6. El Testigo falso que habla mentiras Serie: Lo que el Señor abomina y aborrece
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Introducción
Introducción
16 Seis cosas aborrece Jehová, Y aun siete abomina su alma: 17 Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente, 18 El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal, 19 El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos.
Amados del Señor, el día de hoy hemos llegado al final de nuestra serie “Lo que el Señor abomina y aborrece” esperando que nuestro buen Dios haya tratado con nuestros corazones para una mayor examinación diaria de nuestras vidas, esperando así siendo ya justificados por la sola fe, podamos vivir santamente para la Gloria de nuestro Señor.
Mi tarea en esta tarde es llevarlos a meditar seriamente en los últimos 2 pecados resaltados por nuestro texto, los cuales para consternación nuestra, describen el obrar de satanás mismo.
Antes de comenzar me gustaría leer un pasaje el cual ruego al Señor cale tu corazón.
11 Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios.
Exposición del Pasaje
Exposición del Pasaje
19 El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos.
1. El testigo falso que habla mentiras
1. El testigo falso que habla mentiras
El Señor aborrece (tiene por enemigo) y abomina (causa repulsión) al hombre o mujer que siendo consciente de la verdad de una situación y debiendo declararla ante un juez, decide malvadamente burlar la verdad por medio del uso de mentiras.
El falso testimonio, es uno de los mayores males que la imaginación perversa puede concebir, y contra el cual hay menos obstáculo.
Solo uno conoce sus propios pensamientos por lo cual tenemos todo el tiempo y la capacidad (por el pecado que mora en nosotros) de entrenar la lengua en el diabólico arte de la mentira. Con los años nos convertimos en expertos de inventar ficciones
El de corazón perverso profiere mentiras tan naturalmente como participa en el proceso involuntario de la respiración. La mentira es el escape que deja, después de haber utilizado a las personas y las circunstancias para sus fines.
No puede haber mayor afrenta a Dios (a quien se apela en un juramento) ni mayor injuria a nuestro prójimo que dar a sabiendas un falso testimonio.
En el contexto judicial, un hombre o mujer que jura afirmando una mentira, no es más que un reo de muerte. Esto porque posiblemente salve su pellejo de un juicio humano pero si no se arrepiente en polvo y ceniza, comparecerá ante el mismo tribunal de aquel que lo sabe y juzga todo y será indudablemente culpado por su pecado. 2 Corintios 5:10 “10 Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.” Apocalipsis 21:8 “8 Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”
Hay siete cosas que Dios aborrece, y la mentira implica dos de ellas; la aborrece, y la aborrece doblemente.
El Señor menciona en esta lista dos veces el pecado de la mentira, esto porque para el Señor la mentira es un pecado terrible puesto que el padre e inventor de la mentira es el mismo satanás. Juan 8:44 “44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.”
Es irónico como las personas ven la mentira como un “bien necesario” pero Dios no lo ve así, sino como un pecado que abomina y aborrece doblemente. No nos dejemos engañar, el que practica la mentira, es un hijo de satanás.
Frente a toda mentira que llegaras a decir, considera siempre que el diablo se sienta sobre tu lengua, respira falsedad dentro de tu corazón y forma tus palabras y énfasis hacia el engaño.
Ezekiel Hopkins
2. Y el que siembra discordia entre hermanos
2. Y el que siembra discordia entre hermanos
El Señor aborrece (lo tiene por enemigo) y abomina (le causa repulsión) al hombre o mujer que decide malvadamente inducir a sus hermanos a la confrontación.
Hacer mal entre parientes y vecinos, y emplear todos los medios perversos posibles, no sólo para alejar sus afectos unos de otros, sino para irritar sus pasiones unos contra otros es terriblemente diabólico.
Los celos y contiendas nacen de un corazón diabólico. Santiago 3:14–16 “14 Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad;15 porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica.16 Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.”
Toda obra de celos y contiendas proviene de un corazón codicioso. El corazón para consumar la codicia debe a ser hipócrita, porque para sembrar discordia debe mostrar un interés falso cayendo así nuevamente en lo que ya hemos hablado, a saber, la mentira.
Si nos remontamos a los mismos orígenes de la humanidad, encontraremos al enemigo de Dios sembrando la duda, la discordia entre la primera pareja, esta desobediencia nos llevó a ser alejados de la misma presencia del Señor
El Dios del amor y de la paz aborrece al que siembra discordia entre los hermanos, pues se deleita en la concordia.
1 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía!
Ahora bien, es por ello que el Señor nos dice cosas fuertes y duras contra los que causan divisiones
17 Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos.
10 Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo,
19 Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu.
Los que por medio de habladurías y calumnias, por medio de historias malintencionadas, agravando todo lo que se dice y se hace, y sugiriendo celos y conjeturas malignas, atizan las brasas de la contienda, no hacen sino preparar para sí mismos un fuego de la misma naturaleza.
Jamás un hombre que obra discordia termina bien, recordemos el caso de Amán, que aunque no fue judío, si fue un hombre malvado que se empecinó en destruir el pueblo de Dios, Leamos Esther 7.
Aplicaciones Experienciales
Aplicaciones Experienciales
Nosotros que profesamos la fe en Cristo ¿Somos imitadores de Dios o de satán? ¿Somos hijos de Dios o del diablo? recuerda Juan 8:44 “44 Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.”
¿Cómo nos comportamos en los contextos en los cuales vivimos nuestro cristianismo? ¿somos testigos de la verdad sin importar el costo de mantenerla? ¿o preferimos ser testigos falsos para evadir la responsabilidad?
¿Crees que tus mentiras son como el polvo que es echado al mar y es disipado por el viento para no verse más?
¿Has participado de alguna riña o pelea entre tu familia de sangre y tu familia de la fe? ¿Sientes alegría cuando logras tu cometido de separar a dos personas cercanas?
Consejos para remediar el pecado de mentira y la discordia
Consejos para remediar el pecado de mentira y la discordia
Seamos testigos de la verdad
Seamos testigos de la verdad
Como hijos de Dios cuando tengamos que comparecer ante un juez (temas jurídicos o el magistrado civil en general), debemos decir siempre la verdad puesto que debemos abominar y aborrecer doblemente el pecado de la mentira. Mateo 5:37 “37 Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.”
Si como cristianos deseamos ser testigos de la verdad asegurémonos de estar y seguir al testigo fiel y verdadero, Cristo Jesús Apocalipsis 3:14 “14 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:”
Amados hermanos seamos testigos de la verdad, de Cristo, de su evangelio. Recuerda la gran nube de testigos de la que habla la carta a los Hebreos para descansar en aquel que cumplió su promesa Hebreos 12:1–2 “1 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
Seamos pacificadores
Seamos pacificadores
Mis hermanos, tengamos cuidado de superponer nuestros intereses personales sobre los de los demás, buscando lo que deseamos separando a personas. Tu tarea es ser un testigo verdadero de Cristo y no de ti mismo. Nuestro Señor Jesucristo declaró una bienaventuranza sobre aquellos que no importando el contexto buscan la paz. Mateo 5:9 “9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.”
Cada conversación que tienes con un hermano en la fe es totalmente relevante. Cuida tus expresiones y tus palabras, piensa antes de tratar con ellos porque escucha esta advertencia de nuestro Señor: Marcos 9:42 “42 Cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase en el mar.”
Aplicación evangelística
Aplicación evangelística
Hemos visto 7 cosas que el Señor abomina y aborrece y me temo que ninguno de nosotros puede ponerse de pie y decir que es inocente de estas aberraciones. Pero cuál es la diferencia entre aquellos que han incurrido en estos pecados y sienten paz evangélica y aquellos que no la tienen.
La diferencia no radica en la fidelidad de los pecadores. La diferencia radica en que los primeros han visto la gravedad de su pecado y han creído en el evangelio para la limpieza de sus pecados, y hoy están confrontados a ser santos y consolados por el perdón que hay en Cristo y los otros aún tratan de buscar su propia justicia.
1 Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;