JESÚS Y NUESTRO TEMOR
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INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
Todas las personas en este mundo atravesamos por situaciones difíciles que nos causan sufrimiento y temor. Hay situaciones que, de tan solo pensar en ellas, sin éstas haber ocurrido aún, ya nos producen temor y angustia. Solo de pensar en alguna situación particular, podemos vernos invadidos por el temor.
Pero esta razón, hoy quiero preguntarte ¿Cuál es tu mayor temor? ¿Cuál es esa situación que desearías nunca pasara? Es muy probable que ya te estés enfrentando a esa situación que te causa tanto temor. Hay cosas que no podemos controlar, como una enfermedad, pérdida de empleo, inestabilidad, o simplemente la maldad en el mundo: guerras, corrupción, crímenes, etc.
La Biblia está llena de relatos de personas que atravesaron temores similares a los nuestros, la Biblia no niega en ningún momento nuestro dolor ni sufrimiento, sino que por el contrario, nos habla sobre cómo debemos responder cuando estamos atravesando al prueba. Porque sí, amados hermanos, los cristianos, al igual que quienes no conocen al Señor, experimentamos el dolor y el temor.
En nuestro pasaje de hoy, leeremos sobre personas de diferente condición social y económica que se vieron invadidas por el temor. No importa el lugar en el que vivamos, no importa cuánto dinero tengamos en el banco, de hecho, tampoco importa mucho si creemos en Dios o no, o si venimos a la iglesia o no. Todos, absolutamente todos pasamos por situaciones difíciles que nos causan temor y sufrimiento. La pregunta, sin embargo, es ¿Cómo podemos hacer frente a esas situaciones? ¿Dónde es posible hallar respuesta a tal sufrimiento? ¿Cuál debe ser nuestra actitud ante él?
La respuesta a esta pregunta, depende directamente de quién creamos que es nuestro Señor.
De modo que, a medida que nos adentramos en nuestro texto de hoy, piensa en tu mayor temor. Y espero que después de hoy, cada vez que recordemos o enfrentemos estas situaciones, nuestra respuesta sea fe y no temor, dos palabras que escucharemos constantemente el día de hoy.
Te invito a que abras tu Biblia en Marcos 4:35-6:6, y me acompañes en la lecture de hoy.
Antes de hacer la lectura, vamos a pedir al Señor su ayuda para poder entender y aplicar de la mejor manera su Palabra.
Oración
I. LA PREGUNTA (Marcos 4:35-5:1)
I. LA PREGUNTA (Marcos 4:35-5:1)
Jesús había ejercido su ministerio principalmente entre Capernaum y el mar de Galilea, dos regiones cercanas que eran habitadas mayormente por los judíos.
Sin embargo, v.35, por primera vez, vemos que Jesús se dirige a una ciudad en la que no había estado antes, una región cuya población era una mezcla entre gentiles y judíos. Un territorio que la Biblia llama la región de los gadarenos, como leímos en el v.1 del capítulo 5. La ciudad a la que probablemente llegaron fue Gersa, que pertenecía a Decápolis, y era habitada mayormente por población gentil donde cohabitaban también judíos no muy fieles a sus tradiciones y religión.
Ahora bien, Jesús deseaba ir a ese lugar porque había venido para anunciar la llegada del Reino de Dios a la humanidad. No solo a los judíos, sino también a los gentiles. Había venido a predicar. Y la manera más rápida para ir desde Capernaum hasta Decápolis, era en una barca. Las ciudades estaba literalmente opuestas entre sí. Capernaum estaba al noroeste del mar de Galilea, y Gersa al Sureste. De modo que, usar una barca era la mejor forma para llegar allí, sino habrían tenido que rodear toda la orilla hasta llegar al otro lado.
Y es en este punto que nuestra narrativa del día de hoy comienza. Los discípulos, obedeciendo a su Señor, prepararon todo y emprendieron la travesía desde Capernaum hasta Gersa en una barca. Sin embargo, el viaje no fue tan placentero como ellos esperaban. Esta es la primera situación a la que nos enfrentaremos el día de hoy. Usted van a notar que todas nuestras historias tienen un mismo patrón; hay una situación que atenta contra la integridad y el bienestar de una persona, Jesús se enfrenta a esta situación, y a partir de allí todo cambia. Los personajes bíblicos por su parte, responde de dos maneras, con fe o con temor. Nuestro relato de hoy está lleno de sufrimiento, temor y angustia, pero al mismo tiempo, de esperanza y fe.
Volviendo a nuestro texto, vemos que se levantó una tormenta. Las palabras en griego expresan un viento huracanado que se levanta con tanta fuerza que la barca en la que estaban no iba a resistir por mucho tiempo. Ahora bien amados, los discípulos eran pescadores, es decir, era gente que conocía las aguas, estaban acostumbrados a navegar las aguas, no era la primera vez cruzaban ese mar, y seguramente, no era la primera vez que se enfrentaban a una tormenta.
Pero en esta ocasión se sentían atemorizados por la magnitud y el ímpetu de estos vientos. Esto nos muestra que se trataba de una verdadera situación de peligro. No es fácil ver a un marinero o pescador atemorizado por aguas revoltosas, a menos que realmente sienta que su vida corre peligro. Y esa era la situación en la que estaban, de hecho, si vemos la pregunta que le hacen a Jesús, podemos notar el temor en ellos.
Escuche lo que dice el v.38 Marcos 4:38 “Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre una almohadilla; entonces lo despertaron* y le dijeron*: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?»”
Lo que estaban expresando era su temor, ¿Cómo no te importa que nos vamos a morir? ¿No te importa? Tú también estás en la barca, ¿Cómo puedes estar durmiendo tan tranquilamente? Tanto temor tenían estos pescadores expertos, que despertaron a Jesús para que los salvara. Ahora la respuesta de Jesús, es maravillosa, luego de mostrar una vez más su poder y autoridad, les pregunta Marcos 4:40 “Entonces les dijo: «¿Por qué están atemorizados? ¿Cómo no tienen fe?».”
Amados, muchas veces cuando estamos llenos por el temor, comenzamos a dudar del amor y el cuidado de Dios por nosotros. O dudamos de si Dios puede verdaderamente ayudarnos en medio de la desesperación.
Pero el problema no está en la situación en sí, sino en nuestra fe. Jesús confronta el temor de los discípulos con la fe que se supone debían tener.
Marcos 4:41 “Y se llenaron [nuevamente] de gran temor, y se decían unos a otros: «¿Quién, pues, es éste que aun el viento y el mar le obedecen?»” Y es esta pregunta, la que va a servir de introducción para todas las historias que vamos a leer a continuación; los discípulos se preguntaron unos a otros, ¿Quién es este hombre? ¿Cómo es que el mar y el viento se sujetan a su voluntad? Lo que Marcos hace en su evangelio es responder a esta pregunta. El capítulo 5 entero representa la respuesta de Marcos a la pregunta formulada por los discípulos, ¿Quién es éste, que aun el mar y el viento le obedecen?
II. LA RESPUESTA (Marcos 5:1-43)
II. LA RESPUESTA (Marcos 5:1-43)
Los siguientes relatos son tres historias probablemente muy conocidas. Hablaremos de un endemoniado gadareno, de la hija de Jairo que había muerto, y de una mujer que padecía de un flujo de sangre durante 12 años. Todas son historias que probablemente ya hayamos escuchado o leído en otras ocasiones.
Lo interesante es que todas las historias tienen prácticamente el mismo guión. Por tal motivo, vamos a dividir esta sección un poco diferente a cómo está en el texto para que podamos ver con mayor claridad la idea central de todo el pasaje.
1. EL CONFLICTO: El sufrimiento del ser humano
1. EL CONFLICTO: El sufrimiento del ser humano
Lo primero que observaremos en los relatos de hoy, es que hay un conflicto, una situación que perturba de alguna manera a los personajes. Las personas son atormentadas o afligidas bien sea por alguna expresión de maldad, como en el caso del endemoniado; por la muerte en el caso de la hija de Jairo; o por alguna enfermedad, como en el caso de la mujer del flujo de sangre.
EL ENDEMONIADO (Marcos 5:2-10)
En el caso del endemoniado, este hombre estaba completamente bajo el control de espíritus inmundos, esclavizado hasta el punto en que se causaba heridas a sí mismo con piedras. El pobre hombre no tenía libertad, estaba cautivo a un poder maligno mucho más fuerte que él. El texto dice en el v.3 que habían puesto cadenas y grilletes para intentar controlarlo, pero había sido inútil. Y es que el poder de las tinieblas no puede ser contenido con elementos humanos, el poder o soluciones humanas no tiene poder alguno contra satanás.
Ahora imagínese cómo estaba el hombre, no tenía paz en ningún momento, todo el día atormentado, y cuando tenía momentos de descanso probablemente las heridas que se infligía no le dejarían descansar. No podía acercarse a nadie, ninguna persona podía estar en contacto con él, nadie podía rescatarlo. Y las personas no querían pasar por ese lugar por temor a que el endemoniado les hiciera daño. Probablemente nos sea difícil comprender la profundidad del sufrimiento de este hombre, porque no es muy común enfrentarse a este tipo de situaciones.
Pero no es únicamente esta manifestación del mal lo que genera dolor y temor en las personas. En las siguientes historias, vemos a las personas afligidas por enfermedad y muerte.
LA HIJA DE JAIRO (Marcos 5:21-22)
Pero no termina ahí, el segundo conflicto que vemos, es la cruel realidad de la muerte. Jairo era un hombre religioso e importante, era uno de los principales en las sinagogas de los judíos, se enfrenta a la cruel realidad de que su hija de 12 años está agonizando. Una niña que tenía todo el futuro por delante, agonizaba en cama, y finalmente muere (Marcos 5:35). Una ley de vida es que los hijos entierran a los padres, pero se imagina usted que la segunda persona a la que usted ama más en esta vida, aquélla persona que salió de sus entrañas, por quien usted daría la vida sin pensarlo ahora es arrebatada de usted por la muerte. No es el curso natural que los padres entierren a los hijos, no se supone que deba ser así. Como padres, estamos dispuestos a sufrir cualquier dificultad antes que nuestros hijos, si tuviéramos que escoger, escogeríamos que la enfermedad fuera sobre nosotros y no sobre nuestros hijos. Ahora imagínese estar en la posición de Jairo. Su hija muere, una niña con todo el futuro por delante, toda la vida por vivir, ahora está muerta. Sus padres la vieron agonizar, impotentes ante la situación, y luego morir.
LA MUJER DEL FLUJO (Marcos 5:25-26)
El tercer relato es muy conocido por todos, una mujer que sufría de una hemorragia desde hace 12 años. Y, nuevamente, las implicaciones culturales van mucho más allá de lo que podemos imaginar. Esta mujer había sufrido de una hemorragia por 12 años, además del dolor y la incomodidad que la enfermedad en sí misma puede producir, esta mujer había ido a toda clase de médicos en busca de ayuda, había gastado todo su dinero, pero en vez de mejorar, había empeorado su malestar. Es muy probable que estemos en una situación similar, quizás no por 12 años pero sí nos hemos enfrentado a una enfermedad que los médicos no sabe cómo curar.
Y muchas veces, luchamos no solo con el dolor en sí mismo, sino con la frustración de no encontrar respuesta, la desesperanza y el temor de no saber si algún día mejoraremos. El temor a no poder tener una vida normal nunca más.
En el caso de esta mujer, además de la enfermedad, se enfrentaba a la vergüenza y el desprecio de la sociedad. En la cultura judía una mujer con flujo de sangre era considerara impura, y no podía estar en contacto con ninguna persona porque también les haría impuros a ellos. Era completamente apartada de todo contacto humano y considerada indigna. Por si fuera poco, en los tiempos de Jesús, hay quienes pensaban que la enfermedad venía como castigo de Dios por el pecado. Ahora sabemos que no es así, porque en el NT no hay referencia alguna a esa relación entre enfermedad como castigo del pecado, pero en los tiempos de Jesús eso era lo que la gente creía. Esta mujer, probablemente también sentía sentimientos de culpa, pensaría "¿qué habré hecho para merecer tal castigo?"
El mal, la enfermedad y la muerte. Situaciones a las que todos en algún punto en nuestra vida enfrentaremos.
2. EL CLÍMAX: Cristo ante el mal, la enfermedad y la muerte. RESOLUCIÓN: Libertad, restauración y vida.
2. EL CLÍMAX: Cristo ante el mal, la enfermedad y la muerte. RESOLUCIÓN: Libertad, restauración y vida.
Y lo que veremos ahora, son dos realidades totalmente distintas, la primera es la realidad percibida por el ser humano en medio de su dolor y aflicción; y la segunda, es la verdadera realidad. Y es que, la verdadera realidad es que todos estos conflictos que nos causan tanto temor y dolor, llegan siempre a un clímax, a un punto de expresión máximo, y es ahí donde se encuentra cara a cara con aquel a quien aun el mar y el viendo obedecen.
Esa es la realidad de Dios, que el mal, la enfermedad y la muerte no reinarán sobre la creación para siempre. El mal, la enfermedad y la muerte, no tienen poder alguno cuando enfrentan cara a cara al Creador, esto es lo que llamamos el clímax de nuestras historias. Es ese punto de tensión en el que dos fuerza chocan y algo tiene que cambiar ¿Cuál es ese punto en nuestras historias? Quiero que leamos el texto directamente para veamos cómo estas distintas situaciones de conflicto se enfrentaron a Cristo.
EL HOMBRE LIBERADO (Marcos 5:6-13)
Este era el primer encuentro entre Cristo y los espíritus inmundos después de que los fariseos acusaran a Jesús de ser el mensajero de Satanás en Marcos 3. En este caso, Jesús se enfrenta a una manifestación demoníaca mayor a las anteriores. No vamos hablar de los detalles de nuestras historias por razones obvias de tiempo, pero estos demonios, que eran muchos, y que tenían completo control no solo sobre este hombre sino también sobre toda la región están ahora frente a aquel que tiene todo PODER y AUTORIDAD. Y no pueden resistirlo. Los demonios le ruegan a Cristo Marcos 5:10 “Le rogaba entonces con insistencia que no los enviara fuera de la tierra.”
Y ¿cuál fue el resultado? Lea conmigo Marcos 5:15 “Vinieron* a Jesús, y vieron* al que había estado endemoniado, sentado, vestido y en su cabal juicio, el mismo que había tenido la legión; y tuvieron miedo.”
Este hombre había sido completamente liberado y restaurado, no solo a sí mismo, sino restaurado racionalmente y socialmente. Quien antes estaba atormentado, ahora humilde y agradecido, estaba sentado a los pies de Cristo. Quien antes solo experimentaba dolor y opresión, ahora experimenta la misma calma que sintieron los discípulos cuando Jesús calló la tormenta. Quien antes era poseído por una legión de espíritus, es ahora un discípulo. Marcos 5:20 “Y él se fue, y empezó a proclamar en Decápolis cuán grandes cosas Jesús había hecho por él; y todos se quedaban maravillados.”
Donde antes hubo opresión por el mal, por el pecado, ahora hay libertad para vivir y contar cuán grandes cosas había hecho Dios.
LA MUJER SANADA (Marcos 5:28-29)
Lo mismo le ocurrió a la mujer. Cuando la enfermedad se encuentra cara a cara con el Señor.
El texto nos dice que con el simple hecho de tocar el borde del manto de Jesús, esa enfermedad desapareció. Dejó inmediatamente de azotar a esa mujer.
La pregunta de Jesús no es una contradicción con su omnisciencia, pues Cristo sabe todas las cosas, cuando preguntó al demonio cómo se llamaba, y cuando preguntó quién le había tocado, no es porque no lo sabía, sino porque quería atraer nuestra atención a lo que estaba sucediendo.
Si los demonios no hubieran confesado ser muchos, no sabríamos cuál era la magnitud del mal que este hombre sufría, y si esta mujer no hubiese sido "descubierta" jamás habría sido restaurada socialmente porque la gente probablemente no sabría lo que ocurrió con ella. La idea de que la mujer confesara que había tocado a Jesús es para que todos fueran testigos de lo que Dios había hecho con ella, una mujer impura, azotada por una enfermedad, sucia, despreciable, ahora había sido sanada, restaurada, limpia y salva.
Es lo que ocurre hermanos, cuando la impureza y suciedad humana, no solo de esta mujer sino de todos nosotros. Antes de venir a Cristo estábamos sucios e impuros pero al toque del Salvador hemos sido limpiados y salvados por su poder.
LA HIJA RESUCITADA (Marcos 5:35-43)
Y amados, no solo el mal y la enfermedad, sino la muerte misma cuando se enfrenta cara a cara con nuestro Dios, es vencida.
Jairo recibe la peor noticia, aquello que más le aterraba, aquello que quería evitar a toda costa. Esa situación que le causaba tanto temor y dolor, había ocurrido. Su hija, muerta. Y cuando Jesús entra a la casa, y pregunta, Marcos 5:39 “Cuando entró les dijo*: «¿Por qué hacen alboroto y lloran? La niña no ha muerto, sino que está dormida».” No es que Jesús no sabía la diferencia entre una persona dormida y una muerta. Este diálogo nos muestra que era tan evidente que la niña estaba muerta, que la gente se burló de Él.
Esto muestra el gran poder de nuestro Señor, la fuerza más poderosa a la que el ser humano se enfrenta es la muerte. Los avances tecnológicos y médicos han hecho mucho por mejorar y prolongar la vida, pero nunca, nunca podrán detener a la muerte. Nadie en este mundo ha podido resistir el poder de la muerte, cuyo combustible es el pecado. Pero esta muerte tan poderosa, no puede resistir ante la fuente de la vida, Cristo mismo.
1 Corintios 15:55–57 “»¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde, oh sepulcro, tu aguijón?». El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley; pero a Dios gracias, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.”
La niña que antes estaba muerta, ahora tiene vida gracias a Cristo.
Los discípulos se preguntaban ¿Quién es éste, que aun el mar y el viento le obedecen? Marcos responde, pues es aquel que sin importar tu condición social, sin importar en qué etapa de la vida te encuentres, es aquel que tiene el poder y la autoridad sobre la tormenta, el pecado, el mal, la enfermedad y la muerte. Es aquel que tiene compasión del que sufre, es aquel trae libertad al cautivo, sanidad al enfermo, y vida al que antes estaba muerto. Esa es la respuesta de Marcos.
Jesús tiene toda autoridad y poder y se compadece de tu necesidad.
III. TEMOR O FE
III. TEMOR O FE
Ahora amados, en todas estas escenas vemos como Jesús confronta nuestro temor con nuestra fe.
A los discípulos les dijo: Marcos 4:40–41 “Entonces les dijo: «¿Por qué están atemorizados? ¿Cómo no tienen fe?». Y se llenaron de gran temor, y se decían unos a otros: «¿Quién, pues, es Este que aun el viento y el mar le obedecen?»”
A los que vivían en Gadara: Marcos 5:15 “Vinieron* a Jesús, y vieron* al que había estado endemoniado, sentado, vestido y en su cabal juicio, el mismo que había tenido la legión; y tuvieron miedo.”
La mujer del flujo también sintió temor: Marcos 5:33 “Entonces la mujer, temerosa y temblando, dándose cuenta de lo que le había sucedido, vino y se postró delante de Él y le dijo toda la verdad.”
Y a Jairo le dijo: Marcos 5:36 “Pero Jesús, oyendo lo que se hablaba, dijo* al oficial de la sinagoga: «No temas, cree solamente».”
Éste es el común denominador en el ser humano, el temor.
El temor es una respuesta emocional pero que afecta absolutamente toda nuestra vida. Se produce ante una amenaza que sentimos que no podemos combatir. Lo opuesto al temor es la confianza, o dicho de otra manera, la fe.
Como creyentes, el Señor nunca nos prometió una vida libre de problemas o dificultades, de hecho, por ser creyentes experimentaremos mayor dificultad y problemas, en muchos caso, hasta la persecución.
Sin embargo, debemos enfrentar estos problemas de una manera diferente a la del mundo. Nosotros negamos el sufrimiento, pero lo afrontamos con fe. Y sí, como dice la misma Escritura, hay tiempo para estar alegres y para estar tristes. Es bíblico llorar y lamentarse por el dolor. De hecho, el mismo Señor Jesús lloró de tristeza ante la muerte de Lázaro. Uno de los libros de la Biblia lleva por nombre Lamentaciones, precisamente porque el profeta sufría por el estado de su nación.
Amado hermano, la fe no excluye el lamento ni el duelo. La fe excluye el temor y la desesperación.
El apóstol Pablo hablando de los sufrimientos que padecía por el ministerio afirmaba que estaba 2 Corintios 4:8–9 “Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos.”
Ésta es la gran diferencia. El temor no tiene lugar en la vida del creyente.
Salmo 23:4 “Aunque pase por el valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo; Tu vara y Tu cayado me infunden aliento.”
La Palabra afirma que pasaremos por valles de sombra de muerte, que atravesaremos el umbral del dolor, pero que en medio de esto no temeremos porque Cristo está con nosotros y su vara y cayado nos infunden aliento.
Todos los personajes de nuestra historia solo conocían el temor hasta que se encontraron con Cristo. Lo mismo, nos pasa a nosotros.
IV. PERO, ¿POR QUÉ?
IV. PERO, ¿POR QUÉ?
Ahora bien, quiero tomarme unos minutos para reflexionar sobre un punto importante, porque seguramente estarás pensado: "Bueno, todo esto suena muy bonito, pero ¿Por qué Dios permite que estas cosas sucedan? Si tiene el poder para solucionarlo, también tendrá poder para evitarlo, ¿no?
Y quiero rápidamente, porque el tiempo apremia, dar tres razones que he visto en la Biblia para el sufrimiento y la prueba:
1. Transformar nuestro carácter:
Romanos 5:3–5 “Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza. Y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado.”
Romanos 8:28–29 “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito. Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos.”
1 Pedro 1:6–7 “En lo cual ustedes se regocijan grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, sean afligidos con diversas pruebas, para que la prueba de la fe de ustedes, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo;”
Santiago 1:2–4 “Tengan por sumo gozo, hermanos míos, cuando se hallen en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que sean perfectos y completos, sin que nada les falte.”
El propósito de Dios en nuestra vida hermanos, no es que seamos felices y vivamos sin problemas, es que seamos santos y como Cristo, y que hallemos gozo en ello. La única manera de lograr eso, es por medio de las pruebas, es en medio de las pruebas que Dios transforma nuestro carácter para que se parezca al carácter de Cristo
2. Conocer en mayor medida a nuestro Dios:
Es en medio de las pruebas que podemos ver la fidelidad de Dios al sostenernos durante todo el proceso. Dios no necesariamente va a quitar de ti aquello que te hace sufrir, pero si va a estar contigo en medio de la prueba. Vas a aprender, a conocer, y a degustar la consolación que solo Dios puede traer en medio de la dificultad.
2 Corintios 1:3–4 “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción, dándoles el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios.”
3. El sufrimiento sirve como testimonio:
Testimonio de que este mundo no funciona como debería, de que hay algo mal en la vida. Si no fuera por el dolor y el sufrimiento que el pecado causa, no sabríamos cuán grave y mortal es. Es por medio de la consecuencia del pecado que conocemos su gravedad. La Biblia dice la paga del pecado es la muerte, y la muerte siempre trae dolor, tanto físico como emocional y espiritual.
Hace un tiempo leí la historia de una joven en Estados Unidos que sufre de una enfermedad llamada analgesia congénita, esta es una enfermedad que no permite a la persona que la sufre sentir ningún tipo de dolor. Y para muchos esto puede sonar genial, súper guay vivir sin dolor, pero el dolor es la forma en cómo el cuerpo nos dice que algo está mal, que algo no está funcionando. La historia de esta joven muy triste porque ella al no sentir dolor se expone a situaciones de mucho peligro sin saberlo. En una ocasión tuvo que ser lleva de emergencia porque había puesto sus manos en agua hirviendo pero como no sentía dolor no se dio cuenta de la temperatura del agua y se quemó las manos seriamente. La madre de esta chica, comentaba que ella ora todas las noches para que su hija pueda experimentar el dolor y que eso le alerte del peligro.
Dios permite el dolor, como un testimonio de que hay algo en el mundo que no funciona como debe ser. Hay algo en tu vida que está mal, y es el pecado. Cristo es la solución.
Conexión con el evangelio
Apocalipsis 21:3–4 “Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: «El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. »Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado»”
Llamado final:
Amado, en esta tierra habrá siempre situaciones que nos llevarán por medio del dolor. En medio de cualquier sufrimiento, recuerda, Cristo tiene compasión de ti, no te ha abandonado, no te ha dejado, y quizás no sea cómodo estar en la situación que estás, pero ten la confianza y la fe de que Dios sigue obrando en tu vida en medio de tu dolor para transformarte y hacer más como Jesús.
Oremos.