Teología Propia: Doctrina de Dios
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DEFINICIÓN DE TEOLOGÍA PROPIA
DEFINICIÓN DE TEOLOGÍA PROPIA
LA PALABRA TEOLOGÍA proviene de la palabra griega theos, que quiere decir Dios, y la palabra logos, que quiere decir palabra o discurso; por lo tanto, la teología es un discurso sobre Dios. En general, teología es un término amplio que abarca todo el campo de la fe cristiana (el estudio de Cristo, el Espíritu Santo, los ángeles, etc). Por lo tanto el nombre dado al estudio de Dios Padre es teología propia.
EXISTENCIA DE DIOS
EXISTENCIA DE DIOS
Argumento cosmológico
En sentido lógico, el argumento cosmológico a favor de la existencia de Dios es inductivo y a posteriori: la evidencia se examina y basándose en ella se concluye que Dios existe. El término cosmológico proviene de la palabra griega cosmos, que quiere decir “mundo”. Este argumento se basa en el hecho de que el cosmos, el mundo, existe. Como lo que hay no puede provenir de la nada, debe haber una causa original, la razón para la existencia del mundo. Una persona usa un reloj Bulova. Aunque nunca ha visto al relojero, el hecho de que exista el reloj sugiere la existencia del relojero. El argumento cosmológico dice que todo efecto debe tener una causa.[1]
Argumento teleológico
Como en el caso previo, el argumento teleológico es inductivo y a posteriori. Teleológico viene de la palabra griega telos, que significa “fin”. Entonces, el argumento teleológico podría definirse así: “El orden y arreglo útil de un sistema implican que hay inteligencia y propósito en la causa de la organización.
El universo se caracteriza por el orden y el arreglo útil; por lo tanto, el universo tiene una causa inteligente y libre”.[2] El mundo evidencia por todas partes inteligencia, propósito y armonía; debe haber un arquitecto maestro detrás de toda esta evidencia. El salmista ve la magnificencia de la creación de Dios en el universo y reconoce que ella da testimonio de su existencia (Sal. 8:3-4; 19:1-4). La armonía de Dios se observa a través de todo el universo y el mundo: el sol, a una distancia de casi 150 millones de km, está en el lugar preciso para proporcionar el clima adecuado a la tierra; la luna, a una distancia de 384.000 km, les da a las mareas su nivel apropiado; la inclinación de la tierra produce las estaciones. Se puede concluir con claridad que Dios, el Diseñador Maestro, ha creado este universo magnífico. La alternativa, que el mundo ocurrió “por azar”, es menos plausible que la probabilidad de que un mico, que digita al azar en un teclado, redacte una obra de Shakespeare.
Argumento antropológico
El argumento antropológico también es inductivo y a posteriori; se basa en la palabra griega anthropos (que quiere decir hombre). A diferencia del humanista secular que ve al hombre sólo en términos biológicos, el bíblico ve al hombre creado a imagen de Dios (Gn. 1:26-28). La imagen de Dios en el hombre es espiritual, no física (cp. Ef. 4:24; Col. 3:10). El hombre no es tan sólo un ser físico, también es moral y tiene conciencia, intelecto, emociones y voluntad. Chafer declara: “Hay características filosóficas y morales en la constitución del hombre que se pueden rastrear hasta encontrar su origen en Dios… Una fuerza ciega… no podría producir nunca un hombre con intelecto, sensibilidad, voluntad, conciencia y creencia inherente en el Creador”.[3]
Argumento moral
El argumento moral está relacionado con el antropológico (algunos los combinan) y se puede entender como una consideración más amplia del segundo. Reconoce que el hombre tiene conciencia de lo bueno y lo malo, sentido de moralidad. ¿De dónde vino el sentido de la justicia moral? Si el hombre no es sino una criatura biológica, ¿por qué tiene sentido de obligación moral? El reconocimiento de las normas y los conceptos morales no puede atribuirse a proceso evolutivo alguno. El argumento bíblico reconoce que, a diferencia del resto de la creación, Dios ha puesto el sentido de la justicia moral en la raza humana. Según Romanos 2:14-15, a los gentiles que no han tenido la revelación de la ley, Dios les dio un testimonio moral interno.
Argumento ontológico
El argumento ontológico, a diferencia de los argumentos anteriores, es deductivo y a priori; comienza con una suposición y luego intenta probarla. Es menos importante que los argumentos precedentes. El término ontológico proviene del participio presente griego ontos (del verbo eimi), y quiere decir “ser” o “existencia”. El argumento es más filosófico que inductivo y razona como sigue: si el hombre pudiera concebir un Dios perfecto que no existe, podría concebir a alguien más grande que Dios, lo cual es imposible. Por lo tanto, Dios existe. Se apoya en el hecho de que todos los hombres tienen conciencia de Dios. Como el concepto de Dios es universal, Dios debe haber puesto la idea en el hombre. Anselmo (¿1033?-1109) fue el primer proponente de esta perspectiva. Según algunos creen, el argumento tiene un valor limitado y pocos afirmarían su utilidad.