Convicción del Espíritu Santo

El Espíritu Santo convence al mundo de pecado y de sus consecuencias

Juan 16:8–11 LBLA

Y cuando Él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio; de pecado, porque no creen en mí; de justicia, porque yo voy al Padre y no me veréis más; y de juicio, porque el príncipe de este mundo ha sido juzgado.

Las formas en que el Espíritu Santo trae convicción

A través de la predicación

Hechos de los Apóstoles 2:37 LBLA

Al oír esto, compungidos de corazón, dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: Hermanos, ¿qué haremos?

Ver también Hch 16:14; 1 Tes 1:5

A través del ejercicio de los dones espirituales

1 Corintios 14:24–25 LBLA

Pero si todos profetizan, y entra un incrédulo, o uno sin ese don, por todos será convencido, por todos será juzgado; los secretos de su corazón quedarán al descubierto, y él se postrará y adorará a Dios, declarando que en verdad Dios está entre vosotros.

La realidad de la convicción del Espíritu Santo en la vida del creyente

Trae iluminación

Efesios 1:17–18 LBLA

pidiendo que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en un mejor conocimiento de Él. Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,

Ver también 1 Co 2:8–10; 1 Co 2:14–16

Da garantía sobre su nueva relación con Dios

Romanos 8:15–16 LBLA

Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un espíritu de adopción como hijos, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios,

Ver también Gl 4:6

Convence de la necesidad de cambios constantes

Romanos 8:5–9 LBLA

Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz; ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne no pueden agradar a Dios. Sin embargo, vosotros no estáis en la carne sino en el Espíritu, si en verdad el Espíritu de Dios habita en vosotros. Pero si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él.

Ver también Gl 5:16–23