Nicodemo era un hombre importante, un fariseo y un gobernante (archōn) de los judíos. La descripción que hace Juan de él lo señala no solo como un líder de la comunidad, sino como uno de los venerados setenta, que junto con el sumo sacerdote componían el Sanedrín, el equivalente al Tribunal Supremo judío (cf. 7:45–52 y especialmente 11:47).