Preguntas 99-10 del Catecismo de Heidelberg
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Pregunta 99
Pregunta 99
Me gustaría iniciar este devocional haciéndote una pregunta ¿Por qué te llamas como te llamas? o ¿Cuál fue el criterio que usaron tus padres para asignarte nombre?
Y pregunto esto, porque en nuestra cultura, los padres asignan a sus hijos un nombre que suene bonito. Quizás al que nació en un hogar cristiano, sus padres decidieron ponerle un nombre bíblico. Pero, es poco probable que Sus padres se hayan dedicado a investigar cuidadosamente acerca el significado de ese nombre.
Sin embargo, en el Antiguo Cercano Oriente, que fue el área geográfica en el que se escribieron las Escrituras, los nombres son muy importantes porque comunican algo acerca de la naturaleza de la persona.
Por ejemplo:
En Génesis 17:5 Dios le cambia el nombre a Abraham: “Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes”. Dios le pone un nombre a Abraham que habla o expone algo de sí mismo.
Al igual que Jacob, después de luchar con un ángel, Dios cambió el nombre de Jacob, que significa “suplantador” o “engañador”, a Israel, que significa “príncipe de Dios” o “el que lucha con Dios”.
De manera que, en la Biblia los nombres son muy importantes porque comunican naturaleza y propósito...
Lo mismo sucede con los Nombres de Dios, de hecho, una de las formas en la que podemos conocer a Dios es a través de Sus nombres.
Los nombres de Dios revelan aspectos específicos de Su carácter y naturaleza, de ahí que Dios se de a conocer a través de varios nombres.
Dice Herman Bavinck: “Dios se revela a criaturas finitas por muchos nombres porque la esencia divina es tan infinita y profusamente rica que no podemos asimilarla de golpe”
Algunos de los nombres que Dios revela en Su Palabra son:
El Elyon: Dios altísimo (Gén. 14:17-20)
El Shaddai: Dios todopoderoso, omnipotente (Gén. 17:1)
El Olam: Dios eterno (Gén. 21:33)
Adonai: Dios soberano (Gén. 15:2)
YHWH: Proviene del verbo hebreo que se traduce “ser” o “yo soy”. Y este nombre es bastante flexible en su significado. “Yo seré el que seré”. Este es un nombre de pacto, significa la firmeza de su compromiso con su pueblo.
Éxodo 3:13: Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.
Significa que Dios será para Moisés, lo que siempre ha sido. Las promesas del pacto son tan buenas como lo fueron ayer lo son hoy y lo serán mañana. Este nombre también puede referirse a la singularidad de Dios. Los egipcios tenían un dios para todo. Moisés dice: Cuándo yo vaya a los israelitas ellos me van a preguntar cual es tu nombre. La respuesta de Dios: Yo no so Dios de nada, Yo simplemente Soy.
Este nombre entonces, representa fidelidad a las promesas del pacto y singularidad.
Ahora, aunque la Biblia registra diversos nombres de Dios, también nos habla del nombre de Dios, en singular (Éx. 20:7; Sal. 8:1; Sal 76:1)
“No tomaras el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente al que tomare su nombre en vano” (Éx. 20:7).
Los judíos ortodoxos interpretan este mandamiento literalmente y no pronuncian el nombre YHWH para no tomar el nombre de Dios en vano.
Pero como mencione anteriormente, el mandamiento significa mucho más que el solo uso de una palabra, se está refiriendo a todo el carácter de Dios.
No es solo una palabra más que pronuncio con mis labios, es una abreviatura del carácter de Dios.
De ahí la importancia de no tomar Su nombre en vano
Vayamos a la pregunta número 99 del Catecismo de Heidelberg:
¿Qué nos enseña el tercer mandamiento?
Respuesta:
Que dejemos de blasfemar o profanar el nombre de Dios por medio de falsos juramentos y maldiciones, y aún inútiles juramentos; que no nos hagamos partícipes de tan horrendos pecados al callar cuando los oigamos. En una palabra: que no empleemos el santo nombre de Dios , mas que con temor y veneración, a fin de que Él sea rectamente confesado, invocado y glorificado por nuestras palabras y hechos.
En la respuesta que nos da el catecismo, vemos dos elementos:
No debemos tomar el nombre de Dios en vano
Debemos reverenciar y honrar el nombre de Dios