LA MAYORDOMIA COMO DISCIPLINA ESPIRITUAL

Creciendo en Piedad - Disciplinas Espirituales  •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
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Que la audiencia haga conciencia sobre la necesidad de ser buenos mayordomos del tiempo y el dinero, entendiendo que esto ayuda en su crecimiento en piedad.

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INTRODUCCIÓN

El reloj dice tic toc y no se cansa. La moneda presume a gran voz del poder que tiene. El reloj es discreto; la moneda es imprudente y extrovertida. El reloj es persistente; la moneda es bipolar. El reloj no puede ser dominado por el hombre; la moneda sí, aunque en la mayoría de los casos, ella es quien lo domina. El reloj es ignorado por mucho tiempo y al final es recordado, pero no da oportunidad; la moneda es codiciada siempre, pero al final de la vida es repudiada. El reloj y la moneda son dones de Dios al hombre que, si no se tiene sabiduría, pueden ser su destrucción.
Amados hermanos, hoy compartiremos una última disciplina espiritual para crecer en piedad. Es la Mayordomía. Para crecer en piedad es necesario que sepamos como administrar disciplinadamente los recursos que Dios pone en nuestras manos, en especial el reloj y la moneda, o sea, el tiempo y el dinero.

EL USO DISCIPLINADO DEL TIEMPO

“La piedad es el resultado de una vida espiritual disciplinada bíblicamente. Pero en el centro de la vida espiritual disciplinada está el uso disciplinado del tiempo.”[1]
El mejor ejemplo que tenemos, del buen empleo o un uso disciplinado del tiempo, es nuestro Señor Jesucristo. El leer los Evangelios podemos encontrar a Jesús trabajando incesantemente. Nunca lo encontramos desperdiciando el tiempo ociosamente. Descubrimos que él utilizó el tiempo de tal manera que pudo:
Enseñar a las multitudes y sanar a los enfermos.
Recorrer diferentes regiones en su ministerio.
Discipular a sus seguidores.
Tener sesiones individuales.
Retirarse a orar a solas.
Compartir con publicanos, prostitutas y pecadores.
Asistir a invitaciones varias.
Debatir con los líderes religiosos.
Asistir a la sinagoga.
Visitar amigos.
Celebrar fiestas.
Entre otras muchas cosas más.
Por esto, él estuvo en capacidad de decirle al Padre, en su oración en Juan 17 lo siguiente:
“Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que hiciera.” (Juan 17:4, NBLA)
Donald Whitney nos brinda diez razones bíblicas para aprovechar sabiamente el tiempo:
Aprovechar sabiamente el tiempo porque los días son malos.
El uso del tiempo es la preparación para la eternidad.
El tiempo es corto.
El tiempo corre.
El tiempo restante es incierto.
El tiempo perdido no se puede recuperar.
Usted es responsable ante Dios por su tiempo.
El tiempo se pierde muy fácilmente.
Valoramos el tiempo al momento de la muerte.
El valor del tiempo en la eternidad.
Aprovechar sabiamente el tiempo porque los días son malos.
“Por tanto, tengan cuidado cómo andan; no como insensatos sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.” (Efesios 5:15–16, NBLA)
En primer lugar, El apóstol Pablo presenta un contraste entre dos tipos de personas: los insensatos o necios y los sabios. Ambas palabras vienen de la misma raíz griega σοφός (sofós) de donde viene nuestra palabra sabiduría, pero:
Los insensatos es ἄσοφοι (asofoi) que es necio o sin sabiduría.
Sabios es σοφοί (sofoí) que es sabio.
En segundo lugar, “tengan cuidado” o literalmente “miren (βλέπετε) cuidadosamente” es un imperativo o mandato a tener sumo cuidado en nuestra forma de comportamiento, si como sabios o necios/insensatos. Se nos instruye a que seamos sabios y no insensatos.
En tercer lugar, con la frase “aprovechando bien el tiempo” nos encontramos con dos palabras muy interesantes:
Una es ἐξαγοραζόμενοι (exagoradsómenoi) que significa “redimiendo” la cual se traduce también como “aprovechando bien”.
Y la otra palabra es καιρός (Kairós) que significa ocasión, periodo de tiempo, época, oportunidad.[2]
El apóstol nos está instruyendo que una persona sabia redime el tiempo o aprovecha bien las oportunidades que Dios nos brinda cada día, porque los días son “malos”.
En cuarto lugar, “los días son malos” aluden a las oposiciones y persecuciones que estaban experimentando los hermanos en Éfeso. Lo que nos recuerda que en medio de los problemas en los cuales nos podemos ver involucrados, es nuestro deber aprovechar bien el tiempo, administrándolo de una manera adecuada porque Dios lo espera de nosotros.
Como bien dijo el Dr. Whitney: “El uso del tiempo es importante porque el tiempo es la materia de la que los días están hechos. Si no disciplinamos nuestro uso del tiempo para el propósito de la piedad en estos días malos, estos días malos nos impedirán llegar a ser piadosos.”[3]
Usted es responsable ante Dios por su tiempo.
Ya vimos en Efesios 5:15-16 que tenemos un imperativo a un uso sabio o disciplinado del tiempo, y la razón de esto es porque los días son malos. Ahora tenemos otra razón por la cual es necesario que administremos correctamente el tiempo: daremos cuenta a Dios.
“De modo que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí mismo.” (Romanos 14:12, NBLA)
Una primera observación de este texto es que cuando dice “cada uno de nosotros” nos brinda un amplio panorama de los sujetos que se presentarán delante de Dios. Estamos hablando tanto de creyentes como de no creyentes.
Aunque el creyente es salvo por gracia y no por obras, y no debe tener temor el día en que se presente delante de Dios, porque ya es salvo, sí recibirá o dejará de recibir recompensas por su administración de las cosas que Dios puso en sus manos.
“la obra de cada uno se hará evidente; porque el día la dará a conocer, pues con fuego será revelada. El fuego mismo probará la calidad de la obra de cada uno. Si permanece la obra de alguien que ha edificado sobre el fundamento, recibirá recompensa. Si la obra de alguien es consumida por el fuego, sufrirá pérdida; sin embargo, él será salvo, aunque así como a través del fuego.” (1 Corintios 3:13–15, NBLA)
Otra observación es que cada uno dará “cuenta de sí mismo”, lo que nos apunta una preocupación personal, o sea, que mi principal preocupación es sobre lo que “yo” hago y no sobre lo que otros hacen.
El día en que compadezcamos en el tribunal de Cristo, no se me va a preguntar por lo que otros hicieron, sino por lo que yo hice.
“Si usted no puede responderle a su conciencia respecto a cómo usa su tiempo para crecer en su semejanza a Cristo hoy, ¿cómo espera responderle a Dios en ese momento? Decidir disciplinarse a usted mismo en cuanto a su uso del tiempo para la piedad no es un asunto para demorar y considerar. Cada hora que pasa es una más de las que deberá dar cuenta.”[4]
Algunas observaciones más sobre el tiempo:
Recuerde que el uso del tiempo es la preparación para la eternidad, pero hoy es el día para administrarlo correctamente.
No olvide que el tiempo es corto y, por lo tanto, ya no hay chance para seguir perdiendo tiempo; ¡redímelo!
Ten presente que el tiempo corre y que el restante es incierto, así que avanza con él, siendo disciplinado en su uso y aprovechando la mayor cantidad posible en tu crecimiento en piedad.
Si el tiempo se pierde muy fácilmente y el tiempo perdido no se puede recuperar, tenemos que valorarlo como un recurso que Dios nos concede, que amerita toda nuestra estimación y preocupación.

EL USO DISCIPLINADO DEL DINERO

El tiempo no es solo de lo que tenemos que ocuparnos en ser buenos administradores o mayordomos, también el dinero es algo de lo cual tenemos que ocuparnos en ser sabios administradores.
El dinero es un tema tan delicado, que empresas ha quebrado por causa del dinero; relaciones se han roto por causa del dinero; homicidios ocurren por causa del dinero; pastores y líderes han caído en pecados irreversibles, por causa del dinero. Supongo que es importante que se toque este tema.
La Biblia tiene mucho que enseñarnos sobre el manejo del dinero, y en especial, porque se espera de los hijos de Dios sean personas dadivosas. Así que por aquí les comparto diez principios para dar extraídos del NT.
Dios es dueño de todo lo que usted posee.
“PORQUE DEL SEÑOR ES LA TIERRA Y TODO LO QUE EN ELLA HAY.” (1 Corintios 10:26, NBLA)
Ofrendar es un acto de adoración.
“Pero lo he recibido todo y tengo abundancia. Estoy bien abastecido, habiendo recibido de Epafrodito lo que han enviado: fragante aroma, sacrificio aceptable, agradable a Dios.” (Filipenses 4:18, NBLA)
Ofrendar refleja la fe en la provisión de Dios.
Leer Marcos 12:41-44
Marcos 12:41–44 NBLA
41 Jesús se sentó frente al arca del tesoro, y observaba cómo la multitud echaba dinero en el arca del tesoro; y muchos ricos echaban grandes cantidades. 42 Llegó una viuda pobre y echó dos pequeñas monedas de cobre, o sea, un cuadrante. 43 Y llamando Jesús a Sus discípulos, les dijo: «En verdad les digo, que esta viuda pobre echó más que todos los contribuyentes al tesoro; 44 porque todos ellos echaron de lo que les sobra, pero ella, de su pobreza, echó todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir».
La ofrenda debe de ser sacrificial y generosa.
Leer 2 Corintios 8:1-5
2 Corintios 8:1–5 NBLA
1 Ahora, hermanos, les damos a conocer la gracia de Dios que ha sido dada en las iglesias de Macedonia. 2 Pues en medio de una gran prueba de aflicción, abundó su gozo, y su profunda pobreza sobreabundó en la riqueza de su liberalidad. 3 Porque yo testifico que según sus posibilidades, y aun más allá de sus posibilidades, dieron de su propia voluntad, 4 suplicándonos con muchos ruegos el privilegio de participar en el sostenimiento de los santos. 5 Y esto no como lo habíamos esperado, sino que primeramente se dieron a sí mismos al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios.
Ofrendar refleja integridad espiritual.
Leer Lucas 16:10-13
Lucas 16:10–13 NBLA
10 »El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho. 11 »Por tanto, si no han sido fieles en el uso de las riquezas injustas, ¿quién les confiará las riquezas verdaderas? 12 »Y si no han sido fieles en el uso de lo ajeno, ¿quién les dará lo que es de ustedes? 13 »Ningún siervo puede servir a dos señores, porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Dios y a las riquezas».
Ofrendar es amor, no legalismo.
“Dios no le envía una cuenta. La iglesia no le envía un estado de cuenta mensual. No ofrendamos a Dios ni respaldamos la obra de su reino para cumplir con un supuesto «onceavo mandamiento». El amor a Dios debería motivar la ofrenda a Dios. Lo que usted ofrece debería reflejar cuánto ama usted a Dios.”[5]
“Pero así como ustedes abundan en todo: en fe, en palabra, en conocimiento, en toda solicitud, y en el amor que hemos inspirado en ustedes, vean que también abunden en esta obra de gracia. No digo esto como un mandamiento, sino para probar, por la solicitud de otros, también la sinceridad del amor de ustedes.” (2 Corintios 8:7–8, NBLA)
Ofrende de buena gana, agradecida y alegremente.
“Que cada uno dé como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría.” (2 Corintios 9:7, NBLA)
Ofrendar: una respuesta a necesidades reales.
Hay veces en que ciertas necesidades genuinas deben comunicarse a la iglesia local para que los miembros de la iglesia puedan ofrendar de forma espontánea en respuesta a esas necesidades.
Ejemplo 1: en Hechos 2:43-45 encontramos a la iglesia vendiendo y compartiendo con los necesitados.
Ejemplo 2: en Hechos 4:32-35 tenemos otra situación parecida donde los hermanos vendían y traían el dinero a la iglesia para su administración para con los necesitados.
Ejemplo 3: en Hechos 11:27-30, la iglesia de Antioquía, a casi 500 kilómetros de distancia de Jerusalén, envían ayuda a causa de una hambruna ocurrida.
La ofrenda debería ser planificada y sistemática.
“Ahora bien, en cuanto a la ofrenda para los santos, hagan ustedes también como instruí a las iglesias de Galacia. Que el primer día de la semana, cada uno de ustedes aparte y guarde según haya prosperado, para que cuando yo vaya no se recojan entonces ofrendas.” (1 Corintios 16:1–2, NBLA)
George Müller dijo: “¿Está usted ofrendando de forma sistemática para la obra del Señor, o lo está haciendo basado en su sentir, en la impresión que le queda según las circunstancias particulares o llamados impresionantes? Si no ofrendamos sistemáticamente por principio, descubriremos que nuestra corta y única vida se ha ido antes de que lo notemos, y que hemos hecho muy poco en respuesta a Aquel quien es digno de adoración, que nos compró con su preciosa sangre y a quien pertenece todo lo que tenemos y todo lo que somos”.[6]
La ofrenda generosa acarrea abundante bendición.
“Den, y les será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante, vaciarán en sus regazos. Porque con la medida con que midan, se les volverá a medir.” (Lucas 6:38, NBLA)
Me gustaría recordarles que lo que anteriormente dijimos sobre el buen uso del tiempo y que daremos cuenta a Dios, de esta misma manera también se aplica a nuestros recursos financieros.
Seamos buenos administradores del dinero que Dios nos brinda y practiquemos la generosidad y solidaridad para que crezcamos en piedad a fin de ser como nuestro Señor Jesús.

CONCLUSIÓN

Miremos a Cristo como el gran Mayordomo de todo. En su vida podemos ver un ejemplo de administración tanto del tiempo como de los recursos que el Padre puso en sus manos. El recurso más valioso que ahora él nos ofrece es el Glorioso Evangelio que cambia las vidas de las personas y las salva por su gracia.
Este maravilloso evangelio, del cual somos administradores también, apunta a una transformación hacia la piedad en Cristo que nos mueve a considerar, como puntos importantes de mayordomía, el dinero y el tiempo.
¿Qué cambios harás desde hoy en tu mayordomía del tiempo?
¿Qué cambios harás desde hoy en tu mayordomía de tu dinero? ¿Cómo los principios que has aprendido hoy, cambian tu perspectiva en cuando a ofrendar?
Dios nos conceda la gracia necesaria para ser buenos administradores.
[1] Whitney, Donald S.. Disciplinas espirituales para la vida cristiana (p. 174). Tyndale House Publishers. Edición de Kindle. [2] James Swanson, Diccionario de idiomas bı́blicos: Griego (Nuevo testamento) (Bellingham, WA: Logos Bible Software, 1997). [3] Whitney, Donald S.. Disciplinas espirituales para la vida cristiana (p. 175). Tyndale House Publishers. Edición de Kindle. [4] Whitney, Donald S.. Disciplinas espirituales para la vida cristiana (pp. 180-181). Tyndale House Publishers. Edición de Kindle. [5] Whitney, Donald S.. Disciplinas espirituales para la vida cristiana (pp. 193-194). Tyndale House Publishers. Edición de Kindle. [6] Whitney, Donald S.. Disciplinas espirituales para la vida cristiana (p. 201). Tyndale House Publishers. Edición de Kindle.
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