La batalla de la fe y la buena conciencia

1 Timoteo: La casa puesta en orden  •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
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Permanecer en la fe es una batalla que requiere mantenernos fieles a la doctrina para evitar naufragar en el error.

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En el mundo militar existe un escrito considerado el manual por excelencia del oficio. El arte de la guerra” es un antiguo tratado chino atribuido a Sun Tzu y escrito según se cree en el siglo V a.C. y en donde se abordan diversos aspectos sobre la guerra, la estrategia y las tácticas que un ejército debía considerar si quería ganar. Desde el conocimiento del terreno hasta la economía de los recursos y liderazgo, el libro es una ventana a la planificación y el cuidadoso arte de lo que a veces es inevitable: la guerra.
Una de las ideas principales propuestas por este libro es que en la guerra no se improvisa y que pocas victorias vienen por azar. Más de la mitad de la guerra se gana en el cuartel y el otro restante en el terreno; todo tiene que ver con la planificación, el cálculo, la estrategia y una determinación valiente; porque de lo contrario, las consecuencias inevitables son el no poder regresar a casa.
Volvemos una vez más a nuestro capítulo 1 en el que Pablo había comenzado a dar algunas instrucciones importantes a Timoteo sobre la urgencia de corregir las cosas que se habían comenzado a poner en peligro la iglesia de Éfeso.
Después de un paréntesis en el que Pablo se muestra como un ministro que había a tesoro el evangelio a pesar de haber sido un gran pecador, a diferencia de los que ahora estaban menospreciando el evangelio, el apóstol retoma el rumbo de la instrucción y ahora le da unas palabras célebres a su hijo en la fe.
Imagínense a un padre experto en la guerra, que ha peleado cientos de batallas duras, que ahora pone las dos manos sobre los hombros de su hijo y le dice: debes ser valiente, va a ser difícil, pero debes mantenerte firme; de lo contrario, corres el peligro de no regresar.
Pablo entendía perfectamente la naturaleza y seriedad de la misión que le estaba encomendado a Timoteo y es por eso que le da una palabra de ánimo, una exhortación, mantenerse firme en la fe y una advertencia de las consecuencias que pudieran venir de llegar a naufragar.
Y este es el argumento que quiero proponerles entonces para este sermón:
Permanecer en la fe es una batalla que requiere mantenernos fieles a la doctrina para evitar naufragar en el error.
Y vamos a desarrollarla a la luz de dos simples encabezados:
Un llamado a permanecer firme en la fe
Una advertencia sobre las consecuencias abandonar la fe

Un llamado a permanecer firmes en la fe

El hijo espiritual de Pablo, y ahora soldado enviado en comisión como hombre de confianza en una guerra espiritual contra la mentira y las herejías, recibe una instrucción que tiene en realidad dos elementos. Es como si Pablo estuviera reafirmando: te envío a ti, porque eres el mejor de mis hombres que puedo enviar.
En primer lugar, Pablo busca animarlo recordándole la forma en la que él fue llamado y puesto en el ministerio. Y en segundo lugar, Pablo lo exhorta a mantener dos cosas que le serán fundamentales durante la guerra: la fe o la sana doctrina, y una buena conciencia.
Veamos cada una en detalle:

Recordatorio de su llamado

Pablo deja ver que la razón por la que envía a Timoteo con tanta convicción de que podía cumplir la tarea es porque confiaba en el llamado que este había recibido por medio de profecías. Él está usando esto como una fuente de ánimo y de confianza para que pelee la batalla sin temor.
Mucho se ha dicho acerca del significado de estas palabras; algunos hablaban de alguna predicción futura y de padecimientos; sin embargo, parece que la idea más aproximada es que estas profecías tenían que ver con el momento en el que Timoteo fue encomendado a la labor ministerial. Esto se dice del llamado de Timoteo más adelante: No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. (1 Timoteo 4:14 énfasis añadido). También 1 Timoteo 6: 12: Pelea la buena batalla de la fe. Echa mano de la vida eterna a la cual fuiste llamado, y de la que hiciste buena profesión en presencia de muchos testigos.
Todo parece indicar, a juzgar por estos pasajes, que el llamado de Timoteo estaba demarcado por una misión especial que fue dada por el Espíritu Santo en el momento en el que fue ordenado. El comentario de William Hendriksen dice lo siguiente:
Estas declaraciones proféticas anteriores podrían haber sido, probablemente, de la siguiente naturaleza: Señalaban a Timoteo para un servicio especial en el reino de Dios, resumían sus deberes, predecían sus sufrimientos y lo confortaban con la promesa de la ayuda divina en sus tribulaciones. (cita pendiente de referenciar en pie de pagina)
Es como si Pablo estuviera diciendo: —Timoteo, te envío a ti, porque como sabes, esto no es algo novedoso; es lo que se dijo que iba a venir con el ministerio, y estoy tan seguro de que el Señor te ha llamado, que sé que Él te va a guardar en medio de todo padecimiento en esta misión—.
La convicción del llamado es una fuente permanente de ánimo. Una de las cosas en las que siempre pienso en cuanto a mi propio llamado es que no sé dónde estaría si en algún momento la convicción de que Dios me había puesto por misericordia para su servicio no me hubiese sostenido.
Es la razón por la que a los que aspiran al ministerio, queremos que estén plenamente convencidos que esto es a lo que se quieren dedicar de por vida; porque la realidad es que van a venir padecimientos, sufrimientos, van a venir adversidades y también tentaciones de todo tipo y lo único que puede hacer que nos mantengamos firmes es la convicción de que el que llama, es el mismo que sostiene.
Creo que es un principio que aplica en general para todo aspecto de la vida en el Señor. Si tenemos la convicción que el Señor nos ha llamado a ser parte de Su pueblo, estaremos seguros de que nada nos separará de Él.
El esposo que está convencido que el matrimonio es un llamado de Dios que refleja la relación de Cristo con su iglesia y que tiene un carácter sagrado, no considerará el abandono con a las adversidades porque sabe que Dios bendice la unión matrimonial.
Como ven, debemos ser personas que desarrollen convicciones profundas. De lo contrario, la primera adversidad será una tentación al abandono.
La vida de los creyentes es como un puente colgante entre dos montañas separadas por un abismo, a veces se mueve tan fuerte que parece que no cruzaremos, pero recordamos que a cada lado el puente está anclado tan fuertemente que nunca se romperá.
Estas son las dos anclas de la seguridad del creyente: que por la obra de Cristo Él nos ha hecho sus hijos y por su propio Hijo nos ha asegurado la eternidad.
Es esa seguridad la que hace que peleemos la batalla, que no desmayemos que permanezcamos firmes, y es eso lo que Timoteo quiere que recuerde en cuanto a su llamado: recuerda lo que se dijo de ti; el Señor te llamó, vas a tener que pelear, pero vas a llegar al final.
El otro elemento que Pablo le da a Timoteo como instrucción, es una exhortación a retener la fe y la pureza.

Llamado a retener la fe y la buena conciencia

Que se hayan hecho profecías acerca de Timoteo, de cómo iba a padecer, pero también a ser guardado, no implicaba que él no tuviera que poner de su parte. Es a esto a lo que llamamos una fe activa, una fe viva.
Lo primero que debía hacer Timoteo en medio de la guerra era guardar la fe. Y esto tiene que ver con mantenerse en la sana doctrina. Continuar creyendo lo mismo.
Pablo sabía que Timoteo podía ser tentado a escuchar a los falsos maestros de Éfeso y abrazar algunas de sus ideas, pero Pablo quiere asegurarse que eso no debía pasar bajo ninguna circunstancia.
Por otro lado; Timoteo también debía guardarse de las tentaciones morales: El dinero, el favoritismo, las relaciones con el sexo opuesto (1 Timoteo 5:22).
Esta exhortación tiene mucho sentido, Timoteo, y por extensión ninguno de nosotros está exento de ser tentado y ser descalificado de la carrera de la fe. Si alguno de nosotros piensa estar firme, mire que no caiga.
La verdadera batalla de la fe es una por la verdad y la pureza moral.
Satanás gana si logra desviarnos de la sincera fidelidad a Cristo y si logra comprometer el testimonio y nuestra buena conciencia delante de los hombres.
Muchos están hoy peleando una guerra equivocada. No es nuestro trabajo subir a los aires y pelear con los principados; nuestra meta es edificar la iglesia en la verdad, predicando el evangelio, y eso es lo que hará que las puertas del Hades no prevalezcan.
Como vemos; Timoteo debía mantenerse alerta. Recordar que el Señor que lo había llamado era poderoso para guardarlo en medio de una lucha que iba a implicar enfrentarse al diablo y sus artimañas de engaño, y también a sí mismo y las tentaciones de su carne y todo esto, porque la consecuencia podría ser perder la guerra, naufragar en la fe; lo que nos lleva al segundo y último encabezado.

Una advertencia sobre las consecuencias abandonar la fe

Pablo continúa en la preparación anímica previa a la guerra y ahora pone frente a Timoteo un ejemplo de las terribles consecuencias que pueden venir para aquellos que abandonan la fe, que venden su conciencia, que olvidan el llamado del Señor.
Los dos personajes mencionados aquí, Himeneo y Alejandro, eran los cabecillas de la Herejía. Al parecer eran conocidos de Timoteo; parece que en principio fueron colaboradores firmes con Pablo; pero el oído se les dañó y también el corazón; la consecuencia es que estaban ahora naufragando en la fe.
Llama la atención que Pablo no dice se ahogaron, sino que se han extraviado del camino, es posible que esté esperando que el trabajo de Timoteo sea justamente traerlos de vuelta al barco.
De hecho, Pablo usa una expresión que nos es conocida de 1 Corintios 5 y es que ellos fueron “entregados a Satanás”. Es decir, fueron excomulgados por instrucción del apóstol por causa de sus falsas enseñanzas y ahora, lejos de la cobertura de la iglesia, estaban a la merced de lo que el enemigo hiciera con ellos.
Puede ser que la esperanza de Pablo fuera justamente que ellos se volvieran de su mal camino luego de experimentar que de la mentira no se cosecha ningún bien y que reconocieran su extravío. Que aprendieran la lección y las consecuencias que trae alejarse de la verdad y que con ese escarmiento regresaran al redil.
Esto nos deja ver además que la disciplina eclesiástica es el camino que queda para aquellos que se desvían de la verdad.
El error doctrinal no puede ser consentido. Por supuesto, puede haber diferencias de pensamiento sobre asuntos secundarios; pero en cuanto a las doctrinas fundamentales; la autoridad de las Escrituras, el evangelio, la naturaleza humana y divina de Cristo, la resurrección, el perdón de pecados, la segunda venida de Cristo; estas doctrinas no tienen. un margen a la discusión porque son parte de las verdades que han sido salvaguardadas por la iglesia desde el primer siglo.
Cuando alguien se une a una iglesia local, se compromete a guardar los lineamientos de fe que esta sostiene una vez comprueba la naturaleza bíblica de ellos; pero si por alguna razón comienza a enseñar herejías, es decir, doctrinas erradas acerca de asuntos primarios, entonces debe procederse por medio de un proceso de disciplina que busque su arrepentimiento o que vuelva de su error.
Algunos pueden ver esto cómo falto de amor o de tolerancia, pero esto nos muestra que la iglesia tiene como función proteger la verdad a toda costa.
He aquí la consecuencia de trivializar el evangelio y alejarse de la verdad central de las Escrituras. Tal como mencionamos antes, si olvidamos esa verdad central otras filosofías y doctrinas de error tomarán el lugar.
Este pasaje también nos muestra que si bien alejarse de la verdad trae consecuencias, nuestro compromiso es intentar por todos los medios hacer volver al que se ha extraviado de su error siempre considerándonos a nosotros mismos debido a que también pudiéramos ser tentados.
Tal como lo planteamos en el argumento inicial, la permanencia en la fe es una batalla constante y nuestra misión es defender la verdad y andar en una limpia conciencia.
La batalla de la fe es una batalla por las convicciones y por mantener un andar coherente con dichas más convicciones.
Amigo que estás aquí, como ves, la verdad y la predicción en las cosas que creemos, importan.  No todos los caminos conducen a Roma y no todo lo que creemos es correcto siempre que tenga a Dios en medio. El Señor dejó revelada Su Palabra para ser leída, entendida e interpretada y aunque hay aspectos que pudieran ser desafiantes, en los más esenciales, los que tienen que ver con quien es Dios y el plan que ha revelado, la forma en que Él llama a los pecadores, no hay ambigüedades.
La verdad no es subjetiva. Jesús dijo: Yo Soy el camino, la verdad y la vida y nadie viene al Padre sino por mi.
La verdad está en el evangelio y los que creen y permanecen en esa verdad serán guardados hasta el fin y preservados en medio de una guerra en la que hay ataque de toda naturaleza.
Que Dios nos ayude.
Así cierra entonces Pablo la instrucción inicial y más general a Timoteo antes de darle recomendaciones específicas las cuales están contenidas en el resto de la carta y que estudiaremos en la medida que avanzamos.
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