Formando hijos seguros e independientes

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Formando hijos e hijas de Dios: viviendo una maternidad/paternidad que guie a nuestros hijos al Señor.
Dos problemas con el título inicial:
Formando hijos seguros e independientes
1. Seguros e independientes según qué o quién. Intentar moldear con recetario una vida puede frustrar a más de uno.
2. Eso de formar con qué se come, cómo se hace, hasta donde es saludable, qué sí y qué no. No tener claro la forma y fondo de este asunto nos puede llevar a la frustración.
Por ello les propongo un nuevo camino:
1. Hablemos de la realidad que cualquier adulto enfrenta delante de niños, adolescentes y jóvenes.
2. Hablemos de lo que se trata esto de formar a la luz de principios de la palabra de Dios.
3. Hablemos de cómo se forman hijos e hijas de Dios desde la labor de padres.
Vayamos a la cruda realidad: Estamos produciendo generaciones de personas independientes de Dios, sin amor ni temor a nada más que a ellos mismos, sus gustos y sus desiciones, sin importar si son malas o buenas. Nos hemos hecho parte de una cultura relativista, donde los absolutos son absurdos e intolerantes. Y, por el contrario, las verdades relativas son cargadas por gente lista y "buena onda". Por otro lado, los niños ya no estan dispuestos a sentarse en filas de sillas en la escuela todo el día escolar, ahora exigen movimiento y entretenimiento. Ya no piden permiso para hablar. Ya no les molesta interrumpir una conversación de adultos. Sienten poco temor por enfrentar a papá y mamá. Ya no temen las consecuencias de contestar a sus padres. Ellos no aceptan un papel sumiso en la vida. Incluso algunos se han empoderado de tal forma que amenazan con demandar e irse del nucleo familiar. En respuesta a ésto, algunos padres han llegado a culpar a la cultura, sin entender que las personas somos los que formamos la cultura. Los padres de hoy están frustrados y confundidos. Los hijos no actúan como deberían y los padres no entienden por qué. Muchos han concluido que la tarea es imposible y han claudicado en su trabajo dentro del hogar resignados a que el tiempo o la fortuna haga lo que ellos no han podido hacer. Tomemos en cuenta que nuestra cultura ya no responde a la autoridad como lo hacían las generaciones pasadas. Los actuales hijos tienen un entendimiento diferente de la autoridad y en algunos casos, tristemente, bastante distorsionado.
Encuentro cuatro diferentes modos a través de los cuales se intenta enfrentar esta realidad:
1) Educación del camarón. Dice un dicho popular: “Camarón que se duerme se lo lleva la corriente”. Este tipo de educación es aquella en la cual el involucramiento de los padres en la experiencia de vida de los hijos no es el adecuado. Se trata de indiferencia sobre lo que hacen sus hijos de forma integral., No participan de manera activa en la formación del pequeño, de manera general o específica. No pensemos solamente en niños que son violentados con algun nivel de abandono, debemos contemplar a padres que, por ejemplo, sólo les interesa las calificaciones, no la honestidad de su hijo. Tal vez perciben que estan lastimando a otra persona, pero no se involucran en eso porque finalmente les ayuda en casa. Cuida a sus hermanos así que no se ocupan de sus palabras con las que suele offender o lastimar a otros.
Resultado: Niños con poca estima por la autoridad, poca adaptación a los grupos y problemas con la aceptación de reglas. En ocasiones, puede sufrir rechazos, castigos sociales y puede contar con pocas habilidades sociales.
Eduación tronchatoro. Educación rígida. No hay una base solida de lo bueno o lo malo, simplemente esta condicionada por las exigencies, experiencia y en ocasiones hasta traumas de los padres. Se trata de una educación en la que hay nula o una muy ligera oportunidad de opinar1) o desarrollarse en libertad de forma integral. Suele ser reprimido por todas o algunas de sus conductas sin que el niño realmente comprenda razones con real sustento. Una frase muy recurrente: “Porque soy tu padre/ madre”
Resultado: Niños reprimidos. Suelen ser maleables, sin decision ni opinion, y con grave confusion respecto a lo bueno y lo malo. Por otro lado, pueden ser niños muy agresivos o que padezcan violencioa en alguna de sus etapas (bulliying, relaciones destructives, etc)
1) Educación burbuja: Educación sentimentalista. Se sobre estimula la parte emocional del niño de forma insana aun por encima de las conductas que debieran ser corregidas. Se les sobreprotege y se les evita la mayor cantidad de dolor, frustración o esfuerzo. Comunmente se cumplen sus deseos en la posibilidad de la familia pero de forma inmediata. Suelen ser familias en las que todo gira en torno a los hijos hasta terminar perjudicando áreas importantes de la vida de cada uno de los miembros: trabajo, participación en la iglesia, ministerio, matrimonio, amistades, etc.
Resultado: Niños dependientes, chantajistas, berrinchudos, con poca tolerancia a la frustración y con poco carácter para enfrentar la cotidianidad de la experiencia de la vida.
2) Educación del Yo-yo Educación egoista por parte de los padres. La educación no esta basada en valores definidos o en la conducta del niño, esta condicionada por el egoísmo de los padres como su comodidad, su convivencia, su bienestar y sus deseos.
Resultado: Niños con dificiultad para tener convicciones y tener con facilidad vínculos afectivos y profundos.
Comencemos observando que la mayoría de las estrategias de educación para los hijos están centradas en la conducta; sin embargo, el problema es más grave y básico, aunque profundo, de lo que creemos. La Biblia declara que todos, sin excepción, vivimos en maldad por nuestra decidida independencia de Dios. La palabra de Dios enseña que en el corazón está el centro de control de la vida. La vida de una persona es un reflejo de su corazón. Proverbios 4:23 lo expresa así: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida”. El corazón es un pozo del que manan todos los asuntos de la vida. Así que debe quedarnos claro que la conducta que una persona manifiesta es una expresión de su propio corazón. Marcos 7:21 dice: “...porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez.” Estas maldades al obrar y hablar vienen de dentro, es decir, del corazón. Lo que los hijos dicen y hacen es un reflejo de lo que está en sus corazones. Lucas 6:45 nos lo reitera: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo.” Las necesidades de los hijo son mucho más profundas que su conducta malvada y alejada de los principios y valores que expresa la Biblia. No es la conducta entonces, el foco de atención en la educación de los hijos, sino su corazón manifestado en sus conductas. Buscar solo un cambio de conducta que no salga de un cambio de corazón no solo no es confinable, sino ilusorio.
Nuestra responsabilidad con la siguiente generación es llevarles a vivir los principios que sustentan nuestra fe: amar, temer, honrar y obedecer a Dios. Todo esto bien Podemos resumirlo a través del escucha judío:
"Éstos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. Oye, Israel: Jehová nuestro Dios , Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estaránad sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. (Deuteronomio 6:1, 2, 4-9)
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