Santiago cuestionó: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Stg. 4:4). “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él” (1 Jn. 2:15). Los judaizantes solo pensaban en sus ceremonias, festivales, fiestas, sacrificios, lunas nuevas, “todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo” (Col. 2:17). Los libertinos se ocupaban en disfrutar de los placeres carnales del mundo.
Los enemigos de la cruz, tanto si le añaden como si le quitan al evangelio, deben evitarse, nunca imitarse.