La fe y su caracter en la vida de Abraham
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Introducción
Introducción
Vamos esta mañana a avanzar a través de la epístola a los Hebreos, una epístola escrita para animar a los creyentes de todos los tiempos a seguir confiando en el Señor. Para ayudarnos, el autor nos ha mostrado ya cómo Jesús es mejor que todo. Abandonar nuestra confianza en Él es quedar bajo la justa ira de Dios, sin ninguna esperanza de nada ahora ni en la eternidad.
Por un lado, debemos temer la ira de Dios y saber que el Señor es fuego consumidor; y por otro lado, debemos alegrarnos en la fidelidad de Dios, pues Él nunca defrauda a aquellos que han puesto su confianza en Él, esperando con certeza y convicción aquellas cosas que no se ven.
Ya vimos cómo el Señor salvó a Abel, pues con su sacrificio puso su esperanza en el sacrificio propiciatorio del Mesías que Dios había prometido a Adán. Por fe, Enoc caminó con Dios con sus ojos puestos en esa esperanza y fue traspuesto. Por la fe, Noé pudo salvarse junto con su familia de la justa ira de Dios que vino sobre toda la tierra en los días del diluvio, y por medio de la fe fue preservada la promesa de la simiente y la iglesia.
Esta mañana vamos a considerar uno de los ejemplos de fe más importantes del Antiguo Testamento: la fe de Abraham. Veremos cómo este patriarca de Israel tampoco fue defraudado al poner su confianza en el Señor. Por la fe, fue sostenido, protegido, consolado y animado por Dios en su peregrinaje. Si hay una historia que nos debe motivar a nunca dejar de confiar en Dios, es la historia de Abraham. Espero que salgas hoy animado de este lugar a seguir los pasos del padre de la fe, sabiendo que Dios nunca defraudará a aquellos que confían en Él.
Leamos Juntos Hebreos 11:9-19
Nuestro texto nos traslada a unos 2000 años después de la creación, hacia por lo menos 350 años que había pasado el diluvio. Es importante recordar que los hijos de Noe se establecieron en Mesopotamia y se resistieron al llamado de Dios de llenar la tierra para sojuzgarla, decidieron hacer una ciudad y una gran torre para adorar a sus Dioses, razón por la que Dios descendió para juzgarles y traer confusión de lenguas para esparcirlos sobre la tierra. Ya no habian personas que buscaran a Dios sobre la tierra y Dios los entrego judicialmente a su idolatría.
Abraham era una de estas personas paganas, sin esperanza, sin Dios en el mundo: Isaias 51:1
«Escúchenme, ustedes que siguen la justicia, Los que buscan al Señor. Miren la roca de donde fueron tallados, Y la cantera de donde fueron extraídos.
Y Josué dijo a todo el pueblo: «Así dice el Señor, Dios de Israel: “Al otro lado del Río habitaban antiguamente los padres de ustedes, es decir, Taré, padre de Abraham y de Nacor, y servían a otros dioses. ”Entonces tomé a Abraham, padre de ustedes, del otro lado del río y lo guié por toda la tierra de Canaán, multipliqué su descendencia y le di a Isaac.
Dios tomo la iniciativa de llamarle, es así como inicia el ejemplo de fe Abraham, el creyó habiendo sido llamado eficazmente por Dios.
Hay dos clases distintas de "llamadas" de Dios mencionadas en las Escrituras: una general y otra particular, una externa y otra interna, una inoperante y otra eficaz. El "llamamiento" general, externo e ineficaz se da a todos los que oyen el Evangelio, o caen bajo el sonido de la Palabra. Esta llamada es rechazada por todos. Se encuentra en pasajes como los siguientes: "A vosotros, oh hombres, llamo; Mi voz es a los hijos del hombre" (Prov. 8:4); "Porque muchos son los llamados, mas pocos los escogidos" (Mateo 20:16); "Y envió su siervo a la hora de la cena, a decir a los convidados: Venid, porque ya está todo preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse" (Lucas 14:17, 18); "Porque llamé, y no quisisteis; extendí mi mano, y nadie me miró", etc. (Prov. 1:24-28).
La "llamada" especial, interior y eficaz de Dios llega sólo a sus elegidos. Es respondido por cada favorecido que lo recibe. Se hace referencia a ella en pasajes como los siguientes: "Los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oyeren vivirán" (Juan 5:25); "A sus ovejas llama por nombre, y las saca fuera. Y cuando saca sus ovejas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz... y tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz" (Juan 10:3, 4, 16); "A los que llamó, a éstos también justificó" (Rom. 8:30); "No muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles, son llamados; sino que Dios escogió lo necio del mundo para confundir a los sabios" (1 Co. 1:26-27). Este llamamiento se ilustra y ejemplifica en casos tales como Mateo (Lucas 5:27, 28), Zaqueo (Lucas 19:5, 6), Saulo de Tarso (Hechos 9:4, 5)
El llamamiento individual, interno e invencible de Dios es un acto de gracia soberana, acompañado de un poder omnipotente, que vivifica a los que están muertos en delitos y pecados, impartiéndoles vida espiritual. Este llamamiento divino es la regeneración, o el nuevo nacimiento, cuando su favorecido destinatario es sacado "de las tinieblas a su luz admirable" (1 Ped. 2:9). Esto es lo que tenemos ante nosotros en Hebreos 11:8, lo cual da una prueba adicional de que este versículo comienza una nueva sección del capítulo. La fe misma es totalmente imposible hasta que el alma ha sido divinamente vivificada.
James M. Boice: "De la misma manera que Dios llamó a Abraham, Dios llama a todos los que se convierten en sus hijos. Dios viene a nosotros cuando estamos irremediablemente perdidos en el pecado y sin conocimiento de él (Ef. 2:1-7). Este es un hecho universal en la biografía espiritual de los cristianos. Y nuestra respuesta no es otra que creer en Dios y en sus promesas".
¿Sabes algo de lo que se ha dicho en el párrafo anterior? ¿Se ha convertido Dios en una Realidad viva para tu alma? ¿Se ha acercado realmente a ti, se ha manifestado en Su Majestad sobrecogedora y ha tenido tratos directos y personales con tu alma? ¿O no sabes más de Él que lo que otros escriben y dicen de Él?
Dios decide pues revelarse de manera especial a este hombre y a ningún otro, y es de hecho por medio de la familia de Abraham que conocemos a Dios y hemos sido llamados para que por la fe seamos unidos a esta familia.
Abraham recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia de la fe que tenía mientras aún era incircunciso, para que fuera padre de todos los que creen sin ser circuncidados, a fin de que la justicia también se les tome en cuenta a ellos.
Y si ustedes son de Cristo, entonces son descendencia de Abraham, herederos según la promesa.
Lo que hace a una persona familia de Abraham, es la fe en la promesa, no haber nacido fisicamente de su familia, o de una familia cristiana. Es el nuevo nacimiento producido por Dios cuando somos llamados eficazmente lo que hace que pongamos en ejercicio esta fe viva y seamos miembros de la familia de Abraham.
Pues es judío el que lo es interiormente, y la circuncisión es la del corazón, por el Espíritu, no por la letra; la alabanza del cual no procede de los hombres, sino de Dios.
Porque ni la circuncisión es nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación.
Anraham fue llamado, creyo a Dios y a sus promesas de salvacion, a su mesias y fue justificado, y es este el patron de toda la biblia. Un fuerte llamado de atencion a esta iglesia que deseaba regresar al judaismo de su tiempo que promovia una vida moral intachable para ganarse el favor de Dios y exaltaban a Abraham como Padre, señalando su virtud y no su fe.
Y Abram creyó en el Señor, y Él se lo reconoció por justicia.
Dios llamo a un pagano en medio los paganos, a un hombre hundido en el pecado, en la iniquidad y en la idolatría y le ordena salir de su tierra y Abraham salió y fue justificado por la fe. No fue su conducta lo que lo salvo.
Dios es quien busco a Abraham como lo hizo con nosotros, cuando estábamos muertos, Dios es quien llama eficazmente a Abraham y noten los frutos esta fe:
I. Una fe Sostenida por Dios (Hebreos 11:8-10)
Recordemos que la fe es certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. Bueno Abraham obedeció inmediatamente cuando Dios le llamo y su obediencia implicó salir de Ur de los Caldeos a un lugar incierto para el.
Su fe le convenció que Dios no miente y que seguro tendría buen un plan, él no vio folletos de lo que le esperaba, solo creyó en la palabra de Dios.
Dejo todo lo que era para él conocido, dejo su casa estable, a su famiulia y salió con todo lo que tenia para convertirse en un peregrino que vivía en tiendas. No medito el costo, no reflexiono en las implicaciones, solo obedeció a sus 70 años de edad, saliendo de una ciudad pleno apogeo de prosperidad, sabiendo que Dios se encargaría de él .
Salió para no regresar mas. Esta es una fe sostenida en el tiempo. Sabemos el fin de la historia y sabemos que Abraham nunca regreso a su casa en Ur, su fe le llevo a vivir como extranjero en tierra ajena y a morar en tiendas o carpas.
Volver atrás habría sido invertir el principio de la fe y dar la espalda a la esperanza que se les había ofrecido. Sin embargo, por su firme resistencia y perseverancia en medio de toda clase de adversidades, dejaron claro que deseaban un país mejor, totalmente distinto y más allá de cualquier país pasado o presente de este mundo caído, en otras palabras, uno celestial, sin ninguna imperfección, glorioso para siempre.
Lutero dice: ésta es la gloria de la fe, sencillamente no saber: no saber adónde se va, no saber lo que se hace, no saber lo que se ha de padecer, y con el sentido y la inteligencia, la virtud y la voluntad, todo por igual cautivo, dispuesto a seguir la voz desnuda de Dios, dispuesto a ser por su propia voluntad un peregrino, sujeto a los peligros de la vida y de la muerte en cada hora del día y de la noche.
Una fe sostenida por Dios elige este camino de los peregrinos. Deja atrás como lo hizo Abraham su vida idolatra, sus patrones y conductas familiares pecaminosas, ya no caminas como antes con las personas con las que andabas, eliges transitar con aquellos que de corazón sincero caminan con Dios.
Porque el tiempo ya pasado les es suficiente para haber hecho lo que agrada a los gentiles, habiendo andado en sensualidad, lujurias, borracheras, orgías, embriagueces, y abominables idolatrías. Y en todo esto, se sorprenden de que ustedes no corren con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y los insultan.
«Si alguien viene a Mí, y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun hasta su propia vida, no puede ser Mi discípulo. »El que no carga su cruz y me sigue, no puede ser Mi discípulo.
No amen al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo.
Desde el punto de vista divino, un hecho consumado. Legalmente, el cristiano ya no pertenece al "mundo" ni está "en la carne". Pero desde el punto de vista humano, esto tiene que llevarse a la práctica y hacerse realidad en nuestra experiencia real. Porque nuestra "ciudadanía está en los cielos" (Fil. 3:20), debemos vivir aquí como "extranjeros y peregrinos". Se nos exige una separación práctica del mundo, porque "la amistad del mundo es enemistad con Dios" (Stg. 4:4); por eso dice Dios: "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos... salid de en medio de ellos y apartaos" (2 Co. 6:14, 17). Así también a la "carne", que todavía está en nosotros, no se le debe permitir rienda suelta. "Os ruego, pues, hermanos, por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional" (Rom. 12:1); "No proveáis para la carne, para satisfacer sus concupiscencias" (Rom. 13:14); "Mortificad, pues, vuestros miembros que están sobre la tierra" (Col. 3:5)
Las exigencias de Cristo sobre su pueblo son primordiales. Él les recuerda que "no sois vuestros, porque habéis sido comprados por precio" (1 Co. 6:19, 20). Por eso dice: "Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo" (Lucas 14:26). Su respuesta se declara en: "Los que son de Cristo han crucificado la carne con sus afectos y concupiscencias" (Gal. 5:24). Así, los términos de la llamada que Abrahán recibió de Dios se dirigen a nuestros corazones. Se requiere de nosotros una ruptura completa con la vieja vida.
La separación práctica del mundo es imperativa. Un milagro de la gracia divina tiene que ser obrado dentro de él, antes de que cualquier hombre realmente se niegue a sí mismo y viva en completa sujeción a Dios. Abrahán se puso sin reservas en las manos de Dios, se rindió a su señorío y suscribió su sabiduría como la más adecuada para dirigirlo. Y lo mismo debemos hacer nosotros, o nunca seremos "llevados al seno de Abrahán" (Lc. 16:22) Pero una obediencia como la que Dios requiere sólo puede proceder de una fe sobrenatural. Una confianza inquebrantable en el Dios viviente, y una entrega sin reservas a su santa voluntad, cada paso de nuestras vidas ordenado por su palabra (Salmo 119:105), sólo puede provenir de una obra milagrosa de la gracia que Él mismo ha obrado en el corazón.
Cuántos hay que profesan ser el pueblo de Dios, pero sólo le obedecen mientras consideran que sus propios intereses están siendo servidos! ¡Cuántos no están dispuestos a dejar de comerciar en sábado porque temen que se pierdan unos cuantos dólares! Ahora bien, así como un viajero a pie, que emprende un largo viaje a través de un país desconocido, busca un guía confiable, se entrega a su dirección, confía en su conocimiento, y lo sigue implícitamente por montes y valles, así Dios requiere que nos entreguemos plenamente a Él, confiando en su fidelidad, sabiduría y poder, y cediendo a toda demanda que nos haga.
Una fe sostenida por Dios, es evidente en el abandono de todo aquello que nos es familiar y pecaminoso. Es un llamado a convertirse en extranjero y peregrino para este mundo. Dejamos el mundo para servir a Dios. Todos nuestros afectos ahora están en las cosas de arriba, no en las de la tierra:
Si ustedes, pues, han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque ustedes han muerto, y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, nuestra vida, sea manifestado, entonces ustedes también serán manifestados con Él en gloria.
Nunca hemos visto estas cosas, al igual que Abraham cuando fue llamado. Caminamos por fe y no por vista. Y por la gracia de Dios no lo dejamos de hacer, como lo hizo Abraham, que obedeció sin saber a dónde iba.
Abraham fue sostenido en su fe, en medio de su peregrinación estuvo convencido de que Dios le había prometido una ciudad con fundamentos. Murió creyendo, sin ver nunca la ciudad de Dios.
Dice Hugues: Por la fe, Abrahán aprendió a mirar más allá de esta fugaz escena presente, hacia las bendiciones eternas e invisibles que Dios ha preparado para los que le aman (1 Cor. 2:9), y a considerar los sufrimientos de este tiempo presente como indignos de comparación con la gloria que le iba a ser revelada (Rom. 8:18).
Para Abraham, llegar a la tierra de Canaan no fue el final de su peregrinaje, siempre vio esta tierra como promisoria, como una sombra de la realidad celestial un sacramentos que unido a la promesa de Dios lo animo a esperar la ciudad con fundamentos. Todas las circusntancias difíciles que Dios le permitió vivir en Canaan, le recordó que aun no tenia la plenitud de las promesas.
Como Sabia Abraham de esta ciudad? el rapto de Enoc fue en sí mismo un acontecimiento que apuntaba significativamente a una realidad más allá de la de esta vida presente, y esta conciencia de una existencia de gloria trascendental se representaba en la distinción judía tradicional entre la Jerusalén de aquí abajo y la Jerusalén que está arriba.
La ciudad celestial fue prometida a Adán antes de que pecara y perdida por él junto con el paraíso en la caída, y fue mostrada también a Abraham y a Moisés, y ahora junto con el paraíso es guardada por Dios. (Gal 4,25s). Esta ciudad es la verdadera metrópoli o ciudad-madre; y de ella se habla también en el Apocalipsis como "la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén que desciende del cielo, de mi Dios" (Ap 3,12), "la ciudad santa" con doce cimientos, cuyo esplendor y belleza se describen en términos de doce joyas preciosas (Ap 21,2.19s).
Vivir en tiendas, le recordó el hecho de que los cimientos de su vida no estaban en este mundo presente. Abraham, Isaac y Jacob, son una sombra de todos los creyentes que saben por la fe que la vida presente no es otra cosa que una peregrinación cuyo destino es la ciudad celestial. Vs 13-16
La fe de los elegidos de Dios es semejante a su Divino Autor en estos aspectos: es viva, incorruptible, y no puede ser vencida por el Diablo. Siendo implantada por Dios, el don y la gracia de la fe nunca pueden perderse. La historia de los patriarcas lo ilustra de manera sorprendente. Llamados a abandonar la tierra donde habían nacido, a vivir en un país lleno de idólatras, sin poseer parte alguna de ella, habitando en tiendas, sufriendo muchas privaciones y pruebas, y viviendo sin ninguna ventaja temporal peculiar que pudiera responder al singular favor que el Señor declaró que les dispensaba; no obstante, todos murieron en la fe. El ojo de sus corazones vio claramente las bendiciones que Dios había prometido, y persuadidos de que serían suyas a su debido tiempo, anticiparon gozosamente su porción futura y renunciaron a las ventajas presentes por causa de ella. A pesar de todas las obras de la incredulidad en su interior (los registros de las cuales se encuentran en el Génesis en los casos de Abraham, Isaac y Jacob) y todos los asaltos de la tentación desde el exterior, persistieron en aferrarse a Dios y Su Palabra. Vivieron por la fe y murieron en la fe: por eso nos han dejado un ejemplo para que sigamos sus pasos.
Aunque estos hombres y mujeres de fe habían sido llevados a la tierra prometida y la línea hereditaria de la promesa se había hecho realidad, se les describe como no habiendo recibido lo prometido; porque si sus esperanzas se hubieran fijado meramente en la propiedad terrenal y el linaje físico, la muerte se habría burlado de su fe y la promesa de una posesión eterna se habría convertido en un absurdo (Gn. 17:8). Su fe, en consecuencia, respondía al desafío de penetrar más allá de la muerte y más allá de este mundo presente, pues la promesa de una posesión eterna y de una bendición universal presagiaba mucho más que los derechos a un trozo de territorio geográfico y a una posteridad privilegiada.
la victoria de su fe en el momento de la muerte fue el reconocimiento culminante de lo que habían confesado en una vida de peregrinación, a saber, que eran extranjeros y exiliados en la tierra, es decir, que este sistema del mundo presente no era su verdadero hogar ni su destino final. No es que esta perspectiva no sea terrenal, sino, más bien, más que terrenal, abarcando la restauración de toda la creación a esa perfecta armonía de propósito y función para la que fue creada.
Abrahám y los que le acompañaban constituyen un magnífico ejemplo de ese espíritu de fe y perseverancia que vence al mundo (1 Jn. 5:4).
Vr. 13-16… todos ellos por su fe vivieron como peregrinos y Dios no se avergonzó de ellos. I. la consumación que su fe les había hecho esperar (Mt. 22:31s.). En el versículo 16, nuestro autor utiliza el tiempo presente: desean -incluso ahora- ese país mejor, y Dios no se avergüenza -incluso ahora- de ser llamado su Dios. Además, no es un espejismo metafísico lo que persiguen, pues Dios les ha preparado una ciudad, una ciudad real, que, como ya se nos ha advertido (v. 10), tiene cimientos.
Esta es la patria hacia la que avanza el hombre de fe. Es la misma meta en la que Cristo exhortó a sus discípulos a fijar su mirada cuando, animándoles a perseverar en la fe, les aseguró que iba a prepararles un lugar y que volvería para llevárselos con Él a aquella morada dichosa (Jn 14, 1-3). Es la misma meta hacia la que el apóstol Pablo, sin que las aflicciones presentes se lo impidieran, seguía adelante, "olvidando lo que queda atrás y esforzándose por alcanzar lo que está por delante", convencido de que "nuestra ciudadanía está en los cielos", donde al fin seremos plenamente transformados en la semejanza de nuestro Redentor glorificado (Flp 3,12s., 20s.); y hacia el cual nosotros, creyentes cristianos, nos apresuramos "corriendo con perseverancia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el iniciador y consumador de la fe" (Heb. 12:1s.). En un empeño tan decidido no puede haber vuelta atrás.
Dice Pink> La figura del "peregrino" aplicada al cristiano es igualmente sugerente. Al ir de un lugar a otro, nunca se siente en casa. Se encuentra muy solo, pues pocos son los que recorren su camino. Los que encuentra lo animan muy poco, porque lo consideran raro. Es muy agradecido por cualquier amabilidad que se le muestre: consciente de su dependencia de la Providencia, está agradecido siempre que Dios le concede favor a los ojos de los malvados. No lleva consigo nada más que lo que considera útil para su viaje: todo lo superfluo lo considera un estorbo. No se detiene a contemplar las vanidades que le rodean. Nunca piensa en retroceder a causa de las dificultades del camino: tiene una meta definida a la vista, y hacia ella avanza con firmeza.
Debemos demostrar que somos "extranjeros y peregrinos" usando las cosas de este mundo (cuando la necesidad lo requiera), pero sin abusar de ellas (1 Co. 7:31). Contentándonos con la parte de los bienes de este mundo que Dios nos ha asignado (Fil. 4:11). Procurando concienzudamente cumplir con nuestra propia responsabilidad, y no siendo "entrometidos en asuntos ajenos" (1 Ped. 4:15). Siendo moderados y templados en todas las cosas, y así "absteniéndonos de los deseos carnales que batallan contra el alma" (1 Ped. 2:11). Despojándonos de todo peso que nos estorba y mortificando nuestros miembros terrenales, para que corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante (Heb. 12:1). Recordando cada día la brevedad e incertidumbre de esta vida (Prov. 27:1). Manteniendo constantemente ante el corazón nuestra herencia futura, sabiendo que sólo estaremos satisfechos cuando despertemos a semejanza de nuestro Señor.
era su propia "Patria", pues era allí donde Dios los había bendecido con todas las bendiciones espirituales antes de la fundación del mundo (Ef. 1:3, 4), era de allí de donde habían nacido de nuevo (Jn. 3:3, margen), era allí donde moraban su Padre, Salvador y compañeros santos. Buscar" la Herencia prometida denota esa búsqueda ferviente del creyente por aquello que desea supremamente.
El Mundo se averguienza de que exista gente como nosotros, Dios no y esto a pesar de que somos indignos y le damos razones para que se averguence. Pero recuerden que el nos ve en Cristo, y nos esta preparando una morada en su casa. ¡Oh! Así que vivieron y murieron en la promesa de fe no cumplida y Dios les dio el honor supremo, Dios se sentía honrado de ser identificado con ellos.
Abraham nunca renunció a su esperanza, continuó viendo la promesa de Dios con los ojos de la fe en medio de sus días de oscuridad, dolor, miedo y decepción. La palabra de la promesa lo motivo constantemente. Su fe no fue una estrella fugas en medio del cielo, fue una lampara avivada con constante aceite. Fue una fe sostenida por la Palabra y el Espíritu.
Por lo cual nosotros mismos hablamos con orgullo de ustedes entre las iglesias de Dios, por su perseverancia y fe en medio de todas las persecuciones y aflicciones que soportan.
Esta siendo tu fe siendo sostenida por Dios? Esta es la garantía de una fe viva, de una fe que se mantiene firme en las promesas del evangelio, por el Espíritu de Dios.
Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos como Él es. Y todo el que tiene esta esperanza puesta en Él, se purifica, así como Él es puro.
Dios pues nos llama, para que por la fe que él mismo sostiene, seamos peregrinos en este mundo y vivamos apartados para servirle a él, siguiendo su palabra y aguardando su venida, con la seguridad de que estaremos la ciudad que tiene fundamentos para siempre. Aqui no tenemos nada seguro o estable, esta debe ser nuestra expectativa en la tierra, vivimos como en tiendas, todo puede pasar, poero tenemos un gran Dios que nos guarda y en quien podemos confiar.
Otro fruto de la fe en la vida de Abraham fue
II. El consuelo de la fe (Hebreos 11:11-12) La fe se fortalece en debilidad
Muestran lo intensamente práctica que es la fe: que no sólo eleva el alma al cielo, sino que es capaz de extraer fuerzas para el cuerpo en la tierra. Demuestran que, a veces, de pequeños comienzos nacen grandes finales, y que, al igual que una piedra arrojada a un lago produce círculos cada vez más grandes en las ondulantes aguas, así la fe da frutos que aumentan de generación en generación. rimero, los impedimentos de su fe: su esterilidad, vejez e incredulidad. Segundo, el efecto de su fe: "recibió fuerza para concebir". Tercero, la constancia de su fe: confió en Dios hasta la liberación o nacimiento del niño. Cuarto, el fundamento de su fe: se apoyó en la veracidad del Prometidor Divino. Quinto, el fruto de su fe: la numerosa posteridad que nació de su hijo Isaac.
Dios le prometio a Abraham una descendencia como las estrellas o como la arena del mar. La cosa es que él era anciano cuando recibió la promesa, estaba casi muerto para concebir, sin deseos y su esposa estéril.
Y sin debilitarse en la fe contempló su propio cuerpo, que ya estaba como muerto puesto que tenía como cien años, y también la esterilidad de la matriz de Sara.
Pero él confía en que Dios puede hacer lo que humanamente no se puede hacer. Y Dios le consuela en su vejez, dandole vigor para concebir engendrar y abriendo la matriz de Sara su esposa para concebir. Es mas, tiene un hijo antes con Agar esclava de Sara y después de los 100 años tiene 6 hijos más luego de la muerte de Sara.
Este es consuelo de la fe, que nos permite ver con nuestros ojos en medio de nuestra peregrinación cosas que son imposibles para el hombre.
Acaso no eres tu un milagro, un prodijio de Dios? Creiste aun estando muerto en tus pecados y creiste por la oracion y predicacion de otros que fueron consolados conociendo como Dios responde a los clamores de un creyente.
Mis ancianos y pastores, es increible que ustedes puedan estar en el ministerio y hagan las cosas medianamente bien y que crean que su servicio tendrá resultados eternos, aunque no estén viendo cosas inmediatas:
Pero gracias a Dios, que en Cristo siempre nos lleva en triunfo, y que por medio de nosotros manifiesta la fragancia de Su conocimiento en todo lugar. Porque fragante aroma de Cristo somos para Dios entre los que se salvan y entre los que se pierden. Para unos, olor de muerte para muerte, y para otros, olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién está capacitado?
La fe de Abraham, fue sostenida y por medio de ella fue consolado, pero además su fe resistio el fuego de la prueba
IV. La resistencia la Fe (Hebreos 11:17-19)
la poderosa influencia que tiene la fe para sostener el alma y llevarla a través de las pruebas y tribulaciones.
Para el tiempo de Abraham, Todo el mundo sabía sobre el sacrificio, todo el mundo entendía que estaba en una relación con Dios por fe, todo el mundo entendía que eran pecadores, que tenía que haber un sacrificio, expiación, propiciación por sus pecados. Todo el mundo lo sabía. Lo sabían. ¿Pero sacrificar a Isaac, el heredero a través del cual se cumplirían todas las promesas? ¿Cómo vas a tener descendientes como la arena y el mar si matas al heredero a través del cual todos vendrán?
Aconteció que después de estas cosas, Dios probó a Abraham, y le dijo: «¡Abraham!” Y él respondió: «Aquí estoy». Y Dios dijo: «Toma ahora a tu hijo, tu único, a quien amas, a Isaac, y ve a la tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que Yo te diré» Abraham se levantó muy de mañana, aparejó su asno y tomó con él a dos de sus criados y a su hijo Isaac. También partió leña para el holocausto, y se levantó y fue al lugar que Dios le había dicho. Al tercer día alzó Abraham los ojos y vio el lugar de lejos. Entonces Abraham dijo a sus criados: «Quédense aquí con el asno. Yo y el muchacho iremos hasta allá, adoraremos y volveremos a ustedes»
Abraham pensó que Isaac iba a volver. Así de confiado estaba en la promesa de Dios. ¿Hasta dónde llegaría? "Tomó la madera del ofrenda quemada" - en el versículo 6 - "la puso sobre Isaac, su hijo". Isaac lleva su propia madera, por así decirlo, una especie de imagen de Cristo llevando Su cruz: "tomó en su mano el fuego y el cuchillo. Los dos caminaron juntos. Isaac habló con Abraham, su padre, y le dijo: "¡Padre mío!" Dijo: "Aquí estoy, hijo mío". Dijo: "He aquí el fuego y la madera, pero ¿dónde está el cordero para el ofrenda?'"
Verás, sabían de la necesidad de sacrificio. Sabían lo que Abel sabía y Enoc sabía y Noé sabía y todos los verdaderos creyentes lo sabían. Abraham dijo: 'Dios se proveerá el cordero para el ofrenda, hijo mío'. Así que los dos caminaron juntos. Llegaron al lugar en el que Dios les había dicho, Abraham construyó el altar allí, arregló la madera, ató al hijo Isaac, lo puso en el altar encima de la madera. Abraham extendió la mano y tomó el cuchillo para matar a su hijo".
¡Vale, vaya! ¿Por qué iba a hacer eso? ¿Por qué iba a hacer eso? Vuelve a Hebreos 11, versículo 19, "Porque él consideraba que Dios era capaz de" - ¿hacer qué, qué? - "levantar a la gente incluso de entre los muertos". Guau. ¿Cómo lo sabía? Porque había sido tan bueno como muerto, y Dios le había dado vida a él y vida a través de él a este hijo. Es una fe monumental. Todos sus sueños estaban en Isaac. Todas las promesas estaban en Isaac. Le encantaba Isaac. Esperó tanto tiempo durante esta larga peregrinación por la primera señal de la promesa. Sabía que había pecado tan terriblemente con Hagar y podría haber pensado que tal vez Dios estaba cambiando de opinión.
Abraham sabía que la ley de Dios prohíbe a un hombre matar a su hijo, o matar a cualquier persona. También sabía que Dios odiaba el sacrificio humano y que siempre se ofrecí un animal. Génesis 9:6 dijo que "quien derrame la sangre del hombre, por el hombre su sangre será derramada". Si matas a alguien, morirás. ¿Por qué haría esto? ¿Por qué levantaría el cuchillo? Debido a que su confianza era tan grande que sabía que si Dios tenía que hacerlo, resucitaría a Isaac de entre los muertos.
Abrahán sabía que Dios es totalmente santo, justo y amoroso, y que no puede faltar a la verdad consigo mismo; y comprendió que no le correspondía a él, criatura pecadora y finita, cuestionar la palabra de su Creador infinito, es más, que cuestionar la palabra de Dios es cuestionar la bondad de Dios.
Esa es la fe de Abraham. Consideró que Dios era capaz de resucitar a las personas, incluso de entre los muertos, de los que también lo recibió como un tipo. ¿Tipo de qué? ¿Una foto de quién? ¿Quién fue el que puso su vida en el altar y regresó de entre los muertos? Cristo, una figura, es una - es la palabra parabolē, una parábola, una analogía, una imagen de Cristo. Solo Cristo murió realmente. Isaac no murió. Eso es fe. Eso es fe en toda su plenitud. Esa es la fe después de haber pasado la prueba final.
¿Dónde está la prueba de fe? En realidad, manifiesto: es manifiesto en la obediencia lo que requiere el máximo sacrificio, el último sacrificio. "Aunque Él me mate, confiaré en Él". Aunque me pide que me lleve a mi hijo, ¿confiaré en Él? Esa es la vida de fe modelada por Abraham.
Abraham fue probado y estuvo dispuesto a ofrecer a Isaac, su hijo único.Fe en que Dios podía resucitar a Isaac de entre los muertos.
Esa es la fe de Abraham. Consideró que Dios era capaz de resucitar a las personas, incluso de entre los muertos, de los que también lo recibió como un tipo. ¿Tipo de qué? ¿Una foto de quién? ¿, Quién fue el que puso su vida en el altar y regresó de entre los muertos? Cristo, una figura, es una - es la palabra parabolē, una parábola, una analogía, una imagen de Cristo. Solo Cristo murió realmente. Isaac no murió. Eso es fe. Eso es fe en toda su plenitud. Esa es la fe después de haber pasado la prueba final.
¿cuál es la prueba de fe? ¿Dónde está la prueba de fe? En realidad, manifiesto: es manifiesto en la obediencia lo que requiere el máximo sacrificio, el último sacrificio. "Aunque Él me mate, confiaré en Él". Aunque me pide que me lleve a mi hijo, ¿confiaré en Él? Esa es la vida de fe modelada por Abraham.
Lla poderosa influencia que tiene la fe para sostener el alma y llevarla a través de las pruebas y tribulaciones.
Que tengamos eso - esa verdadera fe salvadora que hace una ruptura completa con el mundo, eso - esa fe que dura y espera pacientemente, eso - esa fe que te cree por lo imposible y, por lo tanto, ve tu poderosa mano y ve la maravilla de los milagros espirituales que suceden a través de nosotros. Danos esa perseverancia, esa actitud positiva que pasa por la vida sin perder de vista lo que está preparado para nosotros, lo que nos espera en la gloria por venir. Y que confiemos tanto en Ti que podamos enfrentarnos a cualquier sacrificio, puedes pedirnos cualquier cosa, con mucho gusto lo daremos porque confiamos completamente en ti. Este es el tipo de fe que no podemos reunir, que no podemos desarrollar, que no podemos inventar. Este es un regalo que viene de ti. Te lo agradecemos.
Te damos las gracias por la alegría de recibir esta fe. ¿Qué podemos decir? Aquellos de nosotros que poseemos esto no podemos elogiarnos a nosotros mismos, porque como Abraham fuimos sacados de un pozo. Nos sacaron de una roca de maldad. Eso es todo tu gracia. Qué regalo y esperamos el día en que la fe se convierta en vista, y entramos en esa herencia plena y gloriosa. Pero mientras tanto, que nuestra fe se demuestre de tal manera que atraiga a la gente a Ti y al evangelio. Oramos en el nombre de Cristo. Amén.
Fe en la Resurrección:
Abraham recibió a Isaac de vuelta como un símbolo de la resurrección.Aplicación: ¿Cómo podemos ser animados en nuestra fe sabiendo que Dios tiene el poder sobre la vida y la muerte?