Dios te cuida y pelea por ti.
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El Jardinero y el Árbol Dañado
El Jardinero y el Árbol Dañado
Había una vez un jardinero que cuidaba un hermoso jardín. Entre todas las plantas y árboles, tenía un árbol especial al que le tenía un cariño particular. Un día, una fuerte tormenta golpeó el jardín, y el árbol fue severamente dañado; sus ramas estaban rotas y su tronco quedó agrietado.
Muchos pensaron que el árbol estaba perdido y sugirieron al jardinero que lo cortara. Sin embargo, el jardinero tenía una visión diferente. Sabía que, aunque el árbol estaba herido, aún tenía vida en su interior. Así que decidió cuidarlo con esmero.
Cada día, el jardinero podaba las ramas rotas, aplicaba bálsamos en las heridas del tronco y regaba el árbol con diligencia. Incluso hablaba con él, creyendo que sus palabras y cuidados podían ayudar a sanar sus heridas. Poco a poco, el árbol empezó a mostrar signos de recuperación. Nuevas hojas brotaron y, con el tiempo, el árbol comenzó a florecer de nuevo, más fuerte y hermoso que antes.
Al igual que el jardinero que no abandonó al árbol dañado, Dios no nos abandona cuando estamos heridos o dañados por las tormentas de la vida. Su cuidado es constante y dedicado, ayudándonos a sanar y a florecer de nuevo.
Aunque el árbol enfrentó una tormenta devastadora, el jardinero luchó por su recuperación. De la misma manera, Dios pelea nuestras batallas y trabaja incansablemente para restaurarnos y fortalecernos, incluso cuando otros puedan pensar que estamos perdidos.
En nuestro mensaje de hoy veremos exactamente el cuido de Dios por nosotos como incividuos y como iglesia en tales circunstancias.
Hechos de los Apóstoles 9:1–18 “Entre tanto, Saulo, que seguía respirando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se dirigió al sumo sacerdote y le pidió cartas de presentación para las sinagogas de Damasco. Su intención era conducir presos a Jerusalén a cuantos seguidores del nuevo camino del Señor encontrara, tanto hombres como mujeres. Se hallaba en ruta hacia Damasco, a punto ya de llegar, cuando de pronto un resplandor celestial lo deslumbró. Cayó a tierra y oyó una voz que decía: — Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues? — ¿Quién eres, Señor? —preguntó Saulo—. — Soy Jesús, a quien tú persigues —respondió la voz—. Anda, levántate y entra en la ciudad. Allí recibirás instrucciones sobre lo que debes hacer. Sus compañeros de viaje se habían quedado mudos de estupor. Oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo y, cuando abrió los ojos, no podía ver. Así que lo llevaron de la mano a Damasco, donde pasó tres días privado de la vista, sin comer y sin beber. Residía en Damasco un discípulo lla…”
La maldad del mundo no detiene el cuidado de Dios por ti.
La maldad del mundo no detiene el cuidado de Dios por ti.
Dios estaba actuando poderosamente en Samaria a través de otros creyentes mientras Pablo planeaba maltratar a los seguidores del Camino que habían escapado de Jerusalén. En medio de su intención de persecución, Dios estaba ocupado salvando vidas. Un ejemplo claro es la conversión de un hombre aparentemente insignificante para muchos de ese tiempo: un eunuco. Mientras tanto, Saulo de Tarso había obtenido permisos y recursos para llevar a cabo su persecución, centrando su atención en Damasco, una ciudad a 281 km de distancia, un viaje de seis días a pie.
A nivel personal, a menudo podemos sentir que nuestras necesidades son menos prioritarias en comparación con otras situaciones más grandes. Sin embargo, esto no refleja el poder omnipotente de Dios, quien conoce y controla incluso el más mínimo detalle del universo.
Mateo 10:28–30 “No tengan miedo de los que pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Más bien tengan miedo de aquel que puede destruir el cuerpo y el alma en la gehena. ¿No se venden dos pájaros por muy poco dinero? Sin embargo, ninguno de ellos cae a tierra si el Padre de ustedes no lo permite. Pues bien, ustedes tienen contados hasta el último cabello de la cabeza.”
El enemigo puede oponerse y distraernos de lo que Dios está haciendo en nuestras vidas, especialmente cuando intentamos seguir a Cristo. Pero Dios protege las necesidades personales de sus hijos y de su iglesia.
Quizás hoy no tenemos los recursos que deseamos, como ropa, zapatos y demás, pero Dios está en control. Su palabra dice que no ha visto un justo desamparado ni su simiente que mendigue pan. Dios te anima a perseverar y esperar en Él y su palabra.
Quizás a nivel de iglesia no tenemos ciertos recursos para hacer más y mejor ministerio, algunas veces por limitantes económicas, otras por limitantes de capital humano. Quizás deseamos ver ministerios más sólidos y estructurados, o un grupo de alabanza formalmente formado, pero todo eso requiere de paciencia, dependencia y permanencia en el Señor.
El Señor pelea tus batallas.
El Señor pelea tus batallas.
En toda esta historia de la persecución de la iglesia no vemos un solo registro de que la iglesia primitiva se desquitara con Pablo y sus seguidores. Ellos fueron sujetos de persecución, eran echados presos, otros huían, pero nunca hubo una rebelión contra el orden establecido de manera de revolución o contraataque.
Vemos rasgos de una iglesia que oraba y que era unida. Que vio a Dios usar ángeles a su favor, y ver el Espíritu de Dios obrar, de manera que estaban tan llenos de la presencia de Dios que sabían que podían entregar su causa al Señor.
Creo que aquí hay algo que podemos aprender de ellos. Muchas veces cuando nos atacan, inventan o dicen comentarios negativos de nosotros, lo primero que deseamos hacer es contraatacar, no quedarnos callados y hacernos respetar. Pero muchas veces, el camino que debemos tomar no es el de la confrontación, sino el de la espera en paciencia, dependencia y permanencia, especialmente en aquellas causas relacionadas con nuestro caminar con Cristo.
Romanos 12:19 “Y no se tomen la justicia por propia mano, queridos míos; dejen que sea Dios quien castigue, según dice la Escritura: A mí me corresponde castigar; yo daré a cada cual su merecido — dice el Señor—.”
En vez de guardar amargura contra ese vecino, familiar o amigo, presentemos en oración esa causa a Dios. Oremos en dirección a la misericordia, porque Dios puede transformar el corazón de esa persona. Un verdadero hijo de Dios desea y anhela la transformación de otras personas a Cristo. Muchas veces podemos ser como Ananías, un poco reacios a ver a Dios obrar especialmente en aquellos que no consideramos dignos.
Aquí Pablo choca con una piedra que para su beneficio y la gloria de Dios, fue de salvación. Él no lo buscó, sino Cristo, la Roca, lo buscó a él, como ocurre en la salvación. Dios es quien nos busca y nos rescata. Nosotros no buscamos a Dios porque, como enemigos de Dios, corremos de Él y de su voluntad todo el tiempo, pero cuando Dios te busca, te cambia total y radicalmente tu corazón, y este hombre Pablo es un vivo ejemplo de la gracia de Dios. Una gracia que usted puede experimentar si pone su confianza y cree en Cristo.
Lo invito a que examine su vida, y si usted no es un cristiano aún, póngase a cuenta con Dios ahí donde está en su lugar, reconozca que ha pecado contra un Dios santo, escape del juicio venidero, y sea sujeto del gozo, protección y amor del Padre celestial.
Aplicacion
Aplicacion
¿Sientes que hay áreas donde Dios no te está escuchando o parece ausente? Reflexiona sobre lo aprendido hoy sobre el caracter de Dios y adecua tus pensamientos a eso.
Conclusion
Conclusion
Dios jamas se olvida de ti, esta activamente trabajando en tu santificacion y siempre decidira lo mejor para tu vida.
Deuteronomio 31:8 “El Señor irá delante de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará; por lo tanto, no temas ni te acobardes.”