Oración de Habacuc profeta

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Habacuc 3:1-19

3:1. Oración de Habacuc profeta, sobre Sigionoth: Esta expresión evidentemente indica el estilo de poesía en que está redactado el salmo, que es de pasión y entusiasmo, muy emocionado en su carácter (comp. Keil, y Davidson). 3:3. Dios vendrá de Teman, y el Santo del monte de Parán: Estos lugares del desierto sinaítico recuerdan la teofanía de Jehová en Sinaí (comp. Keil, Ward). 3:4. Rayos brillantes salían de su mano: Keil interpreta esto como rayos a semejanza de los que proceden del sol, pero creo que denota los relámpagos (y así Driver). Esto corresponde con la figura de la tempestad al final del pasaje. 3:5. A sus pies salían carbones encendidos: Se refiere el pasaje a las pestilencias (comp. Kleinert y Elliott), medio que se concebía como empleado por Jehová para disciplinar a los hombres. 3:6. Paróse, y midió la tierra, etc.: Como gigante que sacude la tierra, se presenta la venida de Jehová en juicio. 3:7. He visto las tiendas de Cushán en aflicción; las tiendas de la tierra de Madián temblaron: Probablemente tribus de Arabia (aunque había una Cus en Africa). Señala Driver que, puesto que Jehová bajaba al Sinaí, era natural que las tribus árabes temiesen su llegada. 3:8. ¿Airóse Jehová contra los ríos? ¿Contra los ríos fue tu enojo? ¿Tu ira contra la mar, cuando subiste sobre tus caballos, y sobre tus carros de salud?: Este pasaje se refiere a la liberación del pueblo en el mar Bermejo bajo la dirección de Moisés, y en el río Jordán bajo Josué, cuando estas aguas sintieron el poderío de Jehová, típico de la destrucción de otras naciones en tiempo de Habacuc, así como habían sido destruídos los ejércitos de Egipto y de Canaán. (Comp. Henderson). 3:10. Viéronte, y tuvieron temor los montes: Por prosopopeya los montes tipifican el temor de los hombres ante la llegada de Jehová en juicio. 3:11. El sol y la luna se pararon en su estancia: Grandes trastornos de la naturaleza manifiestan figuradamente el temor del hombre ante la llegada del día de Jehová (véanse las notas de Joel 1:15; 2:10; en Tomo III). 3:13. Saliste para salvar tu pueblo: Así como Jehová había librado a su pueblo en tiempos de Moisés, asimismo los salvaría ahora, destruyendo el poder de los caldeos. 3:14. Horadaste con sus báculos las cabezas de sus villas: Mejor traduce la VM: “Traspasas con sus mismas lanzas a los jefes de sus guerreros.” En su confusión, los enemigos del pueblo se mataban unos a otros (comp. Driver). 3:15. Hiciste camino en la mar a tus caballos, por montón de grandes aguas: La base histórica del pasaje es el cruce del mar Bermejo, que se toma como tipo de la venida de Jehová ahora, quien, para realizar el juicio que se propone, no se detiene ante las aguas, sino que pasa por en medio (comp. Keil). 3:16. Efecto de la teofanía en el corazón de Habacuc. Ante la terrible venida de Jehová en juicio, el profeta se estremeció. Habacuc, hablando en representación de todos los fieles de Dios, tiembla al ver acercarse los juicios (que los han de librar) (comp. Fausset).
El libro de Habacuc comienza con las lacerantes preguntas del profeta, que encierran en sí mismas una acusación: ¿Dónde está Dios cuando más se lo necesita? ¿Por qué su silencio y ausencia? ¿Por qué parece que los perversos siempre triunfan? Dios no responde de manera directa. Es el Señor del universo y Creador de todo. No entra a discutir con un corazón humano dolido y desconcertado. Su respuesta es una serie de oráculos (2:2–20), que incluyen poderosas afirmaciones proféticas para todos los tiempos, y una teofanía (3:3–15). Dios aparece marchando con poder soberano. Nadie ni nada, ni siquiera la naturaleza, resiste ante su avance.
De todos modos y a pesar de todo, el profeta se alegra porque sabe que el Dios de la victoria se aproxima para liberar a su pueblo. Así como se estremeció en el pasado (3:2, 16), ahora lo invade un gozo exultante que lo llena de regocijo y alegría (3:18). ¡El Señor es su fuerza! Javier y Analía servían fielmente a Dios desde su adolescencia. Fue en el servicio donde se conocieron. Ambos trabajaban y estudiaban en la universidad. Con mucho esfuerzo se graduaron. Eran un ejemplo como hijos, como matrimonio, como profesionales y cristianos. Al año de casados, Analía quedó embarazada. Su embarazo fue saludable. Llegó el día en que nacería Karina, su hija esperada y amada desde el vientre. Algo pasó en el instante del parto. Por un momento le faltó oxígeno a Karina. Nació, pero con lo que parecía un pequeño daño en su sistema neurológico. Al pasar los días se confirmaron las peores sospechas. Karina quedaría cuadripléjica, sin posibilidad de hablar y ni siquiera de tragar alimentos. A Javier y a Analía les cayó el mundo encima. En su dolor preguntaban: ¿Dónde está Dios? ¿Por qué, si te servimos y honramos, nos pasa esto? Dolor, llanto, amargura y oraciones no respondidas fueron el pan de cada día durante los primeros años. Hasta que un día, en medio del clamor, los invadió una paz sobrenatural. Sintieron que debían cambiar de actitud. No era negar la realidad sino transformarla en algo de consecuencias positivas. Solo Dios, su poder y su gracia, podían ayudarles en esto. Iniciaron un ministerio de acompañamiento y asistencia a padres a los que les toca atravesar la misma circunstancia. La situación de Karina no ha cambiado, pero Javier y Analía la han usado para bendecir a cientos de personas. Ellos dicen, como en el himno de Habacuc: aunque Karina no pueda caminar, aunque jamás escuchemos su voz, aunque sigamos alimentándola por un tubo y la hayamos operado nueve veces, aun así alabaremos a nuestro Dios. Él nos levanta y nos hace caminar por encima de nuestras desgracias. Tener fe no es negar la realidad, ni conformarse: es simplemente aventurarnos a transformar el dolor en victoria, la muerte en resurrección.
Preguntas de reflexión ¿Somos conscientes del dolor de nuestra comunidad? ¿Nos interesa hasta el punto de lamentarnos o aun pelear con Dios? ¿Cómo afecta esto nuestras oraciones, nuestra fe y nuestro servicio cristiano? ¿Cuáles son nuestros “por qué” a Dios? ¿Cuáles son nuestras oraciones no respondidas? ¿Cómo respondemos a los silencios de Dios? ¿Qué necesitamos afirmar de nuestra fe en este tiempo? ¿En qué podemos ver que Dios viene a socorrernos? ¿Cuáles son las señales? ¿A pesar de qué y por qué soy capaz de gozarme en mi Dios?
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