Viviendo con esperanza

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Generalmente cuando enfrentamos la pérdida de un ser querido o de una persona cercana decimos “Es que fue la voluntad de Dios”. Debemos tener en cuenta que Dios nunca tendrá dentro de sus planes la muerte de sus creaturas. La muerte no es el resultado de lo que Dios creó. La muerte vino como consecuencia de la desobediencia. Desde el principio del mundo Dios siempre tuvo dentro de sus planes cosas buenas para el ser humano. Primero, Dios nos tuvo en su pensamiento (Efesios 1:4 “Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que vivamos en santidad y sin mancha delante de él”). Dios nos creó para que fuesemos santos y pudieramos vivir de acuerdo a su sagrada voluntad, pero nunca para sufrir. Hoy estamos ante el féretro del que fue nuestro hermano (a). Hoy podemos decir con toda seguridad en el nombre de nuestro Dios que él descansa en la promesa que el Señor nos dejó en su palabra.
En el libro de 1ra de Tesalonicenses capítulo 4 Pablo da instrucciones y exhorta a sus hermanos a que vivan plenamente su vida cristiana como es debido para que puedan conducirse alegremente agrandando a Dios y teniendo una vida abundante.
Hay varios temas que surgen en este capítulo que nos sirven como teón de fondo para subrayar la esperanza de vivir en Cristo como lo hizo nuestro hermano.
La verdadera vida cristiana se vive teniendo en cuenta los siguientes aspectos:
Agradar a Dios en todo: El propósito de ese comportamiento o modo de vivir debía ser el de obtener la aprobación divina de su conducta. El apóstol había enseñado a los tesalonicenses que vivieran no como los judíos que en general desagradaban a Dios (vers. 15), sino de acuerdo con los principios evangélicos para que recibieran continuamente la aprobación divina. Creo que nuestro hermano que despedimos hoy de forma momentanea vivía de esta forma, procurando agradar a Dios en todas las cosas. Sus acciones demostraron eso.
Apartarse del pecado: Apartéis. Del verbo griego apéjomai, “separarse de”, y por lo tanto, “abstenerse”. Dios espera que el cristiano se aparte del pecado y no se exponga a la tentación (1 Cor. 6:18). Aquí también se habla de la fornicación. Gr. pornéia. Este pecado debía ser condenado enfáticamente entre los conversos gentiles, pues se habían criado en una atmósfera donde se aceptaba el relajamiento moral y el vicio era un rito religioso. La diosa principal de Corinto, desde donde estaba escribiendo, era Afrodita, diosa del amor y de la procreación; su culto se celebraba con las más desenfrenadas orgías. En cualquier ciudad pagana habría sido difícil que los cristianos no hubieran sido afectados por una inmoralidad tan pública. Pero todo lo que va en contra de la castidad de corazón, en palabra y comportamiento, es contrario al mandamiento del Decálogo divino y también a la santidad que exige el Evangelio (cf. Mat. 5:27–28; Hech. 15:29; 1 Cor. 6:18; Gál. 5:19; Efe. 5:3). Esta orden debe ser minuciosamente atendida por todo el que sigue a Cristo, pues se han rebajado las normas de conducta sexual, se considera anticuada la castidad y los divorcios son muy frecuentes.
Siendo un padre/Madre ejemplar: El enfoque que da Pablo a este tema de la impureza y del matrimonio hablando sobre permanecer siendo fieles a su pareja en esta epístola, está en armonía con la forma en que trata un tema similar en 1 Cor. 7, en donde considera que el matrimonio es una unión divinamente instituida que ayuda a los esposos cristianos a evitar las tentaciones sexuales. Un verdadero cristiano siempre vivirá teniendo en cuenta que de su matrimonio también Dios pedirá cuentas.
No andar con engaños: Pablo anima a los cristianos a que no tomen provecho injusto de los demás. Se habla de ser fieles aún en los aspectos comerciales, que los conversos sean fieles en todos sus negocios. El Señor no sólo ha llamado a sus hijos a la santidad y ha dado claras órdenes contra la impureza, sino que ha proporcionado el poder por el cual pueden alcanzar la elevada norma divina. El cristiano, así fortalecido, puede superar todos los obstáculos en su propósito de lograr un carácter semejante al de su Maestro
Amando a sus semejantes: El propósito de la instrucción divina es promover el amor fraternal en el corazón de los creyentes (cf. com. cap. 3:12). El amor fraternal ferviente es una de las más poderosas evidencias de una verdadera conversión
Haciendo todo esto antes mencionado entonces seremos verdaderos cristianos que podremos vivir con esperanza en nuestros corazones y si alguien que practica esto llega a morir entonces pueden sus familiares estar seguros que esa persona que actuó de esta forma tiene su vida asegurada en Cristo como lo fue nuestro hermano.
Manteniendo la esperanza

13Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 14Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.

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