Rechazo de derechos

1a de corintios  •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
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Paradigma en la ley

El apostol Pablo se encuentra debatiendo con los corintios acerca de su autoridad como apostol, habia 4 formas en la que los maestros intinerantes podrían sostenerse: patrocinio, honorarios, mendigar y trabajar, en el mundo grecoromano esto suscitaba distintas controversias ya que algunos grupos critican a los contrarios y viceversa.
El apostol Pablo por lo que sabemos habia renunciado a los patrocinios (Lidia en el libro de Hechos) y se había dedicado a trabajar en el taller de Aquila, conocemos en parte cual ha sido su argumento (de acuerdo a tesaloniscences) pero no lo conocemos del todo.
El apostol presentará 3 figuras de la vida diaria, el militar, el agricultor y el pastor, todas llevan la misma analogia “el militar responde con su vida a alguien que lo mantiene, el agricultor come de lo que siembra y el pastor come de lo que producen sus ovejas”, con esto el apostol intenta reflexionar sobre su derecho de saldar sus necesidades con base a lo que el Señor ponga en la iglesia a la cual sirve.
Fiel a su costumbre el apostol Pablo no solo usa ejemplos cotidianos (que bien podrían ser mas que suficientes) sino que tambien cita la escritura y en este caso particular Deuteronomio 25:4 “no pondrás bozal al buey que trilla”, el proposito de Pablo no es compararse con un animal pero tampoco es explotar el ejemplo de que el animal puede comer todo lo que se ponga en su paso, el proposito del apostol Pablo es llevarnos a “todo eso lo demanda Dios para los seres humanos”.
Una correcta interpretacion de las escrituras permitiran a los cristianos reflexionar no en la literalidad del texto sino en el espiritu de la ley.
Aunque el apostol ha defendido tan vigorasamente su derecho a ser mantenido y cosechar cosas materiales de la iglesia de corinto, en el versiculo 15 parece desistir y ahora parece estar arrepentido de lo que previamente ha dicho, sin embargo el punto clave de esta defensa es 1 Corinthians 9:17 “En efecto, si lo hiciera por mi propia voluntad, tendría recompensa; pero si lo hago por obligación, no hago más que cumplir la tarea que se me ha encomendado.” , Pablo reconoce que aunque es su derecho , su envio es mas importante y no puede dejar de hacer lo que ha sido destinado para él, una cosa no anula a la otra, no dejará de ser su derecho el percibir sustento material por parte de la iglesia de corinto pero bajo ninguna circustancia pondría como condicionante un pago para poder ejercer lo que le ha sido dado como una encomienda.
El versiculo 18 confirma este argumento, nadie excepto Cristo, tienen poder sobre Él, predicar el evangelio no es algo que él ha querido hacer si no mas bien es algo que tiene que hacer, Kaeseman dice que no hay que entender esta “obligación” como una compulsión de Pablo para hablar sino mas bien algo para lo cual está destinado por medio de Cristo.
Los que se apresuran a ver los vv. 4–14 como aplicables al ministerio de hoy probablemente harían bien en pasar algún tiempo con este párrafo también, y preguntarse, en función de su propio ministerio, cómo su «uso» de sus derechos podría al mismo tiempo convertirse en «abuso», de una especie tal que el evangelio mismo no se escucha tan claramente en nuestros días Fee, G. D. (1994). Primera Epístola a los Corintios (p. 479). Nueva Crecion.
Pablo parece tener el mismo destino que el profeta Jeremias en cuanto a recibir una recompensa por parte del mismo Dios a su vez Pablo adoptar un papel profetico al reclamar para si un derecho que la iglesia misma le está negando y que podría ser algo que se extienda hasta nuestros dias pero tambien es una fuerte condena para aquellos lideres que aprovechan su posicsión para satisfacer sus necesidades personales o por no perder el sostén economico prefieren “rebajar” el mensaje que Dios tiene para ellos y no decir lo que en verdad Dios ha puesto en sus labios.
Jeremiah 20:7–9 NVI
¡Me sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir! Fuiste más fuerte que yo, y me venciste. Todo el mundo se burla de mí; se ríen de mí todo el tiempo. Cada vez que hablo, es para gritar: «¡Violencia! ¡Violencia!» Por eso la palabra del Señor no deja de ser para mí un oprobio y una burla. Si digo: «No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre», entonces su palabra en mi interior se vuelve un fuego ardiente que me cala hasta los huesos. He hecho todo lo posible por contenerla, pero ya no puedo más.
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