LA BONDAD DE LA LEY

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INTRODUCCIÓN

Uno de los temas más difíciles que se ha tratado en los Estados Unidos en los últimos años, es el debate sobre la segunda enmienda, que establece el derecho de los ciudadanos a poseer y portar armas. Este debate ha ido creciendo, y polarizando cada vez más a la sociedad norteamericana debido a las noticias sobre los lamentables tiroteos en lugares públicos. Solo en el 2023 se registraron unos 331 tiroteos masivos, en los cuales se estima que unas 20mil personas perdieron la vida a manos del tirador.
Quienes defienden el porte de armas, afirman que es un derecho individual que permite a las personas protegerse ante cualquier ataque, mientras que, aquellos que se oponen al porte de armas alegan que es muy fácil para una mala persona conseguir un arma, y eso aumenta la probabilidad de que esta persona use esa arma para fines criminales.
Independientemente de cuál tu posición particular ante este hecho, esta realidad nos muestra que hay objetos, como las armas, que pueden ser utilizados tanto para el bien como para el mal. Las armas en manos de los policías y cuerpos de seguridad permiten garantizar la paz y luchar contra el crimen. Mientras que, en manos de los criminales, son usadas para el mal.
Esto ocurre constantemente en nuestras vidas, hay cosas que en las manos equivocadas pueden ser usadas de mala manera. Esto ocurre, por ejemplo, con el dinero, la autoridad o el poder. No son malos por naturaleza, pero sí que pueden ser utilizados tanto para fines loables como para fines reprochables. Muchas cosas en la vida cotidiana funcionan así, incluso, aunque resulte difícil de comprender, también es así con la Palabra de Dios. Ahora bien, hay una gran diferencia, todas las cosas que he mencionado, el dinero o las armas, no tienen una moralidad intrínseca, es decir, no son buenos ni malos en sí mismos, pero pueden ser utilizados para el bien o para el mal.
La Palabra de Dios, aunque es buena en sí misma, aunque intrínsecamente es buena por naturaleza, también puede ser usada de una manera equivocada para fines reprochables.
Una vez escuche a un pastor decir que no hay nada más peligroso que un hombre malo usando la Biblia para sus propios fines.
Y es totalmente cierto, la Escritura en las manos equivocadas ha sido utilizada de una manera ilegítima con fines bastante malos. Todos hemos escuchado muchas veces acerca de los predicadores de la prosperidad, que usan la Biblia de una manera errada con fines claramente económicos y perversos.
Pero, nos es el único mal uso que se le da a la Biblia. Hay muchos predicadores famosos que usan la Palabra de Dios de una forma legalista, añadiendo reglas pretendiendo ser santos, pero que usan mal la Biblia para justificar sus conductas.
Esto es lo que estaba ocurriendo en la iglesia de Éfeso, donde Pablo había encomendado a Timoteo.
Los falso maestros estaban dando un uso a la ley de Dios que no era el correcto. Usaban la Escritura como quien usa un arma para delinquir. Usaban la Ley de Dios para el mal y no para edificación.
Por esta razón, el apóstol encomienda a su verdadero hijo en la fe, a Timoteo, para que corrija a los tales.
Y en nuestro texto de hoy, vamos a ver, que al igual que con las armas y muchas otras cosas en la vida, la Palabra de Dios se puede usar de una forma ilegal.
Mi argumento para esta tarde es: “La ley no fue dada para justificarnos, sino para llevarnos al evangelio
Te invito, pues a que abras tu Biblia en 1 Timoteo 1 y me acompañes en la lectura de hoy.
Lectura 1 Timoteo 1:1-11.
Oración

I. LA NATURALEZA DE LA LEY (1 Timoteo 1:8)

El apóstol comienza el v.8 con la conjunción adversativa “pero”, demostrando el contraste que quería hacer entre los falsos maestros y el ministerio bíblico que Timoteo debía ejercer.
Sin embargo, no es la primera vez que esta conjunción aparece en la carta, la encontramos por primera vez en el v.5, cuando Pablo hace una diferencia entre el propósito de la enseñanza bíblica y la enseñanza de los falsos maestros. En 1 Timoteo 1:5 leemos “Pero el propósito de nuestra instrucción es el amor…”. Esto contrasta con el propósito de los falsos maestros que tenían como objetivo demostrar un supuesto gran conocimiento, de hecho, en el v.7, Pablo lo menciona (1 Timoteo 1:7Quieren ser maestros de la ley, aunque no saben lo que dicen…”).
Por una parte, está el propósito de Pablo de instruir en la sana doctrina con el objetivo claro de que su audiencia creciera en amor, mientras que los falsos maestros enseñaban con el propósito de aparentar un gran conocimiento, quería ser maestros de la ley.
Y lo que observamos en el v.8, es que el apóstol sigue haciendo un contraste. En este caso, la diferencia está en el uso de la ley que hacían los falsos maestros.
En primer lugar, contrastó la motivación de los falsos maestros con el ministerio bíblico, pero ahora, en segundo lugar, va a contrastar el mal uso que los falsos maestros daban a la ley de Dios.
1 Timoteo 1:8Pero nosotros sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente.” Los falsos maestros no solo tenían una motivación equivocada, sino que también daban un uso equivocado a la ley de Dios. Tanto su objetivo como su uso de la ley eran errados.
UN MAL USO ANULA LA PALABRA
Ahora bien, a simple vista pudiera parecer que Pablo está condicionando la naturaleza de la Palabra de Dios al uso, es decir, es buena siempre que uno la use bien. Pero, quiero aclarar algo muy importante en este punto, no es que la Palabra de Dios es buena únicamente cuando es usada correctamente. No, si alguien usa mal la Biblia, tendrá un mal resultado pero en ningún momento altera la buena naturaleza de la Escritura. Es decir, la Biblia siempre es buena en sí misma, independientemente de si alguien la usa bien o no.
Lo que Pablo tenía en mente, era muy parecido a lo que el mismo Señor Jesús señaló acerca de los escribas y fariseos de su tiempo, no es que la palabra dejaba de ser buena, sino que anulaban el buen efecto que la Palabra de Dios tiene sobre las personas.
Mateo 15:3–6Jesús les preguntó: «¿Por qué también quebrantan ustedes el mandamiento de Dios a causa de su tradición? »Porque Dios dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y: “Quien hable mal de su padre o de su madre, que muera”. »Pero ustedes dicen: “Cualquiera que diga a su padre o a su madre: ‘Es ofrenda a Dios todo lo mío con que pudieras ser ayudado’, no necesitará más honrar a su padre o a su madre”. Y así ustedes invalidaron la palabra de Dios por causa de su tradición.
Lo que los fariseos hacían era anular o invalidad la Palabra de Dios porque ponían por encima de ella a sus propias tradiciones.
De una manera similar, los falsos maestros en Éfeso, en vez de edificar con la Palabra, lo que hacían era invalidarla produciendo solo contiendas y discusiones inútiles (1 Timoteo 1:4).
De hecho, el término que usa Pablo es “legítimo”, la palabra griega nomimos puede ser traducida como “legal”. En otra palabras, según la ley.
Resulta bastante contraproducente usar la ley de manera ilegal. Usar la ley en contra de la ley. Pero esto es lo que los falsos maestros en Éfeso hacían. Usaban la ley de manera ilegal. Y es este mal uso el que anulaba el buen efecto que la Palabra de Dios tenía en sus oyentes.
Amados, esto es una gran responsabilidad para los que enseñamos. Muchas veces he escuchado predicaciones o incluso consejos que algunos pastores han dado a miembros de sus iglesias usando mal la Palabra de Dios. Puede que tengan buenas intenciones, pero su buena intención no excusa su mal uso e interpretación de la Palabra. La consecuencia puede ser devastadora para la persona que escucha.
Los pastores debemos usar la palabra de Dios de una forma legítima. Una buena intención no es suficiente, tiene que haber un correcto uso de la Biblia. Por eso Pablo en sus 2 Timoteo 2:15–16Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad. Evita las palabrerías vacías y profanas, porque los dados a ellas, conducirán más y más a la impiedad.
Timoteo debía usar bien la Palabra, porque eran precisamente las vanas palabrerías a las que hace referencia Pablo en 1 Timoteo, y que claramente habían continuado en 2 Timoteo, era estas vanas palabrerías las que invalidaban la ley de Dios, y en vez de producir vida, producían una decadencia espiritual.
LA LEY ES BUENA
Pero, de nuevos, como dice Pablo, la ley es buena. El problema no era la ley sino el mal uso que algunos hombres le daban.
Sin embargo, el apóstol es enfático al decir que la ley de Dios es buena. La palabra buena, también puede ser traducida como útil. La Biblia es útil, es buena, y cumple el propósito con el cual Dios nos la dio.
Este es el testimonio mismo de los otros autores bíblicos. Pero solo por mencionar algunos ejemplos:
Salmo 19:7–8La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma; El testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo. Los preceptos del Señor son rectos, que alegran el corazón; El mandamiento del Señor es puro, que alumbra los ojos.
Romanos 7:12Así que la ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno.
Pablo afirma la bondad de la ley, no tiene en mente el Nuevo Testamento, sino la ley de Moisés. Muchas personas creen que con el evangelio la ley ya es inútil, pero no es así. La ley es buena, y seguirá siendo buena.

II. EL PROPÓSITO DE LA LEY (1 Timoteo 1:9-10)

Usted se preguntará, ¿Por qué? ¿Qué tiene de buena la ley si ahora tenemos el evangelio?
Precisamente porque no podría haber evangelio si primero no hay ley.
El apóstol Pablo responde hablando acerca de los destinatarios de la ley. 1 Timoteo 1:9Reconozcamos esto: que la ley no ha sido instituida para el justo…” Ahora, no es que haya personas a las que la ley no aplica, y personas a las que la ley si aplica. No es que hay personas que sean justas de verdad y otras que sean pecadoras y por eso necesiten la ley.
Pablo está tratando a los falsos maestros de la misma forma que Jesús trató a los fariseos en Lucas 5:32»No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento».” No es que haya quienes sean tan justos que no necesiten arrepentirse. Lo que hay son personas que se creen tan justas que creen que no necesitan arrepentirse.
La ley no ha sido dada para aquel que cree que no necesita arrepentimiento ni perdón, porque por sus propios méritos puede ir al cielo. Aquel que cree que son su obrar se va a salvar. Pero, la realidad, amados, es que ningún ser humano aparte de Jesús está en esa categoría. En otras Palabras, la Ley no nos fue dada para justificarnos, sino para llevarnos al evangelio.
Pero los falsos maestros, tanto en los tiempos de Jesús, como en la iglesia de Éfeso, tenía un sistema de tradiciones y enseñanzas que les permitía justificarse a sí mismos. De hecho, el hecho de que estuvieran tan fascinados con las genealogías me lleva a pensar que aún creían en la justificación hereditaria, al igual que los fariseos que pensaban que por ser “hijos de Abraham” ya tenía el cielo por herencia. Tanta palabrería tenían que se habían convencido a si mismos de que no necesitaban arrepentimiento. Por eso Pablo los confronta diciendo que 1 Timoteo 1:7Quieren ser maestros de la ley, aunque no saben lo que dicen ni entienden las cosas acerca de las hablan…” Su mucha palabrería los había engañado hasta a ellos mismos, cayendo en impiedad.
LOS DESTINATARIOS DE LA LEY
Entonces, si la ley no es para los justos, ¿para quién es?
1 Timoteo 1:9–10Reconozcamos esto: que la ley no ha sido instituida para el justo, sino para los transgresores y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los que matan a sus padres o a sus madres, para los asesinos, para los inmorales, homosexuales, secuestradores, mentirosos, los que juran en falso, y para cualquier otra cosa que es contraria a la sana doctrina,
Pablo añade que no es para los justos sino todo lo contrario, para los que son pecadores.
La lista que el apóstol menciona a continuación, parece tener cierta correspondencia con los Diez Mandamientos. En el decálogo, los primeros mandamientos rigen nuestra relación con Dios, mientras que la segunda parte rige nuestra interacción con nuestro prójimo.
Asimismo, 1 Timoteo 1:9Reconozcamos esto: que la ley no ha sido instituida para el justo, sino para los transgresores y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos…” Se corresponde con la primera parte de los Diez Mandamientos en Éxodo 20:2-11«Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre. »No tendrás otros dioses delante de Mí. »No te harás ningún ídolo, ni semejanza alguna de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. »No los adorarás ni los servirás. Porque Yo, el Señor tu Dios, soy Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y muestro misericordia a millares, a los que me aman y guardan Mis mandamientos. »No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano, porque el Señor no tendrá por inocente al que tome Su nombre en vano. »Acuérdate del día de reposo para santificarlo. »Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día es día de reposo para el Señor tu Dios. No harás en él trabajo alguno, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el extranjero que está contigo. »Porque en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay, y reposó en el séptimo día. Por tanto, el Señor bendijo el día de reposo y lo santificó.
Las categorías: transgresores, rebeldes, impíos, pecadores, irreverentes y profanos nos llevan a pensar en los primeros mandamientos.
Mientras que 1 Timoteo 1:9–10… para los que matan a sus padres o a sus madres, para los asesinos, para los inmorales, homosexuales, secuestradores, mentirosos, los que juran en falso, y para cualquier otra cosa que es contraria a la sana doctrina,” Se corresponde con la segunda parte del decálogo en Éxodo 20:12–16»Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días sean prolongados en la tierra que el Señor tu Dios te da. »No matarás. »No cometerás adulterio. »No hurtarás. »No darás falso testimonio contra tu prójimo.
De hecho, una vez menciona la categoría anterior, comienza rápidamente con el quinto mandamiento, honrar al padre y la madre. Evidentemente, alguien que mata a su padre o su madre, no los está honrando.
Ahora bien, hay quienes piensan que Pablo se refería a la aplicación moral de la ley, es decir, aquella que restringe el mal por medio del castigo. Y ciertamente, toda ley tiene esta aplicación moral que nos ayuda a vivir en paz. Si no hubiera ley, los criminales andarían libres cometiendo cualquier tipo de actos vergonzosos.
Sin embargo, tanto el contexto literario del pasaje como la teología paulina nos llevan a pensar que lo que Pablo tiene en mente es el propósito de la ley de llevar a todo ser humano a los pies de Cristo.
En Romanos 3:19–20Ahora bien, sabemos que cuanto dice la ley, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se calle y todo el mundo sea hecho responsable ante Dios. Porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él; pues por medio de la ley viene el conocimiento del pecado.
Romanos 7:7–11¿Qué diremos entonces? ¿Es pecado la ley? ¡De ningún modo! Al contrario, yo no hubiera llegado a conocer el pecado si no hubiera sido por medio de la ley. Porque yo no hubiera sabido lo que es la codicia, si la ley no hubiera dicho: «No codiciaras». Pero el pecado, aprovechándose del mandamiento, produjo en mí toda clase de codicia. Porque aparte de la ley el pecado está muerto. En un tiempo yo vivía sin la ley, pero al venir el mandamiento, el pecado revivió, y yo morí; y este mandamiento, que era para vida, a mí me resultó para muerte; porque el pecado, aprovechándose del mandamiento, me engañó, y por medio de él me mató.
Gálatas 3:22–23Pero la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuera dada a todos los que creen. Antes de venir la fe, estábamos encerrados bajo la ley, confinados para la fe que había de ser revelada.
En otras palabras, la ley es lo que permite al ser humano conocer su verdadero estado caído, y le permite entender su condición delante de Dios, recordándole que no puede cumplir la ley, es decir, que no es verdaderamente justo.
Pablo llegó a conocer que no era justo cuando confrontó su vida frente a los mandamientos de la ley. La exigencia de la ley es tan alta que ningún ser humano la puede cumplir. Cuando conoció la ley, no la trato como una lista de verificación en la que iba marcando las cosas que sí cumplía, sino que dijo: “miserable de mi, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
Quienes ven en la ley un medio para justificarse, son iguales a aquellos que usan un espejo como si fuera un jabón. Una se mira al espejo para ver su propia condición, vemos cuán sucio está nuestro rostros gracias al espejo, pero no cogemos el espejo y decimos: “me voy a lavar con él”, no vemos el espejo y cogemos el jabón para limpiar nuestro rostros.
Usar un espejo como jabón es tan inútil como usar la ley para justificarnos delante de Dios.
Los falsos maestros en Éfeso no entendía esto. Tenían una motivación incorrecta y daba un uso incorrecto a la Palabra de Dios, y lo único que producían era más y más impiedad.

III. EL EVANGELIO Y LA LEY (1 Timoteo 1:11)

Pablo termina la lista de los destinatarios de la ley con la frase “Y para cualquier otra cosa que es contraria a la sana doctrina.” Esto tiene todo el sentido, pues, solo la sana doctrina permite usar la ley de forma legítima. En otras Palabras, Pablo el estaba diciendo a los falsos maestros, la ley te ha sido dada, no para que te justifiques, sino para que entiendas que lo que estás enseñando está mal.
Pero, de nuevo, ellos no se daban cuenta de eso. No entendía el propósito de la ley.
La sana doctrina es la que produce vida, el uso ilegítimo de la Palabra de Dios produce decadencia espiritual.
Ahora bien, ¿Cómo sabemos qué es la sana doctrina? ¿Cómo sabemos si el uso que se le está dando a la ley es legítimo o no?
1 Timoteo 1:11según el glorioso evangelio del Dios bendito, que me ha sido encomendado.
El evangelio es lo que permite tener la ley en el lugar que Dios quiso que tuviera.
Esto nos muestra algo, el evangelio no es algo que creemos al inicio de nuestra vida cristiana, y después, adquirimos otro conocimiento que nos dice cómo vivir. Hay muchas iglesias que cambian las tradiciones romanas por tradiciones no bíblicas disfrazadas de evangélicas.
En Colosenses 2:16–17Por tanto, que nadie se constituya en juez de ustedes con respecto a comida o bebida, o en cuanto a día de fiesta, o luna nueva, o día de reposo, cosas que solo son sombra de lo que ha de venir, pero el cuerpo pertenece a Cristo.” En otras palabras, todas las costumbres del pasado eran sombra de lo que Cristo iba a hacer pos su pueblo.
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