Compasión antes que acusación
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Compasión antes que acusación
Compasión antes que acusación
Juan 8:3–9 (RVR60)
3Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, 4le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. 5Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? 6Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. 7Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. 8E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. 9Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
Introducción
Introducción
Hablaremos de la actitud de Cristo ante el pecado y nuestra posición de restauradores antes que acusadores.
La ley declaraba el castigo por el pecado de adulterio: Levítico 20:10 “Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos.”
Mateo 5:17 “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.” Jesús cumplió la ley no la ejecuto.
Es importante prestar atención a la actitud de Cristo por que alguien lo podría interpretar como que Dios nunca va a castigar nuestros pecados y al final va a perdonar a todos.
La mala intención
La mala intención
Los escribas y fariseos trajeron ante Jesús con la intención de sorprenderlo en alguna falta, y no para que actuara como juez en este caso:
Juan 8:6 “Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.”
El tribunal competente para juzgar este caso era el sanedrín.
Si El Señor la perdonaba, lo acusarían de infringir la ley de Moisés y fomentar el pecado.
Si la condenaba a la muerte, lo acusarían ante el gobernador romano, pues los judíos no ,tenían la autoridad para condenar a muerte a nadie.
Como ellos llegaron con mala intención, El Señor no se molestaba en responderles.
Como líderes debemos ser sabios y prudentes, pues muchas veces vendrán personas haciendo preguntas maliciosas con malas intenciones.
La misión de Cristo
La misión de Cristo
Cristo vino como salvador no como juez: Lucas 9:56 “porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.”
Al Señor no le interesaba condenar a la mujer adultera, sino restaurarla y salvarla.
Como líderes debemos tener muy claro cuál es nuestra misión, ¿Rescatar y restaurar las almas, o condenarlas y destruirlas?
Nuestra prioridad es restaura, corregir con amor y temor, enseñar la Palabra, pidiendo al Padre que de fruto en sus corazones para que sea el Espíritu Santo rearguyéndolos y los ayude a corregir sus errores.
La respuesta del Señor
La respuesta del Señor
Juan 8:7 “Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.”
Debido a que le insistían, El Señor les devuelve la responsabilidad.
Él como hombre perfecto podía condenar a la mujer pues Él nunca cometió pecado.
Pero los demás hombres ahí presentes estaban en la misma condición de pecado que la mujer.
Les dice, porque no mejor la juzgan ustedes, si se creen mejor que ella, si nunca han pecado entonces adelante lancen piedras hasta matarla.
Nunca esperaron esta respuesta, nadie quería cargar con la responsabilidad de condenar a una persona pecadora igual que ellos, pues sus conciencias los acusaban.
Cristo vino a cumplir la ley, nunca pecó, pero no venía a constituirse como juez, porque su interés es ser primero intercesor. Llegará el momento que se convierta en juez, pero no todavía.
Conclusión
Conclusión
El Señor en esta situación nos enseña:
En la ley está escrito el castigo por el pecado, y de seguro se cumplirá si el pecador insiste en su maldad. Es la Palabra la que condenará: Juan 12:47–48 “47Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 48El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.”
No somos llamados a condenar sino a restaurar. El Señor le dio una oportunidad más a la mujer, la dejó ir y le aconsejó no pecar más: Juan 8:10-11“Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.”, En Cristo hay oportunidad de perdón y salvación, Él es paciente con el pecador pues no desea que se pierda. (2 Pedro 3:9 “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.”
Como líderes no debemos consentir el pecado, debemos señalarlo conforme a la Palabra y corregir al pecador: Gálatas 6:1 “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.”
Seamos prudentes al juzgar, nuestra primer tarea es restaurar, no destruir.