EVANGELIO SEGÚN JUAN
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Introducción
Introducción
El Evangelio de Juan pinta un retrato de Jesús desde una óptica que parece ser muy diferente a la de los otros tres evangelistas. No solo se interesa más en lo que Jesús hace en Jerusalén que en su ministerio en Galilea, sino que deja por fuera las parábolas y la mayoría de los milagros que los otros registran. Lo que sí incluye, sin embargo, lo incluye con maestría literaria y con los énfasis teológicos que lo caracterizan. Esto hace de este Evangelio una veta inagotable para la comprensión y vivencia de la fe cristiana.
La riqueza y amplitud del significado de este Evangelio en la iglesia se puede ilustrar con algunos ejemplos de su influencia. La formulación juanina de la relación entre el Hijo y el Padre ha nutrido la cristología de la iglesia desde los primeros siglos. La misión de Jesús en términos del Verbo encarnado, el enviado del Padre, ha servido como modelo misiológico para la iglesia. La imagen de la vid y los pámpanos para ilustrar la relación entre Jesús y sus seguidores ha inspirado modelos de espiritualidad, obras de arte, etc.
I. Contexto histórico
I. Contexto histórico
El texto de este Evangelio evidencia que su autor está inmerso en las escrituras y tradiciones judías, a partir de las cuales narra la historia de Jesús. El estudio de los textos de la comunidad judía de Qumrán ha demostrado que el lenguaje de Juan y su acercamiento al AT tienen paralelos en el judaísmo del primer siglo, sin necesidad de explicarlos como la influencia cultural del helenismo o religiosa del gnosticismo u otras religiones antiguas.
Siendo de la región de influencia de Éfeso, los lectores originales del cuarto Evangelio serían de origen gentil y pensarían con categorías propias del mundo helénico. Su conocimiento del AT sería a través de la versión griega del mismo, la Versión de los Setenta (LXX). Para comunicarse con ellos el evangelista recurre a vocabulario y símbolos entendibles en el entorno cultural de su audiencia (logos, luz-tinieblas) pero cargados del significado específico que corresponden a su propósito al escribirles.
El texto se centra en Jesús y los días y condiciones en que desarrolló su ministerio, no en las circunstancias socio-políticas de los primeros lectores, aunque se aduce que la identificación de los líderes religiosos en Jerusalén (los judíos) como la fuente de la oposición a Jesús refleja las relaciones entre las comunidades cristianas y los judíos cuando se escribió este Evangelio. Pero se carece de evidencias externas al texto que verifiquen hostilidad entre ambas comunidades en el último tercio del primer siglo.
II. La gloria del cuarto evangelio
II. La gloria del cuarto evangelio
En las introducciones que hacen del cuarto evangelio, muchos escritores tienen una sección titulada “el problema del cuarto evangelio” porque ciertamente ha constituido el mayor problema en los estudios modernos del N. T. Pero, ¿cuál es ese problema? Un crítico afirmó hace muchos años que en los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) se habla del Jesús histórico, pero no divino; y que, en éste, aparece el divino, pero no el histórico. Sin embargo, claramente esta es una distinción sin fundamento, ya que este evangelio comienza haciendo una declaración directa de la completa deidad del Verbo hecho carne (Jn 1:1, 14). Y casi al final de él, incluye la confesión de Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!” (Jn 20:28). Jesucristo es tanto “divino” (deidad), como histórico (alguien que realmente vivió en la tierra). Por lo tanto, lo que es un problema para muchos críticos, constituye la principal gloria de la iglesia de Cristo.
Pero contrario a lo que algunos han argumentado, los escritores de los evangelios sinópticos, al igual que Juan, presentan un Mesías divino. Sin embargo, Juan es muy claro y definido en su cristología, por lo que su teología ha enriquecido grandemente a la iglesia. El texto “aquel Verbo fue hecho carne” (Jn 1:14), se convirtió en punto central de estudio y meditación de los padres de la iglesia. Juan presentó la encarnación, a Dios manifestado en carne, como el principal fundamento del evangelio. Esta es la “gloria”, no el “problema”, del cuarto evangelio.
III. El singular retrato presentado por Juan
III. El singular retrato presentado por Juan
Cuando uno compara al evangelio de Juan con los otros tres, queda impresionado por la forma tan singular de la presentación que hace. Juan no incluye la genealogía, nacimiento, bautismo o tentación de Jesús. Tampoco relata la expulsión de demonios, las parábolas, la transfiguración, la institución de la santa cena, la agonía en Getsemaní o la ascensión. La presentación de Juan enfatiza su ministerio en Jerusalén, las fiestas judaicas, el contacto que tuvo Jesús con individuos por medio de charlas privadas (e.g., caps. Jn 3-4; 18:28-19:16) y su ministerio a los discípulos (caps. Jn 13-17). El cuerpo principal del evangelio está contenido en el llamado “libro de señales” (Jn 2:1-12:50), que abarca siete milagros o “señales” que proclaman que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios. Este “libro de señales” también contiene importantes discursos de Jesús que explican y manifiestan la importancia de cada una de ellas. Por ejemplo, después de la alimentación de los cinco mil (Jn 6:1-15), el Señor se reveló a sí mismo como el pan de vida que el Padre celestial envía para dar vida al mundo (Jn 6:25-35). Otra característica notable y exclusiva del cuarto evangelio es la serie de declaraciones que empiezan con “yo soy” y que fueron dichas por el Señor (cf. Jn 6:35; 8:12; 10:7, 9, 11, 14; 11:25; 14:6; 15:1, 5). (V. “Las siete señales de Jesús en el evangelio de Juan” y “Los siete ‘yo soy’ de Jesús en el evangelio de Juan”).
La singularidad de este evangelio debe apreciarse en la perspectiva correcta. Los evangelios no fueron escritos como biografías, sino que cada escritor seleccionó, partiendo de un conjunto de información básica, el material que cumpliría su propósito. Se calcula que, si se leyeran en voz alta todas las palabras de Jesús citadas en Mateo, Marcos y Lucas, el tiempo que se emplearía sería tan sólo como de tres horas. Puesto que el ministerio del Señor Jesús duró cerca de tres años, resumir en tres horas su enseñanza produce una muestra bastante pequeña. Cada autor registra ciertos milagros o parábolas y omite otros porque el propósito de los evangelios es dar las buenas nuevas de la muerte y resurrección de Jesús. Se les ha llamado “narraciones de la Pasión con largas introducciones”. Esto es, que los cuatro se centran en la muerte de Cristo (e.g., Mr. 11-16), y presentan sólo la información adicional necesaria (e.g., Mr. 1-10) para explicar la naturaleza de Aquél que ministró y murió.
Los siguientes hechos son los que se conocen acerca de la relación que Juan tiene con los evangelios sinópticos: Juan, hijo de Zebedeo, fue colaborador de Pedro en Jerusalén durante los primeros años de la iglesia (Hch. 3:1-4:23; 8:14; 12:1-2). Además, fue llamado “columna” de esa iglesia (Gá. 2:9). Esa congregación estaba dirigida por los apóstoles. Jacobo, hermano de Jesús, junto con Pedro y Juan, eran quienes a menudo tomaban la iniciativa de las decisiones (Hch. 3:1; 4:3-21; 8:14-24; 15:7-11, 13-21). Es evidente que durante los primeros años de la iglesia de Jerusalén se desarrolló un conjunto de enseñanzas y predicación apostólica porque sabemos que después de la conversión de una gran multitud, todos “perseveraban en la doctrina de los apóstoles” (Hch. 2:42). Más tarde, el número de hombres que creyeron creció hasta alrededor de cinco mil (Hch. 4:4). Era necesario entonces establecer un sistema de enseñanza. Ésta se centraría en el cumplimiento de las profecías mesiánicas del A.T. relacionadas con Jesús y en especial, las relativas a su ministerio y Pasión. Específicamente, debían enseñarse los mandamientos de Jesús, su tora (o ley) verbal, (Mt. 28:20).
De acuerdo con una tradición importante de la iglesia, el evangelio de Marcos está directamente relacionado con la predicación de Pedro. Hechos 10:36-43 parece apoyar esta suposición, puesto que muchos ven que el bosquejo del evangelio de Marcos sigue el ejemplo de la predicación de Pedro. Debido a que el sermón de Pedro es básicamente el bosquejo y contenido del evangelio de Marcos, Juan, habiendo estado con Pedro por muchos años, estaría completamente familiarizado con ese conjunto de verdades.
Este núcleo de predicación y enseñanza apostólica que se inició en Jerusalén fue la que Marcos puso por escrito, habiendo sido quien ayudó a Pedro en su ministerio posterior. Por su parte, Juan, después de vivir en Jerusalén por muchos años (quizá 20), se dirigió a Asia Menor y se estableció en Éfeso. Cuando escribió su evangelio, proveyó, por el Espíritu de Dios, un rico complemento al núcleo inicial de enseñanza originado en Jerusalén. Es por ello que el singular retrato de Jesús presentado por este evangelista contiene un 93 por ciento de material original en comparación con los sinópticos. Cuando Juan escribió, él estaba consciente de que aun su contribución contenía sólo una pequeña fracción de lo que podría haberse dicho (Jn. 20:30-31; 21:25).
IV. Estructura y tema
IV. Estructura y tema
La palabra clave del evangelio de Juan es “creer” (pisteuō), porque aparece 98 veces. El sustantivo gr. “fe” (pistis) no aparece. (Sin embargo, en algunas ocasiones la NVI traduce pisteuō con la frase “poner … fe en”). El vb. gr. pisteuō se usa frecuentemente en tiempo pres. y en formas participiales; es evidente que Juan quería enfatizar una confianza activa, continua y vital en Jesús. El libro puede dividirse en las siguientes secciones principales: prólogo (Jn 1:1-18), libro de las señales (Jn 1:19-12:50), instrucciones de despedida (caps. Jn 13-17), Pasión y resurrección (caps. Jn 18-20), epílogo (cap. Jn 21). El prólogo da la introducción teológica, la cual permite a los lectores entender que las palabras y hechos de Jesús son las palabras y hechos de Dios manifestado en carne. El libro de las señales registra siete milagros que revelan la gloria del Padre en el Hijo. Los milagros, junto con los discursos explicativos, obtienen alguna de estas dos respuestas: fe, o incredulidad y endurecimiento en el pecar.
Cerca del final del ministerio público de Jesús, la principal respuesta de la gente fue de incredulidad irracional (Jn 12:37). El Señor, al dar sus instrucciones de despedida, preparó a los suyos para su inminente muerte y para el ministerio futuro de sus seguidores. La culminación de la incredulidad es evidente en la sección de la Pasión, mientras que la fe de los discípulos se manifiesta en el relato de la resurrección. El epílogo completa el evangelio, mostrando los planes del Señor para sus discípulos.
V. Bosquejo
V. Bosquejo
I. Prólogo (Jn 1:1-18)
A. El Verbo en la eternidad y el tiempo (Jn 1:1-5)
B. Testimonio de Juan el Bautista (Jn 1:6-8)
C. La venida de la luz (Jn 1:9-13)
D. Encarnación y revelación (Jn 1:14-18)
II. Manifestación de Jesús a la nación (Jn 1:19-12:50)
A. Ministerio inicial de Jesús (Jn 1:19-4:54)
B. Controversia de Jesús en Jerusalén (cap.Jn 5)
C. Revelación de Jesús en Galilea (Jn 6:1-7:9)
D. Regreso de Jesús a Jerusalén y reanudación de la hostilidad (Jn 7:10-10:42)
E. La gran señal en Betania (Jn 11:1-44)
F. El complot para matar a Jesús (Jn 11:45-57)
G. Conclusión del ministerio público de Jesús (Jn 12:1-36)
H. La incredulidad nacional judía (Jn 12:37-50)
III. La preparación que Jesús dio a sus discípulos (caps. 13-17)
A. La última cena (Jn 13:1-30)
B. La inminente partida de Jesús (Jn 13:31-38)
C. Jesús, el camino al Padre (Jn 14:1-14)
D. La promesa de Jesús acerca del Consolador (Jn 14:15-31)
E. La vid y los pámpanos (Jn 15:1-10)
F. Los amigos de Jesús (Jn 15:11-17)
G. El odio del mundo (Jn 15:18-16:4)
H. La obra del Espíritu (Jn 16:5-15)
I. La predicción de cambios (Jn 16:16-33)
J. Intercesión de Jesús (cap. Jn 17)
IV. Pasión y resurrección de Jesús (caps. Jn 18-20)
A. Arresto de Jesús (Jn 18:1-11)
B. El juicio religioso y las negaciones de Pedro (Jn 18:12-27)
C. El juicio civil (Jn 18:28-19:16)
D. La crucifixión (Jn 19:17-30)
E. Sepultura (Jn 19:31-42)
F. La tumba vacía (Jn 20:1-9)
G. Aparición de Jesús a María (Jn 20:10-18)
H. Aparición de Jesús a sus discípulos (Jn 20:19-23)
I. Aparición de Jesús a Tomás (Jn 20:24-29)
J. Propósito del libro (Jn 20:30-31)
V. Epílogo (cap. Jn 21)
A. Aparición de Jesús a la orilla del lago (Jn 21:1-14)
B. Jesús restaura a Pedro (Jn 21:15-23)
C. Colofón (Jn 21:24-25)