Serie: Los requisitos del oficio pastoral - 1 Ti. 3:1–7
Tema: El anhelo y la irreprensibilidad del pastor
la iglesia en Efeso (2:1a)
Quizá ninguna otra iglesia en la historia haya tenido la herencia tan rica que tuvo la congregación de Éfeso. Priscila y Aquila, los amigos cercanos de Pablo y compañeros en el ministerio, fueron los que introdujeron el evangelio en la ciudad (Hch. 18:18–19). A ellos pronto se les unió el elocuente predicador y poderoso polemista Apolos (Hch. 18:24–26). Priscila, Aquila y Apolos pusieron el fundamento para el ministerio de Pablo en Éfeso.
El apóstol Pablo se detuvo brevemente en Éfeso ya finalizando su segundo viaje misionero (Hch. 18:19–21), pero su ministerio real en esa ciudad tuvo lugar en su tercer viaje misionero. Al llegar a Éfeso, primero se encontró a un grupo de los santos del Antiguo Testamento, discípulos de Juan el Bautista (Hch. 19:1–7). Luego de predicarles el evangelio, los bautizó en el nombre del Señor Jesucristo (Hch. 19:5). Este fue el comienzo de la obra de Pablo de edificar la iglesia en Éfeso, una tarea que duraría tres años (Hch. 20:31). Más adelante, en su viaje a Jerusalén, casi al fin de su tercer viaje misionero, enseñó a los ancianos de la iglesia de Éfeso los principios fundamentales del liderazgo de la iglesia (Hch. 20:17–38), lo esencial de lo que luego ampliaría en sus epístolas pastorales. Timoteo, el protegido de Pablo, era pastor de la iglesia en Éfeso (1 Ti. 1:3). Onesíforo (2 Ti. 1:16, 18) y Tíquico (2 Ti 4:12), dos más de los compañeros de Pablo, también predicaron en Éfeso.