El Perdón sanidad para el alma

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Hoy nos reunimos para reflexionar sobre una medicina poderosa que Dios nos ha dado para sanar nuestros corazones y nuestras almas.
No se encuentra en una farmacia, no se prescribe en una consulta médica, pero tiene el poder de restaurar relaciones rotas, de liberarnos de cadenas invisibles y de traer paz a nuestra vida.
Estoy hablando del perdón, un regalo divino que se nos ha otorgado y que también se nos pide que demos generosamente a los demás.

1. El Mandato de Perdonar

Mateo 6:14–15 NTV
»Si perdonas a los que pecan contra ti, tu Padre celestial te perdonará a ti; pero si te niegas a perdonar a los demás, tu Padre no perdonará tus pecados.
Aquí Jesús nos enseña que el perdón no es opcional para el creyente; es un mandato.
La medida en la que perdonamos es la medida en la que seremos perdonados.
Si queremos recibir la misericordia de Dios, debemos estar dispuestos a extender esa misma misericordia a los demás.
El perdón es un sello de la gracia que recibimos y que debemos dar a otros.
Mateo 18:21–35 NTV
Luego Pedro se le acercó y preguntó: —Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a alguien que peca contra mí? ¿Siete veces? —No siete veces —respondió Jesús—, sino setenta veces siete. »Por lo tanto, el reino del cielo se puede comparar a un rey que decidió poner al día las cuentas con los siervos que le habían pedido prestado dinero. En el proceso, le trajeron a uno de sus deudores que le debía millones de monedas de plata. No podía pagar, así que su amo ordenó que lo vendieran —junto con su esposa, sus hijos y todo lo que poseía— para pagar la deuda. »El hombre cayó de rodillas ante su amo y le suplicó: “Por favor, tenme paciencia y te lo pagaré todo”. Entonces el amo sintió mucha lástima por él, y lo liberó y le perdonó la deuda. »Pero cuando el hombre salió de la presencia del rey, fue a buscar a un compañero, también siervo, que le debía unos pocos miles de monedas de plata. Lo tomó del cuello y le exigió que le pagara de inmediato. »El compañero cayó de rodillas ante él y le rogó que le diera un poco más de tiempo. “Ten paciencia conmigo, y yo te pagaré”, le suplicó. Pero el acreedor no estaba dispuesto a esperar. Hizo arrestar al hombre y lo puso en prisión hasta que pagara toda la deuda. »Cuando algunos de los otros siervos vieron eso, se disgustaron mucho. Fueron ante el rey y le contaron todo lo que había sucedido. Entonces el rey llamó al hombre al que había perdonado y le dijo: “¡Siervo malvado! Te perdoné esa tremenda deuda porque me lo rogaste. ¿No deberías haber tenido compasión de tu compañero así como yo tuve compasión de ti?”. Entonces el rey, enojado, envió al hombre a la prisión para que lo torturaran hasta que pagara toda la deuda. »Eso es lo que les hará mi Padre celestial a ustedes si se niegan a perdonar de corazón a sus hermanos.
Jesús enseña a sus discípulos sobre la importancia del perdón ilimitado a través de una historia que ilustra las consecuencias de no perdonar a los demás a pesar de haber sido perdonados uno mismo.
La conclusión de esta parábola es que Dios nos ha perdonado una deuda que nunca podríamos pagar por nosotros mismos, la deuda del pecado. Al igual que el rey perdonó la enorme deuda del siervo, Dios nos ofrece el perdón a través de Jesucristo. Sin embargo, como receptores de ese perdón inmerecido, tenemos la responsabilidad de perdonar a los demás, demostrando la misma compasión y misericordia que hemos recibido. Si no perdonamos a los demás, no podemos esperar ser tratados con misericordia por Dios.
El perdón es fundamental en el reino de Dios y debe ser practicado de manera incondicional y repetida, reflejando el carácter misericordioso de Dios en nuestras propias vidas.

2. El ejemplo de Jesus

Lucas 23:34 NTV
Jesús dijo: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Y los soldados sortearon su ropa, tirando los dados.
Jesús está en la cruz, y sus primeras palabras son una petición a su Padre para que perdone a aquellos que lo están crucificando.
Es significativo que, en medio de su sufrimiento extremo, Jesús expresa preocupación por sus verdugos, mostrando una actitud de compasión y perdón.
En el evangelio de Lucas, hay un enfoque particular en la misericordia, el perdón y la preocupación por los marginados y los pecadores.
Lucas presenta a Jesús como el Mesías compasivo y el Salvador de todos, incluyendo a aquellos que están llevando a cabo su ejecución.
La oración de Jesús por aquellos que lo crucifican demuestra su enseñanza y práctica coherente del amor hacia los enemigos.
Lucas 6:27–28 NTV
»A los que están dispuestos a escuchar, les digo: ¡amen a sus enemigos! Hagan bien a quienes los odian. Bendigan a quienes los maldicen. Oren por aquellos que los lastiman.
Este versículo ilustra varios aspectos clave de la enseñanza cristiana:
1. El amor incondicional de Dios: Jesús muestra amor incluso hacia aquellos que lo están matando, lo que refleja el amor inagotable de Dios por la humanidad.
2. El perdón: Jesús enseñó a perdonar a los que nos ofenden (como se ve en la oración del Padre Nuestro en Lucas 11:4). En la cruz, él pone en práctica esta enseñanza de la manera más extrema posible.
3. La ignorancia del pecado: Jesús reconoce que sus verdugos "no saben lo que hacen", lo que sugiere que el pecado a menudo se comete en ignorancia y que la necesidad del perdón es universal.
4. La intercesión: Jesús asume un rol sacerdotal al interceder ante el Padre por la humanidad, un tema que es desarrollado en la teología cristiana, especialmente en la Epístola a los Hebreos.
Significado práctico:
Para los creyentes, este versículo sirve como un poderoso ejemplo de cómo deben responder al mal y a la persecución.
En lugar de buscar venganza, se les anima a perdonar y a amar a sus enemigos, siguiendo el ejemplo de Jesús. El perdón se convierte en un acto de amor.
Si Él, siendo inocente, pudo perdonar a quienes cometían contra Él la injusticia más atroz, ¿cómo podemos nosotros retener el perdón?

3. Los beneficios del Perdón

Salmo 103:2–3 NTV
Que todo lo que soy alabe al Señor; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí. Él perdona todos mis pecados y sana todas mis enfermedades.
El perdón no solo libera a aquellos a quienes perdonamos, sino que también sana al que perdona.
Albergar rencor es como sujetar un carbón ardiendo con la intención de lanzarlo a otro; al final, el único que se quema es uno mismo.
Perdonar es liberarse de esa carga de amargura que enferma el alma.
4.El Perdón y la Reconciliación
Colosenses 3:13 NTV
Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo el que los ofenda. Recuerden que el Señor los perdonó a ustedes, así que ustedes deben perdonar a otros.
El perdón y la reconciliación son dos conceptos profundamente interconectados en la enseñanza bíblica.
El perdón es el acto de liberar a una persona de la culpa que ha incurrido por una ofensa, mientras que la reconciliación es el proceso de restaurar una relación que ha sido dañada por esa ofensa.
La Biblia ofrece una guía clara sobre cómo abordar tanto el perdón como la reconciliación.
Reconocer la Necesidad de Perdonar y Reconciliarse
Mateo 5:23–24 NTV
»Por lo tanto, si presentas una ofrenda en el altar del templo y de pronto recuerdas que alguien tiene algo contra ti, deja la ofrenda allí en el altar. Anda y reconcíliate con esa persona. Luego ven y presenta tu ofrenda a Dios.
Jesús pone un énfasis especial en la reconciliación, incluso antes de la adoración, lo que indica la alta prioridad que debe tener en nuestras vidas.
La Disposición para Perdonar
Mateo 18:15 NTV
»Si un creyente peca contra ti, háblale en privado y hazle ver su falta. Si te escucha y confiesa el pecado, has recuperado a esa persona;
La reconciliación requiere acción. No es suficiente esperar pasivamente a que las cosas mejoren por sí solas. Jesús nos enseña a abordar el problema directamente con la persona involucrada, con el objetivo de restaurar la relación. Este enfoque busca el bienestar y la restauración de la relación sobre el simple hecho de tener la razón o de ser vindicado.
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