Jesús expulsa demonios
Segundo Sermón de Jesús en Mateo • Sermon • Submitted • Presented
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· 2 viewsJesús es declarado el Siervo de Dios que vino a vencer con justicia y a dar esperanza.
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Jesús expulsa demonios
Jesús expulsa demonios
Lectura Bíblica
Lectura Bíblica
Introducción:
Introducción:
Entonces...
Esto indica que sucedió el mismo día, por lo que vemos una jornada larga de parte de Jesús.
Entre los que vinieron a Él, le trajeron a un ciego y mudo, pero además que estaba endemoniado.
Jesús sin mayor problema lo sanó.
Esto es algo que debemos aprender: ¿¿Cómo sanó Jesús a este hombre?
En otras referencias nos explica un poco más:
24 Se extendió Su fama por toda Siria; y traían a Él todos los que estaban enfermos, afectados con diversas enfermedades y dolores, los endemoniados, epilépticos y paralíticos, y Él los sanaba.
32 Al salir ellos de allí, le trajeron un mudo endemoniado.
33 Después que el demonio había sido expulsado, el mudo habló; y las multitudes se maravillaban, y decían: «Jamás se ha visto cosa igual en Israel»
14 Jesús estaba echando fuera un demonio que era mudo, y cuando el demonio salió, el mudo habló; y las multitudes se maravillaron.
Entendemos que alguien sea ciego o mudo, pero; entendemos a lo que se refiere un endemoniado?
Algunos prefieren llamarlo “posesión demoniaca” que es cuando un demonio ocupa las facultades físicas y psíquicas de un hombre, llega
Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia (POSESIÓN DEMONÍACA)
Por «posesión» (lat. posessio) se entiende la ocupación del demonio de las facultades físicas y psíquicas del hombre, llegando hasta privarle de la libertad sobre su cuerpo, de modo que se convierte en prisionero del espíritu que habla y actúa a través de él o en su lugar.
Se le ve como algo frecuente en los relatos de los evangelios como algo común en los días de Jesús.
Frecuentemente se le ve acompañada de “enfermedad, locura o blasfemias.”
Los hombres que se abren a la atmósfera dominada por Satanás se convierten en sus portadores y difusores, de modo que dan entrada al diablo (Ef. 4:27) y llegan a ser sus esclavos.
La posesión sería la expresión extraordinaria de un trato indebido con los poderes de las tinieblas. Es más que una sugestión o influencia que impulsa a cometer fechorías; el poseso «tiene» literalmente al demonio en su cuerpo.
Jesús lo sanó como lo hizo en muchas otras ocasiones con esta misma y otras enfermedades.
Jesús tenía total dominio sobre lo que afectaba a las personas.
recordemos que todo lo que originó el mal, las enfermedades, el dolor y la muerte fue el pecado. Por lo que Jesús es el más indicado para tratar con él.
Jesús fue ese Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1.29)
Ese siervo escogido que vino a anunciar el Evangelio a los pobres, proclamar libertad a los cautivos, dar vista a los ciegos y poner en libertad a los oprimidos. (Lucas 4.18)
El enviado de Dios para salvar al mundo (Jn 3.16-17)
Las multitudes lo vieron y se asombraron diciendo:
¿Acaso no es este el Hijo de David? Una clara referencia al Mesías, al heredero del rey David quien vendría a reinar con poder y autoridad sobre el mundo y revertir la maldición del pecado sobre los hombres.
Jesús lo que está manifestando es el poder que tiene para remediar el mal tan grave que tienen todos los hombres, el hecho de estar condenados por causa del pecado que han heredado de Adán y que practican todos los días.
Muchos utilizaron este título para referirse a Jesús, pues veían en Él al Mesías prometido por Dios para Israel.
22 Entonces una mujer cananea que había salido de aquella región, comenzó a gritar: «Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí; mi hija está terriblemente endemoniada»
30 Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, al oír que Jesús pasaba, gritaron: «¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!»
9 Y las multitudes que iban delante de Él y las que iban detrás, gritaban: «¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito Aquel que viene en el nombre del Señor! !¡Hosanna en las alturas!».
47 Cuando oyó que era Jesús el Nazareno, comenzó a gritar y a decir: «¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!»