Jesús, el Siervo escogido de Dios
Jesús es declarado el Siervo de Dios que vino a vencer con justicia y a dar esperanza.
Jesús, el Siervo escogido de Dios
Lectura Bíblica
Introducción:
I. Los Planes de los fariseos y la misión de Jesús
Los fariseos habrían matado a Jesús en el acto si Roma no les hubiera restringido infligir la pena de muerte y si no hubieran tenido miedo de las muchas personas que seguían y admiraban al Maestro. El término griego del cual se traduce consejo incluye la idea de llevar a cabo una decisión ya tomada. Los enemigos de Jesús ya estaban decididos a destruirle; la única decisión que quedaba tenía que ver con cómo hacerlo.
Los milagros de sanidad de Jesús demostraron su poder divino, pero también demostraron su amor divino y su compasión divina por el sufrimiento de las personas. Él curó para revelar el corazón amoroso de Dios, el cual continuamente se extiende hacia aquellos que están heridos, cargados y perseguidos. Las personas que Jesús curó eran despreciadas y rechazadas por los escribas y fariseos, así como por el sacerdocio que Dios había establecido como un medio para acercar a su pueblo hacia Él mismo. Los dirigentes religiosos estaban interesados en los ricos e influyentes, no en los enfermos, pobres y marginados sociales.
II. El Siervo del Señor
a) Características:
1.Exaltado y Amado por el Padre:
2. Lleno del Espíritu de Dios proclamará Justicia
3. Será Manso y Humilde y se compadecerá de los débiles.
Jesús no vino a arengar y persuadir a los demás con el evangelio como un zelote agitador que exacerba a sus oyentes apelando a sus emociones y prejuicios. El Señor hablaba con dignidad y control, y no usaba ningún otro medio de persuasión que la verdad. Nunca organizó una turba ni recurrió a engaños, mentiras o maquinaciones, como hicieron rutinariamente contra Él sus adversarios. El suyo era el camino de la dulzura, la mansedumbre y la humildad. Aunque era el Hijo de Dios, el Mesías divino, y el legítimo Rey de reyes, Jesús nunca trató de conseguir una audiencia, mucho menos un seguidor, por medio de poder político, fuerza física, o agitación emocional.
La caña cascada y el pábilo que humea representan a las personas cuyas vidas están destrozadas y gastadas, listas para ser descartadas y reemplazadas por el mundo. Puesto que ya no “producen música” ni “dan luz”, la sociedad desecha a los débiles e indefensos, los que sufren y los cargados. Estos eran el tipo de personas que los romanos descartaban como inútiles y que los fariseos despreciaban como algo sin ningún valor.
La naturaleza del hombre pecador es destruir, pero la naturaleza del Dios santo es restaurar. El Señor no quebrará ni apagará ni siquiera al más pequeño de los que acuden a Él, y da serias advertencias a quienes lo hacen. Jesús declaró: “Cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar” (Mt. 18:6).
En las manos del Salvador, la caña cascada no se descarta, sino que se restaura; y el pábilo que humea no se apaga, sino que se vuelve a encender.