Espinas 2 - ¿Por qué te enredas?
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Si le preguntáramos a la gente, ‘cual es tu mayor problema’, ¿qué responderían? Si te pidiera que hicieras una lista de 10 problemas, ¿Qué problema pondrías tú como más importante?
O, para hacerlo aún más interesante, si Dios te prometiera resolver hoy uno de tus problemas, ¿cuál sería tu primera opción?
Todos, absolutamente todos sin distinción hemos pasado por dificultades en nuestras vidas. Y en más de una ocasión nos hemos dicho la frase: “Si tan solo… entonces yo”. Puede ser desde lo más pequeño e insignificante hasta lo más importante y trascendente, pero al final todos soñamos con que las circunstancias en las que estamos cambien.
Entonces Jesús comenzó a hablarles en parábolas: «Un hombre plantó una viña y la cercó con un muro, cavó un estanque debajo del lagar y edificó una torre; la arrendó a labradores y se fue de viaje. »Al tiempo de la vendimia envió un siervo a los labradores para recibir de los labradores su parte de los frutos de la viña. »Pero ellos, echándole mano, lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías. »De nuevo les mandó otro siervo, y a él lo hirieron en la cabeza y lo trataron vergonzosamente. »Envió a otro y a este lo mataron; y así con muchos otros, golpeando a unos y matando a otros. »Todavía le quedaba uno, un hijo amado; y les envió a este último, diciendo: “Respetarán a mi hijo”. »Pero aquellos labradores se dijeron entre sí: “Este es el heredero; ¡vengan, matémoslo, y la heredad será nuestra!”. »Echándole mano, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. »¿Qué hará, entonces, el dueño de la viña? Vendrá y destruirá a los labradores, y dará la viña a otros. »¿Ni aun esta Escritura han leído: “La piedra que desecharon los constructores, Esa, en piedra angular se ha convertido; Esto fue hecho de parte del Señor, Yes maravilloso a nuestros ojos”?». Y procuraban prender a Jesús, pero temían a la multitud, porque comprendieron que contra ellos había dicho la parábola. Y lo dejaron y se fueron.
Acabamos de leer la historia de un hombre que aparentemente tiene una necesidad urgente, pero que no está al tanto de ella. Y Dios nos dejó registrada esta historia para que podamos aprender 4 enseñanzas.
Para poder comprender las cuatro enseñanzas necesitamos entender lo que sucedió antes de esta historia. Marcos 2.1-2 nos dice que Jesús había regresado a Capernaum, una comunidad en la que había hecho muchos milagros. Había sanado a un hombre endemoniado (Mr. 1.21-28), sanó a la suegra de Pedro (Mr. 1.29-31), a muchos al ponerse al sol (Mr. 1.32-34), y a un leproso en Galilea (Mr. 1.40-45). De modo que ya mucha gente había oído de su fama y poder de sanar enfermedades.
Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días; y se oyó que estaba en casa. E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra.
Y en este punto de la escena es que encontramos nuestra primera enseñanza: Hay una Urgencia aparente.
Una Urgencia aparente (v. 4)
Una Urgencia aparente (v. 4)
Entonces vinieron* y le trajeron un paralítico llevado entre cuatro hombres. Como no pudieron acercarse a Jesús a causa de la multitud, levantaron el techo encima de donde Él estaba; y cuando habían hecho una abertura, bajaron la camilla en que estaba acostado el paralítico.
Pongamos la escena en contexto. Para nuestros tiempos, estar paralítico es un verdadero reto, pues no puedes vivir sin el apoyo de un enfermero o enfermera, un familiar o amigo. Pero hay camas especiales, sillas para poder trasportarlos, lugares de estacionamiento y de preferencia en los centros comerciales. Y, aunque hay muchas facilidades para la gente paralítica, no deja de ser una situación muy difícil la parálisis.
Pero en los tiempos de la Biblia, cuando se escribió esta historia, ser un paralítico era sin lugar a dudas algo aún más difícil y crítico. Este hombre no contaba con especialistas que lo ayudaran en todos los problemas secundarios que la parálisis conllevaba. Este hombre no contaba con analgésicos que lo ayudaran a mitigar el dolor de su cuerpo. Ni tampoco contaba este hombre con fisioterapeutas que le ayudaran a que sus músculos no se atrofiaran por la falta de uso. Mucho menos podría contar con silla de ruedas automáticas o eléctricas que le ayudaran a moverse a donde él quisiese ir; sino que dependía de la gente a su alrededor para poder realizar todas sus necesidades, incluso hasta de ir al baño y comer.
Este hombre no podía moverse para trabajar y así recibir el sustento para vivir. Mucho menos podía tener una familia, pues no tendría la capacidad de proveer para su esposa ni sus hijos. Tampoco podría estar al pendiente de lo que sucedía afuera, a menos que alguien fuera hasta su habitación y le contara. Cada día, durante meses y años, la misma monotonía. Desde que se despertaba en la mañana hasta la noche para dormir, lo único que podía hacer este hombre era mirar el techo. Este hombre verdaderamente tenía un serio problema.
Por eso, alguien describe la condición de este hombre con un conjunto de palabras que puedan darnos una idea aproximada de su condición emocional: dependencia, humillación, confinamiento, aburrimiento, soledad, frustración, (ansiedad), vergüenza, desesperación.
Y si él hubiese escuchado la misma pregunta que te hice al comienzo del mensaje (¿cuál es tu mayor problema?), seguramente él hubiere contestado: “Mi problema más grande es que no puedo caminar. No existe ninguna esperanza para que yo pueda salir, o por lo menos mejorar de esta situación”.
¿Te has sentido de esta misma forma en algún momento de tu vida?
Y de pronto, escucha que un tal Jesús llegó a la ciudad. Ese hombre que ya tenía la fama de sanar personas, como lo vimos que Marcos nos lo relata en Capítulo 1. Entonces, “cuatro amigos” de este hombre, “vinieron y lo trajeron” a Jesús. Pero entonces, a acercarse a donde Él estaba, se encontraron con una muralla humana. De modo que, no pudieron acercarse a Jesús. Así que se la idearon para hacer que su amigo paralítico llegara frente a Jesús; lo que nos lleva a nuestra segunda enseñanza: Una Solución inesperada.
Una Solución interna inesperada (v. 5)
Una Solución interna inesperada (v. 5)
Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.
Tratemos de imaginar la escena.
Jesús está predicando y la gente está atenta. Está explicando lo que es el amor de Dios, cuando de repente se escucha un ruido extraño, y tras un polvadero un agujero enorme en el techo donde Él está parado; y cuatro hombres viendo hacia abajo. Y si eso fue extraño, más inusual sería que esas cuatro personas estén tratando de bajar a otro hombre en una camilla.
Un pastor dijo que si él hubiese estado en el lugar de Jesús, y en medio de su prédica cuatro jóvenes empiezan a hacer ese espectáculo, él (con toda la tranquilidad posible) hubiese dicho: “¡SAQUEN A ESTOS IMPRUDENTES DE AQUÍ!” Pero Jesús no reaccionó así. Él no vio a cuatro imprudentes. Marcos nos dice que Jesús vio la fe de ellos.
Y quiero detenerme en este punto un momento, pues ha habido una mala enseñanza con respecto a este punto, acerca la fe. Y tal confusión es más grande en nuestros días porque hay mucho que van por ahí enseñando que “la fe tiene poder”. Esta enseñanza se remonta a un tal Essek William Kenyon, aparente fundador de un movimiento llamado “Palabra de Fe”. Él enseñaba “en su predicación y enseñanza… que las personas pueden cambiar sus circunstancias físicas simplemente haciendo una ‘confesión positiva de la palabra de Dios’” (John MacArthur, Fuego Extraño, 29).
¿Has escuchado la frase: “la Fe mueve Montañas”? “No importa cuán grande sea tu problema, lo importante es que tengas fe.” ¿Lo has escuchado? Bueno, pues, olvídate de eso. Eso no es cierto. “Lo importante no es que tengas fe; lo importante es que tengas fe en el objeto correcto”. Lo que hizo la diferencia con este hombre es que sus amigos tuvieron fe y lo llevaron con la persona correcta. No importa cuánta fe tengas en los “12 Pasos” o en la “Confesión positiva” o en una “Fuerza Superior”. Si tu fe y confianza no está en Jesucristo, nada de eso va a servir.
Aquí está este hombre, frente a Jesús y a toda la multitud. Era más que evidente que el mayor problema de este hombre era que no podía caminar, pero Jesús se acerca y le dice: “Hijo, tus pecados te son perdonados.” En la versión de la historia que escribe Mateo, él nos narra la escena más completa. Mateo nos cuneta que Jesús le respondió: “Ten ánimo, hijo, tus pecados te son perdonados.” Ahora bien, como dije, para todos era más que obvio que el mayor problema de este hombre era su parálisis, pero el diagnóstico de Jesús es totalmente distinto del nuestro. Este hombre seguía acostado, en la misma circunstancia y condición en la que se encontró cuando despertó en la mañana, y la misma desde hace años. Pero Jesús se acerca y le dice a este hombre que tiene todos los motivos para alegrarse, a pesar de que sus circunstancias no hayan cambiado.
Lo mismo nos dice el Señor el día de hoy. Hay cosas más importantes por las cuales debemos alegrarnos. Y no es que tengamos una familia, un trabajo, o una mejor salud que la del vecino. No es que podamos respirar y tener vida; aunque tales cosas deben ser motivo de agradecimiento y alegría. Pero la razón por la que Jesús le dice al paralítico que se alegre es porque sus pecados han sido perdonados. El mayor problema del ser humano no son sus adicciones, su falta de amor, dinero o amigos. El mayor problema del ser humano es que está en enemistad con Dios, está muerto en “sus delitos y pecados” y va camino al infierno.
Mi amigo, Dios quiere que sepas que tu mayor problema no son las adicciones con las que estás luchando, sino el pecado que te tiene esclavizado. Y entendamos que por pecado no me estoy refiriendo únicamente a aquellas acciones escandalosas que la gente hace como robar, mentir, adulterar, matar, etc. No. Al pecado al que me estoy refiriendo es a aquel que que no se ve y está allí en lo más profundo del corazón. Mi amigo, el corazón del problema del hombre es el problema del corazón que continuamente está buscando satisfacer sus deseos, y no a Dios. Escucha cómo definió un pastor el pecado, y ha sido la definición más teológica que jamas he escuchado. Él dice:
¿Qué es pecado?
Es la gloria de Dios no honrada. La santidad de Dios no reverenciada. La grandeza de Dios no admirada. El poder de Dios no alabado. La verdad de Dios no buscada. La sabiduría de Dios no estimada. La belleza de Dios no atesorada. La Bondad de Dios no saboreada. La fidelidad de Dios no confiada. Los mandamientos de Dios no obedecidos. La justicia de Dios no respetada. La ira de Dios no temida. La gracia de Dios no apreciada. La presencia de Dios no valorada. La Persona de Dios no amada. Eso es pecado.
Y, aunque este hombre paralítico no pudo cometer ningún pecado escandaloso, ante Jesús él era un pecador, inválido físicamente, y muerto espiritualmente. Quizá tú puedas salir el día de mañana, libre de adicciones y sin ningún problema aparente, pero si sales de este lugar sin que tus pecados sean perdonados, de nada sirve estar sobrio. Sigues con el mayor problema. Sobrio, pero camino al infierno.
¡Cuán bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada, Cuyo pecado es cubierto! ¡Cuán bienaventurado es el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño!
Y, puede ser que entiendas todo esto, pero sin que afecte tu corazón. Lo mismo pasó con algunos de la multitud que estaban presenciando esta conversación entre Jesús y el paralítico. Lo que nos lleva a la tercera enseñanza: Una declaración no asimilada.
Una realidad no asimilada (v. 6-7)
Una realidad no asimilada (v. 6-7)
Pero estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensaban en sus corazones: «¿Por qué habla Este así? Está blasfemando; ¿quién puede perdonar pecados, sino solo Dios?»
Veamos la lógica de estos escribas que hablaban entre sí.
¿Jesús está diciendo que tiene poder para perdonar pecados?
Sí. Correcto.
¿Jesús está diciendo tener la autoridad para perdonar pecados?
Sí. Correcto.
Entonces, ¿Jesús está diciendo que Él es Dios, porque solo Dios puede perdonar pecados?
Es correcto. Eso es precisamente lo que Jesús les estaba diciendo: “Yo soy totalmente capaz de perdonar pecados, porque Yo Soy Dios.”
¿Por qué Dios es el único que Puede perdonar pecados?
Imagina que de pronto a un hombre lo asalta un grupo de personas, dejándolo casi muerto en la calle. Lo llevan al hospital, y estando allí, un amigo suyo lo visita y le dice:
- Tengo una muy buena noticia. Me encontré con todos tus asaltantes, y yo ya los perdoné.
¿Qué reacción crees que tendrá el hombre hospitalizado?
- Y tú, ¿quién te dio autoridad para perdonar en mi nombre a lo que me hicieron a mí?
Bueno, lo mismo paso en la mente de estos líderes religiosos. Ellos escucharon la declaración de Jesús y recordaron pasajes del Antiguo Testamento como el Salmo 51 en el cual David, después de haber adulterado con Betsabé, y de haber mandado a matar a Urías, escribe:
Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.
Él es el que perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus enfermedades;
Así que, cuando Jesús le dice al paralítico: “Hijo, ten ánimo, tus pecados te son perdonados”, lo que realmente está diciéndole es: “Hijo mío, toda tu vida has estado pecando contra mí. Y el día de hoy, Yo te perdono de todos tus pecados.” Por supuesto que los líderes religiosos entendieron esto, y llegaron a una conclusión: Él se está haciendo pasar por Dios. “Blasfemias dice. Solo Dios puede perdonar pecados.” Desafortunadamente, estos escribas llegaron a una conclusión teológicamente correcta, pero no estuvieron dispuestos a aceptarlo.
Y, sabiendo Jesús lo que estos hombres estaban dialogando en su mente, les hace una pregunta tan capciosa.
¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda?
Esta pregunta es un tanto más difícil de lo que parece. Algunos piensan que lo que Jesús está queriendo decir es que, puesto que no hay alguna evidencia tangible de que los pecados de alguien hayan sido perdonados, esto es más fácil de decir. En otras palabras, cualquier persona puede decir (y, de hecho lo hacen): “Tus pecados son perdonados”; y como no hay nadie que pueda subir al cielo y ver en la Corte Celestial los expedientes de pecados borrados, entonces eso sería más fácil de asegurar que decir que el paralítico se levante y ande. Porque, si lo segundo no ocurre, entonces la persona quedaría expuesta como un farsante y mentiroso.
Pero Jesús ya había demostrado que Él tiene el poder para sanar. Recientemente había sanado a un leproso simplemente hablando diciendo: “Quiero, sé limpio” (Mr. 1.41) Y, de hecho, el acto de perdonar pecados iba a resultar una obra aún más difícil para Jesús, pues le iba a costar su vida y sufrimiento en la cruz. Así que, para el Señor iba a ser más fácil sanar al paralítico que perdonar sus pecados.
De manera que, lo que Jesús está tratando de enseñar con esa pregunta, “qué es más fácil”, es que Él tiene el poder para hacer ambas cosas, perdonar pecados (lo que es relativamente más fácil), y sanar al paralítico (lo que es relativamente más difícil). Lo que nos lleva de la mano a nuestra última enseñanza: Una solución externa sorprendente.
Una solución externa sorprendente (v. 10-11)
Una solución externa sorprendente (v. 10-11)
»Pues para que sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados» dijo* al paralítico: «A ti te digo: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa».
Al Jesús poner la interrogante en la mente de las personas sobre qué era lo más sencillo hacer, se dispone a realizar lo que aparentemente es más difícil, para demostrar que Él era Dios mismo. Notemos que Jesús NO dice que Él tiene el poder para perdonar pecados, sino que Él tiene la AUTORIDAD para perdonar pecados.” Él es el único en quien podemos encontrar la esperanza de que nuestro mayor problema es resuelto. No se trata en seguir unos pasos. No se trata de abstinencia, ni de auto control. Se trata de una conversión. Tu corazón necesita entender que lo único que necesitas para ser libre es Cristo. Necesitas entender que cualquier adicción en tu corazón se debe a que en tu corazón ha reemplazado a Dios por otra cosa.
Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.
Nota estos dos males que Dios ha diagnosticado de todo ser humano.
Dejaron la fuente de agua
Dejaron la fuente de agua
Ese es el mal de todo ser humano. Cuando el pecado entro al mundo a través de un hombre, Adán, fue en consecuencia de que Adán y Eva quisieron gobernar la tierra bajo los estándares de ellos, y no los de Dios. Y esa rebeldía se contagió a todo ser humano hasta el día de hoy. Todo ser humano es un Rebelde Cósmico, enemigo público de Dios.
Pero no se queda ahí. Hay un segundo mal, según Jeremías 2.13.
Cavaron cisternas rotas
Cavaron cisternas rotas
Un teólogo dijo hace muchos años que “El corazón del hombre es una fábrica interminable de ídolos”. Todos nosotros, querramos aceptarlo o no, somos idólatras. Y como un pastor dijo:
Hemos cambiado los altares y templos por gimnasios y oficinas, ídolos de madera y piedra por espejos y aparatos electrónicos.
La realidad es que todos tenemos un ídolo en nuestro corazón, y en cuanto lo identifiquemos es que podremos derribarlo y arrepentirnos.
¿Qué ha capturado tu corazón?
¿Qué antojos, anhelos, deseos y creencias gobiernan tu corazón, produciendo reacciones que no van con Dios?
Aplicándolo a la Consejería
Aplicándolo a la Consejería
Al momento de realizar Consejería debemos tener la misma visión de Cristo al acercarse a la gente. Si bien, el aconsejado tendrá ídolos en su corazón que no ve ni reconoce, es deber del consejero hacerle ver este ídolo, y llevarlo al arrepentimiento. Es más importante sanar la idolatría del corazón, que la parálisis del cuerpo.
Tu tarea será como la de un doctor: el diagnóstico del mal determinara lo que pienses que es la cura. Pero si el diagnóstico es equivocado, la cura puede traer consecuencias dolorosas e inclusives fatales. En lo que respecta al cuidado del alma, diagnosticar equivocadamente un problema personal también puede traer consecuencias fatales. Quizá al principio no parezca haber algún problema, pero con el paso del tiempo, la situación puede empeorar porque se implementó un mal consejo.
Al igual que con el paralítico de Marcos 12, Nuestro deber como consejeros es llegar al verdadero problema, y para ello debemos saber identificar las posibles “espinas” que la gente tiene.
Los Demás tiene el problema
Los Demás tiene el problema
A través de los años, José había llegado a sus propias conclusiones respecto a su problema: simplemente se había casado con la persona equivocada. María era fría; evadía hablar con él. Nunca sintió que ella estuviera en el matrimonio al 100 por ciento. También era espontánea y desorganizada. José había llegado a la conclusión de que si María dejaba de evadirlo e hiciera un mejor trabajo al cuidado del orden en la casa, esto eliminaría su problema con la ira. Eso era justo lo que María había tratado de hacer por décadas. Había ocasiones cuando lo demandante que es educar a los hijos le impedía completar el arreglo de la casa. José se inquietaba y con el tiempo se quejaba con María por su falta de organización. Y era cierto, María no era tan organizada como José. Inclusive comenzó a pensar que ella realmente era el problema.
El caso de José es muy común, y muy probablemente lo vamos a enfrentar con mayor frecuencia, incluso hasta nosotros lo podríamos llegar a pensar.
Pero el Señor Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?». Y él respondió: «Te oí en el huerto, tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí» «¿Quién te ha hecho saber que estabas desnudo?», le preguntó Dios. «¿Has comido del árbol del cual Yo te mandé que no comieras?» El hombre respondió: «La mujer que Tú me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí»
“Mi problema eres tú, por lo tanto tú necesitas cambiar. Si cambias, entonces cambiaré”. Claramente, este diagnóstico no llega lo suficientemente profundo.
El origen familiar
El origen familiar
Otra explicación común que damos de nuestros pecados es la de echar la culpa a nuestro pasado:
“Me comporto así porque crecí en una familia disfuncional”.
Tuve un mal día
Tuve un mal día
Este diagnóstico simplemente pone un giro diferente a nuestra tendencia a culpar a otros de nuestros problemas. En este caso, mi problema real son las dificultades de la vida.
Mi cuerpo me forzó a hacerlo
Mi cuerpo me forzó a hacerlo
Una explicación que ha llegado a ser cada vez más popular bajo el disfraz de medicina científica es la idea de que las debilidades físicas pueden causar el pecado.
Cuando de Consejería se trata, es fundamental identificar estas reaccionas pecaminosas evasivas que el aconsejado tiene, para entonces dirigirlo al verdadero problema: el problema de su corazón.
PREGUNTAS RAYOS X
PREGUNTAS RAYOS X
1. ¿Qué amas? ¿Hay algo que ames más que a Dios o al prójimo?
2. ¿Qué quieres? ¿Qué deseas? ¿Qué anhelas vehementemente? ¿Los deseos de quién obedeces?
3. ¿Qué buscas? ¿Cuáles son tus expectativas personas y metas? ¿Cuáles son tus intenciones? ¿Para qué estás trabajando?
4. ¿En dónde cifras tus esperanzas? ¿Alrededor de qué esperanza estás construyendo tu vida?
5. ¿A qué le temes? El temor es la otra cara de la moneda del deseo. Por ej. si deseo tu aceptación, entonces temo tu rechazo.
6. ¿De qué tienes ganas? Esto es sinónimo de deseo. Algunas veces tenemos ganas de comernos un litro de helado o de quedarnos en la cama, o de rehusarnos a conversar, etc.
7. ¿Qué piensas que necesitas? En la mayoría de los casos las necesidades percibidas de una persona muestran sus ídolos anhelados. A menudo lo que hemos llamado necesidades son en realidad amos engañosos que rigen nuestros corazones. Nos controlan porque nos parecen convincentes. No parecen ser tan malos a simple vista y no es pecado desearlos. No obstante, no debo ser gobernado por la “necesidad” de sentirme bien conmigo mismo, de sentirme amado y aceptado, de sentir cierto grado de logro, de tener seguridad financiera, de experimentar buena salud, de vivir una vida organizada, sin dolor y llena de felicidad.
8. ¿Qué quieres lograr con tus planes, programas, estrategias e intenciones? ¿Qué buscas realmente en las situaciones y relaciones de la vida? ¿Qué es lo quieres obtener en verdad con tus esfuerzos?
9. ¿Qué es lo que te enciende? ¿Alrededor de qué sol gira tu planeta? ¿Dónde encuentras tu paraíso? ¿Qué ilumina tu mundo? ¿Qué alimenta tu vida? ¿Qué es lo que te importa en verdad? ¿Para qué vives?
10. ¿Dónde encuentras refugio, seguridad, comodidad y escape? Cuando estás temeroso, desanimado o enojado ¿A qué recurres? ¿Corres hacia a Dios para recibir consuelo y seguridad o recurres a algo más? (Comida, otras personas, trabajo, solitud)
11. ¿En qué o en quién confías? ¿Descansas funcionalmente en el Señor? ¿Encuentras tu sentido de bienestar en su presencia y sus promesas? ¿O descansas en algo o alguien más?
12. ¿La actuación de quién te importa? Esta pregunta excava en la autojusticia o autoconfianza. Muestra si estás viviendo a través de la vida de alguien más. ¿Te deprimes cuando te equivocas o fallas? ¿Has puesto tu esperanza en otra persona? ¿Eres demasiado dependiente del desempeño de tu esposo, esposa, hijos o amigos?
13. ¿A quién debes complacer? ¿La opinión de quién cuenta para ti? ¿De quién deseas aprobación y temes el rechazo? ¿Con el sistema de valores de quién mides el tuyo? ¿Ante los ojos de quién vives?
14. ¿Quién es tu modelo? ¿Quiénes son las personas que respetas? ¿A quién te quieres parecer? ¿Quién es tu “ídolo”? (En nuestra cultura, esta palabra es usada como sinónimo de modelo).
15. ¿Qué esperas desesperadamente que dure en tu vida? ¿Sin qué no podrías vivir?
16. ¿Cómo defines éxito o fracaso en cualquier situación particular? ¿Son tus estándares los de Dios? ¿Defines el éxito como la habilidad para alcanzar tus metas? ¿Cómo el respeto y aprobación de los demás? ¿Se define por cierta posición o habilidad de mantener cierto estilo de vida? ¿Por la prosperidad? ¿Por la apariencia? ¿Por la aceptación? ¿Por la locación? ¿Por el logro?
17. ¿Qué te hace sentir rico, seguro y próspero? ¿La posesión, experiencia y goce de qué te haría feliz? La Biblia usa la metáfora de los tesoros.
18. ¿Qué te daría el mayor de los placeres? ¿Y la mayor de las miserias?
19. ¿El poder político de quién haría que todo mejorara para ti? No pienses sólo en un sentido nacional. Piensa en el centro laboral y en la iglesia. ¿Las ideas de quién te gustaría ver prevalecer y por qué?
20. ¿La victoria y éxito de quién haría feliz tu vida? ¿Cómo defines victoria y éxito?
21. ¿Qué consideras tú como tus derechos? ¿A qué te sientes con derecho? ¿Cuál sientes que es tu derecho que debes esperar, buscar, requerir o demandar?
22. ¿En qué situaciones te sientes presionado o tenso? ¿Cuándo te sientes confiado y relajado? Cuando estás bajo presión ¿A qué o quién recurres? ¿En qué piensas? ¿Qué temes? ¿De qué quieres escapar? ¿A dónde escapas?
23. ¿Qué deseas realmente de la vida? ¿Qué ganancia esperas de las cosas que haces? ¿Cuál es la recompensa por la que trabajas?
24. ¿Por qué cosas oras? El hecho de que oremos no necesariamente significa que estamos donde deberíamos estar espiritualmente hablando. Al contrario, la oración puede ser una clave para revelar los ídolos de nuestro corazón. La oración puede mostrar pautas de egoísmo, autojusticia, materialismo, temor al hombre, etc.
25. ¿En qué piensas a menudo? ¿En la mañana en qué piensas instintivamente? Cuando estás haciendo una tarea rutinaria o conduces rumbo a casa ¿Qué captura tu mente? ¿Cuál es tu mentalidad?
26. ¿De qué hablas? ¿Qué tema ocupa tu conversación con los demás? ¿De qué asuntos tiendes a discutir una y otra vez con tus amigos? La Biblia dice que de la abundancia del corazón habla la boca.
27. ¿Cómo inviertes tu tiempo? ¿Cuáles son tus prioridades diarias? ¿En qué cosas inviertes tiempo todos los días?
28. ¿Cuáles son tus fantasías? ¿Cuáles son tus sueños por la noche? ¿En qué sueñas despierto?
29. ¿Cuál es tu sistema de creencias? ¿Qué creencias tienes respecto a la vida, Dios, tú y los demás? ¿Cuál es tu cosmovisión? ¿Cuál es la “mitología” personal que estructura la manera en que interpretas las cosas? ¿Cuáles son tus creencias específicas acerca de tu situación actual? ¿Qué valoras?
30. ¿Cuáles son tus ídolos o dioses falsos? ¿En qué pones tu confianza o tus esperanzas? ¿A qué recurres constantemente o buscas regularmente? ¿Dónde te refugias? ¿Quién es el salvador, juez y controlador de tu mundo? ¿A quién sirves? ¿Qué voz te controla?
31. ¿De qué maneras vives para ti mismo?
32. ¿De qué maneras vives como esclavo del diablo? ¿Dónde eres susceptible de sus mentiras? ¿Dónde cedes a sus engaños?
33. ¿Cuándo dices, “si tan sólo…”? Nuestros “si tan solos” realmente definen nuestra visión del paraíso. Describen nuestros más grandes temores y decepciones. Pueden revelar donde tendemos a envidiar a otros. Muestran dónde deseamos poder reescribir nuestra historia de vida. Describen donde estamos insatisfechos y qué es lo que anhelamos vehemente.
34. ¿Qué es aquello que instintivamente lo sientes como algo correcto? ¿Qué es aquello que sientes que es verdadero?
Estas preguntas pueden ayudarte a pensar con mayor claridad y profundidad acerca del porqué haces las cosas que haces. Te pueden dar una mejor idea de qué cosas típicamente se transforman de ser cosas buenas a ser tu dios. Estos descubrimientos son una bendición porque te ayudan a ver cuán espléndida es la gracia de Dios