CRECIENDO COMO IGLESIA

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Que mi audiencia pueda ver cuales fueron los elementos que provocaron crecimiento en la iglesia del primer siglo para que imitemos hoy en día y así Dios desate el crecimiento anhelado en nuestra congregación.

Notes
Transcript

INTRODUCCIÓN

Pregunta de transición: ¿QUÉ PODEMOS HACER JUNTOS PARA CRECER COMO IGLESIA?

PARA CRECER COMO IGLESIA DEBEMOS TESTIFICAR Y EXHORTAR A OTROS. (Ver v.40)

Pedro aprovechó la oportunidad que generó la venida del Espíritu Santo, descrito en los versículos anteriores, y la controversia que se produjo fue el anzuelo para atrapar la atención y presentar el evangelio en su primer sermón.
Si Pedro aprovechó esta oportunidad y se armó de valor, después de estar escondiéndose por temor a los judíos, nosotros estamos desafiados de la misma manera a aprovechar cada oportunidad dada por Dios para que testifiquemos y exhortemos a otros a “ser salvos de esta generación perversa”.
No habrá crecimiento en nuestra congregación si no hay testimonio y exhortación a otros por parte nuestra.
Tres razones importantes de porque debemos testificar a otros para crecer como iglesia:
1- Porque es un mandamiento.
Mateo 28:19 NBLA
19 »Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
2- Porque los demás lo necesitan.
Efesios 2:1–3 (NBLA)
1 Y Él les dio vida a ustedes, que estaban muertos en sus delitos y pecados, 2 en los cuales anduvieron en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. 3 Entre ellos también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
3- Porque somos el instrumento de Dios.
Hechos de los Apóstoles 13:47 (NBLA)
47 »Porque así nos lo ha mandado el Señor: “Te he puesto como luz para los gentiles, A fin de que lleves la salvación hasta los confines de la tierra”».
“Yo predico como si Cristo fuese crucificado ayer, resucitó hoy y fuese a volver mañana” — Martin Lutero.

PARA CRECER COMO IGLESIA NECESITAMOS PERSEVERAR. (Ver v. 42, 46)

Una característica de toda persona, iglesia e institución que crece es que es perseverante.
La iglesia del primer siglo, fue perseverante a pesar de la aceptación de la comunidad, pero también cuando se desató persecución; fue perseverante cuando no tenían necesidad, pero también cuando tuvieron escasés; fueron perseverantes cuando eran populares, pero también cuando fueron calumniados. Su firmeza es un ejemplo desafiante para nosotros hoy.
Para nosotros crecer, tenemos que:
Perseverar en el crecimiento del conocimiento de la Palabra de Dios: si no crecemos en esto (la doctrina de los apóstoles), no creceremos de ninguna manera.
Justo L. González dice que: “perseverar en la ‘doctrina’ de los apóstoles no quiere decir sencillamente que fueron ortodoxos, que no se desviaron de sus enseñanzas. Quiere decir que perseveraban en la práctica de aprender de los apóstoles; que eran asiduos estudiantes o discípulos bajo ellos”.
Perseverar la Koinonía: la Koinonía es Comunión, relación estrecha, confraternidad, compartimiento, participación; pero también es solidaridad, y el compartir de sentimientos, de bienes y de acciones.
Perseverar en el “partimiento del pan”: esto es que tenemos que compartir juntos en nuestras casas, pero también la Cena del Señor.
Perseverar en la Oración: es ser persistente tanto en lo personal como lo congregacional.

PARA CRECER COMO IGLESIA ES NECESARIO PONER A DISPOSICIÓN DE DIOS NUESTROS DONES Y TALENTOS. (Ver v. 43)

Para que el crecimiento se produzca en nuestra congregación, cada hermano debe de levantarse y conocer qué dones o habilidades tiene de parte de Dios y usarlo para el beneficio y bienestar de la comunidad de fe.
Al que sabe de construcción y carpintería, que identifique alguna necesidad y la satisfaga.
A los que saben de finanzas, que orienten a los hermanos que necesitan ayuda en esa área.
Los que pueden cantar o tocar algún instrumento, que lo hagan en la iglesia.
Los que son profesores o maestros, que identifique alguna manera de servir en esa área.
Los que saber de organización, planificación, decoración, los que les gusta el orden, los que son diestros con las manos, entre otros, podemos usar eso para bendecir la iglesia y esto provoca crecimiento.

PARA CRECER COMO IGLESIA SE REQUIERE DE UNIDAD DE CORAZÓN Y ALMA. (Ver v. 44)

Ilustración: El ciego y el paralítico: Había una pequeña aldea en medio de los árboles, al pie de una montaña. Allí vivía un hombre paralítico de sus pies, que apenas se movía arrastrado sobre el suelo. Enfrente de su choza, vivía un hombre ciego y testarudo. Ambos se habían enemistado por alguna razón desconocida. Lo cierto es que todos los días encontraban una excusa para discutir acaloradamente. En más de alguna ocasión se desearon la muerte el uno al otro. Un día, hubo un incendio en el bosque y el fuego comenzó a devorar las chozas de aquella aldea. La gente salió huyendo del lugar, pero nadie ayudó al hombre ciego ni al paralítico. Aquellos hombres gritaban pidiendo auxilio. El ciego daba vueltas en su patio intentando escapar, pero no lograba discernir el camino que debía tomar. El paralítico, en cambio, miraba que aún quedaba un espacio en medio del bosque por donde huir, pero era escabroso y sabía que no iba a poder arrastrarse tan rápido para salvarse. No tardaron mucho en darse cuenta que la única forma de salvarse era uniendo esfuerzos el uno con el otro. En medio de la desesperación, el paralítico le ofreció ayuda al ciego para guiarlo en el camino, a cambio de que lo cargara en su espalda y lo llevara con él. El ciego aceptó gustosamente y así lograron salvarse de la muerte. Después de esto, aquellos hombres comprendieron que su enemistad era inútil y perjudicial. Se disculparon y llegaron a ser los mejores amigos.
La unidad de esfuerzos es determinantemente vital para el logro de cualquier objetivo.
De la misma manera que el paralítico y el ciego, nosotros debemos dejar de lado nuestras diferencias y unirnos en la visión de crecer juntos como iglesia.

PARA CRECER COMO IGLESIA AMERITA GRAN SENSIBILIDAD Y CUIDADO HACIA LOS MÁS NECESITADOS. (Ver v. 45)

La sensibilidad y preocupación por los más necesitados en la iglesia del primer siglo, los llevó a una práctica poco usual en nuestros días:vendían las propiedades y las posesiones y las distribuían a todos según la necesidad de cada cual”.
La solidaridad y la justicia siempre ha sido un rasgo característico del cristianismo y que le ha sido uno de los factores de crecimiento.
La vida cotidiana del Señor Jesús nos muestra esta misma práctica la cual fue la inspiración de los cristianos del primer siglo. En la mayoría de sus intervenciones aprendemos un patrón que podemos aplicar hoy en día:
Ver
Sentir
Hacer

PARA CRECER COMO IGLESIA DEBEMOS REFLEJAR EL GOZO DEL SEÑOR EN EL TEMPLO Y EN NUESTROS HOGARES. (Ver v. 46-47a)

El gozo es característico de los cristianos porque ha experimentado la gracia salvadora de Dios en Cristo Jesús.
El gozo es contagioso. Por eso Pablo hablando a los hermanos en Tesalónica dice:
1 Tesalonicenses 3:9–10 (NBLA)
9 Pues ¿qué acción de gracias podemos dar a Dios por ustedes, por todo el gozo con que nos regocijamos delante de nuestro Dios a causa de ustedes, 10 según oramos intensamente de noche y de día que podamos ver el rostro de ustedes y que completemos lo que falta a su fe?
Una iglesia que crece es una iglesia que ha experimentado el gozo del Señor y lo testifica dentro del templo y fuera de él.
El gozo y la alegría son importantes para que crezcamos juntos como iglesia porque:
El gozo nos mueve a congregarnos.
El gozo nos mueve a celebrar las victorias de Dios.
El gozo nos mueve a testificar sobre el evangelio que provocó el gozo.
El gozo nos mueve a invitar a otros a que vengan y celebremos juntos al Señor.
El gozo nos mueve a enfrentar la vida con fe y confianza en el Señor.

PARA CRECER COMO IGLESIA DIOS IRÁ AÑADIENDO LOS QUE VAN SIENDO SALVOS. (Ver v. 47, ver también v. 41)

Llegamos al punto más importante de todo. Lo anteriormente dicho no funcionará para el crecimiento si Dios no está activo trabajando con nosotros.
El crecimiento que soñamos y que necesitamos será un esfuerzo en conjunto entre todos nosotros como un cuerpo y Dios. Pablo lo expresó de la manera siguiente:
1 Corintios 3:5–7 (NBLA)
5 ¿Qué es, pues, Apolos? ¿Y qué es Pablo? Servidores mediante los cuales ustedes han creído, según el Señor dio oportunidad a cada uno. 6 Yo planté, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. 7 Así que ni el que planta ni el que riega es algo, sino Dios, que da el crecimiento.
El crecimiento que soñamos y que necesitamos ha de requerir confianza en Dios y paciencia mientras trabajamos arduamente para su gloria.
2 Timoteo 2:11–13 (NBLA)
11 Palabra fiel es esta: Que si morimos con Él, también viviremos con Él; 12 Si perseveramos, también reinaremos con Él; Si lo negamos, Él también nos negará; 13 Si somos infieles, Él permanece fiel, pues no puede negarse Él mismo.

APLICACIÓN Y CONCLUSIÓN

¿Podemos comprometernos con el crecimiento como iglesia?
¿A quienes podemos testificarles y exhortarles sobre la salvación?
¿Qué tan perseverantes somos en la Palabra, la comunión con otros, en las oraciones?
¿Nuestros dones, talentos y habilidades están siendo de bendición para la comunidad de fe a la que pertenezco?
¿Somos sensibles y preocupados por los más necesitados? ¿Son ellos una prioridad para nosotros?
¿Somos personas alegres? ¿Reflejamos el gozo del Señor de manera que otros puedan verlo como evidencia de que Cristo habita en nosotros?
¿Estamos viendo a Dios añadir los que van siendo salvos? o ¿Dios está esperando por nosotros para iniciar con su parte?
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