Los resultados de una sociedad que se aleja de la palabra de Dios

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En una entrevista publicada recientemente, el famoso ateo británico Richar Dawkins, declaró que se consideraba así mismo un “cristiano cultural”.
Esto es, que si bien no cree en la fe cristiana, apreciaba los beneficios que el cristianismo aporta al mundo en términos éticos en comparación con otros sistemas religiosos alternativos, refiriéndose al Islam, más específicamente.
“Me parece que es fundamentalmente una religión decente, de una forma en la que creo el islam no lo es”, subrayó Dawkins.
No celebramos eso como una victoria. Creo que Richard está viendo lo que el sentido común y la historia han demostrado con abundante evidencia: el cristianismo, la fe en el Dios de la Biblia, practicada fielmente, trae como resultado sociedades estables y viables.
Los principios espirituales que emanan de la Palabra de Dios, así como los valores éticos asociados con la justicia y la vida en comunidad, son únicos y propios de una religión cuyo centro es el de un Dios que ha tomado la iniciativa de entregarlo todo por amor y que llama a sus seguidores a amar como Él amado.
Pero lo contrario también es cierto;
Cuando una sociedad se aleja de los principios de la Palabra de Dios, rápidamente experimenta caos, el mismo que provienen de no tener una norma consistente que integre todas las áreas de la vida. ¿El resultado? Anarquía, barbarie y autodestrucción.
Y es de eso justamente de lo que se me ha pedido hablar. De los resultados de una  sociedad que se aleja de la Palabra de Dios.
Hasta ahora se ha hablado con contundencia del carácter suficiente y divino de la Palabra de Dios. Al mismo tiempo hemos visto el poder que está relacionado con la Palabra de Dios y sus efectos en los redimidos; pero ahora veamos qué es los que sucede cuando una sociedad que ha experimentado los efectos positivos de tener la Palabra de Dios, pero luego la abandona.
Para ello, lo que haremos será hacer un recorrido por los capítulos 17-21 del libro de Jueces, con el propósito de ver de cerca y por medio del propio pueblo de Israel, los resultados de una nación que le da la espalda a Dios, a su dirección, a su ley y a Su Palabra.
Y este es el argumento que quiero proponerles:
Una sociedad que da la espalda a la palabra de Dios queda a merced de su propia extravío y el resultado es caos y destrucción.
Pero antes de entrar al desarrollo de este argumento, quiero predisponerlos, en el buen sentido, para que veamos esta larga porción de la biblia como si se tratara de un museo en cuyas paredes se exhiben a blanco y negro los rostros de la barbarie, el dolor y el caos. El museo de la desgracia.
La meta es ir recorriendo algunas escenas y detenernos para ver (aunque no con todos los detalles que quisiéramos) las cosas que el pueblo de Israel enfrentó como consecuencia de haber dado la espalda a la ley de Dios.
Como se sabe, El libro de los jueces cuenta la historia de Israel mientras se establecía en la tierra prometida. Los días siguientes a la muerte de Josué.
Es un libro que si se lee con detenimiento es imposible no sentir cierta frustración: el pueblo de Israel se alejaba de Dios y adoraba a los dioses falsos de las naciones que no quisieron sacar del todo tal como Dios lo había mandado; sufren opresión de esas mismas naciones, luego clamaban, el Señor enviaba un libertador para qué los libra a de sus enemigos, experimentaba un periodo breve de paz y volvían a hacer lo malo, para luego clamar a Dios y así repetir la historia una y otra vez.
Lo cierto es que un día, ya no había más oraciones que responder, ni líderes que levantar; un día, Israel quedó a expensas de su propia merced:
En aquellos días no había rey en Israel y cada quien hacía lo que bien le parecía.
No había una voz que seguir, una guía que los condujera hacia la voluntad de Dios, no hay la autoridad. Un día el pueblo amaneció sin rey y sin ley.
Y es justo aquí donde empezamos nuestro recorrido. Ese es el letrero de la puerta
y en adelante veremos pinturas o cuadros que describen el estado de esta sociedad sin rumbo, sin Dios, sin rey, sin ley:

Poner cuadro: Una religión falsa

Esta primera pintura es la de un hombre de Efraín que se llamaba Micaía y que le está confesando a su madre que le había robado una suma considerable, pero que ahora lo está regresando a su madre quien le autoriza usarlo para que se haga un dios a medida. Un dinero maldito que luego va a ser tomado para crear una imagen de talla, un dios pagano. Y este hombre Micaía tuvo casa de dioses, e hizo efod y terafines, y consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote. 6 En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía.
Este es el primer síntoma de esta sociedad que se habia alejado de la Palabra de Dios; que había menospreciado el llamado que Dios hacía por medio de jueces; no había profeta, no había alguien que hablara en nombre de Dios.
Ellos están fabricando dioses a su manera. Y también su propio sistema de adoración.
El hombre fue creado para adorar y lo hará de una manera o de otra.
Este mismo fue el pecado de Adá y Eva después de transgredir, cuando fabricaron sus propias ropas para ocultar su vergüenza de Dios y poder estar frente a Él.
Es el mismo pecado de Caín quien construyó su propio sistema de adoración basado en lo que a Él le parecía correcto.
Es el mismo problema de los hombres en los días de la torre de Babel cuando intentaron crear su propia escalera al cielo.
Este es el problema de todo hombre que decide menospreciar la Palabra de Dios; que más temprano que tarde estará buscando sus propios caminos para encontrarse con el creador, ignorando que solo hay una forma correcta de ir a Él.
Todas estas falsas religiones modernas: la nueva era, la meditación, el veganismo, la introspección, el gnosticismo o la búsqueda del conocimiento en ti mismo (este no tan nuevo); son los síntomas de una sociedad que sabe que hay una necesidad de llegar al creador, pero que ignora lo que ese mismo creador ha establecido como el único camino.
Es a todo esto a lo que llamamos idolatría. La violación clara del mandamiento de no tener dioses ajenos delante del Señor.
El siguiente cuadro de nuestro recorrido está también relacionado con la religión y es la decadencia del liderazgo.

Segundo cuadro: Un liderazgo en crisis

Aquí vemos ahora a un hombre jóven. De la tribú de Judá, pero levita, de linaje sacerdotal; que llega a la casa del ladrón e idolatra llamado Micaía buscando trabajo.
Cuando Micaía se entera que es levita le hizo una oferta:
Entonces Micaía le dijo: Quédate en mi casa, y serás para mí padre y sacerdote; y yo te daré diez siclos de plata por año, vestidos y comida. Y el levita se quedó. 11 Agradó, pues, al levita morar con aquel hombre, y fue para él como uno de sus hijos. 12 Y Micaía consagró al levita, y aquel joven le servía de sacerdote, y permaneció en casa de Micaía. 13 Y Micaía dijo: Ahora sé que Jehová me prosperará, porque tengo un levita por sacerdote.
Hay tantas cosas que lamentar en este cuadro que no sabemos ni por donde empezar.
Un levita que no está en el lugar de adoración, sino buscando dónde dormir y comer, lo que indicaba que la adoración al Dios verdadero estaba completamente descuidada (como en los días de Malaquías).
Un ladrón, e idólatra, que ahora está a punto de graduarse de oportunista.
Un levita que se convierte en sacerdote a sueldo de un Dios pagano
Y un hombre que está plenamente convencido que va a ser prosperado por Dios aun cuando
Aquí puedes ver que los que debían estar dedicados a la adoración estaba en realidad en búsqueda de dinero.
Es el reflejo de la decadencia de liderazgo de Israel y es el reflejo de toda sociedad que se aleja de la Palabra de Dios, los líderes, los que están llamados al cuidado y pastoreo del rebaño se convierten en otra cosa y van tras el dinero.
Es un abismo que llama a otro abismo: la sociedad se aparta de Dios cuando no hay quien predique fielmente la palabra y una sociedad apartada de Dios produce líderes que no les importa Su Palabra.
Crisis religiosa, crisis en los líderes religiosos; pero las mayores evidencias de una sociedad alejada de la Palabra de Dios se pueden ver en sus valores éticos y morales y esto por supuesto también es algo que se puede ver en la nación de Israel.

Tercer cuadro: Irrespeto por la propiedad

El capítulo 18 retoma con las palabras: En aquellos días no había rey en Israel; para mostrar que las escenas que van a ser descritas a continuación están relacionadas con la misma realidad.
En el siguiente cuadro volvemos a ver a Micaía y una de las tribus de Israel, Dan, una de las últimas en recibir heredad, pero que había tenido problemas para ocuparlas porque los amorreos les habían impedido descender a los llanos y se quedaron en las partes altas.
Los de Dan venían hambrientos de tierra y propiedades, actuaban como una banda de mercenarios que buscaba un lugar donde asentarse, incluso si era lejos de la porción que les había sido asignada.
Primero entran a casa de Micaía y con bravuconería roban los ídolos, los utinesilios y se llevan consigo al levita.
Por lo que, si este cuadro tuviera un título sería: Ladrón que roba a ladrón.
Posteriormente, van a una ciudad llamada Lais, una ciudad pacífica, y la toman violentamente y la queman sin que ellos siquiera opusieran resistencia alguna.
Dios les había dado la tierra a ellos, pero esto no era parte del plan, era una forma de probar que podían tener lo que querían.
La violación de la propiedad privada es otra forma en la que vemos que se manifiesta el abandono de la Palabra y las leyes de Dios en una sociedad, bien sea por parte de los individuos o por parte de las instituciones que presiden dicha sociedad.
El Señor dijo: No robarás. Y es un mandato expreso.
La ley de Dios enfatiza el respeto por la propiedad ajena.
La idea de que todos son dueños de todo y nadie es dueño de nada es propio de una anarquía.
Los puritanos ingleses entendieron esto. El establecimiento de sociedades viables debía estar vinculado al respeto por la vida, la libertad y la propiedad. Las personas son dueñas de aquello que resulta del trabajo de sus manos.
John Locke, un filosofo inglés protestante y de inclinaciones puritanas y considerado el padre del liberalismo clásico, partió de esta premisa para sugerir que el hombre es dueño de aquello en lo que invierte su trabajo, es su derecho natural:
"Dios, quien dio el mundo a los hombres en común, también les dio razón para que lo usaran para su beneficio y conveniencia." "El trabajo de su cuerpo y la obra de sus manos, decimos, son propiamente suyas. Así, lo que quiera que haya removido del estado en que la naturaleza lo había proporcionado y lo haya mezclado con su trabajo, con su trabajo lo anexa y lo convierte en su propiedad."
Las ideas de democracia y los parlamentos representativos que sentaron a su vez las bases de los estados modernos desarrollados por Rousseau y Montesquieu, provienen de ahi: de la premisa de que la propiedad privada es un derecho inherente que surge cuando una persona mezcla su trabajo con los recursos naturales.
Si no hay una norma moral objetiva que atribuya derecho natural a lo que se obtiene como fruto del trabajo, entonces lo que habrá es una anarquía y una disputa por recursos que genera caos y violencia.
Dios dijo desde el principio: con el sudor de tu frente trabajarás y dio al mismo tiempo al hombre derecho de disfrute del fruto de su trabajo.
Las ideas de propiedad no vienen de la evolución de la especie ni de un proceso de selección natural. El hombre no puede por si mismo producir orden; provienen de la ley que Dios mismo ha escrito en nuestros corazones.
Asi que en una sociedad donde haya menos de Dios y su ley habrá más inclinación a violentar la propiedad y una cultura de obtener las cosas por la ruta más corta: la del robo.

Cuarto cuadro: Un matrimonio desfigurado

Continuando nuestro recorrido por este museo de la desgracia; vamos ahora a ver un cuadro que retrata una escena familiar.
LA nueva secciñon inicia también con la frase: En aquellos días, cuando no había rey en Israel, para que no perdamos de vista que todo esto que se describe se da en el marco del abandono de Dios y sus leyes.
El autor de jueces introduce ahora unos nuevos personajes. Un levita, este es otro, y su concubina, la cual le fue infiel por adulterio y se fue de casa.
Y otra vez, lo que pudiera ser una destrucción trivial es ya de por sí escandalosa:
Es un levita, que está en una relación de concubinato, que busca a la mujer que le fue infiel por adulterio y que se fue a vivir, como si nada hubiese ocurrido, a la casa de su padre, todo para continuar viviendo con ella, también como si nada hubiera pasado.
Incluso si hubiese sido su esposa, y le hubiese dado carta de divorcio por alguna causa menor, no le era lícito volver por ella.
Pero esta no era ni su esposa, el pecado fue de muerte y él está regresando por ella, siendo Él ¡un levita!
Esto demuestra el pebre concepto que esta sociedad tenía del matrimonio.
El placer primaba sobre lo que la necesidad de reflejar al Dios de pactos.
Es una descripción lamentable, pero de esperarse.
El matrimonio solo puede ser tomado en serio si la Palabra de Dios es tomada en serio porque es ella la que eleva su estatus.
Es por eso que no es extraño para nosotros ver sociedades cada vez más lejos de Dios y cada vez más alejadas de las ideas que el matrimonio comunica.
En estas sociedades, el matrimonio es visto como una institución arcaica e innecesaria porque comunica valores que tienen sentido solo a la luz de lo que Dios demanda.
Pero como si esto fuera poco, el espiral de degradación es cada vez mayor y a medida que avanzamos, las luces del museo se van haciendo más tenues y lugubres, para describirnos la profundidad de la depravación de una sociedad sin Dios y sin ley.

Quinto cuadro: Inmoralidad desenfrenada

En este quinto cuadro aparece de nuevo el levita y su concubina, quienes despué de una estancia en casa de la concubina más larga de lo pensado, salen para buscar un lugar donde asentarse.
Pareciera que se no describe un lugar en el que todos corren y gritan sin control, donde las ciudades se convierten en antros oscuros y tenebrosos.
Se detienen en Jebus, lo que se llamaría más adelante Jerusalen, pero deciden no quedarse porque quieren buscar una ciudad que fuera habitada por judíos, para estar, según ellos, más seguros.
Llegan a Gabaa que era de Benjamin y un hombre extraño los mete a su casa, como si sospechara que algo malo podía sucederles.
Jueces 19:22 Pero cuando estaban gozosos, he aquí que los hombres de aquella ciudad, hombres perversos, rodearon la casa, golpeando a la puerta; y hablaron al anciano, dueño de la casa, diciendo: Saca al hombre que ha entrado en tu casa, para que lo conozcamos (para tener relaciones sexuales con Él).
El hombre insiste en que no cometan tal maldad, que tomen a su hija o a la concubina del hombre, con tal de hacer menos grave la abominación, asi que toman a la mujer y abusan de ella toda la noche hasta que muere en la puerta de la casa.
Como si se tratara de Sodoma y Gomorra, esta ciudad de Benjamín, el menor de los hijos de Jacob, había dado rienda suelta a su lujuria y desenfreno y la habáin llevado a los límites.
No nos sorprende la degradaciñon moral que vemos en terminos de sexualidad en nuestro tiempo.
No nos sorprende que poco se considere el diseño de Dios para cada sexo y se promueva la homosexualidad como si fuera un acto de amor erócio.
¡Oh! Dios destruyó una ciudad entera con fuego por pecados como estos.
Porque revelan el extremo de una sociedad que se ha revelado contra Dios.
Es la misma tesis que Pablo elabora en el capítulo 1 de Romanos:
18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; 19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. 21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. 22 Profesando ser sabios, se hicieron necios,23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.
24 Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, 25 ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.
Mis hermanos, cuando el cristianismo se opone a estos pecados no es porque sea un discurso de odio, es porque es la expresión de que no se esta tomando en serio a Dios y que las consecuencias van a ser inminentes.
el punto más profundo de este descenso moral lo vemos cuando el levita toma a esta mujer asesinada, la parte en 12 pedazos con un cuchillo y la manda un pedazo a cada tribu de Israel.
Era un grito simbólico. El cuerpo ha sido desmembrado, este pueblo ha llegado al colmo de su maldad. Eso es Israel: una mujer adulterada, violada, muerta y cortada en pedazos.
La barbarie es el destino de las sociedades que se alejan de la Palabra de Dios.
Nuestro compromiso por predicar la verdad no es una obsesión fanática; es el ánimo por ser la sal de la tierra y la luz del mundo.
Es levantar la Biblia como el faro que guiará al barco cuando las olas de la tormenta lo golpeen de noche.
Por eso no debemos dejar de predicar la Palabra de Dios fielmente y vivirla en donde sea que estemos.

Sexto cuadro: El juicio divino

El sexto cuadro es inevitable.
Una sociedad que se aleja de Dios esta condenada a experimentar el juicio de Dios.
Las tribus de Israel recibieron el mensaje, y un acto de poca coherencia “consultan” a Dios para ver si van a pelear contra Benjamin y Dios responde: Luego se levantaron los hijos de Israel, y subieron a la casa de Dios y consultaron a Dios, diciendo: ¿Quién subirá de nosotros el primero en la guerra contra los hijos de Benjamín? Y Jehová respondió: Judá será el primero.
Hace mucho estaban lejos de Dios, peor ahora había aparecido para una cosa: retirsar su mano y dejar que caminaran hasta su propia destrucción.
Eran hermanos contra hermanos, pueblos contra pueblos; estaban abandonados en su propio deseo de justicia. Estaban juzgando a Benjamin como ellos mismos debían ser juzgados.
Uno de los pasajes más tristes y dolorosos que he encontrado en la BIblia está en Oseas 4:17 Efraín es dado a ídolos; déjalo. ¡Déjalo! ¡No lo exhortes! ¡No les impidas su deseo! Si hay alguien aqui que ha estado jugando con el Señor, no quisieras escuchar nunca esa voz.
Yo te suplico que hoy te arrepientas y te vuelvas a Dios, no sea que el Señor te entregue por completo a tu maldad.
Lo que sigue es una carnicería. Una tribu entera desapareció por le espada de las otras.
Ahora hay dolor, lamento, intentos por repararlo, pero no podían hacer nada por su propia cuenta.
La triste noticia de una sociedad que se aleja de Dios es que solo le queda esperar a que el Señor en su misericordia se acerque.
El libro de jueces termina de manera desesperanzadora con estas palabras: En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía.

Séptimo cuadro: el Rey

Por eso, el septimo cuadro que quiero mostrarles es la historia terminada.
UN día, el pueblo tendría un Rey.
No fue Saul, tampoco David y mucho menos Salomón.
Un día el pueblo tendría un rey que escribiría la ley en sus corazones, uno que volvería a guiar al pueblo por la senda de la justicia, uno que haría volver el corazón de los padres a los hijos y los hijos a los padres.
El rey no seria como otros reyes y su ley no seria como otras leyes.
De hecho, el Rey sería al mismo tiempo la ley. Un verbo que se haría carne.
El rey sería Dios mismo morando con ellos.
El rey sería el Rey de los Reyes y el Señor de Señores.
Puede que algunos de ustedes apenas se enteran que relatos tan crueles están en la biblia.
Pudieron ser ocultados o escondidos debajo de la alfombra de la historia; pero no.
Están escritos allí porque Dios quiso que así fuera; para que de tiempo en tiempo pasemos por ahí, como quien va al museo para recordar la historia y no repetirla.
Lo que vemos en la sociedad moderna no es nada nuevo debajo del sol. El corazón del hombre sigue respondiendo a los mismos estímulos de pecado, pero sobre todo los efectos de abandonar la Palabra de Dios siguen siendo los mismos.
Los cuadros que vimos estaban a blanco y negro, por los de ahora están en muchos colores, muchos colores; sin embargo la causa es la misma: una sociedad lejos de la Palabra de Dios,
¿Qué somos llamados a hacer?
Predicar la Biblia
Amar la Biblia
Vivir la Biblia
Debemos orar para que el Señor permita el establecimiento de más iglesias pero sobre todo paa que los que creen puedan vivir más como hijos de Dios, como antorchas que alumbran en lugar oscuro.
No nos cansemos de predicar el evangelio, porque la misma Palabra que Dios usó para poner en orden el caos del mundo en Génesis 1, es la misma que sigue usando Dios para sacar luz de en medio de las tinieblas. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. (2 Cor 4:6)
No estamos diciendo que las cosas serán perfectas y que seremos una sociedad sin pecado de este lado de la eternidad; no, estamos convencidos que el mal aumentará, pero es nuestra misión alumbrar, ser sal y ser luz.
Porque un día, el Señor establecerá su reino. Este cielo y esta tierra pasarán, pero la palabra de Dios no pasarán.
Un día(y este es el letrero a la salida de nuestro museo), el pueblo de Dios tendrá un Rey y todo el mundo hará lo que al Rey le pareciere.
Amém.
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